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Capítulo 09 «¿Por qué debería confiar en ti?»

—No, no, nada, ni una sola pregunta, todo está perfectamente —soltó casi en una sola línea.

Ahora está más que claro: ella no era la misma mujer con la que contrajo matrimonio años atrás. Algo cambió en su interior, ni siquiera tenía idea de qué cosa podría haber sido. Ya no solo deseaba tenerla a su lado las veinticuatro horas del día, sino descubrir qué fue la que la volvió quien era.

—Lo dejaré pasar, aunque no suene muy convencido —se aseguró de que la muchacha se hubiera marchado del departamento—. Parece que no volverá en un largo tiempo, eso me lleva a cuestionarme: ¿qué acabó de pasar?

Debía admitirlo, era la primera vez que veía algo así en alguien que no era para nada famoso, es decir, no era actor, cantante, príncipe. ¿Qué era lo que esas mocosas veían en él para intentar meterse en su cama? ¿Era una clase de premio por lo reservado que se veía?

Astoria reflexionaba sobre los problemas mentales que esas chicas seguramente tendrían, además de la vergüenza que les produciría a sus padres conocer las andanzas de esas mocosas que lo único que deseaban era venderse para llamar la atención de un hombre.

Era una lástima que la juventud se estuviera marchitando de esa manera. ¿Por qué no valorar sus cuerpos?

—Estoy, estoy convencido. Todo está bien, solo que me sorprende el cambio tan grande que tuviste al paso de los años, de verdad. Es como si no hubiera rastro de la mujer que conocí.

—Gracias, me esforcé para borrar cada una de sus huellas en mí —expuso con seriedad—. Las personas cambian, Marcus, lo hacen todo el tiempo, solo que a unas les tocó cambiar por la fuerza, así que aprecio bastante que lo note.

—¿Qué te llevó a cambiar tanto? —se atrevió a preguntar.

—Usted, y… otras circunstancias que no creo necesarias comentar, solo lo saben mis personas de confianza.

—¿No confías en mí?

—¿Por qué debería?

Bien, eso dolió, le dolió más de lo que esperaba, él ni siquiera sabía en qué estaba pensando, si los años que pasaron hicieron que se convirtieron en completos desconocidos. Nada más quería acercarse, encontrar la manera de poder tener una nueva conexión con Astoria, de poder tenerla una vez más entre sus brazos.

Sin embargo, parecía como si hubiera una gran pared de concreto entre ellos, no había forma en la que pudiera escalarla o siquiera rodearla. ¿Qué sucedió con Astoria? ¿Por qué sus ojos no brillaban de la misma manera que antes?

—Sí, tienes razón —intentó esconder la decepción de su voz.

—Déjeme recordarle que nuestra relación actual es meramente laboral, cumpliré mi trabajo y luego me iré. No hay nada más que nos relacione, todos los lazos se cortaron hace muchos años, así que, mantenga su distancia.

—Pero…

—No me importa su manera de superar u olvidar su pasado, ni siquiera que aún tenga esa fotografía en la pared. Lo único que me importa es mantener el pasado donde pertenece, en el pasado mismo, sin que afecte mi presente y mucho menos mi futuro.

Marcus asintió, no tenía idea de qué más podría añadir, solo estaba seguro de una cosa: Astoria regresaría a estar a su lado y no desearía volver a separarse de él. No sabía de qué manera lo haría, mas eso no interfería en que lo lograría.

—Tiene razón, lo siento —susurró—. Prepararé un lugar para que descanse, mañana será un día largo.

Tampoco tenía idea de por qué la idea de preparar una habitación aparte le incomodaba. ¿Por qué creyó que podría dormir a su lado como si nada hubiera pasado entre ellos?, ¿como si todos esos años no hubieran existido?

—No se preocupe, dormiré aquí en la sala como acostumbro a hacer, de esa manera tendré mejor visión de la puerta principal por si llega a haber algo extraño. Puede ir a dormir, me encargaré de asegurar las posibles entradas.

—Está bien, en ese caso, traeré algo para que se abrigue en la noche —contestó conteniendo sus ganas de refutar las palabras de Astoria.

No se le hacía justo que ella durmiera en un incómodo sofá, habiendo suficientes habitaciones para que descansara. Además, no le gustaba tenerla tan lejos.

Ya cada uno en su sitio de descanso, se dedicaba a reflexionar acerca de diversas cosas. Mientras Marcus pensaba en el pasado que Astoria se esforzaba por olvidar, ella pensaba en la razón por la que esas jovencitas se fijaba en él, incluso la manera en la que obtenían acceso a su departamento.

Si Astoria lograba resolverlo, entonces ella terminaría su trabajo y podría regresar a su vida rutinaria, además de aceptar algún trabajo lejos de esa ciudad.

Marcus, al día siguiente, se propuso levantarse más temprano, para, por lo menos, poder observar un poco de cerca a su guardaespaldas, antes de que ella despertara y se mantuviera lo más lejos posible de él. Esa distancia y formalidad que ella mantenía, no le gustaban para nada.

Su sorpresa fue mayor al acercarse al sofá y verlo completamente vacío. Sus ojos se pasearon por toda la habitación buscando algún rastro de su exesposa. No había nada.

—¿Y si se arrepintió de trabajar para mí y decidió escapar antes de que yo le lograra decir algo? —se preguntó a sí mismo mientras cruzaba los brazos—. Puede ser que yo haya sido bastante invasivo, más de lo que imaginé.

—No lo fue —respondió a sus espaldas.

Marcus soltó un grito bastante chillón mientras saltaba como un gato cuando ve un pepinillo. Sus manos fueron llevadas a su pecho y su respiración se tornó pesada, parecía como si hubiera estado muy cerca de sufrir un paro cardiaco.

—¡No hagas eso, por favor! ¡Vas a matar a tu cliente! —soltó con dificultad, tomaba grandes cantidades de aire entre palabras.

—Pensé que dormiría un poco más, solo fui a recorrer los alrededores en busca de algo posiblemente sospechoso.

—Me levanté antes, tengo cosas pendientes que hacer antes de salir al trabajo. Hay unos documentos que necesito verificar un par de veces más —trató de sonar lo más seguro posible.

—Como usted diga.

Unas pocas horas después, ya en su oficina, Astoria no dejaba su posición de guardia, tenía que estar pendiente de cada una de las cosas que sucedían a su rededor. Debía mantener el control sobre todo, prever el más mínimo movimiento.

—¡Buenos días! —Se escuchó una voz femenina aguda mientras abrían la puerta.

—No puede ser —se quejó Marcus con un tono de cansancio en su voz.

La figura de Erika fue revelada mientras sostenía un par de cafés en sus manos. El gesto de Astoria se frunció y no necesariamente por tener que verla a ella una vez más; sino por el hecho de que el perfume que ella estaba empleando en esa ocasión, era exactamente lo mismo que Astoria usaba cuando estaba con Marcus.

—¡¿Astoria?! —soltó de un grito. El café se resbaló de sus manos y terminó derramándose en el piso.

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