El pedido llegó bastante pronto, cosa que les iba a venir muy bien. Madison ya había montado el parque en el salón y había metido todos los juguetes allí. Colocó dentro a Steve e inmediatamente se puso a jugar muy contento con sus nuevos juguetes.Madison decidió echarle una mano a Carter con los otros muebles. La habitación de Steve se encontraba en frente de la de Madison y al lado de la de Carter. Tenía una gran ventana que daba a una de las muchas ajetreadas calles de y era de un color inmaculado que hacía que le diera un aspecto limpio y puro. A Madison le encantó.Carter se encontraba cerca de la ventana montando la cuna. Parecía muy concentrado pero algo molesto, por algo que Madison pensó que no estaba haciendo bien.—¿Puedes dejar de mirarme y ayudarme un poco? —preguntó, mirándola de reojo.Madison pegó un respingo de la sorpresa. No había hecho ningún ruido y aún así, sabía que estaba allí. Carter suspiró con molestia.—Oye… —comenzó diciendo Madison, frunciendo el ceño
—¡Por Dios, hijo! ¡¿Pero qué nos estás contando?! —preguntaba sorprendida Sophie.—Lo siento, mamá, pero esa es la verdad… —respondió la voz profunda de Andrew al otro lado del teléfono.Sophie miró expectante a su marido, como queriendo que le dijera algo a su hijo. Brandon estaba sentado en uno de los sillones del salón de la gran mansión en donde habían vivido desde siempre. Escuchó con gesto serio todo lo que les había contado Andrew.Su hijo había llamado antes de la hora de la cena para contarles la verdad sobre la aparición de Steve en la vida de Carter y Madison, para, según él, no desilusionarlos cuando todo aquello acabase. Ahora se encontraban en medio de la discusión, hablando todos sobre el asunto gracias al “manos libres” del teléfono.Brandon frunció el ceño y suspiró mientras entrecruzaba los dedos de ambas manos entre sí y las colocaba delante de su boca, meditando sobre lo que le iba a decir a su hijo mayor.—Hijo, no me ha parecido buena idea, pero sí que es intel
Madison no se podía creer que Carter la hubiera defendido de aquella manera, y Susan no se podía creer que Carter prefiriera a Madison antes que a ella. Después de aquello, Susan se fue sin decir nada. Nadie dijo nada, excepto Madison.—Carter… Gracias —habló, todavía sorprendida.—No hace falta que me las des, Madison; todo lo que he dicho es verdad y no pienso dejar que Susan ni nadie piense lo contrario —dijo con voz tranquila pero controlada.Se sentó a su lado y cargó a Steve, que estaba muy compungido por la escena de antes. Todavía resoplaba y sollozaba por el llanto, pero ya estaba más calmado que antes.—Además, ha hecho llorar al peque… Es una energúmena —sentenció susurrando. Acercó su cabeza a la de Steve y apoyó su frente contra la pequeña frente de él. El bebé abrió lentamente sus ojos llorosos y miró hacia los profundos ojos de Carter—. No llores más, no me gusta verte llorar, peque —dijo bajito. Steve sonrió y levantó un bracito hacia la cara de Carter, y con una man
—¡Buenos golpes, hija! Desde siempre he dicho que Carter merecía que le golpearan de vez en cuando —habló de repente Brandon, entrando por la puerta corrediza de cristal que daba al patio. Thomas sonreía divertido.—Vamos papá, cállate —dijo Carter sonriendo altanero. De pronto, sintió otro golpe en el estómago—. ¡Hmp!—Cállate tú mejor, que tu padre tiene razón —dijo Madison, mientras se cruzaba de brazos y lo miraba sonriente de reojo.Los padres se rieron y acompañaron a la pareja al salón con las madres y Steve.Aquel fin de semana fue uno bastante familiar, con comidas familiares, paseos familiares y peleas familiares… Y que más decir que, Madison, ya habiendo descubierto su “fuerza”, sometía a Carter a duras torturas cuando decía algo equívoco o fuera de lugar. Al cabo del fin de semana, Carter parecía un moratón andante.—Madison, quieres dejar de utilizarme como si fuera un saco de boxeo, ¿por favor? —dijo adolorido.—Nop, me gusta golpearte, ¡es mi nuevo hobbie! —respondió
"Después de año y medio voy a volver a verla. ¡Tanto tiempo! Dos años en los que di lo mejor de mí mismo y que al final ha servido para algo", pensaba un chico.También que Madison había conseguido su sueño de ser una reconocida médico especializada y él un contrato lícito con una de las compañías de modelos más cotizadas del mundo. Ahora, volverían a verse en igualdad de condiciones, como mejores amigos que eran.Se bajó del coche y observó el gran edificio que se alzaba enfrente de él. El gran hospital de Londres sí que es tan magnífico como salía en la televisión. Incluso más.Intentó entrar sin que nadie lo reconociese, ya que últimamente su fama había creado bastante expectación por todo el mundo. Sólo esperaba no tener que esperar más tiempo para poder verla al fin.Llegó milagrosamente a la recepción del hospital y llamó la atención de la enfermera que se encontraba allí.—Buenas tardes, ¿podría decirme dónde se encuentra la consulta de la doctora Madison Chapman? —preguntó ed
Ugh —hizo un gesto de asco al ver y oler lo que había en el pañal de Steve—. En serio, a veces pienso que ingerir siempre cosas líquidas no les hace bien a los bebés —dijo Carter mirando al bebé pelirrojo que se encontraba tumbado en el cambiador, agarrando todo lo que veía a su alrededor.Con una mano, dobló cuidadosamente de no mancharse el pañal, intentando que la masa líquida y medio verdosa que había dentro no se saliera. Luego, con los dedos índice y pulgar, lo agarró y con la punta de un pie abrió la papelera para tirar rápidamente el pañal. Durante todo el proceso, Carter mantuvo un gesto de asco y desagrado que hizo que Steve se riera.—Sí, sí, tú ríete, peque, que ya verás cuando tengas que cambiar pañales —dijo con cara de disgusto fingido, mientras agarraba el paquete de toallitas.Había cambiado muchos pañales ya, pero todavía no se acostumbraba. Simplemente no soportaba el olor pestilente que desprendía esa “cosa” y menos tener que limpiarla después. Ah, otro punto imp
La verdad es que a Sebastian le fastidiaba que su querida Madison tuviera algo que ver con Carter Rogers. Ese hombre había sido su motivación por superarse en su trabajo. Rogers encabezaba la lista de los hombres más sexys y guapos de todas las revistas internacionales del mundo, secundado por su hermano y su amigo, el rubio Kensington. Él estaba en cuarto lugar. Lugar que le había costado lograr sudor y lágrimas, para que después Rogers llegase y cogiese ventaja con Madison, haciendo que se tuviera que superar también en aquello.—¿Mm? ¡No te creas! ¡Steve ha sido como un pequeño regalo! —decía alegre y emocionada. Sebastian la miró sorprendido—. Tienes que venir a verle un día de estos! Te va a gustar mucho. Es tierno y alegre, aunque a veces llora por cualquier cosa… Carter y yo siempre estamos jugando con él y mimándolo; nos vamos turnando sus cuidados, para que pase tiempo con cada uno, porque ya sabes, los horarios que tenemos los dos no concuerdan a veces y no podemos estar j
Carter frunció el ceño y gruñó. Aquello no era propio del comportamiento de ella. Siempre que pasaba alguna emergencia en el trabajo o que sucedía algún retraso, ella llamaba para hacérselo saber, aunque a él no le importara a qué hora llegase al apartamento.Pero ahora era diferente. Se le ocurrían millones de razones por las que Madison no hubiera llegado pronto y por las que no hubiera llamado: una emergencia, que se hubiera quedado dormida, que le hubiera salido una guardia, que hubiera salido a cenar con unas amigas del trabajo y no se hubieran dado cuenta de la hora o… No podía ser. Aquella última razón le parecía demasiado ilógica para que pudiera ser real: que ella estuviera pasando la noche con un chico. Por alguna razón, aquello le ponía furioso, hacía que respirara con mayor pesadez y le hacía sentir mal. Muy mal. Si Madison tuviera novio, él se habría enterado. Madison y él, habían llegado a un punto en su relación de amistad en la que se contaban todo… aunque con aquel