Marcus regresó su mirada a la fotografía. Por más que intentara ver más allá de la silueta, no había nada. Quizá lo que más le serviría sería pedirle a su equipo que hiciera la fotografía más clara, o lo que fuese necesario para poder ver un poco del rostro del hombre.Estaba molesto, irritado, frustrado, todos los sinónimos existentes, no con cualquiera, sino con él mismo. Aún las cosas que su exesposa tuvo que pasar sola, cada una de ellas estaban sumidas en la oscuridad, en el pasado, en ese que ella insistía en esconder para que Marcus lo buscara por sí mismo.—¿Cuál era la razón por la que le costaba abrir su corazón y decirle lo que sucedió? —se preguntó en voz alta.Una cosa era cierta, Marcus no permitiría que los responsables quedaran impunes. Él necesitaba justicia, quería hacer justicia, y eso haría. No importaban los medios que tuviera que emplear para lograrlo.La mente de Marcus trabajaba a mil por hora, con la intención de recordar el rostro del hombre del auto. Si lo r
¿Debería decirle que ya sabía, que conocía el rostro de la persona que la secuestró, el que se alió con Erika para que ambos perdieran a su hijo?El fuerte sonido proveniente de la pantalla, hizo que la atención de Astoria se desviara por unos segundos. Era Marcus el que se encontraba sumido en su mente, ¿cómo no se le ocurrió antes? Todo estaba tan claro, le asustaba lo estúpido que fue todo ese tiempo.Desprotegió a su esposa por esos celos infundados cuando su relación iba mejor que nunca. Ahora debía cargar el peso de sus elecciones, de su ego, de su ignorancia.Sus ojos no se despegaban de Astoria, sintiendo cómo el nudo en su interior crecía cada vez más, cómo la culpa se agolpaba sobre sus hombros, imaginando el dolor que Astoria tuvo que atravesar con sus palabras.—Por favor, perdóname —expuso en un tono suplicante.La veía mientras lo decía y lo repetía para que ella lo escuchara, cuando sus ojos finalmente se encontraron, tomó su mano sin ánimos de soltarla. El desespero y
El llanto de Astoria era ahogado por el pecho de Marcus. Él sentía cómo ella se aferraba a su camisa. Le dolía y le rompía ver la manera en que ella reaccionaba; no sabía qué esperar ni cuál era la razón detrás de todo su dolor.—Yo…—No me digas… —susurró Marcus, uniendo las señales—. Ese idiota, esos bastardos… ¿Ellos acaso…?Ese asentimiento lo rompió por completo. Se aferró con más fuerza a Astoria, al igual que ella a él. Eso lo hacía sentir más y más culpable. Desprotegió a la mujer que amaba, y por su culpa los perdió. Aunque actuó desde la ignorancia, eso no lo hacía menos culpable.»Lo siento, lo siento tanto —decía finalmente, rompiendo en llanto.Se aferraba a ella con miedo de que en cualquier momento pudiera desaparecer. No merecía eso, nadie lo merecía. Se incriminaba por algo de lo que ella solo era una víctima. ¿En qué cabeza cabía eso?Marcus estaba consternado; no sabía cómo reaccionar a esa revelación. ¿De qué manera debería actuar? ¿Cuál era la manera de hacer que
El auto de Marcus se detuvo justo en frente de la agencia, necesitaba hablar con Dean, realmente necesitaba tener información acerca de esos hombres, requería tener todos los datos posibles, poder hacerles pagar cada una de las atrocidades que se hicieron en contra de su exesposa.—¿Qué te trae por aquí, Marcus? —cuestionó él bajando del ring.En ese instante, Dean tenía tantas preocupaciones en la cabeza, pero la que predominaba era acerca de su chica, de esa que estaba corriendo peligro de revivir aquel pasado que tanto quisieron enterrar.—Tengo unas preguntas que hacerle, señor —intentó esconder el gesto de molestia que tenía.No obstante, Dean era un experto en conocer el lenguaje no verbal. No dijo nada, esperaría a que hablara y de esa forma descubriría lo que pasaba en su cabeza.Con un movimiento de cabeza lo invitó a la oficina mientras otro de sus chicos seguían con su entrenamiento. La constancia les permitía alcanzar ese nivel de excelencia por el que sus escoltas se dest
El ramo descendió un poco, revelando el rostro risueño de Marcus. Recordaba que a Astoria le gustaban mucho las rosas, en todas sus formas, tamaños y tonalidades.En su antigua casa, las mesas y esquinas estaban llenas de flores, lo que le daba vida al interior. Además, por ese tiempo, el pasatiempo de Marcus era observarla mientras sembraba o cuidaba de ellas.Una parte de él sabía que a ella le costaría recibir un detalle de esa clase, y mucho menos de uno de sus clientes. Por eso, decidió usar una pequeña excusa para llenarla de flores sin recibir un golpe o amenaza de regreso.—Las vi de camino a casa y pensé que sería lindo añadir algunas a la mesa.Mentiroso, la verdad era que se había pasado por tres floristerías hasta encontrar las flores perfectas para su chica. Decir eso en un momento como ese no le aseguraba tener una buena reacción por parte de Asto.—¿Recuerdas que se te mueren hasta las rosas plásticas? —indagó cruzándose de brazos.—¡Oye! —exclamó a la defensiva. Intent
La mano de Marcus se aproximó a la mejilla de Asto, enjugó un par de lágrimas que ella no sabía que derramaba. La mirada de Marcus le indicaba que todo estaría bien; sin embargo, estaba asustada de que todo se repitiera de una manera tan cruel como la anterior.Le aterraba salir lastimada una vez más.—No tienes que decir nada, Astoria. No permitiré que alguien vuelva a lastimarte.Una pequeña risita escapó de los labios de ella. Era irónico, se suponía que ella era su escolta personal y, ¿él la cuidaría? No estaba convencida de qué clase de broma era esa; sin embargo, el tenerlo al frente, el poder ver en sus ojos esa mirada que tanto extrañó sin ser consciente de eso, todo le daba esperanza de que las cosas mejorarían, la hacía sentir segura.Esa tensión que hubo hace unos instantes se mantenía, sus ojos se encontraban con tal confianza que los labios de Astoria parecían ser un imán para Marcus. No obstante, él conocía la situación en la que ella se encontraba y lo menos que quería
Ambos se encontraban dudando acerca de lo que debían hacer con Erin. Estaba claro que ella era una amenaza si se mantenía cerca, pero al permitirle quedarse, podría ser ese peón que los llevaría directamente a Erika, e incluso a Dimitri.Estaban en un juego de ajedrez, en el que debían fijarse en cada uno de los movimientos de su oponente, la manera en la que razonaba, la clase de decisiones que tomaba y el motivo de cada una de ellas. No podían permitirse errores, tenían que mantener un ojo abierto incluso al dormir.No existía un lugar seguro, solo al lado de su compañero.Marcus se mantuvo en contacto con Dean; debían coordinar los pasos que cada uno daría. No podían pisarse la cola, no podían tomar caminos separados si iban detrás del mismo objetivo: destruirlos.—¿Podría pedirte un favor? —cuestionó Marcus.Debía encontrar la forma de que su escolta se separara de él por un momento, solamente para poder hablar con Dean, tan solo unos minutos; sin embargo, conocía lo terca que era
Un fuerte estallido llenó la habitación, seguido de un gran golpe en el suelo. Coraline no lo dudó por un instante sacando su propia arma. Cuando Astoria la miró, ella se limitó a elevar sus hombros.—Algo me dijo que era de los malos.—Podríamos haberlo atrapado para sacar información, además, ¿qué vamos a hacer con él?—Eh… bueno, no era mala idea interrogarlo, sin embargo, nos apuntó, estaba asustada —mintió descaradamente para evitar ser regañada—. Además, aún podemos sacar información —Mira la ropa del hombre—. Es la misma prenda que se rasgó al entrar.El ceño de Astoria se frunció, debería haberlo sospechado, pero su mente estaba en Erika, ella sería la única tan loca como para hacer que alguien entrara por esa ventana a robar una carpeta que solo ella podría saber que existía a través de Erin.Se acercó para esculcar los bolsillos del sujeto que ya no respiraba más. Encontró su dispositivo y empleó su mano inmóvil para poder desbloquearlo, en las conversaciones se encontraban