Despierto en una superficie blanda que me hace querer seguir durmiendo, pero creo que ya es hora, así que abro mis ojos y me doy cuenta de que estoy en la habitación que Dante me asignó en su casa. Lo que más me sorprende es que estoy cambiada con un pijama.- ¿En qué momento me cambié? - La puerta se abre, dejando ver a Dante.- Buenos días, Gabriella.- Hola, Dante... ¿Tú me cambiaste? - Pregunto algo apenada, pero él niega.- Fue nana, te tratamos de levantar, pero tienes un sueño bastante pesado.- Lo siento. - Él sonríe y se sienta.- ¿Cómo estás?- Mucho mejor. Ayer me llevé un tremendo susto, pero ya me encuentro bien. - Él acaricia mi rostro y veo que posa su mirada en mis labios, pero algo hace que lo detenga, bajando su mano.- Me alegra. Date un baño. Alana te está esperando.- ¿Vas a hacer algo hoy? - Él me mira algo confundido.- No, ¿por qué?- ¿Por qué no nos acompañas a Alana y a mí a un día de campo? - En serio le pregunté eso... Dios, qué vergüenza que pensara él.- N
Despierto con el llanto de Alana, así que me levanto con un humor de perros, pero al ver a mi pequeña todo ese mal humor se va.- Hola mi amor, me estabas esperando – ella estira sus manitos mientras hace pucheros – ya cariño, aquí estoy – bajo con ella a la cocina para darle su tetero y así yo tener tiempo de bañarme para luego arreglarla a ella.- Veo que madrugaron – me sobresalto al escuchar la voz de Dante.- Por Dios, deja de hacer eso, me asustaste.- Lo siento – veo que la nena se pone contenta al ver a su padre, así que este se acerca y acaricia su cabecita.- Hola preciosa Alana – la nena intenta que la cargue, pero este se hace para atrás como si estuviera asustado, lo que me hace sentir algo decepcionada – me voy ya al trabajo, regreso más tarde.- Claro, que tengas buen día – al rato Alana se duerme, así que me da tiempo para darme un baño y colocarme una falda con una blusa sencilla.Luego me dirijo a su habitación y, como ya se encuentra despierta, le doy un baño bien ri
Llevo ya una semana sin ver a mi pequeña Alana y eso me está partiendo en dos. Desde lo ocurrido en el bar, decidí no regresar para no tentar a la suerte, así que mejor me alejo de esos lugares. Les cuento que comencé a trabajar en una cafetería muy elegante y sumamente costosa. Pagan muy bien y si atiendes bien a los clientes, ellos te dan una muy generosa propina.- Mari, ya me voy, cuídate - tomo mi bolso y salgo de casa. Tomo un taxi porque no me dio tiempo de tomar el bus, me levanté tarde. Cuando llego a la cafetería, me espera Harry, el mismo chico del bar. Al parecer, también trabaja de día. Fue él quien me ayudó a conseguir este empleo.- Hola, preciosa, ¿cómo estás? - me da un beso en la mejilla.- ¿Bien y tú?- De maravilla ahora que te veo - siento como mis mejillas se colocan rojas y él se ríe. - Te ves preciosa cuando te sonrojas.- ¡Harry! Ya basta, no quiero ser un tomate andante - en ese momento llega la jefa, que, a propósito, es una mala leche. Se llama Emilia y nos
- ¿Cómo es posible que aceptaste regresar a esa casa? - grita enojada María.- Sé que es una locura, pero extraño a la niña y es la única forma en que la puedo tener cerca.- Y también extrañas al padre de la criatura.- odio cuando María se pone en ese plan de quererme reprochar todo.- María, él y yo nunca vamos a poder tener nada. Él ama todavía a su mujer, ya lo dejó bastante claro.- Sí, él lo tiene claro, pero tu corazón no. - María se sienta a mi lado y toma mi mano. - Gaby, sabes que siempre te voy a apoyar, pero algo me dice que esto va a terminar mal.- Solo déjame seguir al lado de la nena. - María suelta un suspiro y me abraza. - Es tu vida, Gaby. Yo no decido por ti.Después de esa charla, Harry me llamó y me comentó que la perra de Emili me había despedido por haber dejado tirado el puesto, pero no me importa, ya tengo un empleo y ese empleo me hace más que feliz.- María, ya me voy. Nos vemos el finde.- Dale, pero llámame porfa. - Cuando llego a la casa de Dante, entro c
Cuando Nana menciona que Alana tiene fiebre, Dante y yo salimos corriendo del despacho y subimos a toda velocidad al cuarto de la pequeña.- ¿Qué pasa, Nana? - pregunta Dante.- Está ardiendo en fiebre, deben llevarla al hospital - en ese momento pasa algo que no esperaba que llegara a pasar. Dante toma a la pequeña Alana en sus brazos y luego coloca una cobija encima de ella.- Nana, dile a Lucas que prepare el auto y Gabriella, trae el bolso de la pequeña - todas hacemos lo que nos pide, pero no dejo de salir del shock de verlo cargar a la pequeña. Cuando Nana nos avisa que el carro está listo, bajamos corriendo y Dante se sube al auto junto conmigo.- Arranca, Lucas - pide Dante. Veo que este no deja de ver a Alana y luego la abraza, está desesperado, puedo notarlo. - Está muy quieta - su voz se quiebra.- Tranquilo, es por la fiebre, ella se pondrá bien - cuando llegamos al hospital, unas enfermeras nos reciben y se llevan a la pequeña a una sala, dejándonos afuera con el corazón e
DANTEEstoy caminando de un lugar a otro, esperando noticias de Gabriella. La verdad, nunca esperé que ella fuera a hacer eso por mi hija. Ahora puedo ver lo mucho que ama a Alana.- Dante, ¿cómo va Alana? - Fran, Luna, María y los dos idiotas que están detrás de Gabriella están aquí.- No lo sé, todavía no me han dejado verla y estoy desesperado.- Pronto la verás - el doctor sale y me dice que puedo ver a mi hija, así que sin pensarlo corro detrás de él. Llegamos a una habitación donde hay varios bebés en cunitas.- Ahí está. La operación de la señorita Gabriella fue un éxito, ya le estamos dando la médula.- ¿Y ella cómo está?- Está bien, solo hay que esperar a que despierte de la anestesia.- ¿Puede avisarle a su hermana que ya salió de operación?- Claro, lo dejo - cuando me asomo a la cunita, ella está despierta y al verme comienza a reírse y a mover sus manitos para que la cargue.- Hola, mi amor - sin pensarlo, la tomo en mis brazos y la pego a mi pecho - Me diste un buen sust
GabriellaMe despierto con un fuerte mareo y ganas de vomitar, así que, como puedo, me levanto al baño y vomito lo poquito que había comido. Siento unas manos acariciar mi espalda y tomar mi cabello.- ¿Estás bien? - pregunta Dante, mirándome algo preocupado.- Estoy un poco mareada - sin esperarlo, él me toma en brazos y me lleva a la cama.- Es normal, el calmante que te aplicaron era fuerte - "¿calmante?" En ese momento, me llegan las imágenes de los vestidos llenos de sangre y creo que mi cara se pone más pálida de lo que estaba.- Dante... Alana, la bebé - comienzo a alterarme, pero él me rodea con sus brazos.- Tranquila, ella está bien.- Esos vestidos estaban llenos de sangre, no quiero que le pase nada.- Y yo no quiero que les pase nada a ninguna de las dos. Las voy a proteger.- Solo me interesa que ella esté bien. Me asusté tanto cuando vi eso. ¿Quién lo envió? - él se queda callado.- Eso no importa.- ¡CLARO QUE IMPORTA! - grito alterada - Quien sea esa persona quiere hac
Despierto más descansada que nunca, jamás había dormido tan cómoda. Cuando observo a mi lado, la pequeña Alana está pegada a su papá como si fuera un monito, así que tomo mi teléfono y les tomo una foto.Cuando volteo, me paro de golpe al ver en la puerta con una sonrisa de oreja a oreja a Fran, el amigo de Dante.- Por Dios, casi me matas de un susto - le hablo susurrándole, y este sigue con su estúpida sonrisa. Así que me paro con cuidado de no despertarlos - ¿Qué haces aquí?- Mejor dicho, ¿qué hacen ustedes durmiendo juntos? - me mira con el ceño fruncido, aunque puedo ver un toque de diversión.- Este, la pequeña quería dormir con los dos - creo que estoy colorada como un tomate. Lo peor de todo es que a él le divierte esta situación.- Sí, claro, tú siempre tan complaciente con la pequeña Alana.- Pues sí, bueno, Fran, me iré a dar una ducha. Hablamos luego - antes de salir, veo que Dante abre los ojos y, al ver a Fran al lado mío, abre los ojos sorprendidos.- ¿Qué hacen ustedes