En cuanto a Astoria, bueno, ella disfrutaba su corto descanso terminando una maratón de películas sin siquiera darse por enterada. Sus ojos se cerraron justo después de que iniciaran los créditos de la película.
Los rayos de sol estaban colándose por la ventana y las aves habían comenzado a entonar sus alegres melodías, las cuales Astoria amaba escuchar, pero sus párpados tenían más poder sobre ella en ese momento.
Cerca del medio día el timbre de casa comenzó a sonar sin mostrar señales de detenerse. Parte de Astoria era consciente de que alguien llamaba a la puerta y la otra quería hacerse la desentendida para continuar durmiendo, cosa que hizo sin ningún problema.
Sus fuerzas habían sido restablecidas una vez más y por fin se decidió a salir de su cama, su cabello estaba totalmente desaliñado y sus ojeras podrían notarse a kilómetros de distancia. Su celular había pasado la noche en la mesa del comedor, lo que no le había permitido escuchar las veinte llamadas que le había hecho su entrenador, además de los incontables mensajes de texto.
—¿No podría simplemente haber esperado a que fuera a entrenar? —Soltó una risita sentándose en el primer lugar libre que encontró.
En los mensajes decía que había una nueva propuesta de trabajo y al parecer era alguien con bastante dinero. Aunque a Astoria no le interesara el dinero que tuviera una persona, en algunas ocasiones esto podría resultar bastante beneficioso.
Con un «voy en camino» la chica dio por terminada la conversación.
El camino fue un poco largo, Astoria disfrutaba de salir a correr en la mañana, pero ahora, sería una salida más tardía. Estas habían sido las vacaciones más cortas que ella había tenido y esperaba que el nuevo cliente no le fuera a dar tantos problemas.
—¡Estoy aquí! —anunció dejando su mochila en el suelo, con la mirada buscaba a Dean, la persona que por poco colapsaba su celular con tantas llamadas y mensajes— ¿Qué era lo que te tenía tan apurado? —preguntó Astoria con una animada sonrisa, sabía que lo más probable era que Dean fuera la persona que estaba intentando interrumpir su sueño reparador.
—Un señor con voz terrorífica llamó a las cinco de la mañana para preguntar sobre el mejor guardaespaldas que tuviéramos —Comenzó a hablar mientras dejaba una botella de agua en las manos de su menor—. Iba a hablarle un poco acerca de ti y del trabajo que has hecho, pero… ¡No me dejó hablar! —se quejó frunciendo el ceño.
—¡Cierto! Al señor Dean no se le puede interrumpir o estará como un viejito gruñón, todo el día —él no le prestó atención y siguió hablando— ¡Dean!
—Dijo que necesitaba al mejor guardaespaldas y que pagaría lo que fuera por tenerlo a su lado las veinticuatro horas del día a su lado. Parecía estar bastante desesperado porque ni siquiera me dejó hablar de algún precio o manera de pago —elevó sus hombros— parecía que era el director general de una compañía y que necesitaba a la persona lo más pronto posible. Mas no contó con que esa persona iba a ser un oso hibernando y no sería lo «más pronto posible» —se quejó haciendo comillas con sus dedos.
—Lo siento Dean, pero tenía que disfrutar un poco de mis extremadamente cortas vacaciones —sonrió ladina, en tanto observaba al mayor rebuscar algo en sus bolsillos.
—Esta es la dirección que él dejó, parecía bastante ocupado y colgó rápido. Va a estar ahí hasta medianoche, tienes tiempo de verte más… decente —se burló despeinando a la más joven, la cual no se había detenido demasiado tiempo en verse a un espejo y salió de casa lo más «natural posible».
—Ya, deja de burlarte —blanqueó los ojos—. Por más que quiero, yo no te despeino cada vez que tu lisa e inexistente cabellera me deja enceguecida —sonrió ladina mientras señalaba la lampiña cabeza de su entrenador.
—Déjate de tonterías— renegó alejándose del lugar —es mejor que te levantes y vayas lo más rápido que puedas, no vaya a ser que el ocupado director general decida irse y darle el trabajo a otro más puntual.
—Está bien —contestó Astoria estirando sus extremidades— ¿Te dio algún nombre? —indagó bostezando, al parecer ya tenía sueño y su día apenas comenzaba.
—Estaba bastante ocupado como para tratar esos detalles —respondió Dean sin despegar la mirada de la chica.
Astoria elevó una de sus cejas, sabía a la perfección que aquel hombre estaba mintiendo, lo conocía muy bien como para ignorarlo.
»Está bien, ¡Lo olvidé! ¿Vale? —se excusó extendiendo sus manos y mostrando inconscientemente sus palmas—. Por favor, solamente ve ya la empresa, le dices que trabajas aquí y que vas a ver al jefe, simplemente eso, y funcionará. ¡No me vayas a pedir que le llame de regreso! La voz de ese tipo es aterradora —rogó mientras unía las palmas de sus manos y casi se hincaba de rodillas.
Esa era la actitud que Dean solo le mostraba a Astoria, para el resto de personas, era un hombre duro, uno que infundía respeto a dondequiera que fuera.
—Lo que hago para tener qué comer —renegó dándose la vuelta— y no hablo necesariamente de trabajar —suspiró alejándose y sonriendo de lado al final. Ella amaba ese trabajo, además de estar agradecida por los amables compañeros que había conocido en el camino.
—¡Astoria! ¡Olvidaste los contratos! —llamó Dean corriendo detrás de ella.
—No es tan lejos —se dijo la castaña revisando la hoja en la que, con garabatos, Dean había escrito—. Llegaré corriendo.
En la oficina, Marcus estaba revisando por quinta vez aquel documento, era un fanático de la perfección y eso exigía a sus empleados. Perfección y puntualidad, eso era lo menos que todos deberían dar.
Astoria llegó pasadas las tres, por lo que tendría que esperar un poco para que el director general terminara la reunión en la que estaba. Se presentó como la enviada de la agencia, sin dar mayores detalles personales, como su nombre y esas cosas.
—Por favor, acompáñeme. Él dijo que la llevara directamente a su oficina. En este momento está en una reunión —sonrió la señora entretanto le indicaba a la castaña en dónde podría acomodarse.
—Le agradezco mucho —dijo al observar cómo la mayor se alejaba para retomar su trabajo.
Astoria contemplaba la oficina con un poco de curiosidad. A sus ojos todo parecía tan plano y aburrido que directamente le daba a conocer que ese hombre no tenía pareja.
Lo que más le dolía a la joven, era el hecho de que sus vacaciones no hubieran durado más de un par de días. Amaba su trabajo, sí, pero no se le permitió dormir tanto como quería.
—Disculpe mi ausencia, ya que no me han notificado acerca de la hora en que llegarían. —se disculpó el hombre sin detallar el rostro de la persona que lo esperaba, de hecho, continuaba ojeando aquellas fichas de presentación que le habían sido entregadas hace poco tiempo.
—Descuide, no fue mucho lo que tuve que esperar —respondió Astoria colocándose de pie y guardando su celular.
Aquella voz hizo que el cuerpo de Marcus se tensara, sonaba tan diferente, pero tan familiar al mismo tiempo que se negaba a creer que quizá era ella la mujer que perdió tiempo atrás. Aquella que a pesar del transcurso de los años seguía amando como la primera vez y que, sin importar lo que hiciera, no podía sacarla de su vida.
»Mi nombre es Astoria Graham, soy enviada por la agencia de guardaespaldas a la que contactó esta mañana —añadió al acercarse unos cuantos pasos y extender su mano a manera de saludo.
Marcus estaba aún de espaldas, aquellas palabras confirmaron lo que él deseaba y a su vez, temía. Apretó inconscientemente los papeles que sostenía.
—Ha pasado mucho tiempo, Astoria —soltó al girarse en busca de la mirada de la chica, de la cual su rostro con una diminuta sonrisa se tornó inexpresivo.
La mano de la chica cayó a su lado, de todas las personas en el mundo, ¿por qué tenía que ser él?
—Sí, ha pasado mucho tiempo. Veo que le ha ido muy bien —expuso con formalidad, aclarando su garganta.En todo ese tiempo imaginó que sus caminos nunca volverían a encontrarse. Esa era la razón por la que ella, de manera inconsciente, estaba obsesionada con el trabajo, no pensó que ese mismo fuera el que la llevara de regreso a su encuentro.»Dean me asignó para ser su guardaespaldas personal. Aquí hay dos copias de posibles acuerdos a los que podamos llegar, estoy aquí para responder cada una de sus dudas— comentó extendiendo el portafolio en el que los llevaba.—¿Guardaespaldas? —preguntó extrañado.No era la chica que había dejado atrás
—No, no, nada, ni una sola pregunta, todo está perfectamente —soltó casi en una sola línea.Ahora está más que claro: ella no era la misma mujer con la que contrajo matrimonio años atrás. Algo cambió en su interior, ni siquiera tenía idea de qué cosa podría haber sido. Ya no solo deseaba tenerla a su lado las veinticuatro horas del día, sino descubrir qué fue la que la volvió quien era.—Lo dejaré pasar, aunque no suene muy convencido —se aseguró de que la muchacha se hubiera marchado del departamento—. Parece que no volverá en un largo tiempo, eso me lleva a cuestionarme: ¿qué acabó de pasar?Debía admitirlo, era la primera vez que veí
—La misma que calza y viste. Ha pasado mucho tiempo, Erika. Me sorprende que sigas luciendo tan… —La mira de pies a cabeza—. Tan tú.—Me gustaría decir lo mismo de ti, pero luces muy diferente a la Astoria que vi por última vez en casa de Marcus. No pareces tan…—¿Demacrada? —Sonrió—. Es una suerte que no lo parezca más, y… —mira a Marcus—, no vayas a malinterpretar las cosas, es solo una relación laboral, tienes el camino despejado para que sigas intentando eso que haces.—¿Qué estoy haciendo? —rio fingiendo desentendimiento.—Intentar reemplazarme. No creas que pasa desapercibido la clase de perfume que usas, ni la
La ceja de Astoria se enarcó, su mirada se desvió a medida que soltaba una abrupta bocanada de aire. ¿Él creía que solo con eso podría hacer que ella bajara su guardia? Jamás.Marcus no tenía idea de todo lo que ella tuvo que pasar para poder sacarlo de su corazón, o, por lo menos, para enterrarlo en lo más profundo. No se permitiría volver a lo mismo de antes, las personas cambian, ella lo hizo, de una forma que no le agradaría tener que repetir.—Por supuesto que no lo hará. Los seres humanos estamos en un constante desarrollo, bueno, la mayoría.—Astoria…—Al parecer es necesario que repita esto una vez más, lo nuestro es meramente una relación laboral, no vaya a confundir las cosas; en caso de que sus sentimientos se vean envueltos y esto llegue a afectar mi con mi trabajo, tendré que enviar a uno de mis compañeros para que continúe con esto —expuso con seriedad.—¿De verdad no sientes nada por mí? —dejó a un lado todos sus archivos para levantarse y caminar en su dirección.Su mi
La mirada de Marcus demostraba lo confundido que se encontraba en ese preciso momento, ¿por qué ella reaccionaba de esa manera? Tomó un poco de aire, se mantuvo en silencio, tenía mucho que asimilar. Era consciente de que su curiosidad era mucho más grande de lo que imaginaba, deseaba saberlo, tenía el derecho a conocer qué sucedió con su hijo.Por otro lado, si aceptaba, eso significaba que jamás en su vida podría volver a ver a Astoria, ¿era eso lo que realmente quería?—¿A qué te refieres con lástima, Astoria? —murmuró con duda luego de unos segundos.Intentaba darse tiempo a sí mismo para saber qué hacer.Ella desvió la mirada, esa seguridad que la caracterizaba tambaleaba un poco. Eso que ella tuvo que pasar era horrible, ni siquiera se lo desearía a su peor enemigo, no solo el dolor físico y emocional, sino el hecho de haber sido traicionada por la persona que en su momento le dijo que la amaba.—¿Desea saber lo que realmente sucedió o prefiere dejarlo atrás donde pertenece? —Su
Casarte con la persona que amas, es un castigo cuando ella no te ama de regreso.Esa fue la realidad de Astoria durante un largo tiempo.Desde que se conocieron, los ojos de Astoria se fijaron en Marcus, ese chico que se convirtió en su primer amor, ese que le permitía amarlo sin darle nada más que indiferencia a cambio. Enterarse de que sus padres arreglaron su matrimonio años después, fue un golpe demasiado bajo para él.No la amaba.Estaba harto de sus intentos de complacerlo.Todas sus ideas, todo su desprecio, cambiaron cuando supo que podía perderla. El desprecio que sentía por ella cambió al intentar conocerla.Pero la vida no es un cuento de hadas, la mujer que comenzó a amar dejó de existir, teniendo a cambio la encarnación misma de la indiferencia. Los papeles se invirtieron y ella parecía haberle arrebatado lo más importante de su vida.—¿Dónde estuviste todo este tiempo? No te imaginas lo mucho que Erika y yo nos preocupamos por ti, te buscamos por cielo y tierra, no había
Sus manos estaban entrelazadas mientras se adentraban al auto que los llevaría a su nueva casa. Eran oficialmente marido y mujer, era su sueño hecho realidad. Desde que se conocieron, Astoria sabía que sería su esposo y padre de sus hijos.Con cada segundo que pasaba, se sentía la mujer más afortunada del universo, su corazón latía con fuerza al sentir la emoción de su noche de bodas. La mirada que Marcus tenía podría asustar a cualquiera, menos a su esposa, a la mujer que podía ver bondad a través de ese caparazón de hielo.Sabía que se comportaba así por todo el daño que recibió cuando era un niño.Llegaron a casa, sus ojos se posaron sobre él, le dedicó una nueva sonrisa al ser llevada de la mano a la segunda planta de la casa. Una parte de ella sentía que todo estaba yendo de maravilla, como si fuera un cuento de hadas.—Esta será tu habitación a partir de ahora, Astoria —afirmó al dejar la maleta de su esposa justo al frente de la puerta.La sonrisa que llevaba se esfumó por comp
—¡¿Estás loco?! ¡Bájame! —Siguió pataleando con fuerza.Finalmente, Marcus logró controlarla un poco, le puso el cinturón de seguridad. Se encontraba sorprendido por la actitud de su esposa, pensó que el responsable de ese comportamiento fue el alcohol; sin embargo, no bebió demasiado para terminar de esa manera.—¡Tú eres la que enloqueció! ¿Por qué razón MI esposa está en un bar junto con extraños? —Estaba enfurecido, no solo porque ella estuviera en un lugar de esa clase, sino porque lo había estado ignorando las últimas semanas.No lograba soportar que la mujer que estuvo detrás de él desde siempre, de la noche a la mañana, lo tratara como si fuera un completo extraño. No se podía explicar a sí mismo la razón de su molestia, se suponía que solo era su esposa en el papel.¿Y ahora se encontraba haciendo una escena de celos?—No soy tu esposa, Marcus. No soy nada para ti, así que encárgate de tus asuntos, yo me encargaré de los míos. —Su voz era firme, no daría el brazo a torcer.—¿