Capítulo 285
Gabriela no mostraba ninguna expresión en particular.

Echó un vistazo alrededor y, finalmente, fijó la mirada en una antigua lámpara de pie que estaba cerca.

Sin decir palabra, la tomó y, sin pensarlo dos veces, la estrelló contra la cabeza de Iker, quien no dejaba de proferir insultos.

—¡Ay! —gritó Iker, sorprendido y sin tiempo para esquivar.

El golpe le dio de lleno en el ojo izquierdo, haciéndolo caer al suelo mientras se retorcía de dolor.

Las empleadas soltaron exclamaciones y corrieron hacia él para asistirlo.

Incluso Soren, impresionado, miró a Gabriela con asombro.

Ella se sacudió las manos para quitarse el polvo, esquivó a Iker —que seguía rodando por el suelo— y se sentó en el sofá, cruzando las piernas.

Con el codo apoyado en la rodilla y la barbilla descansando sobre la palma de la mano, lo observaba con una mirada fría, como si fuera un espectáculo.

—¡Está sangrando! ¡Hay sangre! ¡Mi ojo! —aullaba Iker con un tono desgarrador, muy diferente de aquella actitud altanera que
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