Ben vuelve a casa pasadas las cinco de la tarde y con una de sus manos sostiene su móvil, con la otra una bolsa de papel que al parecer contiene comida, sin embargo, por aburrimiento o lo que sea, he preparado una deliciosa pasta alfredo a la que he agregado un poco de brócoli y pollo.
—Vaya...—murmura al ver el recipiente al centro de la mesa—, pensé que no tenías ganas de hacer nada y traje un poco de comida de Lians, sé lo mucho que te gusta.
—Y yo no sabía a qué hora volverías, así que preparé un poco de pasta.
—¿Y también me esperaste para comer?
—No es que te haya esperado, lo que sucede es que llegaste justo en el momento en que estaba a punto de sentarme.
—Pero ya que estoy aquí…
Ben se sienta a la cabecilla y estoy a punto de ir al otro extremo, pero me termina pareciendo ridículo, así que me coloco justo a su lado.
Ambos comemos en silencio porque al parecer no hay nada qué decirnos.
—Estuve con el Licenciado Abney —comenta al fin.
—¿Redactando nuestro nuevo acuerdo? —pregunto con malicia.
—No, mi testamento.
—¿Testamento?
—Bueno, mi situación ha cambiado y ahora tengo una esposa, creo que es justo que si llego a morir todo pase a tus manos.
La idea de un “crimen perfecto” atraviesa mi mente, pero la desecho inmediatamente, no soy capaz ni siquiera de matar a un insecto.
—Dicen que hierba mala nunca muere —respondo solo por decir algo y que la estancia no se llene de incómodos silencios.
Ben me mira con suspicacia.
—¡Qué divertida que eres, Arah!
Pero luego se torna serio.
—¿Por qué no puedes darme un poco de credibilidad? No soy el monstruo que has creado en tu mente —agrega—. Me hice cargo de tu padre cuando él enfermó y también de tí.
—No sé a qué demonios te refieres con “me hice cargo” pero si es a que fuiste tú quien pagó las cuentas del hospital y las medicinas creo que es poco comparado con el daño que nos causaron.
—Eres muy injusta, Arah, tú no sabes lo que realmente sucedió.
—Por supuesto que no, mi padre murió antes de que pudiera decírmelo, pero no te preocupes porque lo intuyo.
Ben se pone de pie, visiblemente enfadado y recoge los platos de la mesa con malos modos. Se dirige a la cocina y se pone a fregar los platos.
No, no quise que alguien más se hiciera cargo de la casa y por eso no tenemos servicio, no quería extraños que estuviesen pasando información acerca de todos y cada uno de mis movimientos a alguno de los Johnson.
Enciendo la tv pero no encuentro nada que me distraiga, así que me sirvo una copa de vino tinto y salgo al exterior; un poco de aire fresco no va a caerme nada mal.
El pequeño jardín es muy lindo, Ben colocó un sillón de mimbre con almohadones color beige que hacen juego con el resto de la casa, frente a él hay una mesita para asentar bebidas y es ahí donde coloco mi copa. No sé qué hacer, Ben lleva días insistiendo en contarme la “verdadera historia” de mi padre pero yo no le he prestado atención, sobre todo porque cada vez que lo menciona, la ira me ciega. No tengo más que cerrar los ojos para ver a mi padre moribundo en una cama de hospital, sin una moneda en el bolsillo y recurriendo a la “caridad” de los Johnson para pagar las elevadas facturas.
En efecto, recuerdo a la perfección que antes de cerrar los ojos para siempre, mi padre intentó decirme algo, sin embargo, la falta de aliento se lo impidió pero sé que él hubiese querido que recuperase sus recetas. Un día, mi abuelo se las entregó a él y mucho antes de eso, el abuelo de mi abuelo… Las recetas de mi padre han sido nuestras por generaciones y no puedo permitir que ahora sean los Johnson quienes se las confíen a los suyos. Mi misión en esta vida es recobrarlas y lo haré, así sea lo último que haga.
Mi sueño no ha sido reparador en lo absoluto, hace mucho que no sé lo que es un día tranquilo pero decido darme una vuelta por la cafetería en donde trabajo para ayudarme a pagar los estudios —que he interrumpido por el momento— para saludar a mis compañeros ya que estoy de permiso una semana por mi reciente boda. El inmenso letrero del De´Luca ha sido al fin cambiado por uno mucho más moderno, ¿pueden las cosas cambiar tanto en tan poco tiempo? Es muy llamativo, el fondo es negro y las letras doradas, tal como se lo había sugerido hace tiempo a Luca, me alegra que al fin alguien me haya prestado atención. Asiento los codos sobre la barra y Luca se vuelve hacia mí al tiempo que se seca las manos en el delantal que ahora es también de color negro. &nb
Después de una breve charla «o al menos es lo que me ha parecido porque veo en mi reloj que ha transcurrido casi una hora», me echo la bolsa al hombro y le digo a Killen que espero que nos veamos pronto, él sonríe de medio lado y Luca me dice “adiós” con la mano desde un extremo del local. Cuando estoy a punto de salir veo a través del ventanal el auto de Benjamin estacionarse justo frente a la cafetería. Abre la puerta desde adentro y me invita a subir con una "falsa sonrisa" iluminando su rostro. —Hola, pasaba por aquí y me pareció verte, así que decidí detenerme y héme aquí. ¿Vas a casa? No, estoy segura de que no pasaba por aquí, es casi seguro que me ha estado siguiendo. —Sí, iba a preparar el almuerzo, no sabía si comerías en casa pero supuse que era mejor prevenir. —Aún queda la comida china que no comimos ayer, si quieres podemos calentarla, así no tienes que cocinar. Ben arranca y en menos de diez minutos ya estamos en
Son las doce de la noche y sigo dando vueltas, Ben no ha vuelto a intentar meterse en mi cama y lo respeto por eso. Somos como dos extraños compartiendo la misma casa, no tenemos tiempo o no nos importa conocernos lo suficiente. Tengo vagos recuerdos de cuando éramos niños, él siempre estaba molestando por la manera en que vestía o me comportaba. Una vez tuve que darle una buena paliza para que me dejara en paz, nunca volvió a mencionar el incidente y luego el asunto quedó en el olvido. —¿Duermes? —pregunta desde el otro extremo de la puerta intentando no hacer mucho ruido. Pienso en hacerme la dormida pero en su lugar me siento en la cama y le digo que puede pasar, Ben se sienta en el borde. —No puedo dormir. —Yo tampoco —confieso. —Arah… —murmura y por primera vez toma mi mano y siento su calor —No me gusta que estemos viviendo de este modo, nos conocemos desde hace mucho tiempo y ¿ni siquiera podemos tratarnos como amigos? Detesto que me ig
¿Qué más da dormir juntos? No ha sido el fin del mundo, Ben ha sido muy cuidadoso, no me ha rozado ni siquiera una vez y creo que ambos hemos dormido como bebés recién nacidos. Es gracioso, no es que el odio se haya esfumado milagrosamente pero hacer una tregua me ha dado un poco de tranquilidad, incluso Ben se ha despedido de mí dándome un beso en la mejilla y no he opuesto resistencia. Cómo al descuido le he comentado que volveré a mi trabajo en la cafetería antes de lo planeado y a la escuela apenas entre la primavera. Uno de los motivos para volver es tener plata porque no soy de las que le piden al marido la gastada, el otro… Obviamente Killen, me muero por conocer a ese chico misterioso, así que me pongo mis vaqueros y la playera del De´Luca y me echo encima la chaqueta. Estoy a punto de salir cuando mi hermosa suegra se aparece, como un fantasma, en la puerta. —¿Ibas a salir, querida? —pregunta de manera irónica y no puedo evitar notar que ha dicho “ibas”, <
Estoy sentada, en el sillón de la terraza, bebiendo una copa de vino y a mi lado está Ben, estamos conversando de la visita de su madre, ¡y justo estoy haciendo lo que juré que jamás haría! Estoy llorando sobre su hombro desconsolada. —Estoy segura de que lo sabías, lo sabías y no me lo dijiste —me limpio la nariz que debe estar roja, por el llanto y el frío. Ben me cubre las piernas con una manta. —No, Arah, lo supe apenas hace un par de semanas. —¡Pero no podemos tener un hijo, Ben! No nos amamos… —¿Y qué? ¿Cuántos padres se divorcian y se vuelven enemigos hasta el fin de los tiempos? Nosotros hemos hecho un pacto y la hemos llevado bien. Podemos sobrevivir a eso y más. —¡Hicimos un pacto apenas anoche y ésto está avanzando demasiado rápido! —nuevas lágrimas se asoman y me pongo de pie como impulsada por un resorte— ¡No! ¡Todo esto parece una de esas horrorosas telenovelas en las que todo es un espantoso, aterrador y pavoroso c
Me levanto temprano por la mañana y con renovadas fuerzas. A pesar de todo he logrado descansar muy bien, al parecer, dormir a lado de Ben es reparador. Qué extraño, jamás lo hubiese imaginado, aunque quizá se deba a que toda la noche estuvimos intentando concebir al mentado hijo. ¡No puedo creerlo! ¿Cómo caí de bruces en esta situación? ¡Odio a los Johnson¡ ¡Odio a Ben! Pero más me odio a mí misma por estar siguiéndoles el juego, ¿y si lo de la enfermedad de mi suegra es tan solo una mentira para conseguir un heredero? ¡Bah! No creo, ella jamás mentiría con algo tan delicado, ¿o sí? Después de desayunar y de que Ben se haya marchado al Corporativo, me pongo mi uniforme para ir directo a la Cafetería. Le he avisado a Luca que estaré de vuelta y se ha puesto loco de contento, al parecer Killen aùn está muy verde y necesita de toda mi ayuda. He aquì a la indicada para prestársela. En cuanto entro a la cafeterìa, Luca se abalanza sobre mí y me
Cuando salgo a media tarde de la cafeterìa, siento que camino sobre nubes de algodón, solo puedo pensar en Killen y lo dulce que es. Sé que fui muy atrevida pero juro que es la primera vez que hago algo asi. El tío mola un montòn y no iba a desperdiciar la oportunidad, además solo fue un maldito beso y eso no le hace daño a nadie, ¿o sì? Estoy caminando por la acera cuando Ben pasa en su auto a mi lado y se detiene, justo en el momento en que entra un mensaje en mi celular: “Ya te extraño” leo en la pantalla, el remitente por supuesto es Kill. Sonrìo para mis adentros y subo al auto. Saludo a mi maridito, quien piensa que mi esplendorosa sonrisa se debe a la sorpresa que me dio al ir a buscarme, sorpresa tremenda la que iba a llevarse él de haber pasado màs temprano. Mientras estoy en la cocina, tarareo una vieja canción francesa y Ben se
—¡Buen día, Luca! —saludo con desparpajo toda vez que hago mi entrada triunfal a la cafetería. —Buen día, bella mía —responde Luca con un fingido acento italiano. Al parecer está de excelente humor. —Veo que estás muy contento el día de hoy —murmuro mientras me coloco el delantal del De´Luca. —¿Y cómo no habría de estarlo? ¡Tenemos visitas importantes! Me vuelvo hacia la derecha que es el mismo lugar al que se dirige su mirada y entonces puedo apreciarla en todo su esplendor: Lay está ahí del brazo de alguien que debe ser Paulo. Ambas gritamos y damos saltitos de alegría antes de correr a abrazarnos. —¡Dios, Dios! ¡No puedo creer que estés aquí! —grito antes de volverme hacia su acompañante para darle también un abrazo de bienvenida. —Queríamos sorprenderte —dice mi amiga y me toma de la mano para que vayamos a sentarnos. Luca hace una señal de aprobación y no