Matthew Landis intentó aclararse las ideas mientras contemplaba el amanecer sobre el océano. Iba de vuelta a Beachcombers, donde se había dejado olvidado su maletín.
Dejó el coche en el aparcamiento del restaurante, era la segunda vez que lo hacía ese día. Volvía al mismo lugar donde había empezado todo al lado de Ashley Carson.
Era una persona muy organizada y eso le ayudaba a no cometer errores. Pero lo que había pasado esa noche no había formado parte de sus planes.
Siempre había tenido mucho cuidado con su vida personal y su elección de amantes. No tenía intención de casarse, pero tampoco podía vivir como un monje. Ya había intentando tener una relación serio y para toda la vida, fue durante su tiempo en la universidad, pero había acabado perdiéndola por culpa de una fatal enfermedad cardiaca producida por un defecto de nacimiento. No tuvo siquiera la oportunidad de que su familia conociera a Dana y nadie supo nunca que habían estado prometidos para casarse. Lo había mantenido en secreto como homenaje a esa mujer y al poco tiempo que tuvieron por estar juntos.
Pero Ashley Carson... Le parecía una mujer muy sexy y bella. Valores de los que ella misma parecía no ser consciente y eso no hacía sino incrementar su atractivo. Pero eso no era excusa. Estaba acostumbrado a trabajar con bonitas mujeres y siempre había podido controlarse.
Tenía la intención de olvidarse de esa noche en cuanto recogiera su maletín, aunque una voz en su interior le recordaba que quizás lo hubiera dejado olvidado a propósito.
Oyó la alarma contra incendios en cuanto abrió la puerta de su coche. Vio que el coche de ella seguía en el mismo sitio de antes.
-¡Ashley! -gritó con la esperanza de que ella ya hubiera salido del edificio. No hubo respuesta. Echó a correr hacia el porche de la mansión mientras llamaba a la policía por el móvil. El pomo de la puerta de la entrada estaba caliente, pero ignoró el dolor y lo hizo girar. Fue una suerte que ella no hubiera cerrado por dentro después de que él se fuera. Sintió el intenso calor en cuanto entró. Apenas distinguía nada entre el humo, pero no vio llamas en el vestíbulo. Comenzó a atravesarlo y vio entonces la luz que venía de la tienda de regalos. El fuego parecía estar concentrado en esa zona. Las llamas iban devorando poco a poco las estanterías llenas de ropa y la pintura se desprendía de la vieja madera-. ¡Ashley! -gritó de nuevo-. ¡Ashley! -se acercó más. Empezaban a caer pedazos de escayola del techo y le preocupó la integridad estructural de esa casa tan antigua. No sabía cuánto tiempo tendría para encontrarla. Pero supo que no pararía hasta dar con ella-. ¡Ashley, contéstame de una vez! ¿Dónde demonios estás?
Cada vez había más humo. Se agachó y se cubrió la boca y la nariz con el brazo.
-¡Socorro! -gritó lla mientras golpeaba una pared-. ¿Hay alguien ahí? ¡Estoy aquí!
-¡Aguanta, Ashley, ya voy! -le gritó él con alivio-. ¡Sigue hablando!
-¡Estoy aquí, en el tocador!
Siguió el sonido de su voz hasta llegar a los aseos públicos.
-Apártate de la puerta, voy a entrar -le advirtió él.
-Muy bien, ya me he alejado -contestó ella algo más tranquila. Se puso en pie conteniendo la respiración a entrar en la espesa nube de humo. No tenía mucho tiempo. Si las llamas pasaban al pasillo, quedarían atrapados por un fuego fuera de control. Empujó la puerta con su hombro, pero no se abrió. Se retiró para intentaro de nuevo. Se apartó un poco más para ganar impulso. Empujó con todas sus fuerzas y la puerta cayó hacia dentro. Miró deprisa a su alrededor y encontró a Ashley sentada en una esquina del aseo, al lado del lavabo y cubierta con una toalla empapada. Era una mujer lista. Fue hacia ella-. Gracias por volver -le dijo ella mientras le entregaba una toalla empapada en agua.
Ashley se puso en pie mientras tosía y se esforzaba para respirar con normalidad. Se dio cuenta de que necesitaba aire puro. Se agachó y la levantó en volandas sobre su hombro.
-Agárrate.
-Sácanos de aquí, Matthew -le pidió ella entre ataques de tos. Salió rápidamente y atravesó la tienda, que ya era un auténtico horno. Las llamas los rodeaban y estaban devorando los libros y todos los artículos de papelería. Una estantería se tambaleó a su lado y él se apartó a un lado para salvarse. Cubrió con su cuerpo el de Ashley. Pocos segundos después, otro par de estanterías se derrumbraron frente a él y alimentaron las llamas. Una de ellas golpeó su rostro. Acababan de cerrarle el paso-. Por la otra puerta, por la cocina -le indicó Ashley-. A la izquierda.
Salió al pasillo.
El humo se había disipado lo suficiente como para que distinguiera mejor la luz que se colaba por la puerta de cristal y fue directo hacia ella. Cuando salió, el aire fuera de la casa le pareció tan espeso e impenetrable como el infierno que había dejado atrás dentro de la mansión.
*****
Ashley intentó recuperar el aliento en cuanto salieron por la parte de atrás de la tienda, donde estaban los cbos de basura. Estaba histérica.
Sabía que, si los bomberos no aparecían pronto por allí, su restaurante y su casa acabaría consumidos por las llamas.
El hombro de Matthew le presionaba el estómago y con cada paso que daba le dificultaba aún más la respiración. Para colmo de males, no le gustaba que la llevaa como un saco de patatas, se sentía avergonzada.
-Ya me puedes bajar.
-No me des las gracias -repuso él con ironía-. No gastes aliento en ello.
No entendía cómo podía pasar de héroe a villano insensible en tan poco tiempo.
Esa madrugada, había lamentado que Matthew no la viera enfundada en el bello camisón de satén. pero las cosas habían cambiado radicalmente y le hubiera encantado que no tuviera que verla con lo llevaba bajo la manta.
-Matthew -insistipo entonces-. Puedo andar. Suéltame, por favor.
-De eso nada -repuso él agarrándola mejor -pero con el movimiento, se deslizó la manta y uno de sus hombros quedó al desnudo-.Vas directa al hospital para que te hagan un chequeo.
-No tienes por qué llevarme así, estoy bien y... -protestó ella.
Pero un ataque de tos no la dejó terminar de hablar.
Intentaba cubrirse el cuerpo con la empapada manta, pero no era fácil en esa posición.
-¡Deja de moverte, Ashley! -le pidió él mientras agarraba con fuerza su trasero.
Vio pasar a dos bomberos que arrastraban una manguera. Eso le recordó que tenía problemas más graves que las manos de Matthew y la escasa ropa que llevaba encima. Su restaurante se estaba quemando. Se trataba del negocio que había iniciado con sus dos hermanastras en el único hogar de verdad que había tenido en su vida. Era la casa que les había dejado su querida tía Libby, la mujer que las había acogido a las tres.
Se le llenaron los ojos de lágrimas. Estaba aterrada. Temía que el fuego se extendiese y afectase a otras cosas. Entre ellas, estaba la de su hermana Starr.
-¿Ashley? -oyó su nombre, giró la cabeza y, entre su propia melena, vio a su hermanastra. Matthew se detuvo entonces al lado de una camilla, tomó su cabeza y se inclinó con cuidado para tumbarla en ella. Miró hacia Beachcombers, su restaurante. El humo salía por las ventanas de la fachada, cubriendo con nubes grisáceas el cielo. Se preguntó si aún quedaría algo dentro de la bella casa que habían heredado de su madre de acogida. Sus dos hermanas y ella habían invertido en ese negocio todo su dinero y todas sus ilusiones. Se apoyó en los codos para poder incorporarse un poco y ver mejor lo que estaba pasando. La tristeza y el desconsuelo le dificultaron aún más la respiración-. Ashley...
Su hermana le dio un abrazo al que no pude responder con facilidad, tenía los brazos atrapados. Y entonces se dio cuenta de que su hermana había levantado sin querer su manta mojada y dejado al descubierto lo que quedaba del camisón de satén.
Esperaba que nadie la estuviera mirando.
O mejor dicho, esperaba que Matthew no se hubiera fijado en ese detalle.
Pero lo miró y se dio cuenta de que no había tenido suerte. Había algo en sus ojos que le recordó a la pasión de la noche anterior.
Matthew estaba seguro de estar imaginando cosas. Ashley estaba de nuevo cubierta. Sólo había quedado un hombro al descubierto y pudo distinguir un fino tirante de satén rosa. Le sorprendió darse cuenta de que no quería que nadie más viera esa parte de ella. Intentó acercarse de nuevo a la camilla, pero se lo impidió uno de los sanitarios. -Apártese, por favor, congresista. Ese enfermero le echará un vistazo mientras nos ocupamos nosotros de la señorita -le dijo mientras colocaba una mascarilla de oxígeno sobre la cara de Ashley-. Respire... Muy bien, señorita. Respire profundamente y con calma. Intente relajarse. Apenas fue consciente de que alguien lo auscultaba, le limpiaba la herida que tenía en la sien y le colocaba un vendaje. Intentó calmarse y respirar de manera normal, como si así pudiera conseguir que Ashley también lo hiciera. Alguien le tocó el brazo y ese gesto lo devolvió a la realidad, era la hermana de Ashle. Starr Reis. Recordaba su nombre de otras cenas y encuentr
>, se repitió Ashley. Se dio cuenta de que Matthew necesitaba aprender a tener más tacto con las mujeres. Apoyó las manos en su torso y lo empujó para separarse de él. Estaba enfadada y le pareció el hombre más arrogante del mundo. También estaba molesta con ella misma por imaginarse que quizás él también se sintiera atraído por ella. Decidió que no volvería a dejar que esos ojos verdes volvieran a engatusarla. -Me alegra ver que tiene todo bajo control. Matthew, lleno de seguridad y con el mismo aire honesto de siempre, se levantó de la cama. -Brent David, mi director de campaña, es uno de los... Levantó una mano para que no siguiera hablando. -¡Genial! No me sorprende en absoluto ver que podéis ocuparos de todo. Matthew la miró sin entender su tono. -¿Pasa algo? Pensé que te aliviaría ver que nos estamos encargando de minimizar los daños. >, se repitió ella. No podía creer qque lo que habían compartido la
No entendía por qué no se iba ya de allí. Deseaba que saliera de la habitación y volviera por fin a la mansión familiar de Hilton Head. -En cuanto a lo de esta mañana... -comenzó él con algo de verguenza-. Sigues pensando lo mismo, ¿no? Sus palabras desataron las alarmas en su interior, no podía creer que le diera tanta lástima como para imaginarse que esa noche de pasión había significado para ella más de lo que quería admitir. Rezaba para que Matthew no dijera nada más porque no sabía si podría controlarse y no darlle después de todo el puñetazo que se merecía. -Tengo problemas mucho más graves en mi vida ahora mismo que pensar en con quién me he acostado. -Claro, lo entiendo. -Tengo que encargarme de los daños en la tienda, hablar con mis hermanas, ocuparme de dar los partes a la compañía de seguros...Era una empresaria muy competente y profesional y quería que la respetara por eso. No quería darle pena. -Muy bien -repuso él levantando las mans en señal de rendición y con m
Ya había tomado la decisión y no se lo pensó más. -Hay una manera mucho más rápida de acabar antes con los rumores. -¿Cómo? -preguntó Ashley? Se dio cuenta de que la joven estaba hecho un manojo de nervios. Se paró ante un semafóro en rojo, era su oportunidad. Colocó el brazo sobre el respaldo de ella y la contempló con su mirada más seductora y persuasiva. -Nos prometeremos. -¿Prometernos? -repitió ella con los ojos como platos. Aquello consiguió despertarla del todo. Se incorporó aún más en su asiento-. No hablarás en serio. ¿No crees que contraer matrimonio para apaciguar a la prensa es un poco extremo? >, se repitió él. La palabra lo atravesó como un puñal. Era tan reacio como ella a pasar por el altar. El semáforo se puso en verde y agradeció la oportunidad de apartar de ella la mirada para concentrarse de nuevo en la carretera. -No llegaremos a tanto. Cuando la novedad del compromiso pase, nos limitamos a romper de manera discreta. Podemos incluso darla la
-Me ha sorprendido porque no sabía nada. No tenía ni idea de que os conocierais tan bien -repuso Starr mientras buscaba las fotos más escamdalosas-. Aunque, viendo estas imágenes, me he dado cuenta de que no has estado ocultando muchas cosas. No entiendo cómo no me contaste nada cuando te llevé al hospital -añadió con algo de dolor en su tono. -Lo siento. Tienes razón, pero es que no nos conocemos tan bien. Ya has leído todo lo que hay que saber. No hay nada más. Nos hemos visto de vez en cuando para preparar cenas y reuniones relacionadas con la campaña electoral. Lo de esa noche fue... Bueno, fue algo... -¿Espontáneo? -Creo que ninguno de los dos nos paramos a pensar. -Bueno, me alegra que tú estés bien. -¿Qué quieres decir? -Que esto puede ser un duro golpe para Matthew. Todo está muy igualado en las encuestas -comentó Starr mientras tomaba un montón de camisetas que había pintado ella misma-. Espero que su oponente no consiga sacar partido de esto en un momento en el que uno
Matthew no entendía cómo Ashley podía soportar ver de manera tan estoica en qué se había convertido su maravillosa casa. Cuando ella le dijo que iba a ir a echar un vistazo, decidió que tenía que estar con ella para prestarle todo su apoyo. Vio cómo le temblaba la barbilla. Lo entendía perfectamente. Había esperado verla así. Lo que no había esperado era que a él le afectara tanto verla sufrir. Se cruzó de brazos para retener sus manos y no tener la tentación de abrazarla de nuevo. Ashley pasó entonces a su lado y la tela de su blusa rozó su brazo. No pudo evitar imaginarse qué llevaría debajo de la delicada prenda. Su cuerpo estaba deseando conocer la respuesta. Nunca habría pensado que la práctica Ashley se pondria la lencería que vendía en la tienda de regalos. La tienda de regalos... No entendía cómo podía haber estado tan enfrascado soñando con el cuerpo de Ashley como para olvidar el escensario devastador que tenía a su alrededor. Se acercaron a lo que quedaba de la tiend
Si Ashley se negaba, le diría que podrían venderlo después y donar el dinero a alguna obra de caridad. Era una mujer generosa y sabía que algo así sería de su agrado. Y él no estaría comprando un símbolo de compromiso, sólo un objeto que podría proteger a Ashley de la prensa y servir después a una buena causa. -¿Por qué no le das a esa tal Ashley Carson el anillo de compromiso que tu padre le dio a tu madre? -le preguntó David con los ojos entrecerrados. Era una buena pregunta. -Ashley quiere comprarse uno que sea sólo para ella -contestó con rapidez-. Ha crecido en hogares de acogida y siempre tenía que heredar ropas y cosas de otros niños, casi nunca podía elegir ella misma lo que quería. Se merece un anillo que ella elija -le pareció una respuesta verosímil y le dio la impresión de que sería lo que Ashley habría decidido hacer si ese compromiso fuera real-. Supongo que la prensa se enterará gracias a alguien de la joyería, así que ve preparando un comunicado oficial. ¿Cuándo cre
Carraspeó para aclararse la garganta y concentrarse en el tema del que estaban hablando. -¿Dónde estaban esos terrenos? -En la playa de Myrtle -repuso él. Era un lugar de veraneo exclusivo, donde las familias más pudientes del estado se construían sus mansiones. -Eso explica muchas cosas... -comentó ella. Le llamó la atención que quitara importancia a la manera en la que su familia se había hecho rica. Pero una riqueza así no crecía sola-. Explica muchas cosas, pero no todo -insistió ella-. Muchas familias se gastan las herencias antes de que llegue la siguiente generación. -Hemos invertido ese dinero de manera bastante inteligente durante décadas -reconoció Matthew mientras jugaba con los gemelos de su camisa. Parecían antiguos. Se acercó más y vio que tenían las iniciales de su padre-. Siempre hemos vivido bien, pero sin perder el norte y pendientes de que los bienes fueran creciendo. -Muy inteligentes -pensó en muchas maneras de incrementar una cartera tan importante como la