Capítulo 344
Se extendieron en su charla hasta bien entrada la noche. Cerca de las diez, se despidieron. Sara fue la primera en irse.

Ana, a las puertas del hotel y acomodándose el chal sobre los hombros, se disponía a caminar hacia su coche cuando un vehículo de lujo se detuvo a su lado. La puerta trasera se abrió, y un brazo masculino se extendió hacia fuera, invitando a Ana a entrar.

Ella se acomodó junto al hombre… El distintivo aroma masculino le permitió identificarlo de inmediato; su voz tembló al pronunciar su nombre:

—¡Mario!

Mario no respondió. La atrajo hacia sí, envolviéndola con su brazo y, con la otra mano, accionó un botón. De inmediato, un vidrio opaco y aislante de sonido se erigió entre el asiento delantero y el trasero…

Aislados del exterior, solo resonaban sus respiraciones y la mirada intensa de Mario, que llenaba el ambiente de una tensión palpable y sombría.

Ana, con voz temblorosa, inquirió:

—¿Qué significa esto?

Mario, manteniéndola cerca con un gesto audaz, provocó que su
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