Ellos fueron prácticamente obligados a vivir juntos y no se soportan para nada. Él es un mujeriego sinvergüenza, aunque millonario CEO una enorme empresa, no le importa sentar cabeza y mucho menos enamorarse. Ella es una chica independiente y profesional, sólo necesitaba un lugar donde vivir y fue a caer al penthouse del hombre más odioso y sexista que existe. ¿Podrán sorpotar vivir juntos o terminarán por tirar la toalla? Quizás un bebé sea la solución para todos sus problemas.
Leer másCerca de allí, sentados en unos sillones, sus maridos también discutían sobre el mismo tema.—Pues entre los niños y yo hemos decidido que se llame Reinaldo. Susan no ha puesto ninguna queja, así que con ese nombre se quedará —comentó Pablo, mientras daba un sorbo al café.—A Sienna y Mildred les gusta el nombre de Adriano. Me gusta cómo suena y no se me ocurre otro, así que supongo que se llamará así; si Mildred no le da el cambiazo en el último momento —dijo Jhonny, recordando con pesadumbre que su mujer había escogido concienzudamente el nombre de su hija, para después cambiarlo rápidamente.—Mi hijo se llamará Richard. Madeleine y yo le hemos dado muchas vueltas y de la larga lista de nombres que hizo Madison, yo creo que es el más bonito —contestó Carter, imaginándose a un hermoso niño de pelo negro y enormes ojos verdes.—Cartersito, no me digas que te has dejado llevar por tu intuición; sé lo que estás pensando —dijo Chris en tono burlón, mirándole de reojo.—Cállate, idiota. F
Siete años más tarde…En el salón de la gran mansión de los patriarcas Rogers (Brandon y Sophie) se encontraban sentados en un sofá a dos chicos jugando concentradamente a un videojuego. El mayor de los dos, que parecía tener unos 15 años, de pelo rubio platino, largo y lacio, con ojos completamente negros y penetrantes, que no dejaba de mirar la pequeña consola que tenía entre las manos. Profería pequeñas exclamaciones cada vez que parecía que estaba ganando.El otro parecía tener unos 11 años y presumía de una cabellera completamente roja de pelo ondulado, acompañado de unos vivaces ojos avellana claro que se desplazaban por la pantalla de otra consola que iba moviendo de un lado a otro en sus manos. Sacaba la lengua por las comisuras de sus labios en señal de esfuerzo.Los dos estaban en empate y no sabían quién sería el ganador hasta que:—¡Steve! —gritó alegremente una dulce vocecilla, proveniente de una niña que acababa de entrar corriendo en la sala.—¡Madeleine! —gritó con
Un año después…—Claro que se lo voy a decir, Amelia. Sólo estoy esperando el momento adecuado —decía Madison a través de su celular.Daba vueltas por la gran habitación en albornoz. Desde que estaban de vacaciones en Hawaii, sólo se había puesto bikinis, bañadores y algún que otro vestido que le permitiese ir fresquita por la calle. En la casa de vacaciones que tenía la familia Rogers en aquellas islas estadounidenses, le parecía muy cómodo estar en albornoz y en pijama.—Sí, está bien. Creo que se lo voy a decir ahora —dijo sonriendo inconscientemente, mientras miraba por las cristaleras que daban a la piscina donde Carter se estaba dando un baño nocturno… desnudo—. Bueno, quizás dentro de un rato —cambió de parecer, mordiéndose el labio inferior mientras pensaba en cosas lujuriosas y poco inocentes.En ese momento, Carter dejó de nadar y se sujetó al borde de la piscina que daba al pequeño trozo de playa privada que tenía la casa. La luna brillaba en lo alto del oscuro cielo lleno
Carter la dejó llorar. La observó detalladamente, mientras llevaba una ropa distinta y mostraba síntomas de severo cansancio.—¿Cuánto… cuánto tiempo llevo aquí? —preguntó una vez se había calmado. Tenía miedo de la respuesta.—Tres días —respondió Madison secándose las lágrimas.Carter se relajó ante la respuesta. Sabía que la causa de que ella estuviera así era él, y no se hubiera perdonado por hacerle pasar por esto más tiempo.Tras aquella pregunta, ninguno de los dos volvió a hablar. Tenían muchas cosas para preguntarse y muchas cosas que decir, pero en ese momento no podían abrir la boca hasta que alguno de los dos supiera bien qué decir. Y la primera fue Madison:—Megan… Megan se encuentra bien, nos salvaste a las dos —comenzó a decir Madison, con la cabeza gacha y sus puños apretados fuertemente contra sus piernas—. Si yo no hubiera huido, todo esto no habría pasado; yo habría escuchado lo que tenía que decir Megan y tú no habrías tenido que estar aquí ahora. Huí cuando lo q
Madison se levantó del suelo a duras penas, ya que se había golpeado la cabeza y todo le daba vueltas. Abrió los ojos y vio que Megan estaba a su lado, reincorporándose también. Mientras, se dio cuenta del ruido que se había producido a su alrededor: gente gritando y chillando, mirándolas con preocupación y llamando por teléfono apresuradamente.Pronto cayó en la cuenta de que había ocurrido un accidente de auto y ellas habían sido salvadas. ¿Por quién? Su mente se aclaró de repente. Carter…Dejó de importarle lo más mínimo su dolor de cabeza y corrió desesperadamente hacia el tumulto de gente que rodeaba al accidentado. No escuchó la voz de Megan llamándola ni vio si la seguía o no; de todas maneras, ella también calló cuando vio el cuerpo.Carter se encontraba a varios metros del auto que lo había atropellado. Un grupo de policías que pasaba por allí ya se había hecho cargo de la situación y no dejaban que nadie se acercara para no empeorar la situación. El conductor del auto se
Derek se dio la vuelta y le abrazó con todas sus fuerzas, esta vez dejando que Megan se desahogara y se tranquilizase.Unos minutos después, la chica se fue calmando. Derek no la soltó aun así. Vio que le temblaban las piernas por haber corrido mucho.—¿Quieres sentarte? —preguntó con voz tranquila, contra el pelo castaño de Megan.Ésta asintió, su cara escondida en el pecho del rubio. La tomó delicadamente por los hombros y la guió hacia el banco. La sentó y él se quedó de pie en frente de ella. Megan había dejado de llorar, pero todavía no le miraba a la cara. Estaba encogida sobre sí misma; ya no parecía la mujer imponente que era. Parecía una niña pequeña perdida y asustada. Esperó a que ella comenzara a hablar cuando estuviera preparada.—Tenías razón; Carter no dejaría de amar a Madison aunque consiguiera separarlos y he sido una idiota en pensar lo contrario. Ahora me siento como la peores de las basuras, por haber hecho infeliz a dos personas por mi jodido egoísmo y miedo.
Carter no podía dejar de ir a trabajar, pero incluso en su despacho ponía todas sus fuerzas en encontrar aunque fuera una mísera pista. Cada día que llegaba a su vacío apartamento sin haber encontrado nada le suponía un gran martirio. Incluso dejó a Orus a cargo de sus padres por un tiempo, sabiéndose incapaz de llevar a cabo su labor como amo en aquellos momentos. No le había dicho nada a Chris; no quería preocuparlo en los últimos días de su luna de miel. Su hermano se había distanciado y como había dicho, no quería saber nada. No le culpaba. En el trabajo, Pablo y Susan intentaban ponerle alguna solución a su depresión, pero era inútil. Incluso Keller preguntó lo que había pasado, pero Carter lo evadió completamente (seguramente Megan no le había contado nada).Así pasaron varios días. Madison no daba señales de vida y Carter estaba perdiendo la esperanza de recuperarla… Cuando de repente, se acordó de algo. Recordó que había llamado a Jhonny el día después de la desaparición de
—Ese maldito… Mira que se lo advertí —murmuró Jhonny, al conocer la verdad del estado de Madison.Madison se había quedado en silencio después de terminar. Ya se había hecho de noche y ninguno de los dos se había movido de su sitio, hasta que Madison se descargó de todos sus pensamientos. De hecho, ya era bastante tarde. —Por eso te pido que me dejes quedarme aquí, aunque sea solo unos días, sin decirle nada a nadie, por favor; necesito estar sola —rogó Madison, aun sin levantar la mirada.—No te preocupes, claro que te puedes quedar. Pero, ¿no sería mejor llamar a alguien para que sepa que estás bien? Se preocuparan mucho al no encontrarte e incluso puede que llamen a la policía —sugirió el chico.—Hmp —asintió Madison. Llamaría a Sara y se lo diría. No quería llamar a sus padres, porque sabía que se pondría a llorar y eso lo haría peor. Ya se encargaría su maestra.—Bien —hubo otro silencio más.Madison no se movía. Parecía como si hubiese sido golpeada por sus propias palabras y
Carter se detuvo un instante en su desesperada búsqueda por el cansancio. Llevaba horas buscando a la pelinegra en los sitios que frecuentaba, pero no estaba en ningún lado. Incluso había preguntado en el hospital y lo único que obtuvo fue la inminente amenaza de muerte de Sara y las compañeras de Madison. Suspiró, tirándose de los pelos, en un intento desesperado de aclarar toda aquella locura de situación.Después de que Madison se fuera del apartamento, Megan rápidamente le explicó cómo habían llegado a aquello. Por supuesto, no podía poner toda su confianza en ella, pero en ese momento no quería darle más vueltas al asunto y supo que de una manera u otra, él había tenido la mayoría de la culpa. Decidió dejar el asunto de Megan para más tarde. Le dijo que se fuera y rápidamente se puso en marcha para buscar a Madison. Esa era su prioridad. Siempre lo había sido.Levantó con mucho pesar a Steve, se despidió de Orus y se dirigió a casa de sus padres. La última vez también acabó yen