La ceja de Astoria se enarcó, su mirada se desvió a medida que soltaba una abrupta bocanada de aire. ¿Él creía que solo con eso podría hacer que ella bajara su guardia? Jamás.
Marcus no tenía idea de todo lo que ella tuvo que pasar para poder sacarlo de su corazón, o, por lo menos, para enterrarlo en lo más profundo. No se permitiría volver a lo mismo de antes, las personas cambian, ella lo hizo, de una forma que no le agradaría tener que repetir.
—Por supuesto que no lo hará. Los seres humanos estamos en un constante desarrollo, bueno, la mayoría.
—Astoria…
—Al parecer es necesario que repita esto una vez más, lo nuestro es meramente una relación laboral, no vaya a confundir las cosas; en caso de que sus sentimientos se vean envueltos y esto llegue a afectar mi con mi trabajo, tendré que enviar a uno de mis compañeros para que continúe con esto —expuso con seriedad.
—¿De verdad no sientes nada por mí? —dejó a un lado todos sus archivos para levantarse y caminar en su dirección.
Su mirada estaba centrada en ella, analizaba cada uno de sus gestos, incluso los más pequeños, esos que pasaban desapercibidos a los ojos de la gente común. Se percataba de su frecuencia respiratoria, de sus movimientos, tenía sus ojos en ella.
—Absolutamente.
Sus miradas se encontraron; sin embargo, los ojos de Astoria estaban carentes de cualquier clase de emoción, eran fríos, como si fuera un trozo de iceberg. No había nada en ellos, no cambiaban ni un poco.
Eso lo confundía, se suponía que la Astoria que él conocía se derretiría por tenerlo tan cerca, por una pequeña muestra de cariño. Ahora, lo miraba como si él no fuera nadie, como si casi no existiera.
—¿Qué te pasó? —susurró con un poco de dolor en su voz.
Entre más tiempo pasaba, más se daba cuenta de que esa mujer de la que se enamoró ya no existía.
—Tú.
Esa fue la primera vez desde que se conocieron en la que ella hablaba de una manera medianamente informal, no lo trató de «usted», sin embargo, eso logró hacer que su corazón se desesperara por intentar obtener las respuestas a sus interrogantes.
—¿Yo? —Confundido—, ¿qué fue lo que hice?
—No solo lo que hiciste, sino, lo que no llegaste a hacer —Aclaró su garganta—. Mantendremos esto como se supone, señor.
Parpadeó un par de veces, intentaba asimilar el comportamiento de su exesposa, ella lo acusaba de haber hecho y no haberlo hecho, ¿qué clase de acertijo era ese? ¡Él solamente se dedicó a amarla, hasta que ella desapareció y regresó sin su hijo, ¡ella fue la que terminó con la vida de ese pequeño! ¡¿por qué ahora sería su culpa?!
Soltó una bocanada de aire y retrocedió con brusquedad, no le agradaba nada recordar ese tema, eso empañaba la imagen que él tenía de su adorable Astoria, de esa mujer que lo enamoró, que caló hasta sus huesos para hacerle ver lo valiosa que era.
¿Por qué sus emociones se estaban mezclando tanto? ¿Por qué tenía que ser de esa manera?
—¿Yo? —Se señaló—. ¿Debo recordarte que yo no maté a nuestro hijo? —Soltó de repente.
Esa fue una de las pocas veces que vio que la mirada de Astoria cambió, por fin estaba viendo una emoción en sus ojos, pero esta era una mezcla entre ira y dolor.
—¿Está insinuando que fui yo?
—Lo hago.
Astoria desvió su mirada esbozando una sonrisa incrédula, luego, sus ojos se oscurecieron una vez más, mucho más de lo que Marcus llegó a ver. Sus pasos se acercaron de una manera amenazante y aterradora a él, al cual no le quedó más opción que retroceder e intentar cubrir su cuerpo con sus brazos.
Él terminó acorralado contra una pared, su cuello fue tomado con fuerza por Astoria, el aire estaba atorándose en su garganta.
—No vuelva a mencionar a mi hijo. No vuelva a mencionar ese pasado, ni que llegamos a estar juntos, ¿quiere saberlo? Yo no lo maté y es uno de los episodios que quiero borrar de mi mente, por desgracia cada vez que lo veo recuerdo todo lo que tuve que pasar mientras usted se revolcaba con su amiga.
Su agarre se suelta de repente haciendo que este se recargue más en la pared para recuperar el aire, sus manos son llevadas al cuello, su respiración estaba agitada, su mente nublada. ¿A qué se refería a que él se estuvo revolcando con Erika?, ¿qué quería decir con que… ella no abortó?
—Astoria…
—¿Va a desgastar mi nombre? Olvídelo, esto es solo un trabajo. Apenas lo termine, desapareceré de su vida y no volveremos a vernos —aclaró regresando a su posición original.
—Debes decirme qué pasó con él.
—¿Debo? —elevó su ceja a manera de burla.
La puerta se abrió revelando a la asistente que llevó la mirada del uno al otro con confusión.
—Señor, la reunión está a punto de comenzar —informó y se marchó aún más desconcertada.
—No creas que hemos dejado este tema atrás, Astoria. Es algo que me concierne saber en profundidad.
Lo ignoró, no quería tener nada que ver con él, deseaba olvidar ese asunto. Ella no tenía nada que decirle, sus caminos se separaron hace mucho tiempo atrás. Ya no significa nada, no es más que un simple cliente.
Se encaminaron a la reunión, ella se mantenía en su posición, su mente divagaba en lo que sucedió. Era consciente de que no podía escapar de su pasado por mucho tiempo, por más que luchara.
Estaba claro que, desde otra perspectiva, Marcus tenía el derecho de saber lo que sucedió con su hijo, pero no tenía nada que ver con ella.
La reunión se extendió bastante. Astoria no bajaba la guardia, cumplía con su deber de guardaespaldas; eso no significaba que estuviera buscando la manera en zafarse de su obligación de hablar.
Al terminar, ella esperaba a que Marcus saliera de la sala para seguirlo como es su costumbre, su postura es imponente. El hecho de que su director ejecutivo tuviera una escolta personal se les hacía extraño a todos, ninguno de ellos sabía que ella era su exesposa, o del caso contrario las cosas se pondrían mucho más incómodas para todos.
»Recuerda que tenemos una conversación pendiente —anunció apenas se cerró la puerta detrás de ellos.
—Tiene derecho a saberlo, es su decisión, pero yo pondré las condiciones para hacerlo.
—Adelante, ¿cuáles son? —dijo con un tinte de esperanza.
—Que cuando lo haga, enviaré a uno de mis compañeros para que me reemplace.
—¿Qué quieres decir con eso? —desconcertado.
—Que me iré, no quiero ni necesito la lástima de alguien.
La mirada de Marcus demostraba lo confundido que se encontraba en ese preciso momento, ¿por qué ella reaccionaba de esa manera? Tomó un poco de aire, se mantuvo en silencio, tenía mucho que asimilar. Era consciente de que su curiosidad era mucho más grande de lo que imaginaba, deseaba saberlo, tenía el derecho a conocer qué sucedió con su hijo.Por otro lado, si aceptaba, eso significaba que jamás en su vida podría volver a ver a Astoria, ¿era eso lo que realmente quería?—¿A qué te refieres con lástima, Astoria? —murmuró con duda luego de unos segundos.Intentaba darse tiempo a sí mismo para saber qué hacer.Ella desvió la mirada, esa seguridad que la caracterizaba tambaleaba un poco. Eso que ella tuvo que pasar era horrible, ni siquiera se lo desearía a su peor enemigo, no solo el dolor físico y emocional, sino el hecho de haber sido traicionada por la persona que en su momento le dijo que la amaba.—¿Desea saber lo que realmente sucedió o prefiere dejarlo atrás donde pertenece? —Su
Casarte con la persona que amas, es un castigo cuando ella no te ama de regreso.Esa fue la realidad de Astoria durante un largo tiempo.Desde que se conocieron, los ojos de Astoria se fijaron en Marcus, ese chico que se convirtió en su primer amor, ese que le permitía amarlo sin darle nada más que indiferencia a cambio. Enterarse de que sus padres arreglaron su matrimonio años después, fue un golpe demasiado bajo para él.No la amaba.Estaba harto de sus intentos de complacerlo.Todas sus ideas, todo su desprecio, cambiaron cuando supo que podía perderla. El desprecio que sentía por ella cambió al intentar conocerla.Pero la vida no es un cuento de hadas, la mujer que comenzó a amar dejó de existir, teniendo a cambio la encarnación misma de la indiferencia. Los papeles se invirtieron y ella parecía haberle arrebatado lo más importante de su vida.—¿Dónde estuviste todo este tiempo? No te imaginas lo mucho que Erika y yo nos preocupamos por ti, te buscamos por cielo y tierra, no había
Sus manos estaban entrelazadas mientras se adentraban al auto que los llevaría a su nueva casa. Eran oficialmente marido y mujer, era su sueño hecho realidad. Desde que se conocieron, Astoria sabía que sería su esposo y padre de sus hijos.Con cada segundo que pasaba, se sentía la mujer más afortunada del universo, su corazón latía con fuerza al sentir la emoción de su noche de bodas. La mirada que Marcus tenía podría asustar a cualquiera, menos a su esposa, a la mujer que podía ver bondad a través de ese caparazón de hielo.Sabía que se comportaba así por todo el daño que recibió cuando era un niño.Llegaron a casa, sus ojos se posaron sobre él, le dedicó una nueva sonrisa al ser llevada de la mano a la segunda planta de la casa. Una parte de ella sentía que todo estaba yendo de maravilla, como si fuera un cuento de hadas.—Esta será tu habitación a partir de ahora, Astoria —afirmó al dejar la maleta de su esposa justo al frente de la puerta.La sonrisa que llevaba se esfumó por comp
—¡¿Estás loco?! ¡Bájame! —Siguió pataleando con fuerza.Finalmente, Marcus logró controlarla un poco, le puso el cinturón de seguridad. Se encontraba sorprendido por la actitud de su esposa, pensó que el responsable de ese comportamiento fue el alcohol; sin embargo, no bebió demasiado para terminar de esa manera.—¡Tú eres la que enloqueció! ¿Por qué razón MI esposa está en un bar junto con extraños? —Estaba enfurecido, no solo porque ella estuviera en un lugar de esa clase, sino porque lo había estado ignorando las últimas semanas.No lograba soportar que la mujer que estuvo detrás de él desde siempre, de la noche a la mañana, lo tratara como si fuera un completo extraño. No se podía explicar a sí mismo la razón de su molestia, se suponía que solo era su esposa en el papel.¿Y ahora se encontraba haciendo una escena de celos?—No soy tu esposa, Marcus. No soy nada para ti, así que encárgate de tus asuntos, yo me encargaré de los míos. —Su voz era firme, no daría el brazo a torcer.—¿
Los días pasaron sin que Marcus obtuviera alguna señal de Astoria, no sabía si se encontraba bien o si decidió regresar al lado de sus padres. La casa se sentía completamente vacía sin ella dentro; regresar era una verdadera pesadilla al saber que su esposa no estaría cuando volviera, con esa sonrisa de la que se enamoró.Se armó de valor, hizo lo que tanto deseó hacer durante todos esos días: llamar a sus suegros.La idea de hacerlo le revolvía el estómago a causa de los nervios. Ellos amaban a su hija, harían lo que fuera por ella, incluso, forzarlo a firmar un divorcio que la haría finalmente libre de él. Pero no quería eso, quería a Astoria a su lado.Mientras hablaba con ellos se percató de que no sabían nada de ella que le fuera útil, ni siquiera que pasó casi una semana desde que no regresó a casa. Su mayor miedo comenzó a hacerse palpable. ¿Le sucedió algo?—¿Tienes noticias de Astoria? —indagó Erika en un susurro, sentándose en el sofá.—No hay nada de ella —se giró para tene
La sonrisa se esfumó de su rostro, su corazón se detuvo por unos instantes. ¿Escuchó bien? ¿Su bebé ya no estaba? Podría oírse a la perfección el sonido de su corazón rompiéndose, dividiéndose en miles de pedacitos, pulverizándose.—¿A qué te refieres, Astoria? —Se atrevió a preguntar luego de unos segundos.Se mantenía aún tan distante, tan fría que no parecía ser ella misma, sino una copia barata sin ningún tipo de emociones. El desespero comenzó a crecer en el interior de Marcus. Su esposa no le estaba dando ninguna respuesta, no parecía siquiera que todo eso le importara o le hubiera afectado.»Por favor, respóndeme, necesito saberlo. Merezco saber qué pasó con mi hijo —habló con desespero.Sus palabras eran más una súplica que cualquier otra cosa.—Ya no existe —murmuró con una aparente indiferencia.—Astoria… ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste con nuestro hijo? —Ella enmudeció—. Dime que es una broma, hazlo, por favor. Dime que fue simplemente un error, una broma de mal gusto, y que vam
Seis años despuésLos flashes de las cámaras enceguecían a Marcus, tanto que le impedían observar el camino que tomaba.A su lado y como una especie de garrapata, estaba su asistente, aquella chica que no desaprovecharía en lo más mínimo la oportunidad de acercarse a este aclamado empresario. Le daba curiosidad su pasado, ese que lo transformó en ese sujeto frío y calculador.Los medios deseaban conocer la clave del éxito detrás de Marcus; su respuesta era simple: Trabajo duro. Él no permitía fallas y deseaba que todo saliera cada vez mejor. El último mes había despedido a quince de sus empleados y llegar tarde no era una opción.«Detrás de cada persona exitosa, se encuentra alguien que lo impulsa hacia delante», era aquello que siempre y sin excepción escuchaba en las entrevistas.¿Cómo podría decirles que la única razón que tenía era querer mantener su mente ocupada? Por supuesto, no lo haría, porque ni él mismo conocía su condición.•••En un lugar distante, los gritos llenos de fu
Marcus regresó a su departamento, sin saber que le esperarían un par de sorpresas, pues algunas muchachas habían dejado detalles para él, junto con numerosas cartas que, al igual que las anteriores no leería.«¿Por qué estas estudiantes actúan de esta forma tan infantil? Deberían enviaré esto a alguna estrella de cine o cantante ¿Por qué se lo enviarían a un empresario?», se preguntaba constantemente mientras tomaba estas entre sus manos y entraba a su hogar para dejarlas junto al otro montón.—Si yo hubiese querido recibir tanta atención, me hubiera convertido en cantante —susurró dejando su saco en el perchero.Su mirada recorrió la habitación, notó que un par de cosas estaban fuera de lugar. En su casa, todo tenía su lugar específico y nunca dejaba los objetos que utilizaba fuera de su punto predestinado.Una silueta extraña cruzó por entre la cocina logrando espantar a este no tan medroso sujeto.—¿Quién anda ahí? —preguntó acercándose a encender la luz de aquella sección, cuando