Capítulo 281
Fue entonces que llamaron a la puerta, interrumpiendo los pensamientos oscuros y llenos de odio que la envolvían.

Salió rápidamente del correo electrónico en su teléfono.

Caminó hacia la puerta y la abrió.

Frente a ella estaba Cintia, sonriendo alegre.

—Gabriela, ¿me acompañas a ver un programa de televisión? ¡Mira, traje botana y fruta! —dijo con entusiasmo.

Pero Gabriela seguía congelada, como sumergida en un pozo helado.

—¿Dónde está tu hermano? —preguntó con la voz seca.

Cintia se asustó un poco al oírla hablar así.

—¿Qué te pasa en la garganta?

—Náuseas del embarazo —contestó Gabriela, carraspeando para aclarar la voz—. ¿Fue tu hermano quien te pidió que vinieras? ¿Dónde está?

Cintia señaló con el dedo un rincón un poco más allá.

Sin decir nada, Gabriela echó a andar hacia ese lugar.

Necesitaba respuestas.

¡Unas respuestas claras!

Álvaro estaba contemplando fijamente una maceta con flores. Se sobresaltó cuando Gabriela apareció de repente.

—¿Qué sucede? —preguntó sorprendido.

—Qui
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