Capítulo 30
La voz irritada de Joaquín resonó a través del teléfono. Miré la pantalla y me di cuenta de que aún no lo había bloqueado:

—¿Y qué esperabas?

Mi tono despreocupado lo enfureció más:

—¿Tienes idea de que por no ir a recogerlo, el pobre niño estuvo solo en la entrada del jardín de niños hasta las nueve de la noche? —espetó entre dientes.

—Señor Echeverri, creo que está culpando a la persona equivocada —respondí tranquilamente.

—Ahora Carolina es su madre.

—Y yo...

Me levanté y caminé hacia el balcón, mirando a lo lejos. En la oscuridad de la noche, solo se distinguían las estrellas y las luces de la ciudad.

—Solo soy una extraña —concluí serenamente.

Joaquín respiró profundo:

—¿Todavía nos guardas rencor?

—Para nada —contesté con calma—. Simplemente tengo una nueva vida.

—No hay necesidad de enredarme con personas y asuntos del pasado.

—¿No te parece?

Sin darle tiempo a responder, colgué y lo bloqueé.

"Toc, toc, toc."

Al oír los golpes en la puerta, fui inmediatamente a abrir.

Sofía esta
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