Capítulo 736
Catalina lo miró:

—Señor Fernández, ¿qué quiere?

Luis la miró intensamente. Después de un momento, dejó los cubiertos y se limpió los labios con una servilleta. Sacó su teléfono del bolsillo y marcó un número, luego se lo pasó a Catalina:

—Creo que después de esta llamada, recordarás… dónde está Dulcinea.

Catalina, con manos temblorosas, tomó el teléfono.

—¡Mamá, estamos recogiendo conchas en la playa!

—El señor Fernández envió gente para que nos trajera a divertirnos.

—Nos compraron flotadores y mañana nos llevarán a buscar cangrejos…

Catalina respondió con una voz apagada.

Después de colgar, sintió que su cuerpo perdía toda la fuerza. Sabía que si no hablaba, Luis podría realmente lastimar a sus hijos. Con el rostro pálido, le preguntó:

—Señor Fernández, ¿qué quiere? Son solo niños, por favor, déjelos fuera de esto. Por todos estos años que he trabajado para usted… ¿puede ser?

Luis se limpió las manos lentamente. Mirando a Catalina, dijo con frialdad:

—Ahora están seguros. Pero si
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