—Sí, ha pasado mucho tiempo. Veo que le ha ido muy bien —expuso con formalidad, aclarando su garganta.
En todo ese tiempo imaginó que sus caminos nunca volverían a encontrarse. Esa era la razón por la que ella, de manera inconsciente, estaba obsesionada con el trabajo, no pensó que ese mismo fuera el que la llevara de regreso a su encuentro.
»Dean me asignó para ser su guardaespaldas personal. Aquí hay dos copias de posibles acuerdos a los que podamos llegar, estoy aquí para responder cada una de sus dudas— comentó extendiendo el portafolio en el que los llevaba.
—¿Guardaespaldas? —preguntó extrañado.
No era la chica que había dejado atrás hace algún tiempo. La Astoria que él conoció detestaba tener que usar la fuerza para resolver algún conflicto, además de que no le gustaba lucir para nada desaliñada.
Ella, sin darle importancia a su tono de voz, asintió. Al parecer era un enorme cambio para Marcus el ver a su exesposa con una profesión diferente a la que había ejercido en los escasos meses de matrimonio que llevaron.
—Han sido seis años, es común que tenga esa reacción al verme —recalcó la castaña manteniendo el clima profesional que deseaba—. Dígame, ¿cuál es el motivo por el que solicitó el servicio de escolta personal? —indagó. Necesitaban saber cuál era el motivo, debían saber de qué se cuidarían.
—¿Por qué eres guardaespaldas? —cuestionó sin salir de su trance al ver que su delicada esposa empleaba ahora la fuerza para trabajar
Lo ignoró, no deseaba tocar temas personales en ese momento, menos con él, que a sus ojos era un completo extraño.
»¿Aprendiste a usar armas? —Insistió y ladeó la cabeza y decía lo primero que se le ocurría.
Estaba nervioso, nervioso por encontrarse a la mujer que aún amaba y ver que el tiempo había hecho enormes cambios en ella.
—No creo que sea conveniente responder aquellas preguntas. —expuso Astoria intentando llevar el tema una vez más a dónde quería—. De casualidad, ¿tiene alguna duda de mis capacidades? ¿O piensa que una mujer no puede hacer un buen trabajo? —cuestionó rememorando las palabras que sus primeros clientes le habían hecho.
Al parecer, los hombres tenían grabada en sus cabezas la errónea idea de que las mujeres no podrían ejecutar ninguna tarea que necesitara de fuerza. Aunque, Astoria prefería mil veces usar su cerebro, era consciente de que siempre se necesitarían ambas.
—No exactamente la razón debe de ser que eres mujer, sino, porque te conocí y no podías destapar un frasco de jalea, soy testigo de ello —confesó el mayor desviando levemente su mirada.
La presencia de Astoria aún le ponía nervioso y más ahora.
—No lo hacía porque no pudiera, sino… porque quería que mi esposo lo hiciera —aclaró con suma obviedad—. Veo que sigue siendo el mismo que no capta las indirectas. Es importante que se sienta seguro con el escolta que elija, podría, simplemente, hacer una prueba conmigo. Si paso, en ese caso, me quedaré a su servicio y, si no, le contactaré con otro de mis compañeros, uno que sea hombre, alto y fornido —dijo ella con un sutil tono de burla.
—Me parece bien, podrás iniciar cuando gustes —una sonrisa ladina se posó en su rostro.
No quería saber cuáles eran las capacidades de Astoria, solo quería tenerla cerca.
Que se marchara sin poder verla una vez más, no le gustaba, no deseaba dejar que se fuera, no otra vez.
Astoria se dedicó a explicarle la diferencia entre los dos contratos que trajo, si bien Marcus no le prestó ni un poco de atención a lo que decía, terminó usando a vieja confiable: ¿Cuál es la que me recomiendas?
Poco le importaba el costo de sus servicios, deseaba tenerla a su lado una vez más, las veinticuatro horas, los siete días de la semana. La idea de estar con ella le producía esa sensación cálida en su interior que tanto extrañó.
—Bien, en ese caso, tenemos un trato, señor Thompson —Se puso de pie con una pequeña sonrisa.
Ella deseaba darle el trabajo a otra persona; sin embargo, sabía perfectamente que eso era solamente trabajo, quería probarse para saber hasta qué punto llegaría, qué era lo que la vida quería.
—Un momento, le dije a su jefe que comenzaría inmediatamente.
Eso era, no dejaría que se fuera, nunca más.
»Bienvenida a mi hogar —dijo finalmente al abrir la puerta.
La mirada inquisitiva de Astoria viaja de un lado a otro, no puede pasar por alto nada. No había lugar para equivocaciones, eso era lo que la hacía estar entre una de las mujeres.
—Si no le importa, haré una pequeña revisión —expuso abriéndose paso por cada uno de los rincones y habitaciones.
Esa era también su manera para conocer el lugar, para habituarse a él. En caso de que alguien intente infiltrarse en casa, tendrá el conocimiento para detenerlo o saber en dónde buscar. Mientras ella se adentraba a una de las habitaciones, otra de las chicas que acostumbraban a acosarlo salió de detrás de la puerta y se abalanzó sobre él.
—¿Ella es su esposa? —cuestionó la chica observando a la fotografía que Marcus aún mantenía en la pared.
—Le pido que, por favor, salga —señaló la puerta.
—¿O tendré problemas con ella? —se burló—. No creo que ella sea celosa, podría compartirlo… —Dio unos pasos en su dirección, para acercarse aún más—, no tengo problemas en compartirlo solo por una noche.
—No tiene nada que ver con una cuestión de celos.
No importó lo mucho que Marcus le decía, ella estaba decidida a dar un paso más, para poder decirles a sus amigas que les ganó, que obtuvo lo que muchas de sus compañeras deseaban: Una noche en la cama de Marcus.
Los brazos de ella se elevaron con la intención de rodear al hombre por el cuello, mas el carraspeo y el peso de la presencia de Astoria provocaron que ella se paralizara por completo.
—Cinco pasos para atrás —ordenó con firmeza.
Retrocedió, era lo único que podía hacer en ese momento. La voz de Astoria no hacía juego para la imagen que estaba en la pared. Era aterradora, como si hubiera salido del mismo infierno.
—Solo era una broma —intentó excusarse.
—Invadir propiedad privada, es un delito. Eso me da la potestad de emplear la fuerza sin ninguna repercusión legal, así que le pido que se marche. Del caso contrario, espero que tenga un buen seguro médico.
Marcus tragó grueso al ver que la chica se marchaba sin decir nada, sin refutar. Estaba convencido de que luchaba para no ver a Astoria a la cara. Estaba haciendo un gran trabajo, incluso él mismo estaba aterrado.
—El resto de las instalaciones están vacías —la mirada de Marcus no se despegaba de ella—. ¿Tengo algo en la cara? ¿Sucedió algo?
—No, no, nada, ni una sola pregunta, todo está perfectamente —soltó casi en una sola línea.Ahora está más que claro: ella no era la misma mujer con la que contrajo matrimonio años atrás. Algo cambió en su interior, ni siquiera tenía idea de qué cosa podría haber sido. Ya no solo deseaba tenerla a su lado las veinticuatro horas del día, sino descubrir qué fue la que la volvió quien era.—Lo dejaré pasar, aunque no suene muy convencido —se aseguró de que la muchacha se hubiera marchado del departamento—. Parece que no volverá en un largo tiempo, eso me lleva a cuestionarme: ¿qué acabó de pasar?Debía admitirlo, era la primera vez que veí
—La misma que calza y viste. Ha pasado mucho tiempo, Erika. Me sorprende que sigas luciendo tan… —La mira de pies a cabeza—. Tan tú.—Me gustaría decir lo mismo de ti, pero luces muy diferente a la Astoria que vi por última vez en casa de Marcus. No pareces tan…—¿Demacrada? —Sonrió—. Es una suerte que no lo parezca más, y… —mira a Marcus—, no vayas a malinterpretar las cosas, es solo una relación laboral, tienes el camino despejado para que sigas intentando eso que haces.—¿Qué estoy haciendo? —rio fingiendo desentendimiento.—Intentar reemplazarme. No creas que pasa desapercibido la clase de perfume que usas, ni la
La ceja de Astoria se enarcó, su mirada se desvió a medida que soltaba una abrupta bocanada de aire. ¿Él creía que solo con eso podría hacer que ella bajara su guardia? Jamás.Marcus no tenía idea de todo lo que ella tuvo que pasar para poder sacarlo de su corazón, o, por lo menos, para enterrarlo en lo más profundo. No se permitiría volver a lo mismo de antes, las personas cambian, ella lo hizo, de una forma que no le agradaría tener que repetir.—Por supuesto que no lo hará. Los seres humanos estamos en un constante desarrollo, bueno, la mayoría.—Astoria…—Al parecer es necesario que repita esto una vez más, lo nuestro es meramente una relación laboral, no vaya a confundir las cosas; en caso de que sus sentimientos se vean envueltos y esto llegue a afectar mi con mi trabajo, tendré que enviar a uno de mis compañeros para que continúe con esto —expuso con seriedad.—¿De verdad no sientes nada por mí? —dejó a un lado todos sus archivos para levantarse y caminar en su dirección.Su mi
La mirada de Marcus demostraba lo confundido que se encontraba en ese preciso momento, ¿por qué ella reaccionaba de esa manera? Tomó un poco de aire, se mantuvo en silencio, tenía mucho que asimilar. Era consciente de que su curiosidad era mucho más grande de lo que imaginaba, deseaba saberlo, tenía el derecho a conocer qué sucedió con su hijo.Por otro lado, si aceptaba, eso significaba que jamás en su vida podría volver a ver a Astoria, ¿era eso lo que realmente quería?—¿A qué te refieres con lástima, Astoria? —murmuró con duda luego de unos segundos.Intentaba darse tiempo a sí mismo para saber qué hacer.Ella desvió la mirada, esa seguridad que la caracterizaba tambaleaba un poco. Eso que ella tuvo que pasar era horrible, ni siquiera se lo desearía a su peor enemigo, no solo el dolor físico y emocional, sino el hecho de haber sido traicionada por la persona que en su momento le dijo que la amaba.—¿Desea saber lo que realmente sucedió o prefiere dejarlo atrás donde pertenece? —Su
Casarte con la persona que amas, es un castigo cuando ella no te ama de regreso.Esa fue la realidad de Astoria durante un largo tiempo.Desde que se conocieron, los ojos de Astoria se fijaron en Marcus, ese chico que se convirtió en su primer amor, ese que le permitía amarlo sin darle nada más que indiferencia a cambio. Enterarse de que sus padres arreglaron su matrimonio años después, fue un golpe demasiado bajo para él.No la amaba.Estaba harto de sus intentos de complacerlo.Todas sus ideas, todo su desprecio, cambiaron cuando supo que podía perderla. El desprecio que sentía por ella cambió al intentar conocerla.Pero la vida no es un cuento de hadas, la mujer que comenzó a amar dejó de existir, teniendo a cambio la encarnación misma de la indiferencia. Los papeles se invirtieron y ella parecía haberle arrebatado lo más importante de su vida.—¿Dónde estuviste todo este tiempo? No te imaginas lo mucho que Erika y yo nos preocupamos por ti, te buscamos por cielo y tierra, no había
Sus manos estaban entrelazadas mientras se adentraban al auto que los llevaría a su nueva casa. Eran oficialmente marido y mujer, era su sueño hecho realidad. Desde que se conocieron, Astoria sabía que sería su esposo y padre de sus hijos.Con cada segundo que pasaba, se sentía la mujer más afortunada del universo, su corazón latía con fuerza al sentir la emoción de su noche de bodas. La mirada que Marcus tenía podría asustar a cualquiera, menos a su esposa, a la mujer que podía ver bondad a través de ese caparazón de hielo.Sabía que se comportaba así por todo el daño que recibió cuando era un niño.Llegaron a casa, sus ojos se posaron sobre él, le dedicó una nueva sonrisa al ser llevada de la mano a la segunda planta de la casa. Una parte de ella sentía que todo estaba yendo de maravilla, como si fuera un cuento de hadas.—Esta será tu habitación a partir de ahora, Astoria —afirmó al dejar la maleta de su esposa justo al frente de la puerta.La sonrisa que llevaba se esfumó por comp
—¡¿Estás loco?! ¡Bájame! —Siguió pataleando con fuerza.Finalmente, Marcus logró controlarla un poco, le puso el cinturón de seguridad. Se encontraba sorprendido por la actitud de su esposa, pensó que el responsable de ese comportamiento fue el alcohol; sin embargo, no bebió demasiado para terminar de esa manera.—¡Tú eres la que enloqueció! ¿Por qué razón MI esposa está en un bar junto con extraños? —Estaba enfurecido, no solo porque ella estuviera en un lugar de esa clase, sino porque lo había estado ignorando las últimas semanas.No lograba soportar que la mujer que estuvo detrás de él desde siempre, de la noche a la mañana, lo tratara como si fuera un completo extraño. No se podía explicar a sí mismo la razón de su molestia, se suponía que solo era su esposa en el papel.¿Y ahora se encontraba haciendo una escena de celos?—No soy tu esposa, Marcus. No soy nada para ti, así que encárgate de tus asuntos, yo me encargaré de los míos. —Su voz era firme, no daría el brazo a torcer.—¿
Los días pasaron sin que Marcus obtuviera alguna señal de Astoria, no sabía si se encontraba bien o si decidió regresar al lado de sus padres. La casa se sentía completamente vacía sin ella dentro; regresar era una verdadera pesadilla al saber que su esposa no estaría cuando volviera, con esa sonrisa de la que se enamoró.Se armó de valor, hizo lo que tanto deseó hacer durante todos esos días: llamar a sus suegros.La idea de hacerlo le revolvía el estómago a causa de los nervios. Ellos amaban a su hija, harían lo que fuera por ella, incluso, forzarlo a firmar un divorcio que la haría finalmente libre de él. Pero no quería eso, quería a Astoria a su lado.Mientras hablaba con ellos se percató de que no sabían nada de ella que le fuera útil, ni siquiera que pasó casi una semana desde que no regresó a casa. Su mayor miedo comenzó a hacerse palpable. ¿Le sucedió algo?—¿Tienes noticias de Astoria? —indagó Erika en un susurro, sentándose en el sofá.—No hay nada de ella —se giró para tene