"Maldita sea, Andrew. Ya no aguanto más a esta molestia. Tengo que deshacernos de ella antes de que me vuelva loco y termine ahorcándola".El aludido miró el mensaje y puso los ojos en blanco, cansado de tener que ser el mediador entre esos dos, quienes parecían más unos chiquillos con tantas peleas casi a diario.—No otra vez —se quejó, pensando si más bien debería tirar la toalla.Necesitaba una solución a toda esa situación, ya que seguía pensando que Madison era una buena chica para su hermano, sólo que el muy tarado ni siquiera se daba cuenta. Tenía que pensar en algo drástico que a ambos le abriera los ojos y se dieran cuenta que estaban hechos el uno para el otro. Su mente viajó un año atrás, donde apenas llegaba de viaje a Londres, había dado de frente con la pequeña Madison, quien tenía un problema difícil entre manos.Flashback: Un castaño con el pelo recogido en una pequeña coleta y ojeras marcadas debajo de sus ojos negros –que le hacían aún más atractivo–, atravesaba el
Andrew se encontraba delante del rascacielos donde se situaba la empresa. Se quedó observándola unos minutos, apreciando su estructura moderna. Sabía que su hermano se iba a hacer el duro en cuanto le propusiera la promesa que le había hecho a Madison, pero caería, de eso estaba seguro. Tenía otros planes para conseguirlo… En ese momento alguien colocó una mano en su hombro, y se dio la vuelta. Vio a un chico rubio, de grandes ojos azules, vestido con traje de chaqueta y con un maletín en la mano.Sonreía alegre.—¡Andrew! ¡Qué alegría verte por aquí, amigo! —dijo contento.—¡Chris! ¡Cuánto tiempo! —dijo dándole un abrazo. Chris era de la edad de su hermano y se conocían desde que eran unos enanos de 4 años. Andrew les llevaba 3 años pero aún así él era el hermano mayor de los dos. Ahora Carter y Chris siguen juntos, trabajando hombro con hombro en la empresa: Carter como presidente de la empresa y Chris como vicepresidente. —¿Vas a ver a Carter? —dijo curioso.—¡Claro! Vengo de
Una pelinegra corría, saltaba y brincaba de la emoción, mientras llegaba a la dirección que le había dado Andew momentos anteriores. Se había parado un instante para llamar a sus padres y contarles que ya había encontrado apartamento, que cuando lo tuviera todo listo, cuando pudieran; podrían hacerle una visita.Cuando llegó, se encontró a Andrew delante de unos enormes pisos modernos del centro de Londres. Se abrazó a él y le volvió a dar las gracias por todo lo que la había ayudado, aunque no se conocieran de mucho.—Vamos, ¿tendrás ganas de verlo, no? —dijo abriendo el enorme portal de entrada.—¡Claro! —dijo siguiéndole.Cuando entraron, las luces se encendieron solas, dejando atónita a Madison: la entrada parecía la recepción de un hotel de cinco estrellas. Andrew la esperaba sonriente dentro del ascensor, en el que por lo menos cabían quince o veinte personas. Se metió, fijándose en que Andrew le daba al botón que señalaba al último piso."¡Veinticinco plantas! ¡Por Dios! ¡Est
Madison miró a Carter, pero él estaba como en un estado de shock del que no saldría hasta después de varias horas.Un poco nerviosa, se agachó y agarró la cesta donde el bebé estaba dormido, tapado por una mantita amarilla.Carter pareció reaccionar ante el movimiento de Madison y le preguntó alarmado:—¿¡Pero qué se supone qué haces!? —le dijo mientras que la seguía con la mirada.—Cargarlo, ¿no te parece? No voy a dejarlo aquí —rodó los ojos. Se encaminó dentro del apartamento intentando no mover mucho la cesta—. ¿Y quieres hacer el favor de hablar más bajo?, ¡lo vas a despertar! —susurró molesta.Carter hizo un movimiento de desesperación y puso los ojos en blanco. Después, en un movimiento de cerrar la puerta, ésta dio un portazo haciendo que el profundo sueño del bebé se rompiera. El pequeño empezó a llorar y Madison pegó un pequeño chillido de rabia mientras cogía al bebé en brazos.—¡Genial! —dijo Carter—. ¡Maldita puerta! —gritó mientras le daba una patada.—¡Carter! ¿Quieres
—¡Por encima de mi cadáver! —chilló una mujer de pelo violeta y ojos avellana.—Vamos Isabel, tranquilízate, no he terminado de explicártelo —dijo Andrew con voz tranquilizadora.Estaban en la casa de dos de los mejores amigos de Andrew: Patrick e Isabel. Después de que Chris y Andrew planearan todo, decidieron hacerles una visita a sus amigos para proponérselo. Sabía que iba a ser difícil, pero ellos aseguraban que todo iba a estar muy controlado, las 24 horas del día.Patrick estaba sentado en un sillón cerca de Isabel que se encontraba de pie, imponiendo su carácter. Entonces miró hacia un bebé que se encontraba entre los brazos de Chris y que estaba jugando con un cochecito de juguete que ni siquiera le cabía en la manita. Se reía y se podía observar que todavía no tenía ningún diente. Tenía el pelo de un pelirrojo anaranjado al igual que el padre y ojos avellana al igual que su madre. Patrick se le quedó mirando mientras decía:—No creo que sea buena idea —concluyó con un susp
—¡Lo sabía! ¡Ese maldito Carter! —gritaba una enfurecida Isabel.—Isabel, cariño… —contestó Patrick suspirando. Los dos estaban en el auto, camino al orfanato del distrito de Kensington, orfanato al cual Andrew les había dicho que iban a dejar al crío.—¡Ni cariño, ni nada! ¡Ya le importa un carajo a Andrew! ¡”Por favor, dale una oportunidad a mi hermano”! —exclamó, remedando a Andrew—. ¡Míralo! ¡La primera oportunidad que le damos y lo primero que hace es meter a NUESTRO HIJO en un orfanato! ¡Y encima de que todo esto es culpa de Andrew y él ni siquiera está aquí! ¡Podría venir de los malditos EEUU y ayudar un poco, ¿no crees?! ¡Es lo menos que puede hacer encima de que…! —y siguió retrucando y repitiendo sus mismos argumentos durante todo el camino.A la vez de que esta situación era un pelín preocupante, a Patrick no le dejaba de hacer gracia. Desde luego, Andrew les iba a deber una muy gorda, sobre todo a Isabel. No se perdería la cara que pondría su amigo cuando la fiera de Isa
—¡¿Otra vez?! —preguntó Carter alterado.Carter, Madison, Steve y Chris iban en el auto de Carter. Chris iba de copiloto y Madison iba detrás con Steve, que iba llorando. Carter miraba molesto a Madison por el espejo.—Lo siento, pero si quieres que deje de llorar, tenemos que darle de comer —dijo Madison con el ceño fruncido—. Además, fuiste tú el que no se quiso entretener antes en comprar papilla para Steve —finalizó, mirándolo acusadoramente.—Vamos, Carter. A mí también me está empezando a poner de los nervios —comentó Chris, con la esperanza de ganar más tiempo.—Hmp —aceptó Carter molesto.Parecía que no iban a llegar al orfanato en todo el día… ¡Y eso que sólo estaba a 3 manzanas de su casa!Primero: al salir de casa y meterse en el auto, empezó a oler mal: Steve se había hecho popó. Genial. Tuvieron que parar en el supermercado más cercano y comprar pañales. Luego, Madison se metió con él en el baño y salieron después de unos largos 10 minutos.Segundo: volvieron a meterse
Madison los miraba a los dos sin saber qué hacer. Pensaba que era el momento de proponerle a Carter que se quedaran con Steve, pero aquel tono de voz que había puesto en la última frase hizo que se le quitaran las ganas de interrumpirle.—Llamaré a los orfanatos de las ciudades más cercanas a Londres y seguro que encontramos alguno —dijo Carter decidido.—Pero Carter, hay demasiados… —comentó Madison, con una intención oculta de que Carter se resignara y decidiera que se quedaban con el bebé.—Me da igual. No pierdo nada por intentarlo —dijo irritado caminando hacia el auto.“Pues claro que pierdes algo… ¡Idiota!”, pensó Madison decepcionada.Volvieron al apartamento de Carter y mientras que Chris y él se encargaban de encontrar un orfanato, Madison fue con Steve al supermercado para comprar comida y pañales.A medida que pasaban las horas, ninguno de los dos pudieron encontrar ningún orfanato disponible porque, o no les contestaban el teléfono o todos parecían estar en la misma orga