La sonrisa se esfumó de su rostro, su corazón se detuvo por unos instantes. ¿Escuchó bien? ¿Su bebé ya no estaba? Podría oírse a la perfección el sonido de su corazón rompiéndose, dividiéndose en miles de pedacitos, pulverizándose.
—¿A qué te refieres, Astoria? —Se atrevió a preguntar luego de unos segundos.
Se mantenía aún tan distante, tan fría que no parecía ser ella misma, sino una copia barata sin ningún tipo de emociones. El desespero comenzó a crecer en el interior de Marcus. Su esposa no le estaba dando ninguna respuesta, no parecía siquiera que todo eso le importara o le hubiera afectado.
»Por favor, respóndeme, necesito saberlo. Merezco saber qué pasó con mi hijo —habló con desespero.
Sus palabras eran más una súplica que cualquier otra cosa.
—Ya no existe —murmuró con una aparente indiferencia.
—Astoria… ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste con nuestro hijo? —Ella enmudeció—. Dime que es una broma, hazlo, por favor. Dime que fue simplemente un error, una broma de mal gusto, y que vamos a poder estar juntos de nuevo, como antes de discutir.
Los ojos de Marcus se inundaron con lágrimas, rogaba para que todo eso fuera una pesadilla de la cual despertaría en cualquier momento. Por más que esperara o se pellizcara, no despertaba.
Quería agarrarla de los brazos, sacudirla hasta que entrara en razón, para que esos ojos lo vieran de la misma manera que hace unos días, como si él fuera el mundo para Astoria, así como ella se convirtió en el suyo.
Su indiferencia era más dolorosa que recibir mil balas. Podía verlo en su mirada, ella no era la mujer con la que vivió durante esos meses, no era la persona que lo enamoró con su sonrisa y cuidados.
—¿Quién dijo que podría haber sido tu hijo y no de Dimitri? —Ese nombre abandonó los labios de Astoria con un completo desprecio, era la primera vez en esa noche que ella tenía un poco de emoción.
—Lo siento, yo. Yo no pensé bien lo que dije esa vez, pero no es razón para que me condenes de esta manera, Astoria, por favor. —Intentó tomar una de sus manos, ella las quitó al instante.
—Las cosas no volverán a ser como fueron, Marcus. No soy la misma Astoria que conociste, he cambiado. No hagas esto más difícil para ti. Por favor, no intentes ocultar lo que mis ojos ya vieron, quieres estar con ella, y yo no interferiré, no lo haré más.
Dio un par de pasos en retroceso, Marcus la veía, aún incrédulo de todo lo que pasaba frente a él, ¿a qué se refería con lo que dijo?
—Podemos comenzar otra vez, me esforzaré por ser un buen esposo para ti… y un buen padre para…
—Te haré llegar el documento de divorcio en la mañana. Solo quiero ser libre, Marcus, esto comenzó mal y así terminó —Lo observó directamente a los ojos.
Lo miraba con todo el rencor que cargaba dentro de sí por lo que sucedió, por la manera en la que ella esperó por él y él simplemente se revolcaba con otra. Mientras él disfrutaba, mientras ella sentía que su mundo se venía encima.
Finalmente, los ojos de ambos se llenaron de lágrimas, pero estas eran provocadas por emociones distintas. Marcus estaba acongojado por la repentina noticia de divorcio, Astoria, abrumaba por haberse permitido caer tan bajo.
Se dio la vuelta, caminó en silencio a la puerta a pesar de que su esposo estaba casi de rodillas, suplicando para que no se fuera, para que intentaran reconstruir una vez más eso que tenían.
Notó que ella se fue, realmente se había marchado sin mirar atrás.
Terminó de caer de rodillas, sus lágrimas abandonaron sus ojos como si fuera fuentes, sintiendo por primera vez una casa completamente vacía, sin la esperanza de volver a ver a esa mujer que lo enamoró y a la que al comienzo lastimó sin importarle su corazón.
En cuanto a Astoria, se detuvo justo en frente del vehículo que la trajo hasta ahí, en el interior estaban ese hombre que la acompañó durante los últimos días.
—¿Y bien? —cuestionó sintiendo el dolor en la mirada de Astoria.
—Te lo dije, Dean. —Entró al auto—. Ella estaba ahí, ni siquiera esperaron un mes, simplemente… ellos.
—Ven aquí, pequeña —susurró extendiendo sus brazos, el cuerpo de Astoria se aferró a él, buscando un poco de consuelo.
No lloraba por su separación, lloraba por todo lo que perdió, a sí misma, sus sueños, su futuro, sus metas, su bebé.
Perdió todo aquello que una vez creyó poder obtener, sí, fue una ilusión que lentamente se desvaneció frente a sus ojos. Si seguía al lado de Marcus, entonces su presencia siempre le recordaría su infelicidad, su desgracia.
Con una mirada, Dean le dio la orden al conductor para que los llevara lejos. Astoria no dejaba de sollozar entre sus brazos, no se conocieron en la mejor de las situaciones, pero su vínculo se fortaleció en extremo, a sus ojos ella era como la hija que nunca tuvo.
—Soy una tonta Dean —balbuceaba entre lágrimas—. No entiendo cómo pude creer que me amaba, ¿por qué me casé con él?, ¿por qué le di lo más preciado de mi vida a alguien que no me apreció?
—Lo amabas demasiado, Astoria. Eso sucede cuando crees que no puedes vivir sin alguien, le das el poder de construirte, pero también de arruinarte por completo. No es tu culpa si alguien no sabe qué hacer con el oro que le das.
La mirada de Astoria era suplicante, necesitaba borrar todo rastro de dolor, de su pasado, de su mancha.
»Hay quienes no saben qué hacer con la luz que les da la vida, se preocupan tanto de que otro pueda llegar a iluminarse con ella, que lo esconden en lo más profundo de sus armarios. Son egoístas, no quieren que esa luz sea suya, pero no desean que otro la disfrute.
—¿Qué debería hacer?
—Vivir.
—Es una respuesta muy vaga.
—No lo es.
—Lo es, Dean. No he pensado en morirme, ¿sabes?
—No me refiero a morir o vivir físicamente, sino en tu interior.
Astoria guardó silencio, escuchando lo que él tenía para decirle. Si bien el tiempo curaba todo, a veces dependía de qué manera deseábamos curarnos, o si queríamos darle tiempo al mismísimo tiempo para actuar.
»No quiero que estés muerta en vida, Astoria, tienes muchos años por delante. No quiero que te sumas en la tristeza, ni en lo que pudo haber sido y no fue. Vive para ti, en lo que te gustaría lograr, conviértete en quien realmente quieras ser de verdad.
—No sé… no sé quién quiero ser.
—La vida no es tan larga; sin embargo, tienes tiempo para descubrirlo. Te ayudaré.
Seis años despuésLos flashes de las cámaras enceguecían a Marcus, tanto que le impedían observar el camino que tomaba.A su lado y como una especie de garrapata, estaba su asistente, aquella chica que no desaprovecharía en lo más mínimo la oportunidad de acercarse a este aclamado empresario. Le daba curiosidad su pasado, ese que lo transformó en ese sujeto frío y calculador.Los medios deseaban conocer la clave del éxito detrás de Marcus; su respuesta era simple: Trabajo duro. Él no permitía fallas y deseaba que todo saliera cada vez mejor. El último mes había despedido a quince de sus empleados y llegar tarde no era una opción.«Detrás de cada persona exitosa, se encuentra alguien que lo impulsa hacia delante», era aquello que siempre y sin excepción escuchaba en las entrevistas.¿Cómo podría decirles que la única razón que tenía era querer mantener su mente ocupada? Por supuesto, no lo haría, porque ni él mismo conocía su condición.•••En un lugar distante, los gritos llenos de fu
Marcus regresó a su departamento, sin saber que le esperarían un par de sorpresas, pues algunas muchachas habían dejado detalles para él, junto con numerosas cartas que, al igual que las anteriores no leería.«¿Por qué estas estudiantes actúan de esta forma tan infantil? Deberían enviaré esto a alguna estrella de cine o cantante ¿Por qué se lo enviarían a un empresario?», se preguntaba constantemente mientras tomaba estas entre sus manos y entraba a su hogar para dejarlas junto al otro montón.—Si yo hubiese querido recibir tanta atención, me hubiera convertido en cantante —susurró dejando su saco en el perchero.Su mirada recorrió la habitación, notó que un par de cosas estaban fuera de lugar. En su casa, todo tenía su lugar específico y nunca dejaba los objetos que utilizaba fuera de su punto predestinado.Una silueta extraña cruzó por entre la cocina logrando espantar a este no tan medroso sujeto.—¿Quién anda ahí? —preguntó acercándose a encender la luz de aquella sección, cuando
En cuanto a Astoria, bueno, ella disfrutaba su corto descanso terminando una maratón de películas sin siquiera darse por enterada. Sus ojos se cerraron justo después de que iniciaran los créditos de la película.Los rayos de sol estaban colándose por la ventana y las aves habían comenzado a entonar sus alegres melodías, las cuales Astoria amaba escuchar, pero sus párpados tenían más poder sobre ella en ese momento.Cerca del medio día el timbre de casa comenzó a sonar sin mostrar señales de detenerse. Parte de Astoria era consciente de que alguien llamaba a la puerta y la otra quería hacerse la desentendida para continuar durmiendo, cosa que hizo sin ningún problema.Sus fuerzas habían sido restablecidas una vez más y por fin se decidió a salir de su cama, su cabello estaba totalmente desaliñado y sus ojeras podrían
—Sí, ha pasado mucho tiempo. Veo que le ha ido muy bien —expuso con formalidad, aclarando su garganta.En todo ese tiempo imaginó que sus caminos nunca volverían a encontrarse. Esa era la razón por la que ella, de manera inconsciente, estaba obsesionada con el trabajo, no pensó que ese mismo fuera el que la llevara de regreso a su encuentro.»Dean me asignó para ser su guardaespaldas personal. Aquí hay dos copias de posibles acuerdos a los que podamos llegar, estoy aquí para responder cada una de sus dudas— comentó extendiendo el portafolio en el que los llevaba.—¿Guardaespaldas? —preguntó extrañado.No era la chica que había dejado atrás
—No, no, nada, ni una sola pregunta, todo está perfectamente —soltó casi en una sola línea.Ahora está más que claro: ella no era la misma mujer con la que contrajo matrimonio años atrás. Algo cambió en su interior, ni siquiera tenía idea de qué cosa podría haber sido. Ya no solo deseaba tenerla a su lado las veinticuatro horas del día, sino descubrir qué fue la que la volvió quien era.—Lo dejaré pasar, aunque no suene muy convencido —se aseguró de que la muchacha se hubiera marchado del departamento—. Parece que no volverá en un largo tiempo, eso me lleva a cuestionarme: ¿qué acabó de pasar?Debía admitirlo, era la primera vez que veí
—La misma que calza y viste. Ha pasado mucho tiempo, Erika. Me sorprende que sigas luciendo tan… —La mira de pies a cabeza—. Tan tú.—Me gustaría decir lo mismo de ti, pero luces muy diferente a la Astoria que vi por última vez en casa de Marcus. No pareces tan…—¿Demacrada? —Sonrió—. Es una suerte que no lo parezca más, y… —mira a Marcus—, no vayas a malinterpretar las cosas, es solo una relación laboral, tienes el camino despejado para que sigas intentando eso que haces.—¿Qué estoy haciendo? —rio fingiendo desentendimiento.—Intentar reemplazarme. No creas que pasa desapercibido la clase de perfume que usas, ni la
La ceja de Astoria se enarcó, su mirada se desvió a medida que soltaba una abrupta bocanada de aire. ¿Él creía que solo con eso podría hacer que ella bajara su guardia? Jamás.Marcus no tenía idea de todo lo que ella tuvo que pasar para poder sacarlo de su corazón, o, por lo menos, para enterrarlo en lo más profundo. No se permitiría volver a lo mismo de antes, las personas cambian, ella lo hizo, de una forma que no le agradaría tener que repetir.—Por supuesto que no lo hará. Los seres humanos estamos en un constante desarrollo, bueno, la mayoría.—Astoria…—Al parecer es necesario que repita esto una vez más, lo nuestro es meramente una relación laboral, no vaya a confundir las cosas; en caso de que sus sentimientos se vean envueltos y esto llegue a afectar mi con mi trabajo, tendré que enviar a uno de mis compañeros para que continúe con esto —expuso con seriedad.—¿De verdad no sientes nada por mí? —dejó a un lado todos sus archivos para levantarse y caminar en su dirección.Su mi
La mirada de Marcus demostraba lo confundido que se encontraba en ese preciso momento, ¿por qué ella reaccionaba de esa manera? Tomó un poco de aire, se mantuvo en silencio, tenía mucho que asimilar. Era consciente de que su curiosidad era mucho más grande de lo que imaginaba, deseaba saberlo, tenía el derecho a conocer qué sucedió con su hijo.Por otro lado, si aceptaba, eso significaba que jamás en su vida podría volver a ver a Astoria, ¿era eso lo que realmente quería?—¿A qué te refieres con lástima, Astoria? —murmuró con duda luego de unos segundos.Intentaba darse tiempo a sí mismo para saber qué hacer.Ella desvió la mirada, esa seguridad que la caracterizaba tambaleaba un poco. Eso que ella tuvo que pasar era horrible, ni siquiera se lo desearía a su peor enemigo, no solo el dolor físico y emocional, sino el hecho de haber sido traicionada por la persona que en su momento le dijo que la amaba.—¿Desea saber lo que realmente sucedió o prefiere dejarlo atrás donde pertenece? —Su