Giro la llave en la cerradura tan sigilosamente como puedo, doy la vuelta al picaporte y abro la puerta lentamente. Lo único que deseo es meterme en mi habitación y dormir, pero Jamie tiene el sueño más ligero del mundo, de modo que no sé si lo conseguiré.El apartamento está en silencio y prácticamente a oscuras. La única claridad proviene de una luz de emergencia que insistí en dejar siempre encendida en el cuarto de baño. Brinda una claridad mínima, suficiente para proporcionar cierta orientación y no sumir el apartamento en una oscuridad total.La silenciosa penumbra parece una buena señal. Puede que Jamie haya bajado al bareto que hay en la esquina, junto al Stop’n Shop. Ambos locales huelen un poco a cloaca y sudor, pero nada de eso detiene a mi amiga cuando le apetece alcohol o chocolate. Llevo menos de una semana viviendo aquí y ya hemos visitado la tienda dos veces (para aprovisionarnos de Diet Coke y Chips Ahoy), y el bar, una (para bourbon a palo seco porque no es la clase
Meneo la cabeza. Lo de «una nueva vida, una nueva Nikki» no se aplica cuando se trata de desnudarse ante Damien Stark.—Ese es un jardín que no tengo intención de pisar —le digo con firmeza—. Lo de la limusina ha sido increíble, pero ha funcionado según mis condiciones. En persona yo no sería más que una muesca más en el cabezal de su cama. Ya sé que eso es lo que te gusta, pero a mí no me va.—Vale, ahí me has pillado, pero todo lo demás son chorradas.—¿Qué?—Dices que no quieres que te ponga las manos encima. Vale. —Hago una mueca por la habilidad con que ha puesto el dedo en la llaga de mis neurosis personales—. Pero al menos reconócelo, Nik.Mira, yo no he estado en esa fiesta pero te aseguro que Stark piensa en ti como en algo más que en un simple culo. —Señala las flores—.Ahí tienes la prueba número uno.—Eso solo significa que es un multimillonario educado. Lo de las flores no le ha costado más que hacer una llamada. Seguramente han llegado tan deprisa porque en la floristerí
Sólo había algo peor que llevar aburrida ropa interior de algodón cuando por fin conseguía acostarse con el hombre de sus sueños: que él se fuera antes del amanecer. Ashley Carson sintió cómo su cuerpo se tensaba bajo la sábana. Con los ojos aún entrecerradados, observó silenciosa cómo se vestía. Había sido lo suficientemente imprudente como para acostarse con Matthew Landis la noche anterior, pero lo cierto era que ese tipo de conducta no era propio de ella. Su cuerpo aún evocaba las maravillosas sensaciones y no se arrepentía de nada. Pero su sentido común le recordaba que había sido un error. Para colmo de males, el error lo había cometido con uno de los más prometedores candidatos a ser senador por el estado de Carolina del Sur. Se fijó en su pelo oscuro y corto. La impoluta camisa blanca cubría una espalda de anchos y fuertes hombros. Recordó cómo se la había quitado ella horas antes, mientras organizaban una cena para recaudar fondos que iba a tener lugar en su restaurante, d
Matthew Landis intentó aclararse las ideas mientras contemplaba el amanecer sobre el océano. Iba de vuelta a Beachcombers, donde se había dejado olvidado su maletín. Dejó el coche en el aparcamiento del restaurante, era la segunda vez que lo hacía ese día. Volvía al mismo lugar donde había empezado todo al lado de Ashley Carson. Era una persona muy organizada y eso le ayudaba a no cometer errores. Pero lo que había pasado esa noche no había formado parte de sus planes. Siempre había tenido mucho cuidado con su vida personal y su elección de amantes. No tenía intención de casarse, pero tampoco podía vivir como un monje. Ya había intentando tener una relación serio y para toda la vida, fue durante su tiempo en la universidad, pero había acabado perdiéndola por culpa de una fatal enfermedad cardiaca producida por un defecto de nacimiento. No tuvo siquiera la oportunidad de que su familia conociera a Dana y nadie supo nunca que habían estado prometidos para casarse. Lo había mantenido
Matthew estaba seguro de estar imaginando cosas. Ashley estaba de nuevo cubierta. Sólo había quedado un hombro al descubierto y pudo distinguir un fino tirante de satén rosa. Le sorprendió darse cuenta de que no quería que nadie más viera esa parte de ella. Intentó acercarse de nuevo a la camilla, pero se lo impidió uno de los sanitarios. -Apártese, por favor, congresista. Ese enfermero le echará un vistazo mientras nos ocupamos nosotros de la señorita -le dijo mientras colocaba una mascarilla de oxígeno sobre la cara de Ashley-. Respire... Muy bien, señorita. Respire profundamente y con calma. Intente relajarse. Apenas fue consciente de que alguien lo auscultaba, le limpiaba la herida que tenía en la sien y le colocaba un vendaje. Intentó calmarse y respirar de manera normal, como si así pudiera conseguir que Ashley también lo hiciera. Alguien le tocó el brazo y ese gesto lo devolvió a la realidad, era la hermana de Ashle. Starr Reis. Recordaba su nombre de otras cenas y encuentr
>, se repitió Ashley. Se dio cuenta de que Matthew necesitaba aprender a tener más tacto con las mujeres. Apoyó las manos en su torso y lo empujó para separarse de él. Estaba enfadada y le pareció el hombre más arrogante del mundo. También estaba molesta con ella misma por imaginarse que quizás él también se sintiera atraído por ella. Decidió que no volvería a dejar que esos ojos verdes volvieran a engatusarla. -Me alegra ver que tiene todo bajo control. Matthew, lleno de seguridad y con el mismo aire honesto de siempre, se levantó de la cama. -Brent David, mi director de campaña, es uno de los... Levantó una mano para que no siguiera hablando. -¡Genial! No me sorprende en absoluto ver que podéis ocuparos de todo. Matthew la miró sin entender su tono. -¿Pasa algo? Pensé que te aliviaría ver que nos estamos encargando de minimizar los daños. >, se repitió ella. No podía creer qque lo que habían compartido la
No entendía por qué no se iba ya de allí. Deseaba que saliera de la habitación y volviera por fin a la mansión familiar de Hilton Head. -En cuanto a lo de esta mañana... -comenzó él con algo de verguenza-. Sigues pensando lo mismo, ¿no? Sus palabras desataron las alarmas en su interior, no podía creer que le diera tanta lástima como para imaginarse que esa noche de pasión había significado para ella más de lo que quería admitir. Rezaba para que Matthew no dijera nada más porque no sabía si podría controlarse y no darlle después de todo el puñetazo que se merecía. -Tengo problemas mucho más graves en mi vida ahora mismo que pensar en con quién me he acostado. -Claro, lo entiendo. -Tengo que encargarme de los daños en la tienda, hablar con mis hermanas, ocuparme de dar los partes a la compañía de seguros...Era una empresaria muy competente y profesional y quería que la respetara por eso. No quería darle pena. -Muy bien -repuso él levantando las mans en señal de rendición y con m
Ya había tomado la decisión y no se lo pensó más. -Hay una manera mucho más rápida de acabar antes con los rumores. -¿Cómo? -preguntó Ashley? Se dio cuenta de que la joven estaba hecho un manojo de nervios. Se paró ante un semafóro en rojo, era su oportunidad. Colocó el brazo sobre el respaldo de ella y la contempló con su mirada más seductora y persuasiva. -Nos prometeremos. -¿Prometernos? -repitió ella con los ojos como platos. Aquello consiguió despertarla del todo. Se incorporó aún más en su asiento-. No hablarás en serio. ¿No crees que contraer matrimonio para apaciguar a la prensa es un poco extremo? >, se repitió él. La palabra lo atravesó como un puñal. Era tan reacio como ella a pasar por el altar. El semáforo se puso en verde y agradeció la oportunidad de apartar de ella la mirada para concentrarse de nuevo en la carretera. -No llegaremos a tanto. Cuando la novedad del compromiso pase, nos limitamos a romper de manera discreta. Podemos incluso darla la