Capítulo 232
Gabriela bajó la mirada levemente, y al oír lo que Cintia soltó sin querer, dibujó una sonrisa irónica.

Por mucho que Álvaro hiciera alarde de un amor profundo, todos estaban conscientes de algo:

Aunque la quisiera, era una devoción con condiciones.

Por ejemplo, que ella ya no fuera muda.

—¡Ay, esta boca mía! —exclamó Cintia al darse cuenta de su metida de pata. Se dio un golpecito en los labios y, rengueando un poco, regresó a sentarse. Sus ojos chispeantes de curiosidad se posaron en el vientre de Gabriela, como si allí dentro se ocultara un tesoro inestimable.

—Allá afuera, esas niñas de la alta sociedad que critican por pura envidia todavía dicen que ni siquiera te has acostado con Álvaro —continuó, sin disimular su desparpajo—. Pero mira nada más, ya estás embarazada. ¡Cuando nazca el bebé, les vas a tapar la boca a todas esas chismosas! —Cintia fijó su mirada en el vientre aún plano de Gabriela—. ¡Es fantástico! El pequeñito ni nace y ya está cuidando de su mamá. ¡Un verdadero ho
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