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Capítulo 12 «Destello de verdad»

La mirada de Marcus demostraba lo confundido que se encontraba en ese preciso momento, ¿por qué ella reaccionaba de esa manera? Tomó un poco de aire, se mantuvo en silencio, tenía mucho que asimilar. Era consciente de que su curiosidad era mucho más grande de lo que imaginaba, deseaba saberlo, tenía el derecho a conocer qué sucedió con su hijo.

Por otro lado, si aceptaba, eso significaba que jamás en su vida podría volver a ver a Astoria, ¿era eso lo que realmente quería?

—¿A qué te refieres con lástima, Astoria? —murmuró con duda luego de unos segundos.

Intentaba darse tiempo a sí mismo para saber qué hacer.

Ella desvió la mirada, esa seguridad que la caracterizaba tambaleaba un poco. Eso que ella tuvo que pasar era horrible, ni siquiera se lo desearía a su peor enemigo, no solo el dolor físico y emocional, sino el hecho de haber sido traicionada por la persona que en su momento le dijo que la amaba.

—¿Desea saber lo que realmente sucedió o prefiere dejarlo atrás donde pertenece? —Sus ojos regresaron a Marcus, el cual solo pudo tragar grueso al sentir el peso de su mirada.

¿Qué debería hacer? No quería que ella se marchara, eso era cierto, pero, ¿qué hacía con esa curiosidad que lo asediaba? Tal vez la única manera era conocer un poco más de ella, quizá alguno de sus amigos tendría el conocimiento de lo que le pasó, así que recurriría con ellos primero, un momento, ¿quiénes eran sus amigos?

—No, dejémoslo así por un tiempo, necesito pensarlo. —Hizo una nueva pausa—. ¿Puedo preguntarte algo más? No creo que tenga relación con nuestro hijo —balbuceó lo último, le costaba imaginar que en otras circunstancias tendrían a un niño o niña de seis años corriendo por toda su casa, su corazón se estrujó al pensarlo.

—Adelante.

—¿Por qué insinuaste que yo me había acostado con Erika? Sabes que no es mi tipo, además… ella… no —Hizo un gesto de desagrado ante tal idea.

—Lo dije, lo supe todo el tiempo, y si no fuera suficiente con eso, las fotografías que enviaste luego de nuestra pelea confirmaron todas mis sospechas. Perfumes de mujer, manchas de labial en la ropa, solo un ciego podría no verlo.

El cuerpo de Marcus se tensó, él jamás se atrevería a hacer algo así, ¿qué ganaría con eso? Erika era su amiga, siempre lo fue, jamás la vio de otra manera. Era una completa tontería que hubiera llegado a ese punto, además, ¿cuándo se atrevió a enviar esas fotografías inexistentes a su esposa?

—Esto es un malentendido. Primero que todo, ella y yo jamás estuvimos juntos; lo otro es que nunca te mandé fotografías de nadie, y tú me bloqueaste sin… sin… razón. —Dejó escapar un poco de aire que le quedaba, su gesto denotaba su confusión.

—¿Sin razón? —Elevó una de sus cejas—. Acabo de decir que recibí esas fotografías y… lo bloqueé —balbuceó el final.

—Y yo jamás vi tales fotografías, ¡ni siquiera existen! A no ser que…

—¿Fuera un montaje? —Se cruzó de brazos, incrédula, pero entre más analizaba el comportamiento de Marcus, más se convencía de que sus palabras eran sinceras.

—Sí, un montaje; sin embargo, ha pasado mucho tiempo para poder saber con seguridad a qué clase de persona se le ocurriría hacer algo así. ¿Por qué desearían arruinar nuestra relación? —susurró con un poco de molestia.

¿Todo eso llegó a terminar por un mero malentendido? La cabeza de Marcus no lograba procesar lo que estaba sucediendo. Todo ese tiempo que perdieron lejos del otro se resumía a una persona malintencionada que destruyó su matrimonio. ¿Quién era esa persona?

—¿De verdad está preguntando eso? —soltó un suspiro agotado.

—Lo siento, esta clase de acertijos no es lo mío.

—Típico hombre —masculló con molestia.

—No creo que este sea el momento para culparme por mi falta de habilidades para solucionar los juegos mentales. Si necesitas decirme algo, hazlo directamente, por favor. Lo único que sé leer entre líneas son los contratos.

—La principal sospechosa es Erika, que desde siempre se esforzó por separarnos, y mira que ahora está siendo casi una copia barata de lo que fui —expuso, intentando ser lo más clara posible.

La boca de Marcus se abrió para intentar refutar; sin embargo, de esta no salió nada. Era una gran probabilidad de que Erika fuera la responsable, pues ¿quién más estaría tan cerca de él como para tener acceso a su dispositivo?

—Sin embargo, Erika no cuenta con las habilidades necesarias para poder hacer un montaje creíble. Me refiero a que si logró engañarte, tuvo que ser un experto en el tema —murmuró pensativo.

Eso era lo que más sentido tenía, era casi imposible que ella lograra hacer un trabajo de esos, así que tenía que haber una persona detrás, una que sí pudiera hacer y deshacer como deseara con el fin de manipular a las personas.

La mirada de Astoria se mantuvo inexpresiva mientras pensaba en una persona que hubiera tenido las habilidades para ser cómplice de Astoria, su mirada se oscureció, su mandíbula se tensó.

—Es él… —masculló, Marcus no logró comprender —. Debí haberlo sabido, siempre fueron ellos dos —Se levantó de repente—. ¡Voy a matar a esa víbora!

Se puso de pie con tanta rapidez que a Marcus le costó detenerla, empleaba toda su fuerza para tratar de hacer que se sentara. No sabía lo que estaba pasando por su cabeza, pero no era una buena forma de reaccionar, incluso si ella podría hacer algo como sentenció.

—Respira, Astoria —rogaba.

Sus manos se aferraban a los brazos de ella, temía que ella pudiera cometer un crimen con la cabeza caliente. Lograba retenerla con demasiada dificultad, una parte de él le indicaba que ella no estaba empleando la totalidad de su fuerza.

»Puedes meterte en problemas si actúas sin pensar. Respira, cálmate, por favor. Vamos a resolver esto de otra manera.

Finalmente, Astoria desistió de ir en busca de Erika, por lo menos en ese instante. Necesitaba aclarar su mente, poder pensar con detenimiento cada uno de sus movimientos. Erika, ella estuvo relacionada con ese ser despreciable que arruinó gran parte de su vida, ese ser que le arrebató la oportunidad de ser madre.

Ambos deberían arder en el infierno, merecían ser torturados en carne, pasar por el mismo infierno que le hicieron vivir.

»Bien hecho, Astoria. Respira —susurró por segunda vez indicándole la manera adecuada para relajarse.

Marcus deseaba saber qué sucedía en su cabeza, si pudiera pagar para leer los pensamientos de Astoria en ese momento, no le importaría quedarse en quiebra.

Ella mencionó a otra persona, a alguien que trabajó en conjunto con Erika. Ambos tenían interés en separarlos, pero ¿quién era ese individuo?

Sus ojos se centraron en ella, la cual apretaba sus puños con fuerza, tanto que sus uñas comenzaron a lastimar su propia piel. En sus ojos había una gran muestra de resentimiento y dolor, combinación que no le agradaba a Marcus, para nada.

—Ella era peor de lo que imaginé, terminé subestimándola, de la misma forma en que ella me subestimó a mí. Pensé dejarla a un lado; sin embargo, no podré descansar en paz si no destruyo su vida por completo. No se imagina cómo.

—¿De qué manera lo harás? —cuestionó asustado—. Te ayudaré.

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