Capítulo 351
Bajo la lluvia, le conferían una elegancia y atractivo indescriptibles.

Isabel se apresuró hacia él:

—Mario, por favor, déjame ver a Emma. Soy su abuela. Hoy, que es la Asunción de la Virgen María, le preparé tamales especialmente para ella.

Inmediatamente, mandó a un sirviente por los tamales. Pero Mario, serenamente, detuvo el gesto y, con voz suave, le dijo:

—No te esfuerces. No te permitiré verla. Y recuerda, Ana y Emma son mi esposa e hija; tú no tienes ningún lazo con ellas.

Isabel quedó inmóvil, petrificada. Un sirviente intentaba convencerla de resguardarse de la lluvia:

—¡Señora, por favor! La lluvia es intensa.

Isabel lo apartó con un gesto, permitiendo que la lluvia azotara su rostro y cuerpo, dificultándole abrir los ojos, pero aún así se aproximó a Mario y, aferrándose a su camisa, exclamó con voz desgarrada:

—Mario, ¿qué dices? ¿Eres consciente de tus palabras? ¿Cómo puedes decir que no soy su abuela? La amo de verdad.

Mario soportó el embate. La lluvia caía delante de él
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo