Capítulo 271
—Desde que murió su padre, cambió por completo. Dicen que somos sus amigos, pero a veces somos más bien como mascotas: si está de buen humor, nos da un poco de cariño; si no, ¡nadie sabe cómo va a reaccionar!

—Era mejor el Álvaro de antes, más cálido y humano, no este sujeto frío y perturbador.

—Bah, ya qué… Estamos en sus manos. Esta noche nos toca inclinar la cabeza ante Gabriela y aguantarnos. ¡Después de eso, lo mejor será huir de estos dos cuando los veamos!

Al final, hicieron algunas llamadas a casa y cada uno juntó un obsequio de mucho valor, esperando que con esos regalos pudieran mejorar un poco la situación.

***

Cuando Álvaro regresó a casa, empezó a caer una ligera nevada.

En el vestíbulo, los floristas acababan de terminar de arreglar las flores que él había hecho traer en avión desde el extranjero.

Gabriela siempre había adorado esos ramilletes de colores vivos.

Antes, cada vez que se topaba con flores bonitas fuera de casa, se entusiasmaba tomándoles fotos para enviársela
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