Capítulo 164

De repente en la limusina hace mucho, mucho calor, y tengo la sensación de haber olvidado los pasos necesarios para respirar.

«No creo que…»

Me doy cuenta de que esas palabras solo están en mi cabeza y lo intento de nuevo.

—No creo que sea una buena idea.

—Es una idea fantástica. No he pensado en otra cosa desde que la acompañé hasta la limusina. Tocarla otra vez, acariciarla, besarla…

Me vuelvo, decidida a mantenerme firme. Sin embargo me siento débil y estoy bastante bebida. Mi voluntad flaquea.

—Dígame que no ha pensado lo mismo que yo.

—No lo he pensado.

—No me mienta, Nikki. Esa es la regla número uno: nunca me mienta.

«¿Reglas?»

—¿Se trata de un juego?

—¿Acaso no lo es todo?

No contesto.

—«Simon dice», Nikki. ¿Nunca ha jugado?

Su voz es suave como una caricia.

—Sí.

—¿Está subida la pantalla de privacidad?

Levanto la vista. Estoy sentada al fondo de la limusina pero alcanzo a ver al chófer al volante, los hombros de su chaqueta negra y el blanco contraste del cuello de su camisa.
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