Siento como algo me molesta en el brazo, así que abro mis ojos lentamente, tratando de acostumbrarme a la luz. Al abrir los ojos, veo que estoy en una habitación del hospital, pero no logro acordarme de cómo llegué aquí.-¡Dios mío, pequeña, despertaste! - veo a Adam, y este corre hacia mí y toma mi mano. - ¿Cómo te sientes? - acaricia mi mejilla lentamente.-Bien, dime, ¿qué me pasó?-Te desmayaste después de la discusión con Samantha. - En ese momento, me acordé de todo lo que ocurrió en el consultorio y las ganas de vomitar regresaron.-Quiero vomitar. - Este corre por una cubeta, y cuando la trae, vomito todo. - Creo que tengo daño en el estómago.-Ahora lo sabremos. Te hicimos unos exámenes de sangre. - En ese momento, entra el médico y me sonríe.-Hola, Luz, tremendo susto nos diste, pero me alegro de que ya estés mejor.-Gracias, doctor.-Bueno, tus exámenes salieron con varias cosas. - Cuando dice eso, sé que no son buenas noticias, así que mis nervios empiezan a crecer. Siento
—¿Cómo hiciste para que Samanta firmara el divorcio así de fácil? —Adam se pone nervioso. —Le tuve que dar una cantidad de dinero más una propiedad. —¿Qué? ¡Esa m*****a! Siempre supe que esa mujer era una interesada —digo molesta, pero él sonríe. —No importa, amor. Yo daría todo lo que tengo con tal de tenerlos a ustedes —dice mientras posa su mano en mi vientre y comienza a acariciarlo, haciendo que millones de descargas recorran mi cuerpo. Sin pensarlo, me monto encima de él y lo beso con pasión. —Te deseo, Adam —le susurro al oído mientras muerdo su oreja. —Me encanta que estés embarazada; así estás más caliente —suelto una risa al escucharlo, pero esta se corta cuando siento sus manos tocar y apretar mis senos, que últimamente están muy sensibles. —¡Adam! —grito mientras comienzo a moverme en círculos, logrando que su miembro se endurezca poco a poco debajo de sus pantalones. —Vamos a la habitación —demanda Adam mientras me carga en brazos. Al llegar, me deposita en la cama
No podía creer lo que acababa de decir Luis. ¡Samanta fue la que le disparó! ¿Cómo es posible que una persona sea capaz de causar semejante daño?—Luis, lo siento mucho, pero te prometo que Samanta pagará por lo que hizo —le digo, tomando su mano. Él me mira y dice: —Necesito que me prometas algo.- Lo observo atentamente mientras toma aire.—Quiero que te cuides. Esa mujer está loca y quiere hacerles daño a los dos. Créeme, cuando se entere de que estás embarazada, no dudará en acabar con tu hijo.Tapé mi boca y coloqué mi mano derecha sobre mi vientre como protección. —No dejaré que nada le pase a mi hijo. Tengo que irme; más tarde vuelvo, Luis —digo, saliendo rápidamente.Al avanzar unos pasos, veo de lejos a Adam, pero de repente me vienen ganas de vomitar, así que corro al baño. Dentro, vomito todo y siento cómo alguien toma mi cabello. —¿Estás mejor? —pregunta Adam mientras acaricia mi cabello. —No, no estoy mejor —respondo, y, sin saber si son las hormonas, rompo a llorar. Ada
Siento un fuerte dolor punzante en la cabeza, pero cuando intento tocarme, alguien me detiene. —¡Luz! —escucho, mientras abro los ojos lentamente. Veo a Adam con varias vendas en las manos, lo que me asusta. —¡Por Dios! ¿Qué te pasó? —siento el dolor de nuevo y me recuesto otra vez. —Oye, tranquila, te diste un fuerte golpe. —¿Qué pasó, Adam? —pregunto algo preocupada, ya que no recuerdo qué ocurrió ni por qué tengo este golpe. —Amor, alguien colocó un explosivo en la fiesta —me tapo la boca sorprendida. —¡Casi muero cuando te vi tirada en el suelo! —En ese momento recuerdo al bebé. —¡Oh, por Dios! ¿El bebé está bien? —Sí, amor, tranquila. Él es muy fuerte. —Doy un gran suspiro de alivio. —Oh, gracias a Dios... —Toco su mano vendada—. ¿Qué te pasó? —No es nada —dice, restándole importancia. —No, dime ya. —Demando una respuesta. —Cuando te vi tirada, tuve que levantar unas tablas que estaban en llamas, así que me quemé. —¡Oh, Dios mío! ¿Pero son graves? —No, amor. Pronto sa
La cara de Adam pierde color en el instante en que le digo que lo encontré con esa mujer.—Pequeña, escucha... —Adam intenta acercarse, pero yo me alejo.—¡No! ¡No te quiero escuchar! —siento cómo mi corazón se está partiendo en mil pedazos.—Creí que esta vez sería diferente. Creí que este bebé nos uniría más, pero veo que todo es una m*****a ilusión —me siento en la silla, algo cansada, y bajo la mirada.—Luz, no sé qué me pasó. Tomé mucho ayer, no me acuerdo de nada.—¡No tienes excusa, Adam! Ayer te enojaste por una estupidez y, para colmo, te fuiste a meter con una zorra —me levanto y tomo mi bolso.—Espera —toma mi brazo—. ¿A dónde vas? - Me suelto de su agarre.—Lejos de ti —lo dejo solo. Cuando voy pasando por el pasillo, me encuentro con Luis. Este, al verme en ese estado, le pide a la enfermera que pare.—¿Qué te pasa? —pregunta algo preocupado.—Nada, no pasa nada —le dedico una pequeña sonrisa.—¿Por qué no te creo?—Luis, no quiero involucrarte en mis problemas —él sonríe.
Escucho un incómodo sonido de una máquina que poco a poco me obliga a abrir los ojos. Cuando lo hago, me doy cuenta de que estoy en un hospital, y en ese momento llegan los recuerdos de todo lo sucedido: el disparo, Samanta... ¡Oh, por Dios!—¡Adam! —me incorporo de golpe, sintiendo un fuerte dolor en mi pecho. En ese instante entra una enfermera acompañada de mi amiga Ana.—¡Luz! Amiga, qué bueno que despertaste.—¿Dónde está Adam? —La expresión de Ana cambia por completo, y sé que algo malo le pasó.—¿Dónde está? —grito, tomando su mano con desesperación.—Amiga, debes calmarte; eso no le hará bien al bebé. - Asiento, tratando de tranquilizarme.—¿Cómo está? - Ella respira hondo y acaricia mi mano.—Amiga, Adam está en coma... lo siento mucho.No, eso no podía ser cierto.—No, Ana, dime que es mentira. —Las lágrimas comienzan a rodar por mi rostro, y siento que el mundo se desmorona.—Lo siento, amiga...—Quiero verlo. —Intento levantarme, pero el dolor vuelve a instalarse.—Oye, debe
Siento cómo mi corazón late con fuerza; la espera me está matando. Hace media hora que Adam se puso mal y nadie ha salido a darme noticias de él. Me siento terriblemente mal; las náuseas regresaron y siento mi cuerpo temblar.—¡Luz! —veo a mi amiga Ana entrar por las puertas del hospital. —¡Ana! —corro hacia ella y la abrazo mientras lloro.—Ana, él se descompuso —sollozo—. No sé nada de él, Ana, yo me muero si a él le pasa algo. —Hey, amiga, tranquila. Él es fuerte, sé que estará bien. —Yo asiento, hipando, y en ese momento sale el doctor. —¿Doctor, dígame que está bien? —Afortunadamente logramos estabilizarlo, pero sigo insistiendo, señorita: lo mejor que puede hacer es dejarlo ir.No lo dejo hablar más porque salgo corriendo a la habitación. Al verlo así, sigo en coma, siento una profunda tranquilidad.—Mi amor... —me siento a su lado y tomo su mano—. Por favor, sé que te lo he dicho mucho, pero necesito que vuelvas, por favor, mi amor. —Comienzo a llorar como una niña pequeña. E
Camino rápidamente por los pasillos del hospital. Mi ansiedad crece a medida que me acerco a la habitación de Adam. Samuel camina a mi lado, pero yo no logro decir nada; solo estoy concentrada en llegar y abrazar a Adam con fuerza.Al llegar, abro la puerta de golpe. Adam está sentado en la camilla y, al verme, sus ojos se iluminan. No espero que diga nada, simplemente salgo corriendo a sus brazos.—¡Mi amor! —Él corresponde mi abrazo. —¿Me extrañaste? —pregunta Adam, y yo comienzo a llorar.—Hey, tranquila, aquí estoy —acaricia mi cabeza y me da leves besos. —Te extrañé tanto —me separo un poco y lo miro a los ojos—. No me vuelvas a dejar. Él me sonríe y después me besa. Yo correspondo gustosa hasta que un carraspeo nos saca de nuestro trance.¡Mierda! Se me olvidó que Samuel estaba conmigo.—Amor, él es Samuel, el médico que te atendió durante todo este tiempo.Samuel se acerca y le da un leve apretón de manos, pero al ver sus miradas sé que se están matando por dentro.—Bienvenido