Los días pasaron sin que Marcus obtuviera alguna señal de Astoria, no sabía si se encontraba bien o si decidió regresar al lado de sus padres. La casa se sentía completamente vacía sin ella dentro; regresar era una verdadera pesadilla al saber que su esposa no estaría cuando volviera, con esa sonrisa de la que se enamoró.
Se armó de valor, hizo lo que tanto deseó hacer durante todos esos días: llamar a sus suegros.
La idea de hacerlo le revolvía el estómago a causa de los nervios. Ellos amaban a su hija, harían lo que fuera por ella, incluso, forzarlo a firmar un divorcio que la haría finalmente libre de él. Pero no quería eso, quería a Astoria a su lado.
Mientras hablaba con ellos se percató de que no sabían nada de ella que le fuera útil, ni siquiera que pasó casi una semana desde que no regresó a casa. Su mayor miedo comenzó a hacerse palpable. ¿Le sucedió algo?
—¿Tienes noticias de Astoria? —indagó Erika en un susurro, sentándose en el sofá.
—No hay nada de ella —se giró para tener mejor visión de su amiga.
Así fueron sus últimos días. Erika, preguntando constantemente por Astoria, Marcus no comprendía por qué no le agradaba del todo a su esposa; sin embargo, sabía que la mente de las personas llegaba a ser mentirosa.
El silencio invadió la sala, notó que su amiga se removía nerviosa en el sofá. Ese comportamiento era un claro indicador de que ocultaba algo.
»¿Sabes dónde está? —cuestionó de repente—. Sé que sabes algo, no me ocultes nada, por favor.
—No sé dónde está, pero encontré algo en el baño de su habitación —murmuró sintiendo cómo su corazón se aceleraba. —Pero lo mejor es que lo hable con ella primero, cuando regrese.
—Soy su esposo y eres mi amiga, necesito que me lo digas.
Luego de unos minutos de silencio, Erika se levanta con un poco de duda. No era una noticia que a ella le correspondiera dar; sin embargo, era su mejor amigo el que merecía saberlo. Hizo que lo siguiera hasta el lugar, revelándole una prueba de embarazo que estaba camuflada en uno de los gabinetes de este.
»¿Es positiva?
A pesar de que era una afirmación, esta abandonó sus labios con duda, como si necesitara que Erika le dijera claramente lo que sus ojos estaban observando.
—En efecto, Marcus, Astoria está en embarazo, ¡eres padre! —Su sonrisa desapareció al ver al hombre, que no se mostraba muy contento. —¿Qué sucede?
—Está en embarazo, y se marchó… Erika, mi esposa, se marchó con mi bebé.
Su voz salió como un murmullo, se encontraba herido, traicionado. Si bien recordaba que la razón por la que Astoria encontró el motivo para marcharse fue él mismo por su propia imprudencia. El simple hecho de no haberle dado la noticia de su embarazo, era lo suficiente para dejar una herida profunda.
Dejó que su cuerpo se apoyara contra la pared; tenía demasiado para pensar. ¿Qué era de la vida de Astoria en ese preciso instante? ¿Ella regresaría en algún momento o se marchó para siempre?
—Puede que haya una explicación para esto, Marcus. Dijiste que discutieron en el momento, ¿qué cosas le dijiste para que reaccionara de esa forma?
Eso era lo que la mente de Erika le impedía conocer. Desde que los conoció, Astoria siempre demostró ese amor dependiente en su amigo y ahora esposo. Era como si su vida necesitara únicamente de Marcus para poder mantenerse en pie.
—Fue una discusión tonta, una que ni siquiera tiene fundamento o sentido. Ella tuvo que habérmelo dicho, apenas se enteró.
Marcus sacudió su cabello, la frustración lo inundaba por completo, su corazón latía con fuerza y molestia. ¿De verdad ella no regresaría?
La razón de su pelea estaba demasiado fresca en su memoria. Los celos de Astoria se estaban saliendo de control, simplemente porque salió con Erika sin que ella estuviera enterada. La acusación que él le hizo sobre Dimitri no era para nada infundada, él lo había visto con sus propios ojos, él la acechaba, no pasaba ni un solo día sin enviarle un mensaje.
En el interior de Marcus creció una nueva duda, un nuevo temor: ¿y si ese niño era hijo de Dimitri y no suyo?
»¿Estás bien? Pareces un papel —susurró acercándose a ver el rostro de su amigo.
Sin previo aviso, el cuerpo de este dejó de responder, precipitándose al suelo.
Erika no tenía más opciones que dejarlo tirado en el baño o llevarlo a la cama, lastimosamente era tan pesado que lo arrastró dejándolo sobre la alfombra en el interior de la habitación. Le preocupaba que algo malo le hubiera sucedido, algo como un paro cardíaco; sin embargo, su respiración aún era regular.
Las horas transcurrieron, Erika cuidó de él tan bien como pudo. Cuando este despertó, aún aturdido, entró a tomar una larga ducha; era lo que necesitaba para despegar su mente. Mientras hacía eso, su amiga se puso a cocinarle algo para la cena, antes de regresar a su casa.
Al terminar, le envió un mensaje, avisándole que se iba; sin embargo, al abrir la puerta, ver de frente a la mujer que hizo que Marcus perdiera el apetito y la conciencia, provocó que el color de su piel la abandonara. Astoria no lucía como ella.
—Al parecer no tardó en traerte aquí —dijo con un tono de voz difícil de descifrar; pese a esto, se sentía distante, muy distante.
—No, no es lo que parece. Le ayudaba a… buscarte, nos preocupamos por ti, pasó mucho tiempo, Astoria. ¿Quieres comer algo?
Enmudeció, entró a casa con una actitud indiferente, como si ese no fuera más su hogar, como si no tuviera nada que hacer ahí. Los ojos de la contraria se centraron en ella, intentando descifrar sus movimientos, o por lo menos tener algún indicio de lo que pasaba por su cabeza.
Antes de que Erika diera un paso en dirección de la cocina, Marcus se hizo presente con la intención de asegurar la puerta; sin embargo, sus pasos se detuvieron en el momento en que vio a la mujer que le hizo perder la razón, a la madre de su hijo.
—Astoria… —susurró sorprendido.
—Y bien, ya es hora de que me vaya —se apresuró a desaparecer de esa casa.
Marcus recibió silencio como respuesta, los ojos de Astoria lucían perdidos, su actitud no era la misma con la que se marchó de casa. Deseaba correr a ella, abrazarla, besarla, decirle que sentía lo que sucedió entre ellos, mas su cuerpo no reaccionaba.
»¿Dónde estuviste todo este tiempo? No te imaginas lo mucho que Erika y yo nos preocupamos por ti. Te buscamos por cielo y tierra, no había señales tuyas.
—Entonces no me buscaron realmente.
Marcus quedó desconcertado, no comprendía lo que ella decía; sin embargo, lo que de verdad importaba era que ya estaba su lado, ella y su bebé regresaron.
—Astoria, lo hicimos. ¡No te imaginas lo feliz que estoy de tenerte otra vez conmigo! Tú y nuestro bebé están en casa ahora.
—¿Nuestro bebé?
—Sí, descubrí las pruebas de embarazo que te hiciste —se acercó a ella con una sonrisa.
—No hay bebé, Marcus. Ya no.
La sonrisa se esfumó de su rostro, su corazón se detuvo por unos instantes. ¿Escuchó bien? ¿Su bebé ya no estaba? Podría oírse a la perfección el sonido de su corazón rompiéndose, dividiéndose en miles de pedacitos, pulverizándose.—¿A qué te refieres, Astoria? —Se atrevió a preguntar luego de unos segundos.Se mantenía aún tan distante, tan fría que no parecía ser ella misma, sino una copia barata sin ningún tipo de emociones. El desespero comenzó a crecer en el interior de Marcus. Su esposa no le estaba dando ninguna respuesta, no parecía siquiera que todo eso le importara o le hubiera afectado.»Por favor, respóndeme, necesito saberlo. Merezco saber qué pasó con mi hijo —habló con desespero.Sus palabras eran más una súplica que cualquier otra cosa.—Ya no existe —murmuró con una aparente indiferencia.—Astoria… ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste con nuestro hijo? —Ella enmudeció—. Dime que es una broma, hazlo, por favor. Dime que fue simplemente un error, una broma de mal gusto, y que vam
Seis años despuésLos flashes de las cámaras enceguecían a Marcus, tanto que le impedían observar el camino que tomaba.A su lado y como una especie de garrapata, estaba su asistente, aquella chica que no desaprovecharía en lo más mínimo la oportunidad de acercarse a este aclamado empresario. Le daba curiosidad su pasado, ese que lo transformó en ese sujeto frío y calculador.Los medios deseaban conocer la clave del éxito detrás de Marcus; su respuesta era simple: Trabajo duro. Él no permitía fallas y deseaba que todo saliera cada vez mejor. El último mes había despedido a quince de sus empleados y llegar tarde no era una opción.«Detrás de cada persona exitosa, se encuentra alguien que lo impulsa hacia delante», era aquello que siempre y sin excepción escuchaba en las entrevistas.¿Cómo podría decirles que la única razón que tenía era querer mantener su mente ocupada? Por supuesto, no lo haría, porque ni él mismo conocía su condición.•••En un lugar distante, los gritos llenos de fu
Marcus regresó a su departamento, sin saber que le esperarían un par de sorpresas, pues algunas muchachas habían dejado detalles para él, junto con numerosas cartas que, al igual que las anteriores no leería.«¿Por qué estas estudiantes actúan de esta forma tan infantil? Deberían enviaré esto a alguna estrella de cine o cantante ¿Por qué se lo enviarían a un empresario?», se preguntaba constantemente mientras tomaba estas entre sus manos y entraba a su hogar para dejarlas junto al otro montón.—Si yo hubiese querido recibir tanta atención, me hubiera convertido en cantante —susurró dejando su saco en el perchero.Su mirada recorrió la habitación, notó que un par de cosas estaban fuera de lugar. En su casa, todo tenía su lugar específico y nunca dejaba los objetos que utilizaba fuera de su punto predestinado.Una silueta extraña cruzó por entre la cocina logrando espantar a este no tan medroso sujeto.—¿Quién anda ahí? —preguntó acercándose a encender la luz de aquella sección, cuando
En cuanto a Astoria, bueno, ella disfrutaba su corto descanso terminando una maratón de películas sin siquiera darse por enterada. Sus ojos se cerraron justo después de que iniciaran los créditos de la película.Los rayos de sol estaban colándose por la ventana y las aves habían comenzado a entonar sus alegres melodías, las cuales Astoria amaba escuchar, pero sus párpados tenían más poder sobre ella en ese momento.Cerca del medio día el timbre de casa comenzó a sonar sin mostrar señales de detenerse. Parte de Astoria era consciente de que alguien llamaba a la puerta y la otra quería hacerse la desentendida para continuar durmiendo, cosa que hizo sin ningún problema.Sus fuerzas habían sido restablecidas una vez más y por fin se decidió a salir de su cama, su cabello estaba totalmente desaliñado y sus ojeras podrían
—Sí, ha pasado mucho tiempo. Veo que le ha ido muy bien —expuso con formalidad, aclarando su garganta.En todo ese tiempo imaginó que sus caminos nunca volverían a encontrarse. Esa era la razón por la que ella, de manera inconsciente, estaba obsesionada con el trabajo, no pensó que ese mismo fuera el que la llevara de regreso a su encuentro.»Dean me asignó para ser su guardaespaldas personal. Aquí hay dos copias de posibles acuerdos a los que podamos llegar, estoy aquí para responder cada una de sus dudas— comentó extendiendo el portafolio en el que los llevaba.—¿Guardaespaldas? —preguntó extrañado.No era la chica que había dejado atrás
—No, no, nada, ni una sola pregunta, todo está perfectamente —soltó casi en una sola línea.Ahora está más que claro: ella no era la misma mujer con la que contrajo matrimonio años atrás. Algo cambió en su interior, ni siquiera tenía idea de qué cosa podría haber sido. Ya no solo deseaba tenerla a su lado las veinticuatro horas del día, sino descubrir qué fue la que la volvió quien era.—Lo dejaré pasar, aunque no suene muy convencido —se aseguró de que la muchacha se hubiera marchado del departamento—. Parece que no volverá en un largo tiempo, eso me lleva a cuestionarme: ¿qué acabó de pasar?Debía admitirlo, era la primera vez que veí
—La misma que calza y viste. Ha pasado mucho tiempo, Erika. Me sorprende que sigas luciendo tan… —La mira de pies a cabeza—. Tan tú.—Me gustaría decir lo mismo de ti, pero luces muy diferente a la Astoria que vi por última vez en casa de Marcus. No pareces tan…—¿Demacrada? —Sonrió—. Es una suerte que no lo parezca más, y… —mira a Marcus—, no vayas a malinterpretar las cosas, es solo una relación laboral, tienes el camino despejado para que sigas intentando eso que haces.—¿Qué estoy haciendo? —rio fingiendo desentendimiento.—Intentar reemplazarme. No creas que pasa desapercibido la clase de perfume que usas, ni la
La ceja de Astoria se enarcó, su mirada se desvió a medida que soltaba una abrupta bocanada de aire. ¿Él creía que solo con eso podría hacer que ella bajara su guardia? Jamás.Marcus no tenía idea de todo lo que ella tuvo que pasar para poder sacarlo de su corazón, o, por lo menos, para enterrarlo en lo más profundo. No se permitiría volver a lo mismo de antes, las personas cambian, ella lo hizo, de una forma que no le agradaría tener que repetir.—Por supuesto que no lo hará. Los seres humanos estamos en un constante desarrollo, bueno, la mayoría.—Astoria…—Al parecer es necesario que repita esto una vez más, lo nuestro es meramente una relación laboral, no vaya a confundir las cosas; en caso de que sus sentimientos se vean envueltos y esto llegue a afectar mi con mi trabajo, tendré que enviar a uno de mis compañeros para que continúe con esto —expuso con seriedad.—¿De verdad no sientes nada por mí? —dejó a un lado todos sus archivos para levantarse y caminar en su dirección.Su mi