Madison miró a Carter, pero él estaba como en un estado de shock del que no saldría hasta después de varias horas.
Un poco nerviosa, se agachó y agarró la cesta donde el bebé estaba dormido, tapado por una mantita amarilla.Carter pareció reaccionar ante el movimiento de Madison y le preguntó alarmado:—¿¡Pero qué se supone qué haces!? —le dijo mientras que la seguía con la mirada.—Cargarlo, ¿no te parece? No voy a dejarlo aquí —rodó los ojos. Se encaminó dentro del apartamento intentando no mover mucho la cesta—. ¿Y quieres hacer el favor de hablar más bajo?, ¡lo vas a despertar! —susurró molesta.Carter hizo un movimiento de desesperación y puso los ojos en blanco. Después, en un movimiento de cerrar la puerta, ésta dio un portazo haciendo que el profundo sueño del bebé se rompiera.El pequeño empezó a llorar y Madison pegó un pequeño chillido de rabia mientras cogía al bebé en brazos.—¡Genial! —dijo Carter—. ¡Maldita puerta! —gritó mientras le daba una patada.—¡Carter! ¿Quieres hacer el favor de tranquilizarte? ¡Vas a empeorar las cosas! —medio gritó Madison, balanceándose de un lado a otro con el bebé llorando.—¡¿Más de lo que están?! ¡No me jodas! —gritó desesperado.Estaba en tal estado de estrés, que ya no sabía lo que decía ni hacía. Además, sumado con los altos y chillones lloros del bebé y a Madison mandándole que se callara, la cosa no mejoraba.Entonces, Madison se acercó a él con gesto serio e hizo algo que él no se esperaba: le pegó un tortazo.—A ver si te tranquilizas de una vez, ¿de acuerdo? —dijo con tono controlado.Carter se la quedó mirando con cara neutra y con una mano en la zona golpeada. Madison tenía una fuerza impresionante, tanto, que seguro que tenía la mejilla, no roja, lo siguiente a rojo, así lo sentía.Aunque si era verdad de que aquello le había ayudado a recuperarse de la pequeña crisis de histeria por la que había pasado momentos atrás.Veía cómo Madison lograba poco a poco que el bebé se quedara otra vez dormido. La chica sonrió al ver que se habían acabado los lloros y lo colocó lo mejor que pudo entre sus brazos.Todo se quedó en silencio y Carter no podía pensar en otra cosa aparte de que Madison podría ser una buena madre. Se fijó un momento en el bebé y hubo algo que le llamó la atención.Inclinó un poco la cabeza y entrecerró los ojos para poder fijarse mejor.Madison seguía mirando tiernamente al bebé, mientras que con un dedo le acariciaba la carita.—¿No ves? Hay que tomárselo con calma. Supongo que se ha pegado un gran susto —explicó, mientras levantaba la mirada sonriente hacia Carter, pero él estaba concentrado en alguna otra cosa—. ¿Carter?Carter se acercó a Madison y cogió una de las puntas de la mantita amarilla que arropaba al bebé.—¿Qué es, Carter? —preguntó Madison, mientras miraba unas letritas grabadas en la tela amarilla al igual que Carter.—¿Steve?...***—Sí, sí, tranquilo Andrew… Sí, de momento no ha pasado nada…Un rubio se encontraba escondido en uno de los salientes de una pared que había justo al lado le apartamento de Carter. Hablaba muy bajito para que nadie se diese cuenta de que había alguien escondido.—Está bien. De todas maneras, entra ahora para comprobar que todo marcha bien, ¿de acuerdo? —preguntó Andrew desde el otro lado de la línea—. Chris, te lo pido por favor, vigila a mi hermano, éste es capaz de darlo en adopción y todo —dijo medio sarcástico—. Llámame si pasa algo.Acto seguido, colgó.—Puf, ni siquiera me ha dado tiempo a responderle —guardó el celular en sus pantalones y mientras se acercaba a la puerta, se imaginaba la cara fría de Carter mientras daba en adopción al pequeño Steve. Le dio un escalofrío tan solo pensarlo—. No, no puede hacer una cosa así —se dijo así mismo.Después de todo, el plan está pensado para no fallar, para eso estaba Madison, pero siempre tenían que contar, por si acaso, con el factor de improviso, que era el que representaba Carter y que consistía en improvisar sobre la marcha si algo malo pasaba.Que lo más seguro es que pasara…Con estos pensamientos, Chris tocó el timbre del apartamento de su amig, y cuando Carter le abrió la puerta con cara de malas pulgas, se le vino a la cabeza el porqué de por qué estaban haciendo todo esto.FLASHBACK:Hace 2 meses…Andrew y Keyla junto con su hijo Kevin, estaban de visita en la casa de los padres de Andrew y Carter. Tanto Madison, Chris e Amelia fueron invitados a la cena familiar.Todos mantenían una conversación agradable, pero el ambiente estaba un tanto tenso. ¿El porqué? Muy simple: Carter y Madison habían tenido una discusión antes de la cena.La verdad es que ya se conocían todos muy bien, pero aquella relación que mantenía la pareja empezaba a poner de los nervios a todo el mundo.Desde que Madison llegó al apartamento de Carter, todo habían sido quejas y disputas entre ellos, por nada menos que durante dos años. Hasta los padres de Madison, que habían venido a visitarla un par de veces, le dieron las gracias a Andrew por haber ayudado a su hija, pero se preguntaban si vivir con su hermano menor no iba a ocasionar muchos problemas.Dos años, dos malditos años soportando peleas y más peleas…¡Dos años!", pensó desesperado Andrew.Aquello tenía que cambiar ya. Andrew presentaba la mesa y pudo observar las miradas enfadadas y desdeñosas que se enviaban Carter y Madison. Estaban sentados uno enfrente del otro, y parecía que lo había hecho a posta, como si quisieran hacer saber que no se sentarían jamás juntos pero que tenían derecho a justificar su enfado poniendo estúpidos gestos de enfado.Parecían dos niños pequeños.—Discúlpenme un segundo… Chris, ¿puedes venir conmigo? —interrumpió amablemente Andrew, mientras se levantaba, haciendo que todos los comensales se le quedaran mirando.El aludido se levantó sin tener que responder a la pregunta e hizo un gesto de cabeza para pedir disculpas. Después, los dos salieron a la terraza y mientras que Andrew se encendía un cigarro, Chris preguntó:—¿Estás seguro de que hicimos bien en ponerles a vivir juntos? —preguntó con voz neutra, mientras se metía las manos en los bolsillos.—Todavía no me he arrepentido, pero mi paciencia se está agotando —dijo Andrew entre dientes.—Entonces, ¿tienes un plan? —preguntó interesado Chris.Él también estaba muy harto de la situación, incluso Amelia llega preocupada a veces, porque Madison llega de muy mal humor al trabajo.Amelia trabajaba como enfermera en el mismo hospital que Madison. Cuando ésta llegó, las dos se llevaron muy bien y hasta ahora son mejores amigas.Y que menos que tu mejor amiga se preocupara de que llegaras hecha una histérica todos los días al mismo trabajo que tú, porque vive con un idiota que no da el brazo a torcer en las discusiones.—No, por eso te he llamado… —se giró para hablarle de frente—. ¿Se te ocurre algo que les pudiera unir? ¿Algún plan infalible del que mi hermano no pueda escapar? Lo que sea, lo que sepas de mi hermano que no sepa yo, serviría de mucho —suplicaba medio desesperado a Chris.Este se quedó pensativo. Cada minuto que pasaba, iba frunciendo más y más el ceño, mientras que Andrew acumulaba esperanzas para que su amigo encontrara una solución.Finalmente, Chris puso gesto sorprendido y dijo:—No, no se me ocurre nada —dijo de repente.—¿Nada? ¡Vamos, algo habrá que podamos utilizar! —gritó exasperado Andrew.Le dieron vueltas y vueltas durante un rato más, pero no conseguían nada factible que propusiera una futura buena relación entre su hermano y Madison.Cuando ya iban a entrar, Chris comenzó a cambiar de tema para subir un poco el ánimo de Andrew.—¿Sabes algo de Patrick e Isabel? Hace mucho tiempo que no sé de ellos… Seguro que Steve está grandísimo, jajaja —dijo Chris sonriente.—No, la verdad, no, pero hace nada me mandaron una foto juntos con Steve… Steve… ¡Eso es! ¡Steve! —volvió a gritar Andrew, mientras que cogía a Chris de los hombros y lo volvía a dirigir a la terraza.—¿Qué pasa con Steve? ¿Le ha pasado algo? —preguntó preocupado Chris.—¡No, tonto! ¡Steve va a ser el protagonista de nuestro plan! —sonrió Andrew lleno de felicidad.Chris se quedó mirándole un momento, pensando que su inteligente y prudente amigo había perdido la cabeza, hasta que por fin cayó en la cuenta de sus palabras y abrió de par en par sus preciosos ojos color cielo.—¡Por encima de mi cadáver! —chilló una mujer de pelo violeta y ojos avellana.—Vamos Isabel, tranquilízate, no he terminado de explicártelo —dijo Andrew con voz tranquilizadora.Estaban en la casa de dos de los mejores amigos de Andrew: Patrick e Isabel. Después de que Chris y Andrew planearan todo, decidieron hacerles una visita a sus amigos para proponérselo. Sabía que iba a ser difícil, pero ellos aseguraban que todo iba a estar muy controlado, las 24 horas del día.Patrick estaba sentado en un sillón cerca de Isabel que se encontraba de pie, imponiendo su carácter. Entonces miró hacia un bebé que se encontraba entre los brazos de Chris y que estaba jugando con un cochecito de juguete que ni siquiera le cabía en la manita. Se reía y se podía observar que todavía no tenía ningún diente. Tenía el pelo de un pelirrojo anaranjado al igual que el padre y ojos avellana al igual que su madre. Patrick se le quedó mirando mientras decía:—No creo que sea buena idea —concluyó con un susp
—¡Lo sabía! ¡Ese maldito Carter! —gritaba una enfurecida Isabel.—Isabel, cariño… —contestó Patrick suspirando. Los dos estaban en el auto, camino al orfanato del distrito de Kensington, orfanato al cual Andrew les había dicho que iban a dejar al crío.—¡Ni cariño, ni nada! ¡Ya le importa un carajo a Andrew! ¡”Por favor, dale una oportunidad a mi hermano”! —exclamó, remedando a Andrew—. ¡Míralo! ¡La primera oportunidad que le damos y lo primero que hace es meter a NUESTRO HIJO en un orfanato! ¡Y encima de que todo esto es culpa de Andrew y él ni siquiera está aquí! ¡Podría venir de los malditos EEUU y ayudar un poco, ¿no crees?! ¡Es lo menos que puede hacer encima de que…! —y siguió retrucando y repitiendo sus mismos argumentos durante todo el camino.A la vez de que esta situación era un pelín preocupante, a Patrick no le dejaba de hacer gracia. Desde luego, Andrew les iba a deber una muy gorda, sobre todo a Isabel. No se perdería la cara que pondría su amigo cuando la fiera de Isa
—¡¿Otra vez?! —preguntó Carter alterado.Carter, Madison, Steve y Chris iban en el auto de Carter. Chris iba de copiloto y Madison iba detrás con Steve, que iba llorando. Carter miraba molesto a Madison por el espejo.—Lo siento, pero si quieres que deje de llorar, tenemos que darle de comer —dijo Madison con el ceño fruncido—. Además, fuiste tú el que no se quiso entretener antes en comprar papilla para Steve —finalizó, mirándolo acusadoramente.—Vamos, Carter. A mí también me está empezando a poner de los nervios —comentó Chris, con la esperanza de ganar más tiempo.—Hmp —aceptó Carter molesto.Parecía que no iban a llegar al orfanato en todo el día… ¡Y eso que sólo estaba a 3 manzanas de su casa!Primero: al salir de casa y meterse en el auto, empezó a oler mal: Steve se había hecho popó. Genial. Tuvieron que parar en el supermercado más cercano y comprar pañales. Luego, Madison se metió con él en el baño y salieron después de unos largos 10 minutos.Segundo: volvieron a meterse
Madison los miraba a los dos sin saber qué hacer. Pensaba que era el momento de proponerle a Carter que se quedaran con Steve, pero aquel tono de voz que había puesto en la última frase hizo que se le quitaran las ganas de interrumpirle.—Llamaré a los orfanatos de las ciudades más cercanas a Londres y seguro que encontramos alguno —dijo Carter decidido.—Pero Carter, hay demasiados… —comentó Madison, con una intención oculta de que Carter se resignara y decidiera que se quedaban con el bebé.—Me da igual. No pierdo nada por intentarlo —dijo irritado caminando hacia el auto.“Pues claro que pierdes algo… ¡Idiota!”, pensó Madison decepcionada.Volvieron al apartamento de Carter y mientras que Chris y él se encargaban de encontrar un orfanato, Madison fue con Steve al supermercado para comprar comida y pañales.A medida que pasaban las horas, ninguno de los dos pudieron encontrar ningún orfanato disponible porque, o no les contestaban el teléfono o todos parecían estar en la misma orga
A la mañana siguiente, ningún despertador sonó. Era domingo y todo el mundo tenía aquel día de descanso.En el apartamento del famoso empresario Carter Rogers no se escuchaba nada, excepto las profundas y acompasadas respiraciones dormidas de tres personas.Los rayos del sol entraban en la habitación, inundándola de una luz cálida.Un pequeño bebé se removía inquieto, desperezándose y estirando su pequeño cuerpecito, entre otras dos personas que seguían durmiendo ajenas a la actividad que había a su lado.El pequeño se llevó sus manitas regordetas a sus ojos avellana, refregándolas contras ellos en un intento de despejarse. Cuando consiguió abrirlos, bostezó y se quedó tumbado hasta que se despejó del todo. Entonces, estiró los pequeños brazos hacia adelante impulsándose para quedar sentado en el colchón. Se puso a gatas encima de la cama y le permitió ver las piernas de sus acompañantes. Las miró con cara curiosa hasta que escuchó un suspiro detrás de él. Se dio la vuelta gateando
Carter se quedó callado ante aquella afirmación, así como Madison, su cara se tornó aún más roja. Miraba a aquellos ojos esmeralda fijamente esperando a que se le viniera algo qué decir a la cabeza. “Me tendrás a tu lado siempre”, aquellas palabras era en lo único que podía pensar y anulaban cualquier pensamiento que pudiera tener.“¡Mierda!”, pensó molesto consigo mismo por haber dejado caer su orgullo frente a la mujer que le había ocasionado tantos dolores de cabeza. Aunque… también se refería al olor que estaba empezando a llenar la habitación.Madison arrugó la nariz con gesto de asco para después tapársela con una mano. Miró a Steve, quien estaba muy callado y estaba inmóvil. Tenía las mejillas rojas y sus manos estaban convertidas en pequeños puños, parecía como si estuviera haciendo fuerza.Entonces, Madison comenzó a reírse por la escena que tenía ante sí: Carter con cara de asco mientras tenía a Steve entre las piernas haciendo fuerza para hacer caca. Carter miró hacia a
Los días siguientes a la decisión de Carter de quedarse con Steve, fueron muy ajetreados.El primer día, después de haberle cambiado el pañal a Steve y de haberle dado de comer, llegaron de visita Chris y Amelia.Amelia quedó encantada con Steve, y junto con Madison, le hacían mimos todo el tiempo. —¿Quién es el niño más lindo del mundo? —dijo Amelia con voz melosa.—¡Es el pequeño Steve, sí! —aplaudió Madison, haciendo reír al pequeño a carcajadas.Carter y Chris les decían que le iban a convertir en un niño mimado, siendo la respuesta de las chicas un bufido molesto que quería decir: “Alguien tendrá que mimarle un poco, ¿o van a ser ustedes acaso?”Durante la visita, Andrew llamó preguntando por lo que había ocurrido como si no supiese nada. También se puso Keyla, aconsejándoles y dándoles instrucciones para poder cuidar al bebé lo mejor posible, ya que ella como era madre experimentada, tenía el deber de ayudar a los nuevos padres. Madison fue apuntando diligentemente todo en un
El pedido llegó bastante pronto, cosa que les iba a venir muy bien. Madison ya había montado el parque en el salón y había metido todos los juguetes allí. Colocó dentro a Steve e inmediatamente se puso a jugar muy contento con sus nuevos juguetes.Madison decidió echarle una mano a Carter con los otros muebles. La habitación de Steve se encontraba en frente de la de Madison y al lado de la de Carter. Tenía una gran ventana que daba a una de las muchas ajetreadas calles de y era de un color inmaculado que hacía que le diera un aspecto limpio y puro. A Madison le encantó.Carter se encontraba cerca de la ventana montando la cuna. Parecía muy concentrado pero algo molesto, por algo que Madison pensó que no estaba haciendo bien.—¿Puedes dejar de mirarme y ayudarme un poco? —preguntó, mirándola de reojo.Madison pegó un respingo de la sorpresa. No había hecho ningún ruido y aún así, sabía que estaba allí. Carter suspiró con molestia.—Oye… —comenzó diciendo Madison, frunciendo el ceño