Son las doce de la noche y sigo dando vueltas, Ben no ha vuelto a intentar meterse en mi cama y lo respeto por eso. Somos como dos extraños compartiendo la misma casa, no tenemos tiempo o no nos importa conocernos lo suficiente. Tengo vagos recuerdos de cuando éramos niños, él siempre estaba molestando por la manera en que vestía o me comportaba. Una vez tuve que darle una buena paliza para que me dejara en paz, nunca volvió a mencionar el incidente y luego el asunto quedó en el olvido.
—¿Duermes? —pregunta desde el otro extremo de la puerta intentando no hacer mucho ruido.
Pienso en hacerme la dormida pero en su lugar me siento en la cama y le digo que puede pasar, Ben se sienta en el borde.
—No puedo dormir.
—Yo tampoco —confieso.
—Arah… —murmura y por primera vez toma mi mano y siento su calor —No me gusta que estemos viviendo de este modo, nos conocemos desde hace mucho tiempo y ¿ni siquiera podemos tratarnos como amigos? Detesto que me ignores.
—Por favor, Ben, prácticamente me obligaste a que me casara contigo, ¿qué pensabas que sucedería? ¿Que nos sentaríamos todas las noches en la terraza a beber vino y a platicar de nuestras vidas? ¿A contarnos con quién nos acostamos y a ofrecer el hombro al otro para llorar cuando las cosas no nos salen bien?
—No quiero esta vida, Arah. No la quiero.
—¿Y entonces qué quieres? Porque no te entiendo, Ben.
—Que veas en mí mucho más que lo que ves ahora, que no tengas que salir a buscar lo que tienes en casa.
Listo, me ha pillado, notó mi cara de ”borrego desmayado” cuando miraba a Killen.
Muevo la cabeza hacia ambos lados, ¿qué debo hacer? ¿Recargar mi cabeza en su hombro y decirle que todo va a estar bien? ¿Darle palmaditas en la espalda mientras llora desconsolado?
—Mira, la cosa es ésta, estaremos casados cinco años, nada más, y sé que tú quieres que yo sea una esposa de verdad, y te juro que lo haré. Tendrás la casa limpia, tu ropa lista y planchada, tus tres comidas al día, pero no esperes que me quede aquí las 24 horas, tengo que salir y eso no significa que cada que lo haga voy a ir a ponerle “la cola al burro”, ¿entiendes, verdad?
—Arah, las cosas no tienen porqué ser así, tú lo has dicho, estaremos casados cinco años, ¿tenemos que hacer de ellos un infierno?
—No, Ben —respondo bajando la mirada—, tienes razón, no tenemos porqué hacerlo. Te prometo que intentaré ser más “amigable” —y hago énfasis en la palabra para que quede claro que no debe esperar más.
—De acuerdo, en retorno, yo prometo que intentaré hacer tu vida más fácil, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
—¿Para empezar puedo dormir en nuestra cama?
Lo sabía, tanta amabilidad tenía un precio.
—De acuerdo —cedo—, pero éste es mi lado y si me rozas siquiera te juro que voy a darte una paliza como la que te di cuando éramos niños.
Ahí está, se lo he soltado. Por supuesto, solo había que encontrar el momento adecuado.
Ben suspira y se levanta para rodear la cama y acostarse en su lado.
—Sabía que la tenías bien guardada para burlarte —dice.
Yo me echo a reír, Ben es genial cuando se lo propone.
¿Qué más da dormir juntos? No ha sido el fin del mundo, Ben ha sido muy cuidadoso, no me ha rozado ni siquiera una vez y creo que ambos hemos dormido como bebés recién nacidos. Es gracioso, no es que el odio se haya esfumado milagrosamente pero hacer una tregua me ha dado un poco de tranquilidad, incluso Ben se ha despedido de mí dándome un beso en la mejilla y no he opuesto resistencia. Cómo al descuido le he comentado que volveré a mi trabajo en la cafetería antes de lo planeado y a la escuela apenas entre la primavera. Uno de los motivos para volver es tener plata porque no soy de las que le piden al marido la gastada, el otro… Obviamente Killen, me muero por conocer a ese chico misterioso, así que me pongo mis vaqueros y la playera del De´Luca y me echo encima la chaqueta. Estoy a punto de salir cuando mi hermosa suegra se aparece, como un fantasma, en la puerta. —¿Ibas a salir, querida? —pregunta de manera irónica y no puedo evitar notar que ha dicho “ibas”, <
Estoy sentada, en el sillón de la terraza, bebiendo una copa de vino y a mi lado está Ben, estamos conversando de la visita de su madre, ¡y justo estoy haciendo lo que juré que jamás haría! Estoy llorando sobre su hombro desconsolada. —Estoy segura de que lo sabías, lo sabías y no me lo dijiste —me limpio la nariz que debe estar roja, por el llanto y el frío. Ben me cubre las piernas con una manta. —No, Arah, lo supe apenas hace un par de semanas. —¡Pero no podemos tener un hijo, Ben! No nos amamos… —¿Y qué? ¿Cuántos padres se divorcian y se vuelven enemigos hasta el fin de los tiempos? Nosotros hemos hecho un pacto y la hemos llevado bien. Podemos sobrevivir a eso y más. —¡Hicimos un pacto apenas anoche y ésto está avanzando demasiado rápido! —nuevas lágrimas se asoman y me pongo de pie como impulsada por un resorte— ¡No! ¡Todo esto parece una de esas horrorosas telenovelas en las que todo es un espantoso, aterrador y pavoroso c
Me levanto temprano por la mañana y con renovadas fuerzas. A pesar de todo he logrado descansar muy bien, al parecer, dormir a lado de Ben es reparador. Qué extraño, jamás lo hubiese imaginado, aunque quizá se deba a que toda la noche estuvimos intentando concebir al mentado hijo. ¡No puedo creerlo! ¿Cómo caí de bruces en esta situación? ¡Odio a los Johnson¡ ¡Odio a Ben! Pero más me odio a mí misma por estar siguiéndoles el juego, ¿y si lo de la enfermedad de mi suegra es tan solo una mentira para conseguir un heredero? ¡Bah! No creo, ella jamás mentiría con algo tan delicado, ¿o sí? Después de desayunar y de que Ben se haya marchado al Corporativo, me pongo mi uniforme para ir directo a la Cafetería. Le he avisado a Luca que estaré de vuelta y se ha puesto loco de contento, al parecer Killen aùn está muy verde y necesita de toda mi ayuda. He aquì a la indicada para prestársela. En cuanto entro a la cafeterìa, Luca se abalanza sobre mí y me
Cuando salgo a media tarde de la cafeterìa, siento que camino sobre nubes de algodón, solo puedo pensar en Killen y lo dulce que es. Sé que fui muy atrevida pero juro que es la primera vez que hago algo asi. El tío mola un montòn y no iba a desperdiciar la oportunidad, además solo fue un maldito beso y eso no le hace daño a nadie, ¿o sì? Estoy caminando por la acera cuando Ben pasa en su auto a mi lado y se detiene, justo en el momento en que entra un mensaje en mi celular: “Ya te extraño” leo en la pantalla, el remitente por supuesto es Kill. Sonrìo para mis adentros y subo al auto. Saludo a mi maridito, quien piensa que mi esplendorosa sonrisa se debe a la sorpresa que me dio al ir a buscarme, sorpresa tremenda la que iba a llevarse él de haber pasado màs temprano. Mientras estoy en la cocina, tarareo una vieja canción francesa y Ben se
—¡Buen día, Luca! —saludo con desparpajo toda vez que hago mi entrada triunfal a la cafetería. —Buen día, bella mía —responde Luca con un fingido acento italiano. Al parecer está de excelente humor. —Veo que estás muy contento el día de hoy —murmuro mientras me coloco el delantal del De´Luca. —¿Y cómo no habría de estarlo? ¡Tenemos visitas importantes! Me vuelvo hacia la derecha que es el mismo lugar al que se dirige su mirada y entonces puedo apreciarla en todo su esplendor: Lay está ahí del brazo de alguien que debe ser Paulo. Ambas gritamos y damos saltitos de alegría antes de correr a abrazarnos. —¡Dios, Dios! ¡No puedo creer que estés aquí! —grito antes de volverme hacia su acompañante para darle también un abrazo de bienvenida. —Queríamos sorprenderte —dice mi amiga y me toma de la mano para que vayamos a sentarnos. Luca hace una señal de aprobación y no
Estoy sentada en la terraza con una copa de vino, lo cual se me ha vuelto costumbre, pensando acerca de la boda de Lay y estoy tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me he percatado de que Ben no vino a comer el día de hoy, hasta que lo escucho abriendo la puerta del garage para estacionar la camioneta. Mi maridito atraviesa la cocina y abre la puerta corrediza que separa la sala de la terraza. —Hola, Ary, ya llegué —saluda y se sienta a mi lado, resoplando. —¿Un mal día? —le pregunto. —Algo hay de eso —responde agotado.. —Mi dia tampoco fue fácil —aclaro.
Absolutamente nada de lo que tenía planeando ha salido como tenía previsto. ¿Qué demonios está sucediendo? ¿Será cierto aquello que dicen que el sexo lo cambia todo en una relación? ¿De verdad me está afectando que sea probable que Ben haya estado con otra mujer anoche y que me esté “pintando el cuerno”? ¡Pobre de él si llego a comprobarlo! ¡Rayos! ¿qué demonios está mal conmigo? Voy al baño y me encierro por un par de minutos, ésto no puede estar pasando, mis emociones se desbordan y apenas me reconozco en el espejo. Luzco como si hubiese envejecido 5 años en una sola noche, quizá es lógico, apenas si conseguí pegar el ojo. Los dos minutos se extienden y únicamente reacciono cuando Ben toca la puerta, necesita entrar al baño y quiere que me de prisa. Abro con pesadumbre y me quedo
Ben ha hecho las maletas y se ha marchado con lo más básico, aunque tampoco es como que hubiese mudado todas sus cosas, aún quedan muchas de ellas en casa de su madre, casi como si hubiese temido que ésto fuera a suceder. Me siento bastante confundida, por una parte, me siento culpable y por la otra… también. Fue un buen gesto que se ofreciera a dejarme la casa y a pasarme una mensualidad, pero no voy a aceptarlo, jamás he sido abusiva. Decido que me quedaré hasta que encuentre un cuarto en alguna posada para poder comenzar de nuevo. Aunque veo este final como un gran manchón negro en mi historia de vida, es probable que solo sea un nuevo inicio y es así cómo debo tomarlo. Me voy a la cama temprano; sin la presión de Ben para “crear