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Capítulo 11 «Solo es trabajo»

La ceja de Astoria se enarcó, su mirada se desvió a medida que soltaba una abrupta bocanada de aire. ¿Él creía que solo con eso podría hacer que ella bajara su guardia? Jamás.

Marcus no tenía idea de todo lo que ella tuvo que pasar para poder sacarlo de su corazón, o, por lo menos, para enterrarlo en lo más profundo. No se permitiría volver a lo mismo de antes, las personas cambian, ella lo hizo, de una forma que no le agradaría tener que repetir.

—Por supuesto que no lo hará. Los seres humanos estamos en un constante desarrollo, bueno, la mayoría.

—Astoria…

—Al parecer es necesario que repita esto una vez más, lo nuestro es meramente una relación laboral, no vaya a confundir las cosas; en caso de que sus sentimientos se vean envueltos y esto llegue a afectar mi con mi trabajo, tendré que enviar a uno de mis compañeros para que continúe con esto —expuso con seriedad.

—¿De verdad no sientes nada por mí? —dejó a un lado todos sus archivos para levantarse y caminar en su dirección.

Su mirada estaba centrada en ella, analizaba cada uno de sus gestos, incluso los más pequeños, esos que pasaban desapercibidos a los ojos de la gente común. Se percataba de su frecuencia respiratoria, de sus movimientos, tenía sus ojos en ella.

—Absolutamente.

Sus miradas se encontraron; sin embargo, los ojos de Astoria estaban carentes de cualquier clase de emoción, eran fríos, como si fuera un trozo de iceberg. No había nada en ellos, no cambiaban ni un poco.

Eso lo confundía, se suponía que la Astoria que él conocía se derretiría por tenerlo tan cerca, por una pequeña muestra de cariño. Ahora, lo miraba como si él no fuera nadie, como si casi no existiera.

—¿Qué te pasó? —susurró con un poco de dolor en su voz.

Entre más tiempo pasaba, más se daba cuenta de que esa mujer de la que se enamoró ya no existía.

—Tú.

Esa fue la primera vez desde que se conocieron en la que ella hablaba de una manera medianamente informal, no lo trató de «usted», sin embargo, eso logró hacer que su corazón se desesperara por intentar obtener las respuestas a sus interrogantes.

—¿Yo? —Confundido—, ¿qué fue lo que hice?

—No solo lo que hiciste, sino, lo que no llegaste a hacer —Aclaró su garganta—. Mantendremos esto como se supone, señor.

Parpadeó un par de veces, intentaba asimilar el comportamiento de su exesposa, ella lo acusaba de haber hecho y no haberlo hecho, ¿qué clase de acertijo era ese? ¡Él solamente se dedicó a amarla, hasta que ella desapareció y regresó sin su hijo, ¡ella fue la que terminó con la vida de ese pequeño! ¡¿por qué ahora sería su culpa?!

Soltó una bocanada de aire y retrocedió con brusquedad, no le agradaba nada recordar ese tema, eso empañaba la imagen que él tenía de su adorable Astoria, de esa mujer que lo enamoró, que caló hasta sus huesos para hacerle ver lo valiosa que era.

¿Por qué sus emociones se estaban mezclando tanto? ¿Por qué tenía que ser de esa manera?

—¿Yo? —Se señaló—. ¿Debo recordarte que yo no maté a nuestro hijo? —Soltó de repente.

Esa fue una de las pocas veces que vio que la mirada de Astoria cambió, por fin estaba viendo una emoción en sus ojos, pero esta era una mezcla entre ira y dolor.

—¿Está insinuando que fui yo?

—Lo hago.

Astoria desvió su mirada esbozando una sonrisa incrédula, luego, sus ojos se oscurecieron una vez más, mucho más de lo que Marcus llegó a ver. Sus pasos se acercaron de una manera amenazante y aterradora a él, al cual no le quedó más opción que retroceder e intentar cubrir su cuerpo con sus brazos.

Él terminó acorralado contra una pared, su cuello fue tomado con fuerza por Astoria, el aire estaba atorándose en su garganta.

—No vuelva a mencionar a mi hijo. No vuelva a mencionar ese pasado, ni que llegamos a estar juntos, ¿quiere saberlo? Yo no lo maté y es uno de los episodios que quiero borrar de mi mente, por desgracia cada vez que lo veo recuerdo todo lo que tuve que pasar mientras usted se revolcaba con su amiga.

Su agarre se suelta de repente haciendo que este se recargue más en la pared para recuperar el aire, sus manos son llevadas al cuello, su respiración estaba agitada, su mente nublada. ¿A qué se refería a que él se estuvo revolcando con Erika?, ¿qué quería decir con que… ella no abortó?

—Astoria…

—¿Va a desgastar mi nombre? Olvídelo, esto es solo un trabajo. Apenas lo termine, desapareceré de su vida y no volveremos a vernos —aclaró regresando a su posición original.

—Debes decirme qué pasó con él.

—¿Debo? —elevó su ceja a manera de burla.

La puerta se abrió revelando a la asistente que llevó la mirada del uno al otro con confusión.

—Señor, la reunión está a punto de comenzar —informó y se marchó aún más desconcertada.

—No creas que hemos dejado este tema atrás, Astoria. Es algo que me concierne saber en profundidad.

Lo ignoró, no quería tener nada que ver con él, deseaba olvidar ese asunto. Ella no tenía nada que decirle, sus caminos se separaron hace mucho tiempo atrás. Ya no significa nada, no es más que un simple cliente.

Se encaminaron a la reunión, ella se mantenía en su posición, su mente divagaba en lo que sucedió. Era consciente de que no podía escapar de su pasado por mucho tiempo, por más que luchara.

Estaba claro que, desde otra perspectiva, Marcus tenía el derecho de saber lo que sucedió con su hijo, pero no tenía nada que ver con ella.

La reunión se extendió bastante. Astoria no bajaba la guardia, cumplía con su deber de guardaespaldas; eso no significaba que estuviera buscando la manera en zafarse de su obligación de hablar.

Al terminar, ella esperaba a que Marcus saliera de la sala para seguirlo como es su costumbre, su postura es imponente. El hecho de que su director ejecutivo tuviera una escolta personal se les hacía extraño a todos, ninguno de ellos sabía que ella era su exesposa, o del caso contrario las cosas se pondrían mucho más incómodas para todos.

»Recuerda que tenemos una conversación pendiente —anunció apenas se cerró la puerta detrás de ellos.

—Tiene derecho a saberlo, es su decisión, pero yo pondré las condiciones para hacerlo.

—Adelante, ¿cuáles son? —dijo con un tinte de esperanza.

—Que cuando lo haga, enviaré a uno de mis compañeros para que me reemplace.

—¿Qué quieres decir con eso? —desconcertado.

—Que me iré, no quiero ni necesito la lástima de alguien.

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