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Capítulo 07 «Ha pasado mucho tiempo»

En cuanto a Astoria, bueno, ella disfrutaba su corto descanso terminando una maratón de películas sin siquiera darse por enterada. Sus ojos se cerraron justo después de que iniciaran los créditos de la película.

Los rayos de sol estaban colándose por la ventana y las aves habían comenzado a entonar sus alegres melodías, las cuales Astoria amaba escuchar, pero sus párpados tenían más poder sobre ella en ese momento.

Cerca del medio día el timbre de casa comenzó a sonar sin mostrar señales de detenerse. Parte de Astoria era consciente de que alguien llamaba a la puerta y la otra quería hacerse la desentendida para continuar durmiendo, cosa que hizo sin ningún problema.

Sus fuerzas habían sido restablecidas una vez más y por fin se decidió a salir de su cama, su cabello estaba totalmente desaliñado y sus ojeras podrían notarse a kilómetros de distancia. Su celular había pasado la noche en la mesa del comedor, lo que no le había permitido escuchar las veinte llamadas que le había hecho su entrenador, además de los incontables mensajes de texto.

—¿No podría simplemente haber esperado a que fuera a entrenar? —Soltó una risita sentándose en el primer lugar libre que encontró.

En los mensajes decía que había una nueva propuesta de trabajo y al parecer era alguien con bastante dinero. Aunque a Astoria no le interesara el dinero que tuviera una persona, en algunas ocasiones esto podría resultar bastante beneficioso.

Con un «voy en camino» la chica dio por terminada la conversación.

El camino fue un poco largo, Astoria disfrutaba de salir a correr en la mañana, pero ahora, sería una salida más tardía. Estas habían sido las vacaciones más cortas que ella había tenido y esperaba que el nuevo cliente no le fuera a dar tantos problemas.

—¡Estoy aquí! —anunció dejando su mochila en el suelo, con la mirada buscaba a Dean, la persona que por poco colapsaba su celular con tantas llamadas y mensajes— ¿Qué era lo que te tenía tan apurado? —preguntó Astoria con una animada sonrisa, sabía que lo más probable era que Dean fuera la persona que estaba intentando interrumpir su sueño reparador.

—Un señor con voz terrorífica llamó a las cinco de la mañana para preguntar sobre el mejor guardaespaldas que tuviéramos —Comenzó a hablar mientras dejaba una botella de agua en las manos de su menor—. Iba a hablarle un poco acerca de ti y del trabajo que has hecho, pero… ¡No me dejó hablar! —se quejó frunciendo el ceño.

—¡Cierto! Al señor Dean no se le puede interrumpir o estará como un viejito gruñón, todo el día —él no le prestó atención y siguió hablando— ¡Dean!

—Dijo que necesitaba al mejor guardaespaldas y que pagaría lo que fuera por tenerlo a su lado las veinticuatro horas del día a su lado. Parecía estar bastante desesperado porque ni siquiera me dejó hablar de algún precio o manera de pago —elevó sus hombros— parecía que era el director general de una compañía y que necesitaba a la persona lo más pronto posible. Mas no contó con que esa persona iba a ser un oso hibernando y no sería lo «más pronto posible» —se quejó haciendo comillas con sus dedos.

—Lo siento Dean, pero tenía que disfrutar un poco de mis extremadamente cortas vacaciones —sonrió ladina, en tanto observaba al mayor rebuscar algo en sus bolsillos.

—Esta es la dirección que él dejó, parecía bastante ocupado y colgó rápido. Va a estar ahí hasta medianoche, tienes tiempo de verte más… decente —se burló despeinando a la más joven, la cual no se había detenido demasiado tiempo en verse a un espejo y salió de casa lo más «natural posible».

—Ya, deja de burlarte —blanqueó los ojos—. Por más que quiero, yo no te despeino cada vez que tu lisa e inexistente cabellera me deja enceguecida —sonrió ladina mientras señalaba la lampiña cabeza de su entrenador.

—Déjate de tonterías— renegó alejándose del lugar —es mejor que te levantes y vayas lo más rápido que puedas, no vaya a ser que el ocupado director general decida irse y darle el trabajo a otro más puntual.

—Está bien —contestó Astoria estirando sus extremidades— ¿Te dio algún nombre? —indagó bostezando, al parecer ya tenía sueño y su día apenas comenzaba.

—Estaba bastante ocupado como para tratar esos detalles —respondió Dean sin despegar la mirada de la chica.

Astoria elevó una de sus cejas, sabía a la perfección que aquel hombre estaba mintiendo, lo conocía muy bien como para ignorarlo.

»Está bien, ¡Lo olvidé! ¿Vale? —se excusó extendiendo sus manos y mostrando inconscientemente sus palmas—. Por favor, solamente ve ya la empresa, le dices que trabajas aquí y que vas a ver al jefe, simplemente eso, y funcionará. ¡No me vayas a pedir que le llame de regreso! La voz de ese tipo es aterradora —rogó mientras unía las palmas de sus manos y casi se hincaba de rodillas.

Esa era la actitud que Dean solo le mostraba a Astoria, para el resto de personas, era un hombre duro, uno que infundía respeto a dondequiera que fuera.

—Lo que hago para tener qué comer —renegó dándose la vuelta— y no hablo necesariamente de trabajar —suspiró alejándose y sonriendo de lado al final. Ella amaba ese trabajo, además de estar agradecida por los amables compañeros que había conocido en el camino.

—¡Astoria! ¡Olvidaste los contratos! —llamó Dean corriendo detrás de ella.

 —No es tan lejos —se dijo la castaña revisando la hoja en la que, con garabatos, Dean había escrito—. Llegaré corriendo.

En la oficina, Marcus estaba revisando por quinta vez aquel documento, era un fanático de la perfección y eso exigía a sus empleados. Perfección y puntualidad, eso era lo menos que todos deberían dar.

Astoria llegó pasadas las tres, por lo que tendría que esperar un poco para que el director general terminara la reunión en la que estaba. Se presentó como la enviada de la agencia, sin dar mayores detalles personales, como su nombre y esas cosas.

—Por favor, acompáñeme. Él dijo que la llevara directamente a su oficina. En este momento está en una reunión —sonrió la señora entretanto le indicaba a la castaña en dónde podría acomodarse.

—Le agradezco mucho —dijo al observar cómo la mayor se alejaba para retomar su trabajo.

Astoria contemplaba la oficina con un poco de curiosidad. A sus ojos todo parecía tan plano y aburrido que directamente le daba a conocer que ese hombre no tenía pareja.

Lo que más le dolía a la joven, era el hecho de que sus vacaciones no hubieran durado más de un par de días. Amaba su trabajo, sí, pero no se le permitió dormir tanto como quería.

—Disculpe mi ausencia, ya que no me han notificado acerca de la hora en que llegarían. —se disculpó el hombre sin detallar el rostro de la persona que lo esperaba, de hecho, continuaba ojeando aquellas fichas de presentación que le habían sido entregadas hace poco tiempo.

—Descuide, no fue mucho lo que tuve que esperar —respondió Astoria colocándose de pie y guardando su celular.

Aquella voz hizo que el cuerpo de Marcus se tensara, sonaba tan diferente, pero tan familiar al mismo tiempo que se negaba a creer que quizá era ella la mujer que perdió tiempo atrás. Aquella que a pesar del transcurso de los años seguía amando como la primera vez y que, sin importar lo que hiciera, no podía sacarla de su vida.

»Mi nombre es Astoria Graham, soy enviada por la agencia de guardaespaldas a la que contactó esta mañana —añadió al acercarse unos cuantos pasos y extender su mano a manera de saludo.

Marcus estaba aún de espaldas, aquellas palabras confirmaron lo que él deseaba y a su vez, temía. Apretó inconscientemente los papeles que sostenía.

—Ha pasado mucho tiempo, Astoria —soltó al girarse en busca de la mirada de la chica, de la cual su rostro con una diminuta sonrisa se tornó inexpresivo.

La mano de la chica cayó a su lado, de todas las personas en el mundo, ¿por qué tenía que ser él?

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