Gabriella Morelli, una chica italiana de 23 años, vive en Venecia con su hermana María, de 27 años, desde la muerte de sus dos padres en un accidente de tráfico. Gabriella siempre soñó con ser una gran bailarina. Quería estudiar en una escuela de danza, pero con el accidente de sus padres tuvo que dejar de lado su sueño y buscar un empleo para ayudar a su hermana con los gastos de la casa.
-María, me voy. Iré a buscar empleo - dijo Gabriella.
-Dale, no llegues tarde. Adiós -respondió María. Gabriella salió de la casa muy contenta y tomó el autobús que la llevaría al centro. Cuando llegó al centro de empleos, revisaron su hoja de vida y la hicieron esperar dos horas hasta que finalmente salió la chica de recursos humanos.
-Señorita Morelli - la llamaron.
-Sí, dígame - respondió Gabriella, acercándose.
-Lo siento, pero no es apta para los trabajos que están disponibles - le informaron.
-¿Qué? Pero puedo aprender fácilmente. Mire, en serio necesito el trabajo - suplicó Gabriella.
-Lo siento, pero no puedo ayudarla - respondieron. Gabriella tomó su hoja de vida y salió dando un portazo a la puerta. "Dios, qué mala suerte tengo", pensó mientras refunfuñaba. De repente, sintió cómo algo duro la golpeaba, haciéndola caer al suelo.
-¡Joder! -exclamó, tocándose el trasero adolorido. Cuando miró hacia arriba, vio a un hombre bastante guapo.
-Lo siento mucho, señorita. Estaba distraído -se disculpó el hombre mientras la ayudaba a levantarse.
-Tranquilo, yo también estaba distraída - respondió Gabriella. El hombre notó su hoja de vida.
-¿Estás buscando empleo? - preguntó.
-Sí, pero nadie quiere darle trabajo a una persona sin experiencia - lamentó Gabriella.
-¿Qué tan bien te llevas con los bebés? - preguntó el hombre.
-¿Qué? ¿Qué tiene que ver eso con conseguir empleo? - se sorprendió Gabriella.
-Bueno, yo cuidaba los hijos de mi vecina. ¿Por qué la pregunta? - respondió.
-¿Te gustaría ser la niñera de la hija de un amigo? La paga es muy buena y la bebé es muy juiciosa, no dará problemas - le propuso el hombre.
-¿En serio? ¿No me estás tomando el pelo? - preguntó incrédula Gabriella. El hombre sonrió y negó con la cabeza.
-¿Cuál es tu nombre?- preguntó.
-Gabriella Morelli. ¿Y usted? - respondió Gabriella.
-Me llamo Franco, pero si quieres, llámame, Fran - dijo el hombre.
-Ok, ¿y cuándo podría comenzar? - preguntó Gabriella emocionada.
-Bueno, primero debes ir a la casa de mi amigo para que te haga una entrevista. Pero lo más seguro es que te acepte, pareces una buena persona. Mira, esta es la dirección. Ve mañana a las 8 am. Se llama Dante Giordiano - explicó Fran.
-Ok, Fran. Muchas gracias. En serio, no sabes cuánto necesitaba esto - agradeció Gabriella.
-No hay de qué, Gabriella - respondió Fran.
-Gaby, si quieres, me puedes llamar así. Todos lo hacen - propuso Gabriella.
-Está bien, Gaby -aceptó Fran.
A la mañana siguiente, Gabriella se levantó apurada para asistir a la entrevista con el señor Giordiano. La verdad es que estaba muy nerviosa porque no sabía cómo sería el señor. Debe ser una familia de ricos, pensó.
-María, ayúdame - pidió Gabriella.
-¿Qué pasa, Gaby? - respondió María.
-Tengo una entrevista hoy y no sé qué ponerme - explicó Gabriella.
María miró en su armario y sacó una falda, una blusa y unos tacones. "Con esto irás bien", aseguró.
-Gracias, te amo - agradeció Gabriella mientras se vestía y se peinaba su cabello cobrizo que le llegaba hasta la cintura.
-María, ¿así estoy bien? - preguntó Gabriella.
-Sí, nena, estás preciosa - halagó María. Gabriella le dio un beso, tomó su bolso y luego un taxi, dándole la dirección de la casa. Después de 20 minutos, el taxi se detuvo frente a una casa enorme.
-¿Seguro que esta es la dirección? - preguntó Gabriella al taxista, algo incrédula.
-Sí, señorita - confirmó el taxista. Gabriella pagó la carrera y bajó del taxi, algo insegura.
-Bueno, Gaby, tú puedes - se dijo a sí misma para darse ánimos. Tocó la puerta y la abrió una señora de unos 60 años.
-Hola, buenos días. Busco al señor Giordiano - anunció Gabriella.
-Usted es la niñera -preguntó la señora.
-Sí, mucho gusto. Soy Gabriella Morelli - respondió Gabriella con una sonrisa.
-Un placer. Ven, pasa. El joven Dante te espera -dijo la señora mientras la guiaba. Cuando entró, Gabriella observó cada detalle de la casa. Era muy grande y la decoración era preciosa. "Esta casa parece un palacio", pensó.
-Señor, aquí está la niñera - informó la señora. Gabriella posó la mirada en Dante Giordiano y sintió cómo la baba empezaba a caer. Aunque con esa barba se veía de más años, seguía siendo muy sexy y atractivo. Notó cómo él la repasaba, lo que la hizo sentir algo incómoda.
-Buenos días, soy Dante Giordiano - se presentó, extendiendo su mano.
-Mucho gusto, señor Giordiano. Yo soy Gabriella Morelli, la niñera -respondió Gabriella.
bueno queridos lectores este es la segunda parte de mi jefe es un peligro espero les guste
Estoy sentada en un escritorio frente al señor Giordiano, quien desde que llegué no ha parado de servirse ron. Este hombre sí que toma.- Vamos a hablar de cómo trabajarás aquí.- Soy toda oídos, señor -me cruzo de piernas y la mirada del señor Giordiano baja directo a ellas, pero luego vuelve a mirarme a mí.- Quiero que estés las 24 horas aquí en casa cuidando de mi hija. Solo podrás irte los fines de semana y, si te necesito para algún viaje, se te pagarán horas extra.- ¿Quiere decir que me quedaré a vivir aquí?- Así es. Yo no puedo hacerme cargo todo el tiempo de mi hija y mi nana ya está muy vieja para cuidar de un niño.- Entiendo.- No se preocupe, señorita Morelli, se le pagará bien.- Sí, es solo que no quería dejar tanto tiempo sola a mi hermana María, pero bueno, ella sabrá entender.- ¿Viven solo las dos?- Sí, desafortunadamente, mis padres fallecieron y quedamos solo las dos. Fue un duro golpe, pero supimos recuperarnos. -Veo que el señor Giordiano se queda pensativo, p
Estoy bañándome con la pequeña Alana, ya que no la quiero dejar sola porque donde lo haga Mr. Gruñón se va a poner como loco y es lo menos que quiero.-Tu padre es un tempano de hielo, mi niña - en ese momento recuerdo que él perdió al amor de su vida y eso me hace sentir como la m****a porque él debe estar sufriendo y yo aquí juzgando -Olvida lo que te dije - ella se ríe y salpica el agua - Ok, suficiente agua por hoy.- Salgo con ella y enrollo una toalla en mi cuerpo. Tomo la ropita que Alana se va a poner y con cuidado la visto, pero la puerta está abierta, dejando ver a Dante, quien me mira de arriba abajo. Cuando miro mi cuerpo, me doy cuenta del porqué se me había olvidado que estaba en toalla y ahora él me está viendo casi desnuda.-Lo siento, no sabía que te estabas cambiando -mis mejillas se ponen coloradas al sentir su mirada tan penetrante en mi cuerpo.-Tranquilo, puedes llevarte a Alana, es que me cambiaré -Cuando le digo eso, veo el pánico en su mirada.-No, quédate con
Estoy terminando de arreglar a Alana para la reunión que tiene Dante, aunque al parecer esta pequeña está muy mimada hoy porque quiere estar pegada a mí como un monito.— Vamos, preciosa, tengo que ponerte el vestido — Esta parece entender porque me suelta y deja que le coloque el vestido — Esta es mi nena.— Mira nada más qué hermosa que estás, tu papá se va a derretir apenas te vea así — Esta aplaude feliz y es inevitable no soltar una risita — Eres hermosa, pero ahora me toca a mí ponerme bella. Saco del armario el vestido que tenía apartado y con mucho cuidado me lo coloco, dejo mi cabello rojizo suelto pero con unas ondas en las puntas y aplico un maquillaje suave para que mi piel blanca no se vea tan cargada.Escucho que tocan la puerta y luego esta se abre dejando ver a un Dante perfectamente arreglado con un traje negro bastante guapo. Cuando este posa su mirada en mí, sus ojos de inmediato me reparan haciéndome sentir algo expuesta.— Qué bien se ve, Gabriella.— Lo mismo digo
Al fin estoy en casa con María y Alana. María, desde que vio a Alana, no ha parado de cargarla y de darle besos por todos lados.- Oye, vas a asfixiar a la bebé.- Es que es tan hermosa, no entiendo cómo su padre no la quiere.- Él sí la quiere, es solo que le cuesta. Pero el señor Dante la adora, ¿o por qué crees que me mandó con esos gorilas? - digo señalando la ventana.- Bueno, ¿y cuenta si es buenón tu jefe? - pregunta con picardía.- Ay, por Dios, María, es mi jefe.- ¿Y? Es hombre. Es más que bueno, es extremadamente bueno. Mi jefe, el hombre está que se parte de lo bueno que está. Cada vez que miro sus carnosos labios, me provoca tirarme a ellos y morderlos. Dios, de solo pensarlos me da calor en todo el cuerpo. - "Te colocaste colorada?" - dice María con una risita.- Dios, María, ya basta. - Ambas nos reímos a carcajadas. - Sí, el hombre está bueno, pero es un amargado y gruñón.- Qué lástima. Puede ser muy lindo y todo, pero no me gustan los hombres así.Más tarde llevamos a
Salí del despacho y al llegar a la sala noté que Alana no estaba.- ¿Dónde está la bebé? - pregunté a María.- El papá malhumorado se la llevó - maldito Dante - la pobre salió llorando - ¡idiota, lo quiero matar, ¡cómo se le ocurre llevar a Alana así!- Es un idiota - dijo Fede mientras se comía una manzana.- Lo sé, pero es el padre de Alana y no quiero alejarme de ella.- Ay, nena, te dije que no te encariñaras con ella y eso es lo que estás haciendo.- Sí, ya sé, pero ya es tarde, ya me encariñé con la nena - vi que María miraba a Fede y este negaba con la cabeza.- No puedo creerlo, saben qué, mejor vamos de fiesta hoy a relajarnos un poco - dijo Fede contento.- Me parece perfecto.Ya en la noche, me estaba arreglando junto con María para irnos de rumba con Fede.- María, ¿segura que me veo bien con esto? - le pregunté mirándome al espejo.- Te ves muy linda y sexy.- Gracias, ahora sí vamos - bajamos las dos y cuando Fede nos vio, sus ojos se abrieron dejando su boca abierta.- ¡
Despierto en una superficie blanda que me hace querer seguir durmiendo, pero creo que ya es hora, así que abro mis ojos y me doy cuenta de que estoy en la habitación que Dante me asignó en su casa. Lo que más me sorprende es que estoy cambiada con un pijama.- ¿En qué momento me cambié? - La puerta se abre, dejando ver a Dante.- Buenos días, Gabriella.- Hola, Dante... ¿Tú me cambiaste? - Pregunto algo apenada, pero él niega.- Fue nana, te tratamos de levantar, pero tienes un sueño bastante pesado.- Lo siento. - Él sonríe y se sienta.- ¿Cómo estás?- Mucho mejor. Ayer me llevé un tremendo susto, pero ya me encuentro bien. - Él acaricia mi rostro y veo que posa su mirada en mis labios, pero algo hace que lo detenga, bajando su mano.- Me alegra. Date un baño. Alana te está esperando.- ¿Vas a hacer algo hoy? - Él me mira algo confundido.- No, ¿por qué?- ¿Por qué no nos acompañas a Alana y a mí a un día de campo? - En serio le pregunté eso... Dios, qué vergüenza que pensara él.- N
Despierto con el llanto de Alana, así que me levanto con un humor de perros, pero al ver a mi pequeña todo ese mal humor se va.- Hola mi amor, me estabas esperando – ella estira sus manitos mientras hace pucheros – ya cariño, aquí estoy – bajo con ella a la cocina para darle su tetero y así yo tener tiempo de bañarme para luego arreglarla a ella.- Veo que madrugaron – me sobresalto al escuchar la voz de Dante.- Por Dios, deja de hacer eso, me asustaste.- Lo siento – veo que la nena se pone contenta al ver a su padre, así que este se acerca y acaricia su cabecita.- Hola preciosa Alana – la nena intenta que la cargue, pero este se hace para atrás como si estuviera asustado, lo que me hace sentir algo decepcionada – me voy ya al trabajo, regreso más tarde.- Claro, que tengas buen día – al rato Alana se duerme, así que me da tiempo para darme un baño y colocarme una falda con una blusa sencilla.Luego me dirijo a su habitación y, como ya se encuentra despierta, le doy un baño bien ri
Llevo ya una semana sin ver a mi pequeña Alana y eso me está partiendo en dos. Desde lo ocurrido en el bar, decidí no regresar para no tentar a la suerte, así que mejor me alejo de esos lugares. Les cuento que comencé a trabajar en una cafetería muy elegante y sumamente costosa. Pagan muy bien y si atiendes bien a los clientes, ellos te dan una muy generosa propina.- Mari, ya me voy, cuídate - tomo mi bolso y salgo de casa. Tomo un taxi porque no me dio tiempo de tomar el bus, me levanté tarde. Cuando llego a la cafetería, me espera Harry, el mismo chico del bar. Al parecer, también trabaja de día. Fue él quien me ayudó a conseguir este empleo.- Hola, preciosa, ¿cómo estás? - me da un beso en la mejilla.- ¿Bien y tú?- De maravilla ahora que te veo - siento como mis mejillas se colocan rojas y él se ríe. - Te ves preciosa cuando te sonrojas.- ¡Harry! Ya basta, no quiero ser un tomate andante - en ese momento llega la jefa, que, a propósito, es una mala leche. Se llama Emilia y nos