Ben ha hecho las maletas y se ha marchado con lo más básico, aunque tampoco es como que hubiese mudado todas sus cosas, aún quedan muchas de ellas en casa de su madre, casi como si hubiese temido que ésto fuera a suceder. Me siento bastante confundida, por una parte, me siento culpable y por la otra… también. Fue un buen gesto que se ofreciera a dejarme la casa y a pasarme una mensualidad, pero no voy a aceptarlo, jamás he sido abusiva. Decido que me quedaré hasta que encuentre un cuarto en alguna posada para poder comenzar de nuevo.
Aunque veo este final como un gran manchón negro en mi historia de vida, es probable que solo sea un nuevo inicio y es así cómo debo tomarlo.
Me voy a la cama temprano; sin la presión de Ben para “crear
Mientras viajo en el tren subterráneo y éste atraviesa las estaciones, las imágenes del octavo cumpleaños de Ben no dejan de infiltrarse en mi mente. Era la primera vez que nos invitaban y mi padre me había comprado un hermoso vestido de color blanco cuya cintura estaba marcada por una cinta de color rosa pastel. Recuerdo haber llorado durante todo el camino porque yo quería usar mis pequeños jeans y la camisita de cuadros que me había regalado mi madre —que solía comprarme la ropa dos tallas más grandes para que me durara— y que era lo último que me quedaba de ella, a excepción de aquella foto que aún adornaba mi mesita de noche en dónde yo estaba vestida con un conjunto marinero, sonriente a lado de mis padres y con el hermoso muelle de fondo. Las imágenes pasan a gran velocidad por mi mente y puedo ver a Ben halando el listón rosa de mi vestido y yo refugiándome en las rodillas de mi padre, quien me decía, con toda la dulzura de la que solo él era capaz, que el pequeño Be
Lay ha puesto en mis manos nuestra caja de recuerdos antes de despedirse y ha dicho que me hará bien alejarme un tiempo para poner las cosas en orden en mi cabeza. Le he explicado de manera clara que no tengo plata para hacer frente a los gastos que implica un viaje, pero ella me ha dicho que no necesito gran cosa, ahí hay un departamento en que puedo quedarme hasta un par de semanas sí quiero. Ella va a mudarse con Paulo, pero el departamento lo entrega hasta el día 30 ya que es el día que vence el contrato de arrendamiento. Aun así, no tengo un ticket de avión. Vuelvo a casa con la caja sobre mis piernas mientras busco entre los recovecos de mi cabeza las claves del amor que Ben siente por mí, y que yo dejé pasar de largo para no aceptar que también lo quería. La primera de ellas está en el contrato. Mi padre había cedido las recetas en un convenio que duraría hasta que cualquiera de ellos decidiera terminar el trato, por lo cual Benjamín podía terminarlo cuando as
En la cafetería he estado evitando a Killen, quien todos los jodidos días me pregunta qué me sucede, la única explicación que le he dado es que tengo problemas familiares y él se ha tragado el cuento completito, por suerte nunca le conté nada acerca de mí. Son las dos de la tarde, hora en que Killen deja su turno y se acerca para despedirse de mí con un tímido beso en la mejilla, mi respuesta es fría e indiferente y Luca me mira desde el otro extremo de la barra con desaprobación. Intento ignorar también a Luca pero una vez que nos quedamos solos se acerca a mí y se cruza de brazos. —Sabes que en mí tienes a un amigo, linda, pero realmente creo que si no te digo lo que pienso me va a explotar dentro y quiero que tengamos Luca para rato. ¿Qué es lo que está sucediendo con Killen? —No está sucediendo nada. —¡Por favor! Puedo notar tu tensión cuando se acerca a tí. —¡Está bien, está bien! Lo besé una vez y creo que ahora piensa que tenemos una re
Luca me ha preparado un té de tila con valeriana y algunas otras hierbas que, me explica, sirven para tranquilizarte, adormecer tu pánico o lo que sea. No me importa si también le puso marihuana, creo que no me caería nada mal ver en cámara lenta mi vida. Ponerle play, stop, rewind o forward a voluntad. ¿Cómo demonios voy a ir ahora con Ben a contarle lo del “chamaco” que se aproxima? No va a creerme, es probable que piense que es una manera de presionarlo para que vuelva conmigo. ¡Por todos los cielos! ¿Cuándo invertimos los papeles? Luca sigue intentando consolarme pero lo cierto es que no sé que voy a hacer. —¿Qué vas a hacer? —pregunta por centésima ocasión. —Voy a marcharme a Roma. —¡Por todos los dioses, Arah! ¡Eso es demasiado cliché! —asegura. Y aunque quiero decirle que tiene razón, que toda mi jodida vida es un maldito cliché, callo, callo
“El matrimonio más corto de la historia”, es lo que dice al abogado con el que he quedado para firmar la demanda de divorcio. —Eso no es verdad —aseguro enfadada—, debe investigar muy bien la información antes de abrir la boca, en Rusia una chica dejó a su novio una vez que bajó del auto que los llevaba a la fiesta. Nunca más volvió la vista atrás. —Parece que sabe mucho acerca de matrimonios fallidos —murmura como si no quisiera que lo escuchase pero como tengo oído de tísico, por supuesto que lo hago. —Ya deme esos malditos papeles —digo casi arrebatandolos de sus manos. —Le comento, señora Johnson que ésto es un mero trámite, el divorcio se resolverá después de un par de audiencias a las que tiene que acudir con el señor Johnson. Se llaman conciliatorias, justamente porque un experto trata de conciliar para evitar que el matrimonio se disuelva. —No quiero ninguna maldita audiencia conciliatoria, lo que menos qu
Por la mañana acudo al De´Luca, Killen está poniendo el café en los dispensadores porque yo he llegado tarde.—¡Vaya! Pensé que no vendrías hoy —dice a manera de saludo.—Da gracias que logré levantarme de la cama —respondo malhumorada.—No te ves bien últimamente, Arah, ¿quieres contarme qué sucede? He notado que me has estado evadiendo y me gustaría saber por qué. No es que diera por hecho que teníamos una relación, pero pensé que podíamos llegar a ser bastante cercanos. Me gustas para una relación seria, no para pasar el tiempo.—Killen... —susurro.Me siento apenada y no lo oculto. Es verdad, he sido muy cruel con él y si no saco mal las cuentas con la mayoría de gente que ha pasado por mi vida.—Qué pasa, Arah, quizá pueda ayuda
He luchado con todas mis fuerzas para que la semana no transcurra de prisa pero como todos saben es imposible detener el tiempo.No tengo la mínima intención de acudir a la maldita junta conciliatoria pero misteriosamente los días se fueron en un abrir y cerrar de ojos.Luca ha estado intentando explicarme que no necesito colgarme "hasta el perico" para ir y es que creo que he abusado un poco con el arreglo. Me he puesto mi único vestido, uno negro bastante ceñido —con el que, por supuesto, apenas puedo caminar— y para cubrirme un kimono con fondo blanco y motivos negros. Luca cree que mi look apesta y me da la opción de ir con unos jeans y una sencilla blusa roja de seda que apenas he usado un par de veces en algún evento importante, luego me extiende el mismo kimono y cuando me lo pongo, constato que él tiene razón, ¿cómo demonios los gays logran tener tanto sentid
Cuando llego a la cafetería, Luca se acerca a mí para preguntarme como me fue y cómo estoy harta de echarme a llorar como una tonta, le digo que estoy bien pero estoy segura de que me conoce lo suficiente como para saber que estoy mintiendo. Killen toca mi hombro suavemente al pasar como para darme apoyo y les agradezco a ambos.Sé que debo hacer algo, pero no sé qué, el miedo me tiene paralizada. Temo que Ben me rechace ahora que sabe en realidad quien soy. A final de cuentas ha de pensar que no valí ni un céntimo lo que invirtieron para sacarnos adelante. Me siento una malagradecida. ¿Por qué Ben no lo dijo antes? ¿No nos hubiésemos ahorrado todo este embrollo?Para la noche, Luca y Killen se ponen de acuerdo para llevarme a un sitio lindo a cenar, quieren ayudarme a pasar un buen momento, uno que sea lo suficientemente agradable para ahogar las recientes penas. Por la man