Estoy sentada en un escritorio frente al señor Giordiano, quien desde que llegué no ha parado de servirse ron. Este hombre sí que toma.
- Vamos a hablar de cómo trabajarás aquí.
- Soy toda oídos, señor -me cruzo de piernas y la mirada del señor Giordiano baja directo a ellas, pero luego vuelve a mirarme a mí.
- Quiero que estés las 24 horas aquí en casa cuidando de mi hija. Solo podrás irte los fines de semana y, si te necesito para algún viaje, se te pagarán horas extra.
- ¿Quiere decir que me quedaré a vivir aquí?
- Así es. Yo no puedo hacerme cargo todo el tiempo de mi hija y mi nana ya está muy vieja para cuidar de un niño.
- Entiendo.
- No se preocupe, señorita Morelli, se le pagará bien.
- Sí, es solo que no quería dejar tanto tiempo sola a mi hermana María, pero bueno, ella sabrá entender.
- ¿Viven solo las dos?
- Sí, desafortunadamente, mis padres fallecieron y quedamos solo las dos. Fue un duro golpe, pero supimos recuperarnos. -Veo que el señor Giordiano se queda pensativo, pero luego reacciona-. Lo siento mucho por lo de sus padres.
- No hay cuidado, señor.
- Venga, le mostraré el cuarto donde se va a quedar. -Salimos del despacho y subimos las escaleras. Caminamos hasta el fondo y luego abre la puerta y enciende las luces.
- Aquí dormirá. -Wow, esta habitación es más grande que la mía. Como si nada, entro y observo cada detalle de la habitación.
- Está muy linda, señor. Gracias. -Él asiente y luego salimos y entramos a otra habitación que al parecer es la habitación de la bebé.
- Es hermosa la habitación. -Acaricio la cunita, el sillón, todos los peluches.
- La decoramos con mi esposa. -Cuando dice "mi esposa", siento una sensación algo rara, pero decido no pensar en esa sensación.
- ¿Y dónde está su esposa? -Él mira el retrato donde está la bebé y una mujer que supongo es su madre, y luego sonríe.
- Ella murió cuando Alana nació. -Ay, Dios, ahora sí que la metiste hasta el fondo, Gaby.
- Señor, cuanto lo siento, no debí preguntar.
- Tranquila, señorita, usted no sabía. Por eso fue que decidí contratar una niñera; yo solo no puedo con un bebé.
- Entiendo. Pues, no se diga más, ¿cuándo empiezo? -Él me dedica una tímida sonrisa, pero de inmediato la quita.
- Hoy mismo.
- Pero no traje mis cosas.
- No te preocupes, mañana pasaremos por tus cosas. Ven. -Bajamos y ahí vemos a la señora con la bebé en manos.
- Mira, señorita Morelli, ella es mi hija Alana. -Veo a una preciosa bebé de un año de edad con cachetes regordetes que provocan morder y esos preciosos ojos que sin dudarlo los sacó de su padre.
- ¿Puedo cargarla? -Le pregunto al señor.
- Claro, al fin de cuentas, usted será su niñera. -La señora me pasa a la bebé y, cuando la tengo en mis brazos, una sensación rara pero bonita se instala en mi pecho.
- Hola, princesa Alana. Yo soy Gaby, y de ahora en adelante, tú y yo pasaremos mucho tiempo juntas. -La bebita me sonríe y mueve sus manitas como si entendiera lo que le dije, lo que hace que suelte una risita.- Es hermosa, señor.
- Sí, que lo es. Es igual a su madre. -Cuando dice eso, puedo ver cómo sus ojos se apagan. - Nana te enseñará toda la casa. Yo debo irme.
- Está bien, señor. Que tenga un buen día. -Él asiente y cuando trata de acercarse a su hija, algo lo detiene, dando un paso atrás, y luego se va. Miro a la señora, que mira con tristeza al señor.- ¿Todo bien, señora?
- Si quieres, puedes decirme nana, así me llaman todos aquí.
- Bueno, entonces tú llámame, Gaby.
- Está bien, Gaby. Ven, te mostraré la casa. -Nana me hace pasar por cada rincón de la casa, pero llegamos a una habitación. - Esta habitación está prohibida para todos. Aquí solo puede entrar el señor y yo, pero solo cuando él lo autoriza.
- ¿Y se puede saber qué hay ahí?
- Eres muy curiosa.
- Más o menos. -Ella me da una sonrisa.- Ahí están las cosas de la señora Valerie. -Se refiere a la esposa.- Cuando ella murió, él no quiso tirar las cosas de ella, así que pidió que las colocáramos en la habitación.
- Nana, no quiero ser indiscreta, pero ¿de qué murió la señora?
-Te lo contaré, pero ni una palabra a Dante, a él no le gusta que se hable del tema. Caminamos a la cocina y dejamos a Alana en su mesita mientras Nana le prepara una papilla. La señora Valerie era la mujer más buena que haya conocido en toda mi vida. Ambos se amaban con locura. Ella era su asistente y terminaron casados por cosas del destino, pero la señora tenía un serio problema en el corazón. A Valerie le dieron dos corazones nuevos, pero ambos dejaron de funcionar. Cuando se enteraron del embarazo, no fue tan bueno, ya que el médico dijo que no podían tener bebés por el riesgo que corría Valerie. Sin embargo, a ella no le importó arriesgar su vida y decidió seguir con el embarazo. Dante al principio le costó mucho aceptarlo, pero al final terminó cediendo. Con los meses, las cosas se complicaron y la nena nació a los 8 meses, pero ya Valerie estaba muy debilitada. Incluso Dante quiso darle su corazón. ¡Oh, por Dios, él ofreció su corazón! Debió amarla con locura. Pero el médico dijo que de todas formas ella rechazaría ese corazón y todo sería en vano. Entonces, mi niña, Valerie, murió y de paso también se llevó a Dante, porque desde que ella se fue, nunca fue el mismo. Es más, ni siquiera ha tocado a su hija.
- ¿Nunca la ha cargado?
- Nunca. No es porque no la ame, porque sé que mi niño adora a su hija, pero siento que es algo más fuerte que él. Espero con el tiempo logre superarlo.
- Vaya, Nana, qué historia tan triste. Pobre del señor. Espero algún día llegue a encontrar la felicidad que perdió.
- Ay, querida, Dios te escuche. Ya no quiero más tragedias en este hogar.
En la noche, estoy terminando de darle su tetero a Alana en su habitación.
- Eres una bebé muy, pero muy hermosa - me sonríe y juega con mi cabello - además, tienes unos ojitos preciosos, iguales a los de tu padre.
- ¿Qué hace Alana a esta hora despierta? - la voz del señor Giordiano me hace pegar un brinco del susto.
- Señor, ¡qué susto me ha metido!
- Responde a la pregunta - habla con tono autoritario.
- La nena lloraba porque tenía hambre, así que le di de comer, pero ya se va a dormir.
- No me gusta que Alana esté despierta a esta hora.
- No volverá a pasar, señor.
- Más te vale, porque sino puedes ir cogiendo tus cosas - es un hijo de puta amargado.
- Entendido, señor - este sale como si nada y a mí me deja con ganas de golpearlo - ya duerme, pequeña, o tu papá me sacará de una patada en el culo a la calle.
A la mañana siguiente, me levanto al escuchar el llanto de Alana. Entro a su habitación y la cargo.
- Ya, mi amor, aquí estoy - esta se calma cuando me ve y al escuchar su estomaguito me doy cuenta de que tiene hambre - con que tienes hambre, pequeña, pues vamos a darte tu tetero - bajo con ella en brazos y preparo su tetero con una sola mano, ya que en la otra tengo a la bebé.
- Señorita Morelli - pego un brinco cuando escucho su ronca voz.
- Dios mío, qué manía con asustarme - cuando levanto mi vista, veo que está solo en pantalón, pero nada de camisa. Puedo ver su perfecto cuerpo trabajado.
- ¿Ya paró de verme?
- Disculpe, yo...
- Mejor suba a darle el tetero a mi hija - veo cómo la nena intenta ir a los brazos de su padre, pero este se corre.
- ¿Por qué no la carga? Ella desea que lo haga.
- No creo que sea buena idea.
- ¿Por qué no? Usted es el padre - este parece algo nervioso cuando intento acercarle a la niña, pero este se para de golpe y me grita.
- ¡Dije que no! Es tu maldito trabajo encargarte de ella - es un jodido idiota. Veo a Alana y pienso en el tremendo idiota de padre que le dejaron.
- Qué genio se gasta en la mañana - susurro a lo bajo.
- ¿Qué dijiste?
- Nada, que tenga buen día.
Estoy bañándome con la pequeña Alana, ya que no la quiero dejar sola porque donde lo haga Mr. Gruñón se va a poner como loco y es lo menos que quiero.-Tu padre es un tempano de hielo, mi niña - en ese momento recuerdo que él perdió al amor de su vida y eso me hace sentir como la m****a porque él debe estar sufriendo y yo aquí juzgando -Olvida lo que te dije - ella se ríe y salpica el agua - Ok, suficiente agua por hoy.- Salgo con ella y enrollo una toalla en mi cuerpo. Tomo la ropita que Alana se va a poner y con cuidado la visto, pero la puerta está abierta, dejando ver a Dante, quien me mira de arriba abajo. Cuando miro mi cuerpo, me doy cuenta del porqué se me había olvidado que estaba en toalla y ahora él me está viendo casi desnuda.-Lo siento, no sabía que te estabas cambiando -mis mejillas se ponen coloradas al sentir su mirada tan penetrante en mi cuerpo.-Tranquilo, puedes llevarte a Alana, es que me cambiaré -Cuando le digo eso, veo el pánico en su mirada.-No, quédate con
Estoy terminando de arreglar a Alana para la reunión que tiene Dante, aunque al parecer esta pequeña está muy mimada hoy porque quiere estar pegada a mí como un monito.— Vamos, preciosa, tengo que ponerte el vestido — Esta parece entender porque me suelta y deja que le coloque el vestido — Esta es mi nena.— Mira nada más qué hermosa que estás, tu papá se va a derretir apenas te vea así — Esta aplaude feliz y es inevitable no soltar una risita — Eres hermosa, pero ahora me toca a mí ponerme bella. Saco del armario el vestido que tenía apartado y con mucho cuidado me lo coloco, dejo mi cabello rojizo suelto pero con unas ondas en las puntas y aplico un maquillaje suave para que mi piel blanca no se vea tan cargada.Escucho que tocan la puerta y luego esta se abre dejando ver a un Dante perfectamente arreglado con un traje negro bastante guapo. Cuando este posa su mirada en mí, sus ojos de inmediato me reparan haciéndome sentir algo expuesta.— Qué bien se ve, Gabriella.— Lo mismo digo
Al fin estoy en casa con María y Alana. María, desde que vio a Alana, no ha parado de cargarla y de darle besos por todos lados.- Oye, vas a asfixiar a la bebé.- Es que es tan hermosa, no entiendo cómo su padre no la quiere.- Él sí la quiere, es solo que le cuesta. Pero el señor Dante la adora, ¿o por qué crees que me mandó con esos gorilas? - digo señalando la ventana.- Bueno, ¿y cuenta si es buenón tu jefe? - pregunta con picardía.- Ay, por Dios, María, es mi jefe.- ¿Y? Es hombre. Es más que bueno, es extremadamente bueno. Mi jefe, el hombre está que se parte de lo bueno que está. Cada vez que miro sus carnosos labios, me provoca tirarme a ellos y morderlos. Dios, de solo pensarlos me da calor en todo el cuerpo. - "Te colocaste colorada?" - dice María con una risita.- Dios, María, ya basta. - Ambas nos reímos a carcajadas. - Sí, el hombre está bueno, pero es un amargado y gruñón.- Qué lástima. Puede ser muy lindo y todo, pero no me gustan los hombres así.Más tarde llevamos a
Salí del despacho y al llegar a la sala noté que Alana no estaba.- ¿Dónde está la bebé? - pregunté a María.- El papá malhumorado se la llevó - maldito Dante - la pobre salió llorando - ¡idiota, lo quiero matar, ¡cómo se le ocurre llevar a Alana así!- Es un idiota - dijo Fede mientras se comía una manzana.- Lo sé, pero es el padre de Alana y no quiero alejarme de ella.- Ay, nena, te dije que no te encariñaras con ella y eso es lo que estás haciendo.- Sí, ya sé, pero ya es tarde, ya me encariñé con la nena - vi que María miraba a Fede y este negaba con la cabeza.- No puedo creerlo, saben qué, mejor vamos de fiesta hoy a relajarnos un poco - dijo Fede contento.- Me parece perfecto.Ya en la noche, me estaba arreglando junto con María para irnos de rumba con Fede.- María, ¿segura que me veo bien con esto? - le pregunté mirándome al espejo.- Te ves muy linda y sexy.- Gracias, ahora sí vamos - bajamos las dos y cuando Fede nos vio, sus ojos se abrieron dejando su boca abierta.- ¡
Despierto en una superficie blanda que me hace querer seguir durmiendo, pero creo que ya es hora, así que abro mis ojos y me doy cuenta de que estoy en la habitación que Dante me asignó en su casa. Lo que más me sorprende es que estoy cambiada con un pijama.- ¿En qué momento me cambié? - La puerta se abre, dejando ver a Dante.- Buenos días, Gabriella.- Hola, Dante... ¿Tú me cambiaste? - Pregunto algo apenada, pero él niega.- Fue nana, te tratamos de levantar, pero tienes un sueño bastante pesado.- Lo siento. - Él sonríe y se sienta.- ¿Cómo estás?- Mucho mejor. Ayer me llevé un tremendo susto, pero ya me encuentro bien. - Él acaricia mi rostro y veo que posa su mirada en mis labios, pero algo hace que lo detenga, bajando su mano.- Me alegra. Date un baño. Alana te está esperando.- ¿Vas a hacer algo hoy? - Él me mira algo confundido.- No, ¿por qué?- ¿Por qué no nos acompañas a Alana y a mí a un día de campo? - En serio le pregunté eso... Dios, qué vergüenza que pensara él.- N
Despierto con el llanto de Alana, así que me levanto con un humor de perros, pero al ver a mi pequeña todo ese mal humor se va.- Hola mi amor, me estabas esperando – ella estira sus manitos mientras hace pucheros – ya cariño, aquí estoy – bajo con ella a la cocina para darle su tetero y así yo tener tiempo de bañarme para luego arreglarla a ella.- Veo que madrugaron – me sobresalto al escuchar la voz de Dante.- Por Dios, deja de hacer eso, me asustaste.- Lo siento – veo que la nena se pone contenta al ver a su padre, así que este se acerca y acaricia su cabecita.- Hola preciosa Alana – la nena intenta que la cargue, pero este se hace para atrás como si estuviera asustado, lo que me hace sentir algo decepcionada – me voy ya al trabajo, regreso más tarde.- Claro, que tengas buen día – al rato Alana se duerme, así que me da tiempo para darme un baño y colocarme una falda con una blusa sencilla.Luego me dirijo a su habitación y, como ya se encuentra despierta, le doy un baño bien ri
Llevo ya una semana sin ver a mi pequeña Alana y eso me está partiendo en dos. Desde lo ocurrido en el bar, decidí no regresar para no tentar a la suerte, así que mejor me alejo de esos lugares. Les cuento que comencé a trabajar en una cafetería muy elegante y sumamente costosa. Pagan muy bien y si atiendes bien a los clientes, ellos te dan una muy generosa propina.- Mari, ya me voy, cuídate - tomo mi bolso y salgo de casa. Tomo un taxi porque no me dio tiempo de tomar el bus, me levanté tarde. Cuando llego a la cafetería, me espera Harry, el mismo chico del bar. Al parecer, también trabaja de día. Fue él quien me ayudó a conseguir este empleo.- Hola, preciosa, ¿cómo estás? - me da un beso en la mejilla.- ¿Bien y tú?- De maravilla ahora que te veo - siento como mis mejillas se colocan rojas y él se ríe. - Te ves preciosa cuando te sonrojas.- ¡Harry! Ya basta, no quiero ser un tomate andante - en ese momento llega la jefa, que, a propósito, es una mala leche. Se llama Emilia y nos
- ¿Cómo es posible que aceptaste regresar a esa casa? - grita enojada María.- Sé que es una locura, pero extraño a la niña y es la única forma en que la puedo tener cerca.- Y también extrañas al padre de la criatura.- odio cuando María se pone en ese plan de quererme reprochar todo.- María, él y yo nunca vamos a poder tener nada. Él ama todavía a su mujer, ya lo dejó bastante claro.- Sí, él lo tiene claro, pero tu corazón no. - María se sienta a mi lado y toma mi mano. - Gaby, sabes que siempre te voy a apoyar, pero algo me dice que esto va a terminar mal.- Solo déjame seguir al lado de la nena. - María suelta un suspiro y me abraza. - Es tu vida, Gaby. Yo no decido por ti.Después de esa charla, Harry me llamó y me comentó que la perra de Emili me había despedido por haber dejado tirado el puesto, pero no me importa, ya tengo un empleo y ese empleo me hace más que feliz.- María, ya me voy. Nos vemos el finde.- Dale, pero llámame porfa. - Cuando llego a la casa de Dante, entro c