capitulo 37
Despierto con unas enormes ganas de comer fresas con crema y, como sé que Dante ya se debió ir, busco a Luciano, que es el que me da mis antojos.

- Luciano - camino por el pasillo pero no lo veo - ¡LUCIANO! - por dios, ¿dónde se metió este hombre? En ese momento, aparecen ambos hombres con los rostros cubiertos de preocupación.

- ¿Nena, estás bien? - ¿qué hace Dante aquí?

- Gaby, ¿estás bien? - miro a Luciano y asiento.

- Sí, es que tenía antojo de fresas con crema y te estaba buscando, pero no te encontraba - noto cómo Dante se pone tenso pero no dice nada.

- Está bien, ya voy por tus fresas con crema - antes de que Luciano se vaya, Dante lo detiene.

- Yo le cumpliré el antojo a mi mujer, váyanse, Gaby - miro a Luciano y este solo me regala una sonrisa. Bajo con Dante y me siento en la cocina viendo cómo saca las fresas y las lava. Veo que te llevas muy bien con Luciano.

- Sí, él nos ha cuidado muy bien a los dos - todo el cuerpo de Dante está tenso pero no dice nada.

- Ten, aquí está
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