—No, no, nada, ni una sola pregunta, todo está perfectamente —soltó casi en una sola línea.
Ahora está más que claro: ella no era la misma mujer con la que contrajo matrimonio años atrás. Algo cambió en su interior, ni siquiera tenía idea de qué cosa podría haber sido. Ya no solo deseaba tenerla a su lado las veinticuatro horas del día, sino descubrir qué fue la que la volvió quien era.
—Lo dejaré pasar, aunque no suene muy convencido —se aseguró de que la muchacha se hubiera marchado del departamento—. Parece que no volverá en un largo tiempo, eso me lleva a cuestionarme: ¿qué acabó de pasar?
Debía admitirlo, era la primera vez que veía algo así en alguien que no era para nada famoso, es decir, no era actor, cantante, príncipe. ¿Qué era lo que esas mocosas veían en él para intentar meterse en su cama? ¿Era una clase de premio por lo reservado que se veía?
Astoria reflexionaba sobre los problemas mentales que esas chicas seguramente tendrían, además de la vergüenza que les produciría a sus padres conocer las andanzas de esas mocosas que lo único que deseaban era venderse para llamar la atención de un hombre.
Era una lástima que la juventud se estuviera marchitando de esa manera. ¿Por qué no valorar sus cuerpos?
—Estoy, estoy convencido. Todo está bien, solo que me sorprende el cambio tan grande que tuviste al paso de los años, de verdad. Es como si no hubiera rastro de la mujer que conocí.
—Gracias, me esforcé para borrar cada una de sus huellas en mí —expuso con seriedad—. Las personas cambian, Marcus, lo hacen todo el tiempo, solo que a unas les tocó cambiar por la fuerza, así que aprecio bastante que lo note.
—¿Qué te llevó a cambiar tanto? —se atrevió a preguntar.
—Usted, y… otras circunstancias que no creo necesarias comentar, solo lo saben mis personas de confianza.
—¿No confías en mí?
—¿Por qué debería?
Bien, eso dolió, le dolió más de lo que esperaba, él ni siquiera sabía en qué estaba pensando, si los años que pasaron hicieron que se convirtieron en completos desconocidos. Nada más quería acercarse, encontrar la manera de poder tener una nueva conexión con Astoria, de poder tenerla una vez más entre sus brazos.
Sin embargo, parecía como si hubiera una gran pared de concreto entre ellos, no había forma en la que pudiera escalarla o siquiera rodearla. ¿Qué sucedió con Astoria? ¿Por qué sus ojos no brillaban de la misma manera que antes?
—Sí, tienes razón —intentó esconder la decepción de su voz.
—Déjeme recordarle que nuestra relación actual es meramente laboral, cumpliré mi trabajo y luego me iré. No hay nada más que nos relacione, todos los lazos se cortaron hace muchos años, así que, mantenga su distancia.
—Pero…
—No me importa su manera de superar u olvidar su pasado, ni siquiera que aún tenga esa fotografía en la pared. Lo único que me importa es mantener el pasado donde pertenece, en el pasado mismo, sin que afecte mi presente y mucho menos mi futuro.
Marcus asintió, no tenía idea de qué más podría añadir, solo estaba seguro de una cosa: Astoria regresaría a estar a su lado y no desearía volver a separarse de él. No sabía de qué manera lo haría, mas eso no interfería en que lo lograría.
—Tiene razón, lo siento —susurró—. Prepararé un lugar para que descanse, mañana será un día largo.
Tampoco tenía idea de por qué la idea de preparar una habitación aparte le incomodaba. ¿Por qué creyó que podría dormir a su lado como si nada hubiera pasado entre ellos?, ¿como si todos esos años no hubieran existido?
—No se preocupe, dormiré aquí en la sala como acostumbro a hacer, de esa manera tendré mejor visión de la puerta principal por si llega a haber algo extraño. Puede ir a dormir, me encargaré de asegurar las posibles entradas.
—Está bien, en ese caso, traeré algo para que se abrigue en la noche —contestó conteniendo sus ganas de refutar las palabras de Astoria.
No se le hacía justo que ella durmiera en un incómodo sofá, habiendo suficientes habitaciones para que descansara. Además, no le gustaba tenerla tan lejos.
Ya cada uno en su sitio de descanso, se dedicaba a reflexionar acerca de diversas cosas. Mientras Marcus pensaba en el pasado que Astoria se esforzaba por olvidar, ella pensaba en la razón por la que esas jovencitas se fijaba en él, incluso la manera en la que obtenían acceso a su departamento.
Si Astoria lograba resolverlo, entonces ella terminaría su trabajo y podría regresar a su vida rutinaria, además de aceptar algún trabajo lejos de esa ciudad.
Marcus, al día siguiente, se propuso levantarse más temprano, para, por lo menos, poder observar un poco de cerca a su guardaespaldas, antes de que ella despertara y se mantuviera lo más lejos posible de él. Esa distancia y formalidad que ella mantenía, no le gustaban para nada.
Su sorpresa fue mayor al acercarse al sofá y verlo completamente vacío. Sus ojos se pasearon por toda la habitación buscando algún rastro de su exesposa. No había nada.
—¿Y si se arrepintió de trabajar para mí y decidió escapar antes de que yo le lograra decir algo? —se preguntó a sí mismo mientras cruzaba los brazos—. Puede ser que yo haya sido bastante invasivo, más de lo que imaginé.
—No lo fue —respondió a sus espaldas.
Marcus soltó un grito bastante chillón mientras saltaba como un gato cuando ve un pepinillo. Sus manos fueron llevadas a su pecho y su respiración se tornó pesada, parecía como si hubiera estado muy cerca de sufrir un paro cardiaco.
—¡No hagas eso, por favor! ¡Vas a matar a tu cliente! —soltó con dificultad, tomaba grandes cantidades de aire entre palabras.
—Pensé que dormiría un poco más, solo fui a recorrer los alrededores en busca de algo posiblemente sospechoso.
—Me levanté antes, tengo cosas pendientes que hacer antes de salir al trabajo. Hay unos documentos que necesito verificar un par de veces más —trató de sonar lo más seguro posible.
—Como usted diga.
Unas pocas horas después, ya en su oficina, Astoria no dejaba su posición de guardia, tenía que estar pendiente de cada una de las cosas que sucedían a su rededor. Debía mantener el control sobre todo, prever el más mínimo movimiento.
—¡Buenos días! —Se escuchó una voz femenina aguda mientras abrían la puerta.
—No puede ser —se quejó Marcus con un tono de cansancio en su voz.
La figura de Erika fue revelada mientras sostenía un par de cafés en sus manos. El gesto de Astoria se frunció y no necesariamente por tener que verla a ella una vez más; sino por el hecho de que el perfume que ella estaba empleando en esa ocasión, era exactamente lo mismo que Astoria usaba cuando estaba con Marcus.
—¡¿Astoria?! —soltó de un grito. El café se resbaló de sus manos y terminó derramándose en el piso.
—La misma que calza y viste. Ha pasado mucho tiempo, Erika. Me sorprende que sigas luciendo tan… —La mira de pies a cabeza—. Tan tú.—Me gustaría decir lo mismo de ti, pero luces muy diferente a la Astoria que vi por última vez en casa de Marcus. No pareces tan…—¿Demacrada? —Sonrió—. Es una suerte que no lo parezca más, y… —mira a Marcus—, no vayas a malinterpretar las cosas, es solo una relación laboral, tienes el camino despejado para que sigas intentando eso que haces.—¿Qué estoy haciendo? —rio fingiendo desentendimiento.—Intentar reemplazarme. No creas que pasa desapercibido la clase de perfume que usas, ni la
La ceja de Astoria se enarcó, su mirada se desvió a medida que soltaba una abrupta bocanada de aire. ¿Él creía que solo con eso podría hacer que ella bajara su guardia? Jamás.Marcus no tenía idea de todo lo que ella tuvo que pasar para poder sacarlo de su corazón, o, por lo menos, para enterrarlo en lo más profundo. No se permitiría volver a lo mismo de antes, las personas cambian, ella lo hizo, de una forma que no le agradaría tener que repetir.—Por supuesto que no lo hará. Los seres humanos estamos en un constante desarrollo, bueno, la mayoría.—Astoria…—Al parecer es necesario que repita esto una vez más, lo nuestro es meramente una relación laboral, no vaya a confundir las cosas; en caso de que sus sentimientos se vean envueltos y esto llegue a afectar mi con mi trabajo, tendré que enviar a uno de mis compañeros para que continúe con esto —expuso con seriedad.—¿De verdad no sientes nada por mí? —dejó a un lado todos sus archivos para levantarse y caminar en su dirección.Su mi
La mirada de Marcus demostraba lo confundido que se encontraba en ese preciso momento, ¿por qué ella reaccionaba de esa manera? Tomó un poco de aire, se mantuvo en silencio, tenía mucho que asimilar. Era consciente de que su curiosidad era mucho más grande de lo que imaginaba, deseaba saberlo, tenía el derecho a conocer qué sucedió con su hijo.Por otro lado, si aceptaba, eso significaba que jamás en su vida podría volver a ver a Astoria, ¿era eso lo que realmente quería?—¿A qué te refieres con lástima, Astoria? —murmuró con duda luego de unos segundos.Intentaba darse tiempo a sí mismo para saber qué hacer.Ella desvió la mirada, esa seguridad que la caracterizaba tambaleaba un poco. Eso que ella tuvo que pasar era horrible, ni siquiera se lo desearía a su peor enemigo, no solo el dolor físico y emocional, sino el hecho de haber sido traicionada por la persona que en su momento le dijo que la amaba.—¿Desea saber lo que realmente sucedió o prefiere dejarlo atrás donde pertenece? —Su
Casarte con la persona que amas, es un castigo cuando ella no te ama de regreso.Esa fue la realidad de Astoria durante un largo tiempo.Desde que se conocieron, los ojos de Astoria se fijaron en Marcus, ese chico que se convirtió en su primer amor, ese que le permitía amarlo sin darle nada más que indiferencia a cambio. Enterarse de que sus padres arreglaron su matrimonio años después, fue un golpe demasiado bajo para él.No la amaba.Estaba harto de sus intentos de complacerlo.Todas sus ideas, todo su desprecio, cambiaron cuando supo que podía perderla. El desprecio que sentía por ella cambió al intentar conocerla.Pero la vida no es un cuento de hadas, la mujer que comenzó a amar dejó de existir, teniendo a cambio la encarnación misma de la indiferencia. Los papeles se invirtieron y ella parecía haberle arrebatado lo más importante de su vida.—¿Dónde estuviste todo este tiempo? No te imaginas lo mucho que Erika y yo nos preocupamos por ti, te buscamos por cielo y tierra, no había
Sus manos estaban entrelazadas mientras se adentraban al auto que los llevaría a su nueva casa. Eran oficialmente marido y mujer, era su sueño hecho realidad. Desde que se conocieron, Astoria sabía que sería su esposo y padre de sus hijos.Con cada segundo que pasaba, se sentía la mujer más afortunada del universo, su corazón latía con fuerza al sentir la emoción de su noche de bodas. La mirada que Marcus tenía podría asustar a cualquiera, menos a su esposa, a la mujer que podía ver bondad a través de ese caparazón de hielo.Sabía que se comportaba así por todo el daño que recibió cuando era un niño.Llegaron a casa, sus ojos se posaron sobre él, le dedicó una nueva sonrisa al ser llevada de la mano a la segunda planta de la casa. Una parte de ella sentía que todo estaba yendo de maravilla, como si fuera un cuento de hadas.—Esta será tu habitación a partir de ahora, Astoria —afirmó al dejar la maleta de su esposa justo al frente de la puerta.La sonrisa que llevaba se esfumó por comp
—¡¿Estás loco?! ¡Bájame! —Siguió pataleando con fuerza.Finalmente, Marcus logró controlarla un poco, le puso el cinturón de seguridad. Se encontraba sorprendido por la actitud de su esposa, pensó que el responsable de ese comportamiento fue el alcohol; sin embargo, no bebió demasiado para terminar de esa manera.—¡Tú eres la que enloqueció! ¿Por qué razón MI esposa está en un bar junto con extraños? —Estaba enfurecido, no solo porque ella estuviera en un lugar de esa clase, sino porque lo había estado ignorando las últimas semanas.No lograba soportar que la mujer que estuvo detrás de él desde siempre, de la noche a la mañana, lo tratara como si fuera un completo extraño. No se podía explicar a sí mismo la razón de su molestia, se suponía que solo era su esposa en el papel.¿Y ahora se encontraba haciendo una escena de celos?—No soy tu esposa, Marcus. No soy nada para ti, así que encárgate de tus asuntos, yo me encargaré de los míos. —Su voz era firme, no daría el brazo a torcer.—¿
Los días pasaron sin que Marcus obtuviera alguna señal de Astoria, no sabía si se encontraba bien o si decidió regresar al lado de sus padres. La casa se sentía completamente vacía sin ella dentro; regresar era una verdadera pesadilla al saber que su esposa no estaría cuando volviera, con esa sonrisa de la que se enamoró.Se armó de valor, hizo lo que tanto deseó hacer durante todos esos días: llamar a sus suegros.La idea de hacerlo le revolvía el estómago a causa de los nervios. Ellos amaban a su hija, harían lo que fuera por ella, incluso, forzarlo a firmar un divorcio que la haría finalmente libre de él. Pero no quería eso, quería a Astoria a su lado.Mientras hablaba con ellos se percató de que no sabían nada de ella que le fuera útil, ni siquiera que pasó casi una semana desde que no regresó a casa. Su mayor miedo comenzó a hacerse palpable. ¿Le sucedió algo?—¿Tienes noticias de Astoria? —indagó Erika en un susurro, sentándose en el sofá.—No hay nada de ella —se giró para tene
La sonrisa se esfumó de su rostro, su corazón se detuvo por unos instantes. ¿Escuchó bien? ¿Su bebé ya no estaba? Podría oírse a la perfección el sonido de su corazón rompiéndose, dividiéndose en miles de pedacitos, pulverizándose.—¿A qué te refieres, Astoria? —Se atrevió a preguntar luego de unos segundos.Se mantenía aún tan distante, tan fría que no parecía ser ella misma, sino una copia barata sin ningún tipo de emociones. El desespero comenzó a crecer en el interior de Marcus. Su esposa no le estaba dando ninguna respuesta, no parecía siquiera que todo eso le importara o le hubiera afectado.»Por favor, respóndeme, necesito saberlo. Merezco saber qué pasó con mi hijo —habló con desespero.Sus palabras eran más una súplica que cualquier otra cosa.—Ya no existe —murmuró con una aparente indiferencia.—Astoria… ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste con nuestro hijo? —Ella enmudeció—. Dime que es una broma, hazlo, por favor. Dime que fue simplemente un error, una broma de mal gusto, y que vam