Capítulo 235
Pero Cintia salió disparada hacia su habitación, para cambiarse rápidamente de ropa y prepararse para salir.

—Gabriela, dijiste una vez que tu paella de mariscos te quedaba deliciosa. ¡Hoy tienes que cocinarla para mí! Yo te voy a ayudar con lo que necesites —anunció Cintia, sentándose junto a Gabriela y abrazándose a su brazo con cariño.

Álvaro, al verla, se quedó sin palabras. Aun así, notó que Gabriela sonrió.

—Claro —respondió ella con un ligero canturreo.

Ver esa sonrisa desencadenó un ligero ataque de celos en el corazón de Álvaro.

Sin embargo, cuando pensó que él también podría disfrutar de esa paella, el recelo se le pasó.

Después de terminar el desayuno, Gabriela subió a cambiarse a un abrigo grueso.

No soportaba el frío, así que bajó bien abrigada.

Cintia, con la muleta en una mano y el otro brazo apoyado en Gabriela, seguía charlando sin parar, mientras Gabriela la escuchaba en silencio.

Al salir por la puerta principal, el aire gélido les golpeó el rostro.

Gabriela sintió q
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