Sólo había algo peor que llevar aburrida ropa interior de algodón cuando por fin conseguía acostarse con el hombre de sus sueños: que él se fuera antes del amanecer. Ashley Carson sintió cómo su cuerpo se tensaba bajo la sábana. Con los ojos aún entrecerradados, observó silenciosa cómo se vestía. Había sido lo suficientemente imprudente como para acostarse con Matthew Landis la noche anterior, pero lo cierto era que ese tipo de conducta no era propio de ella. Su cuerpo aún evocaba las maravillosas sensaciones y no se arrepentía de nada. Pero su sentido común le recordaba que había sido un error. Para colmo de males, el error lo había cometido con uno de los más prometedores candidatos a ser senador por el estado de Carolina del Sur. Se fijó en su pelo oscuro y corto. La impoluta camisa blanca cubría una espalda de anchos y fuertes hombros. Recordó cómo se la había quitado ella horas antes, mientras organizaban una cena para recaudar fondos que iba a tener lugar en su restaurante, d
Matthew Landis intentó aclararse las ideas mientras contemplaba el amanecer sobre el océano. Iba de vuelta a Beachcombers, donde se había dejado olvidado su maletín. Dejó el coche en el aparcamiento del restaurante, era la segunda vez que lo hacía ese día. Volvía al mismo lugar donde había empezado todo al lado de Ashley Carson. Era una persona muy organizada y eso le ayudaba a no cometer errores. Pero lo que había pasado esa noche no había formado parte de sus planes. Siempre había tenido mucho cuidado con su vida personal y su elección de amantes. No tenía intención de casarse, pero tampoco podía vivir como un monje. Ya había intentando tener una relación serio y para toda la vida, fue durante su tiempo en la universidad, pero había acabado perdiéndola por culpa de una fatal enfermedad cardiaca producida por un defecto de nacimiento. No tuvo siquiera la oportunidad de que su familia conociera a Dana y nadie supo nunca que habían estado prometidos para casarse. Lo había mantenido
Matthew estaba seguro de estar imaginando cosas. Ashley estaba de nuevo cubierta. Sólo había quedado un hombro al descubierto y pudo distinguir un fino tirante de satén rosa. Le sorprendió darse cuenta de que no quería que nadie más viera esa parte de ella. Intentó acercarse de nuevo a la camilla, pero se lo impidió uno de los sanitarios. -Apártese, por favor, congresista. Ese enfermero le echará un vistazo mientras nos ocupamos nosotros de la señorita -le dijo mientras colocaba una mascarilla de oxígeno sobre la cara de Ashley-. Respire... Muy bien, señorita. Respire profundamente y con calma. Intente relajarse. Apenas fue consciente de que alguien lo auscultaba, le limpiaba la herida que tenía en la sien y le colocaba un vendaje. Intentó calmarse y respirar de manera normal, como si así pudiera conseguir que Ashley también lo hiciera. Alguien le tocó el brazo y ese gesto lo devolvió a la realidad, era la hermana de Ashle. Starr Reis. Recordaba su nombre de otras cenas y encuentr
>, se repitió Ashley. Se dio cuenta de que Matthew necesitaba aprender a tener más tacto con las mujeres. Apoyó las manos en su torso y lo empujó para separarse de él. Estaba enfadada y le pareció el hombre más arrogante del mundo. También estaba molesta con ella misma por imaginarse que quizás él también se sintiera atraído por ella. Decidió que no volvería a dejar que esos ojos verdes volvieran a engatusarla. -Me alegra ver que tiene todo bajo control. Matthew, lleno de seguridad y con el mismo aire honesto de siempre, se levantó de la cama. -Brent David, mi director de campaña, es uno de los... Levantó una mano para que no siguiera hablando. -¡Genial! No me sorprende en absoluto ver que podéis ocuparos de todo. Matthew la miró sin entender su tono. -¿Pasa algo? Pensé que te aliviaría ver que nos estamos encargando de minimizar los daños. >, se repitió ella. No podía creer qque lo que habían compartido la
No entendía por qué no se iba ya de allí. Deseaba que saliera de la habitación y volviera por fin a la mansión familiar de Hilton Head. -En cuanto a lo de esta mañana... -comenzó él con algo de verguenza-. Sigues pensando lo mismo, ¿no? Sus palabras desataron las alarmas en su interior, no podía creer que le diera tanta lástima como para imaginarse que esa noche de pasión había significado para ella más de lo que quería admitir. Rezaba para que Matthew no dijera nada más porque no sabía si podría controlarse y no darlle después de todo el puñetazo que se merecía. -Tengo problemas mucho más graves en mi vida ahora mismo que pensar en con quién me he acostado. -Claro, lo entiendo. -Tengo que encargarme de los daños en la tienda, hablar con mis hermanas, ocuparme de dar los partes a la compañía de seguros...Era una empresaria muy competente y profesional y quería que la respetara por eso. No quería darle pena. -Muy bien -repuso él levantando las mans en señal de rendición y con m
Ya había tomado la decisión y no se lo pensó más. -Hay una manera mucho más rápida de acabar antes con los rumores. -¿Cómo? -preguntó Ashley? Se dio cuenta de que la joven estaba hecho un manojo de nervios. Se paró ante un semafóro en rojo, era su oportunidad. Colocó el brazo sobre el respaldo de ella y la contempló con su mirada más seductora y persuasiva. -Nos prometeremos. -¿Prometernos? -repitió ella con los ojos como platos. Aquello consiguió despertarla del todo. Se incorporó aún más en su asiento-. No hablarás en serio. ¿No crees que contraer matrimonio para apaciguar a la prensa es un poco extremo? >, se repitió él. La palabra lo atravesó como un puñal. Era tan reacio como ella a pasar por el altar. El semáforo se puso en verde y agradeció la oportunidad de apartar de ella la mirada para concentrarse de nuevo en la carretera. -No llegaremos a tanto. Cuando la novedad del compromiso pase, nos limitamos a romper de manera discreta. Podemos incluso darla la
-Me ha sorprendido porque no sabía nada. No tenía ni idea de que os conocierais tan bien -repuso Starr mientras buscaba las fotos más escamdalosas-. Aunque, viendo estas imágenes, me he dado cuenta de que no has estado ocultando muchas cosas. No entiendo cómo no me contaste nada cuando te llevé al hospital -añadió con algo de dolor en su tono. -Lo siento. Tienes razón, pero es que no nos conocemos tan bien. Ya has leído todo lo que hay que saber. No hay nada más. Nos hemos visto de vez en cuando para preparar cenas y reuniones relacionadas con la campaña electoral. Lo de esa noche fue... Bueno, fue algo... -¿Espontáneo? -Creo que ninguno de los dos nos paramos a pensar. -Bueno, me alegra que tú estés bien. -¿Qué quieres decir? -Que esto puede ser un duro golpe para Matthew. Todo está muy igualado en las encuestas -comentó Starr mientras tomaba un montón de camisetas que había pintado ella misma-. Espero que su oponente no consiga sacar partido de esto en un momento en el que uno
Matthew no entendía cómo Ashley podía soportar ver de manera tan estoica en qué se había convertido su maravillosa casa. Cuando ella le dijo que iba a ir a echar un vistazo, decidió que tenía que estar con ella para prestarle todo su apoyo. Vio cómo le temblaba la barbilla. Lo entendía perfectamente. Había esperado verla así. Lo que no había esperado era que a él le afectara tanto verla sufrir. Se cruzó de brazos para retener sus manos y no tener la tentación de abrazarla de nuevo. Ashley pasó entonces a su lado y la tela de su blusa rozó su brazo. No pudo evitar imaginarse qué llevaría debajo de la delicada prenda. Su cuerpo estaba deseando conocer la respuesta. Nunca habría pensado que la práctica Ashley se pondria la lencería que vendía en la tienda de regalos. La tienda de regalos... No entendía cómo podía haber estado tan enfrascado soñando con el cuerpo de Ashley como para olvidar el escensario devastador que tenía a su alrededor. Se acercaron a lo que quedaba de la tiend