Capítulo 737
Clara aseguraba que el dinero que tenían les permitiría vivir allí cómodamente por diez vidas.

Dulcinea solo sonreía.

Ella sentía que pronto tendrían que irse, como mucho podrían quedarse tres meses más antes de que la situación se volviera complicada.

Habían estado ocupadas toda la mañana y finalmente terminaron de organizar todo.

Leonardo quería salir a jugar. Clara, que lo adoraba, dijo:

—Yo me quedo cuidando a la señorita Alegría. Señora, ¿por qué no lleva al señorito Leonardo a jugar? A su edad, lo que más le gusta es divertirse.

—Llámame Dulcinea, ya no soy ninguna señora —respondió Dulcinea.

Pero Clara insistió:

—Me pagan por esto. Prefiero seguir llamándola señora, ya estoy acostumbrada.

Dulcinea no discutió más.

Salió con Leonardo a jugar.

Frente a la pequeña villa había un largo camino privado bordeado de plátanos, ideal para que los niños jugaran con sus carritos de juguete.

Leonardo manejaba muy bien su cochecito.

Dulcinea solo tenía que seguirlo y vigilar.

Aunque se acerca
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