Hoy cumplo años y cerca de mí hay una panadería. Huelo el aroma del pan y sonrío. Por fin voy a hacer mi sueño realidad. Me ha costado muchísimo esfuerzo llegar hasta aquí, pero voy a hacer que valga la pena. Amadeo Peralta, voy a destruirte como tú lo hiciste conmigo hace diez años. No voy a permitir que seas feliz después de todo lo que tuve que pasar por culpa tuya.Al llegar a casa, me doy una ducha y después de secar mi cabello, busco en mi armario la ropa que voy a usar para la fiesta. Una limusina me espera abajo; aun así, no me apresuro. Lo bueno se hace esperar, y yo soy conocida como una de las mejores en mi campo. Aunque había querido ser abogada, la vida me obligó a estudiar periodismo y si bien, al principio lo hacía solo para no pensar, puedo darme cuenta de que lo llevo en la sangre.Esta noche hay una fiesta con políticos, grandes empresarios y muchos famosos. Ya he preparado todo para que la suerte esté a mi favor. Será el mejor cumpleaños de todos, los mejores veinti
«Cuánto ha cambiado el chico que alguna vez me dio mi primer beso. Supongo que murió con sus sueños de ser un orador elocuente y una persona respetable».***Estoy segura de que llegaré tarde al colegio, así que no me apresuro. Salgo de la casa y me encuentro con uno de mis vecinos. Es un par de años mayor que yo, su nombre es Amadeo, y para sorpresa de ambos, me ve.Sus ojos son como los míos, de un tono celeste, y su tez es oscura. Una combinación muy bella en él. Me lleva casi dos cabezas, por lo que al saludarme tiene que agacharse.—Tania, ¿cómo estás? —dice y se pone nervioso—. Lo siento, no quise desubicarme. Escuché lo que les pasó a tus padres. Lo siento tanto.—Gracias, Amadeo, es muy amable de tu parte —digo y sonrío levemente. Estoy triste, pero no quiero molestarlo.—¿Te cambiaste de colegio? —me pregunta mientras camina a mi lado. Es gracioso porque lleva su bicicleta junto a él.—Mi tía me cambió al colegio al que van mis primas —digo sin dar demasiada información. No q
—Ahora que nuestro contrato finalizó… —dice el rubio sexy que está a mi lado y detiene la caminadora.Me insinúa si quiero seguir viéndonos, dejándome claro que está disponible. Sonrío y le doy las gracias por la invitación, aunque ansío alejarme de él. No tengo deseos de volver a verle la cara. Por lo que, logro que firme los papeles que necesito para mi jefe. Después de agradecerle su predisposición y que repita más de cinco veces que si tengo ganas de verlo que lo llame, me voy feliz.Cuando entro por la puerta del diario donde trabajo, todos me aplauden. «Te vimos anoche con Leonardo Agrero, el rubio sexy, en la fiesta de recaudación de beneficencia», me dice una de mis compañeras. Detrás de mí, uno de los chicos de recepción trae un montón de cosas enviadas. Las chicas empiezan a gritar y se abalanzan sobre las cajas llenas de ropa y perfumes caros que me había regalado en su intento por conquistarme. Mis compañeros se quedan mirando. Entonces hago pasar a otro asistente con cuat
Al entrar a mi cuarto, veo algunas cosas que tenía en la adolescencia. El abuelo ha dejado todo como estaba. Al sentarme delante del escritorio, veo una foto que no recordaba que seguía ahí. Es una con el grupo de debate y literatura al que iba en la secundaria con Rodrigo y Amadeo. Aunque también está Belen, mi mejor amiga, lo que me quita una sonrisa. ***Amadeo era un excelente orador, así que cuando lo conocí, me encantó su personalidad. Yo había decidido ser su amiga, pero él se volvió muy insistente. Se aprovechó de nuestra amistad y un día, en una fiesta, me robó mi primer beso francés. Ya no pude resistirme a sus encantos y acepté salir con él en secreto. Incluso toleré que coqueteara con otras chicas delante de mí sin decir nada, argumentando que no podía ser mi novio debido a las restricciones de sus padres, y yo, como una tonta, no insistía.Finalmente, después de varios años, decidí dejarlo porque sentía que me hacía daño estar cerca de él. Sin embargo, lo amaba demasiado
Mientras colaboro con el senador Hernández, dedico mis esfuerzos a rastrearlo durante más de dos semanas hasta finalmente dar con él. Amadeo se encuentra en una reunión en el mismo edificio que nosotros. Ahora, mi tarea es encontrar una manera de que nos encontremos.En la suite, junto con los colegas del senador Hernández, busco un lugar para almorzar y les propongo ir allí al terminar la reunión. Aceptan la propuesta con entusiasmo.—Senador, ¿dónde encontró a una secretaria tan eficiente? Necesito una como ella —comenta uno de los hombres que nos acompañan.—Permítame corregirle. Tania no es mi empleada. Está escribiendo un artículo sobre mi vida por recomendación de mis asesores —explica el senador Hernández, y todos sonreímos.—Caballeros, voy a cambiarme a algo más cómodo. Nos vemos en el restaurante a las 12:30 horas, si les parece —anuncio, y todos se levantan para dejarme sola.Las reuniones de estas personas son agotadoras, con una tensión palpable incluso cuando hablan de fú
—¿Qué demonios estás haciendo? —espeta Amadeo.Amenazándome como si mis palabras hirieran su orgullo masculino. Algo que provoca en mí una tremenda satisfacción, mientras observo como sangre de su boca. Aun así, en sus ojos puedo ver el odio que me profesa, lo cual me aterra extrañamente, así que salgo corriendo. Necesito alejarme de ese hombre infernal. No es el Amadeo que yo conocí. Nunca habría sido tan impulsivo, en el pasado.¿Acaso el poder lo ha enceguecido?Debo buscar más información sobre este hombre; algo se me escapó en mi primera investigación. Es obvio que no está bien. Regreso a casa una vez que mi portátil ha cargado y me instalo en mi escritorio. Llamo al senador y miento, diciéndole que estoy indispuesta. Termino el artículo que mi compañera necesita con la información que tengo y se lo envío.Por la noche apenas puedo dormir, pensando en Amadeo y su comportamiento impulsivo. Él está buscando la presidencia. ¿Por qué se arriesgaría a que alguien lo viera conmigo? ¿En
Caigo en su trampa y no puedo resistirme. No puedo pensar en nada más que en el deseo de terminar con el cosquilleo infernal que siento con cada embestida que él da. Amadeo aún es el único que logra hacer que responda de manera tan salvaje y a la vez tan pasiva. Abandono abatida las fuerzas que me quedan. Una oleada de calor me envuelve por completo y siento la debilidad que este encuentro deja sobre mí.Él se aparta lentamente, parece abrumado cuando se va al baño. Me doy vuelta y miro mi reloj, hemos estado casi dos horas haciéndolo. Entrecierro los ojos tratando de recuperar el ritmo de mi respiración y, cuando los abro, el ruido de la ducha ya no se escucha. Como no está en la cama junto a mí, supongo que se ha ido. Una nota sobre mi mesita de luz es su manera de despedirse.«Esto no se puede repetir. Aléjate de mí o te vas a arrepentir».¿Qué quiere decir con eso? Es él quien se ha metido a la fuerza en mi departamento, es un demente. Ha estado aburrido y decide abusar de mí, medi
Estamos en el departamento de Bernardo, donde me ha llevado para que lo vea y podamos negociar.—No tengas miedo —dice mientras me besa en los labios. No siento nada, pero, aun así, lo abrazo—. Sé que no te intereso, pero quiero que te des el tiempo de conocerme.Vuelve a besarme y acaricia mi cabello, incluso juega un poco con él.—No quiero darte falsas esperanzas o hacerte ilusionar. No sé si estoy lista para salir con alguien después de todo lo que he pasado. No… —intento aclarar, pero me silencia con otro beso.Nos tumbamos en la cama, mientras acaricia mi cuerpo con rudeza, se nota su excitación. Me quita la camiseta deportiva y mis pechos quedan a la vista. Por mi parte, le desabrocho el cinto y saco de sus pantalones su pistola para jugar con ella en mi boca. Intenta apartarse, pero no se lo permito hasta que vacía su carga en mi garganta. Trago mientras lo miro a los ojos. Sé cómo hacer que un hombre me desee.—¿Por qué hiciste eso? —me pregunta desplomándose en la cama a mi