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Capítulo 05 «Un ser vacío»

Seis años después

Los flashes de las cámaras enceguecían a Marcus, tanto que le impedían observar el camino que tomaba.

A su lado y como una especie de garrapata, estaba su asistente, aquella chica que no desaprovecharía en lo más mínimo la oportunidad de acercarse a este aclamado empresario. Le daba curiosidad su pasado, ese que lo transformó en ese sujeto frío y calculador.

Los medios deseaban conocer la clave del éxito detrás de Marcus; su respuesta era simple: Trabajo duro. Él no permitía fallas y deseaba que todo saliera cada vez mejor. El último mes había despedido a quince de sus empleados y llegar tarde no era una opción.

«Detrás de cada persona exitosa, se encuentra alguien que lo impulsa hacia delante», era aquello que siempre y sin excepción escuchaba en las entrevistas.

¿Cómo podría decirles que la única razón que tenía era querer mantener su mente ocupada? Por supuesto, no lo haría, porque ni él mismo conocía su condición.

•••

En un lugar distante, los gritos llenos de fuerza resonaban en aquel ring de boxeo. Este había sido el deporte favorito de Astoria, sin contar con el taekwondo. Estos le ayudaban a centrar sus pensamientos en cada uno de los movimientos de su cuerpo; cualquier distracción podría ser letal para su hermoso y delicado rostro.

Sí, Astoria podría tener un nombre poderoso, incluso su fuerza era demoledora, cosa que en lo absoluto combinaba con su físico. Parecía una delicada dama que se vería bien en medio de un castillo o como una muñequita siendo exhibida en un museo de arte. Sin embargo, ella no quería ser conocida simplemente por sus delicadas facciones, a pesar de que le jugaba a su favor.

Había un par de cosas que Astoria no podría soportar. Las mentiras y los que abusaban del poder. No era necesariamente un poder monetario o en su posición, sino, en aquellos que usaban su fuerza para dañar a los demás, y esta era la razón por la que se había dedicado a cuidar de numerosas personas importantes, pero que a su vez eran objeto de críticas y amenazas.

Lo que más le llenaba el corazón, era cuidar de esas mujeres que eran víctimas de abusos, pues, le recordaba a quien fue en un pasado, y lo mucho que le hubiera gustado ser rescatada con mayor rapidez.

—Estás haciendo un buen trabajo —La animó su entrenador.

Estuvo a su lado desde hace seis años, Dean jamás se separó de ella. Era consciente de que la competitividad corría por la sangre de Astoria y que la mejor lucha que podría dar era contra ella misma.

—Descansa un poco —Sonrió lanzando una botella de agua en su dirección.

—¿Qué haces aquí? —preguntó observando su reloj—. Se suponía que debías estar en una reunión hace un par de minutos —indagó sin dirigirle la mirada.

—¿Eres tan gruñona cada vez que no logras tu mejor tiempo? —sonrió de lado— solo fueron unos segundos menos, a la próxima serás más veloz —se burló con un poco de diversión.

—En un segundo pueden inmovilizarte o llegar a apuñalarte —sonrió de igual manera—. En esta profesión no se aceptan fallas, un segundo es demasiado. Debes prever los movimientos de tu oponente y estar alerta antes de que siquiera tenga tiempo de respirar.

—Has aprendido bien —respondió con satisfacción.

Dean no podría seguir el ritmo de Astoria en ese preciso instante, gracias a una de las recientes lesiones que había ganado tras defender a una chica de ser asaltada. A pesar de eso, su sabiduría lo hacía estar en una posición más elevada que la de la joven, además de que no era simplemente su entrenador, sino su consejero personal.

—Tengo al mejor maestro que pude hallar en la calle —Sonrió golpeando el hombro sano de su mayor.

La relación que ambos tenían era más fraternal, aunque en ocasiones llegara a parecer mucho más parental. Dean había sido el apoyo más grande para Astoria después de que ella decidiera divorciarse de su exmarido, fue su guía en el momento de ayudarle a elegir lo que ella deseaba hacer, la manera en la que ella quería disfrutar su reciente libertad.

Lo más importante, fue la persona que la salvó de morir.

—¿Cómo te fue con tu último cliente? —Intervino Dean logrando desviar el tema anterior.

—Oh, él logró salir del país sin problema —Observó a su entrenador— ¿Quién diría que la mafia lo estaba buscando? —susurró incrédula.

—Sabía que algo interesante tenía aquel hombre, no tenía en su cara alguna señal de haber vivido una vida tranquila —masculló pensativo— ¿Ahora qué harás? Lo escoltaste a él por un par de meses ¿No te encariñaste de tu cliente? —cuestionó a manera de broma.

Astoria guardó silencio por un momento, no había llegado a encariñarse con ninguno de sus clientes, pero sí con la comida que ofrecían. Aún más con aquel chef que debía cruzar el país sin ser encontrado.

Las razones de aquello no estaban claras, pero por lo menos, Astoria había logrado entender que era por llevar comida a algunos de los prisioneros.

—Debo admitir que no —confesó—. Estoy ansiosa por saber quién será mi siguiente cliente y poder conocer su historia. Será una gran aventura ¿Será un presidente, un príncipe o un desertor? —suspiró—. Es imposible saberlo hasta que el momento en el que nos debamos encontrar llegue.

•••

De regreso con nuestro empresario, él apresuraba sus pasos para no llegar justo cuando la reunión debía comenzar. La puntualidad era su lema y por eso siempre procuraba llegar con minutos de antelación.

—Señor, la siguiente reunión será para examinar los resultados de la última promoción hecha a los anillos inteligentes. Por otro lado, se está efectuando la investigación de los responsables de exponer la información de nuestro producto a la competencia. Cuando termine esta reunión tendrá un espacio para cenar junto al presidente.

Sin dar ningún tipo de respuesta, Marcus se dirigió a su silla respectiva al frente de todos los ejecutivos y jefes de las divisiones.

La noche había llegado y las manecillas del reloj marcaban poco más de media noche. A esa hora Marcus continuaba trabajando con la misma disciplina y rigor como si el sol permaneciera en el firmamento e iluminara todo.

Unos pasos anunciaban que alguien se aproximaba a su oficina, para ser más exactos, tendría que ser una chica con unos zapatos de diez centímetros de altura. Sin importar el ruido que esto pudiera ocasionar, Marcus continuaba con su trabajo sin despegar su mirada de las barras.

—¿No deberías estar descansando? —cuestionó Erika dejando un recipiente al frente de su amigo—. Sabía que aún estarías aquí —añadió tomando asiento—, por eso decidí traerte algo para que comieras. Has estado trabajando sin descansar durante esta semana para sacar el nuevo producto al mercado, ¿no es así? —Se inclinó más para obtener una mejor visión del mayor, el cual en ningún segundo despegó su mirada del ordenador.

—Falta poco para lograrlo, así que debo hacer un último esfuerzo —respondió frunciendo el ceño.

Había algo en eso informes que no terminaba de ajustarse con los resultados que se le entregaron en esa tarde. Quizá lo mejor era dar una vez más un vistazo y no dejar escapar hasta el más mínimo detalle, era imposible que aquellos archivos estuvieran equivocados.

»Tendré que pedirlos otra vez —dijo sin prestarle atención a ninguna de las palabras que salían por la boca de Erika.

Era definitivo, la única manera para asegurarse de cuál de los archivos era válido, era solicitar un nuevo análisis. No sería un trabajo fácil; sin embargo, si ellos hubiesen hecho un buen trabajo al comienzo, no tendrían por qué volver a repetirlo ahora.

—Si me disculpa, Erika. Debo regresar a casa para buscar la primera actualización de este archivo —suspiró colocándose de pie—. Excúseme por no poder acompañarla a cenar en esta ocasión, el trabajo no espera.

Sin añadir nada más, salió del lugar, dejando a una molesta y confundida mujer.

El cambio que había tenido Marcus era demasiado grande, tanto que no podría divisarse algún rastro de su antiguo ser. Parecía ser un robot que estaba simplemente programado para trabajar sin tener en cuenta el resto del mundo exterior.

Aquel hombre alegre que Erika conoció años atrás había desaparecido con el tiempo, ahora, tenía frente a sus ojos a un ser vacío.

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