Capítulo 740
—¿De verdad?

Dulcinea, recostada en su hombro, respondió con indiferencia: —Luis, hablar más no tiene sentido. Quiero dormir. Si necesitas más, puedo llamar a un servicio de acompañantes. Aquí es legal.

Él la miró profundamente, claramente molesto.

Dulcinea no le prestó atención, ajustó su camisón y salió de la habitación en la oscuridad de la noche.

Luis se quedó mirando la puerta.

Podía sentir el cambio en Dulcinea. Antes, si no quería estar con él, habría hecho un gran alboroto, pero ahora podía reprimir sus emociones solo para despacharlo.

Luis se sintió derrotado. ¿Qué estaba pensando Dulcinea realmente?

Amanecer, el día siguiente.

Después de asearse, Dulcinea bajó al primer piso.

Luis estaba en el jardín jugando al fútbol con su hijo. La pequeña Alegría dormía en su cuna al sol, estirando sus bracitos con comodidad…

La escena irradiaba una belleza indescriptible.

Dulcinea observaba en silencio.

A su lado, la nueva empleada, también originaria de Ciudad B, miraba a Luis con admi
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