Capítulo 733
—Pero Dulcinea sí.

—Ella es diferente a nosotros.

Catalina terminó de hablar, esperando el juicio de Luis. Sabía que la pérdida de las piernas y el útero de Sylvia tenía mucho que ver con ella, había ayudado a Dulcinea…

Pensó que estaba a punto de perder su trabajo.

Luis la miró fijamente.

Después de un rato, sacó una cajetilla de cigarrillos del escritorio y, mientras encendía uno lentamente, habló con calma:

—Catalina, compensa tu error. Encuentra a ese doctor y tráelo aquí antes del amanecer. ¡Quiero verlo!

Catalina sintió un nudo en la garganta:

—Sí, señor.

Salió de la casa en la oscuridad.

Conocía el temperamento de Luis, y si él realmente se enfurecía, su seguridad personal estaría en riesgo. Ella no era como la delicada Sylvia, Luis no la trataría con indulgencia.

Catalina actuó con rapidez.

Al amanecer, el doctor fue llevado a la mansión, atado de pies y manos, arrodillado en la sala.

Miró hacia el hombre distinguido sentado en el sofá.

Una camisa blanca, el cabello peinado h
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