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Capítulo 02 «Voy a conquistarte»

—¡¿Estás loco?! ¡Bájame! —Siguió pataleando con fuerza.

Finalmente, Marcus logró controlarla un poco, le puso el cinturón de seguridad. Se encontraba sorprendido por la actitud de su esposa, pensó que el responsable de ese comportamiento fue el alcohol; sin embargo, no bebió demasiado para terminar de esa manera.

—¡Tú eres la que enloqueció! ¿Por qué razón MI esposa está en un bar junto con extraños? —Estaba enfurecido, no solo porque ella estuviera en un lugar de esa clase, sino porque lo había estado ignorando las últimas semanas.

No lograba soportar que la mujer que estuvo detrás de él desde siempre, de la noche a la mañana, lo tratara como si fuera un completo extraño. No se podía explicar a sí mismo la razón de su molestia, se suponía que solo era su esposa en el papel.

¿Y ahora se encontraba haciendo una escena de celos?

—No soy tu esposa, Marcus. No soy nada para ti, así que encárgate de tus asuntos, yo me encargaré de los míos. —Su voz era firme, no daría el brazo a torcer.

—¿Ahora usas mis palabras en mi propia contra? —bufó.

—¿Debería hacerlo de una manera diferente? Tú mismo sabes quién comenzó todo esto —los señaló a ambos—. No tienes nada que decir con las decisiones que tome, al fin y al cabo, eres solo mi esposo en el papel, y eso no significa nada.

Marcus crujía los dientes, la Astoria que conocía jamás se atrevería a enfrentarlo, si no que aceptaría cada uno de sus requerimientos sin chistar. 

Ella se dispuso a bajar del auto, antes de que lograra soltarse el cinturón de seguridad. La mano de su esposo rodeó su brazo para evitar que se moviera. Se soltó de su agarre con brusquedad; sin embargo, antes de que lograra bajarse, el auto arrancó.

»¡Eres un salvaje! —exclamó enfurecida.

Una vez más, Marcus hizo lo que deseaba sin tener en cuenta la voluntad de su esposa. Esa situación ya se convertía en algo mucho más que molesto, veía cómo la figura que su mente creó se desvanecía frente a ella y tomaba la forma de un ser despreciable.

—¡No lo soy! ¡Solo estoy cuidando de que no te vayas a meter con la persona equivocada! —se refería a Dimitri—. Él no me agrada para nada, es un completo hipócrita.

—¿Y tú no lo eres, Marcus? Aparentar que te importo para luego darme la espalda, ¿no es eso peor que la hipocresía? —Él apretó los labios.

—Es diferente, Astoria, y lo sabes —Le dedicó un breve vistazo para volver sus ojos a la carretera.

—¿Por qué, porque eres tú? No me hagas reír. Desde que nos conocimos me trataste como un trapo sucio, así que ahora no te vengas a hacer el digno conmigo —Blanqueó los ojos.

Una pequeña sonrisa se posó en los labios del hombre, sabía que era cuestión de unas pocas muestras de cariño para tener a su esposa comiendo, una vez más, de la palma de su mano. Estacionó el vehículo, apenas tuvo la oportunidad, la observó con detenimiento, sus ojos se encontraron.

—¿Acaso no lo entiendes, Astoria? —Extendió una mano para esconder un mechón de cabello detrás de su oreja—. Solo puedes tener ojos para mí, para nadie más —susurró al llevar la mano de su oreja a su mentón, levantando un poco su rostro para tener más acceso a él.

—¿Q-qué piensas hacer? —Su respiración se entrecortó.

—Esto.

Acto seguido, unió ambos labios en un beso mucho más posesivo de lo que le gustaría. Era la primera vez que saboreaba los labios de Astoria, no deseaba separarse. Su momento se extendió lo más que pudo, comenzó a explorar el cuerpo de su esposa; sin embargo, ella se separó abruptamente.

—No hagas esto, Marcus —susurró con dolor.

—¿Qué cosa?

—Por favor, no juegues conmigo cuando no sientes nada por mí —En su voz había un tinte de decepción.

Siempre imaginó que el primer beso que se daría con Marcus sería diferente, que se sentiría diferente. Nunca esperó que se diera de esta manera, la hacía sentir sucia, usada, como si ella no fuera digna de ser amada por quien era.

—Astoria…

—No, no lo hagas.

—Quiero esto, yo… te quiero —Estaba anhelando poder besarla otra vez, lo deseaba con desespero.

—¿Me quieres? —preguntó agachando la mirada—. Pero no me amas, ¿cierto? —Lo miró esperando una respuesta positiva; esta nunca llegó.

—Astoria…

—No, no, lo entiendo. No tienes que mentir para hacerme sentir bien. Eres un pésimo mentiroso.

Marcus se paralizó, ¿qué debería hacer ahora? Una parte de él deseaba que ella lo comprendiera, que supiera que de ninguna manera sería vista como su esposa; el otro, por supuesto, quería hacerle saber que estaba comenzando a meterse bajo su piel.

—Astoria…

—¡¿Podrías dejar de desgastar mi nombre, por favor?! —Lo miró ofuscada—. regresemos a casa, no quiero hablar más —le dio la espalda, y eso, no le gustó para nada, hacía que algo dentro de él doliera.

—Tenemos que hablar de esto —su voz se suavizó finalmente.

—No quiero, te lo dije —ni siquiera lo volteó a ver.

—Quiero que sepas algo, que no solo te quiero —susurró con dificultad.

—¿Ah, sí? ¿Y yo estoy obligada a creerte? —rechistó—. No hay nada entre nosotros, Marcus. No tengo nada que ver contigo, fue simplemente un desafortunado matrimonio.

—Quiero conquistarte —dijo de repente.

—Y yo quisiera nunca haberme casado contigo, pero mira, no todas las cosas se hacen realidad.

—Quieras o no, haré que te enamores otra vez de mí —afirmó con una sonrisa convencida.

Si bien al comienzo sus palabras eran fingidas para que Astoria permitiera que la besara una vez más, ahora el sentido de sus palabras cambió. La quería a ella, que rogara por tenerlo a su lado, como lo hizo desde el comienzo.

¿Quién le diría que sobre el corazón no se mandaba y que terminaría enamorándose profundamente de su propia esposa?

Su matrimonio se arregló, vivieron un romance estable y feliz, hasta ese día en el que una mala elección de palabras hizo que todos sus avances desaparecieran.

—¡Si tanto la quieres, ve! ¡Acuéstate con ella! —soltó Astoria ofuscada.

—¿Así como tú con Dimitri? —Deseó que sus palabras se hubieran atorado en su garganta.

Aunque esperaba recibir una bofetada por su torpe elección de palabras, solo escuchó un portazo. Astoria se marchó y no hubo señales de ella por un largo tiempo.

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