—¡Por encima de mi cadáver! —chilló una mujer de pelo violeta y ojos avellana.
—Vamos Isabel, tranquilízate, no he terminado de explicártelo —dijo Andrew con voz tranquilizadora.Estaban en la casa de dos de los mejores amigos de Andrew: Patrick e Isabel.Después de que Chris y Andrew planearan todo, decidieron hacerles una visita a sus amigos para proponérselo. Sabía que iba a ser difícil, pero ellos aseguraban que todo iba a estar muy controlado, las 24 horas del día.Patrick estaba sentado en un sillón cerca de Isabel que se encontraba de pie, imponiendo su carácter. Entonces miró hacia un bebé que se encontraba entre los brazos de Chris y que estaba jugando con un cochecito de juguete que ni siquiera le cabía en la manita.Se reía y se podía observar que todavía no tenía ningún diente. Tenía el pelo de un pelirrojo anaranjado al igual que el padre y ojos avellana al igual que su madre.Patrick se le quedó mirando mientras decía:—No creo que sea buena idea —concluyó con un suspiro.Andrew puso los ojos en blanco e Isabel suspiró de alivio. Chris estaba demasiado ocupado para escuchar mientras jugaba con Steve.—Vamos, es solamente durante unos meses —suplicó Andrew—. Además, seguro que Madison lo cuidará y le querrá como si fuera suyo —dijo sonriendo.—¿Y Carter? —preguntó entre dudosa y enfadada Isabel—. Estoy segura de que no le gustan nada los bebés —dijo cruzándose de brazos.—Sé que Carter es frío y arrogante, pero darle una oportunidad —dijo esta vez serio—. Es mi hermano y estoy seguro de que logrará cuidar de Steve —dijo decidido.Isabel y Patrick se miraron en silencio, sólo se escuchaban las risitas de Steve y Chris.—¿Y por qué no adoptan a un bebé? —preguntó Patrick, intentando resistirse.Le costaba mucho imaginar tener que separarse de su hijo durante meses.—Patrick, tú sabes que los trámites de adopción no se hacen de un día para otro… —dijo con voz cansina Andrew—. Por favor, irán a visitarlos a menudo como si les hubiera encantado y quieran volverlo a ver… ¡Es así de fácil! Carter no tiene ni idea de que tienen un hijo, así que eres el único con el que puedo contar… Por-fa-vor —suplicaba Andrew como un niño pequeño, mientras ponía pucheros para convencerlos—. Es para salvar a su mejor y viejo amigo Andrew… ¡¿O acaso queréis que me muera de histeria?!—¡Vale, vale! ¡Ya está bien! ¡Andrew! ¡Tú mismo sabes lo que es ser padre, ¿no?! Pues como le pase algo al niño, te juro que te dejaré sin el placer de tener otro hijo, ¡¿entiendes?! ¡Jum! —decidió Isabel.Patrick dejó escapar un sonidito de alivio por haber acabado con aquella disputa, pero aún estaba preocupado por lo que pudiera pasar.Andrew se lanzó a abrazar a sus dos amigos, mientras ellos se lo devolvían a regañadientes, pero contentos por haber podido ayudar a su amigo. Después de todo, podían confiar en él además de que podrían ir a verle todo los días que quisieran, entonces lo tendrían controlado todo.Solo faltaba saber si el plan surtiría efecto o al final si podría ser que Andrew se muriera de histeria…**—Lo pondremos en adopción —dijo Carter de repente.Chris y Madison pegaron un respingo de la sorpresa. El niño jugaba con los mechones azules de Madison que le caían por los hombros; estaba riendo, como siempre.Chris había llegado hacía veinte minutos, y Carter y Madison le contaron todo lo que había ocurrido. Se alegraba de ver a Steve bien.Parecía que a Madison le había caído bien, pero como antes de entrar estaba muy seguro de que Carter no lo pondría en adopción, aquella inversa le sorprendió mucho.Miró a Madison y la vio tan sorprendida como él, aunque después bajó la mirada, con ojos tristes pero serios. Chris tragó grueso; tenía que hacer algo si Madison también estaba de acuerdo con Carter.—Quizá Carter tenga razón… —susurró dubitativa Madison, mientras miraba al pequeño Steve. Carter y ella habían encontrado aquel nombre en la mantita amarilla y supusieron que se llamaba así—. No me gustan los orfanatos, pero ahora mismo no sé si podré cuidar de un bebé… y no creo que a Carter le entusiasme la idea —dijo mirándolo de reojo.Este se cruzó de brazos con el ceño fruncido.—Yo que ustedes no lo llevaría a un orfanato… Ya saben lo mal que lo pueden pasar allí los pobrecitos —dijo Chris con voz inquisitiva, mientras se levantaba del sofá con indiferencia.—¿Y entonces qué hacemos? A mí también me da pena, pero no quiero tener que cuidar de un bebé… Por lo menos no todavía —dijo sincero Carter.Madison seguía mirando a Steve y aunque era cierto de que no estaban seguros, se notaba a kilómetros que se quería quedar con él.No sabían cuanto tiempo se había quedado así, en silencio. Hasta que Madison se levantó con el niño en brazos y dijo:—No me gusta para nada la idea, pero supongo que es lo único que se nos ocurre y seguramente que Chris y Amelia no se lo querrán quedar, ¿no es así? —preguntó inquisitiva Madison.Carter miró a Chris, esperando una respuesta. Éste se quedó mudo, sin poder decir una palabra.Carter suspiró y miró su reloj.—Son las 9:30 de la mañana… Hay varios orfanatos en la ciudad, por lo cual, iremos al más cercano y después, se acabó el asunto —dijo firme.Bien, no tenía ningún conocimiento de cómo se trataba a un bebé y tampoco tenía la intención de tener ninguno, pero sabía que le iba a dar mucha pena tener que dar en adopción a un niño que ni siquiera ha tenido el amor de unos padres.—¡Pero Carter! ¿No te da pena el pobre? ¿Sus padres le han abandonado y ustedes lo vuelven a abandonar? ¡Vamos, por Dios! ¡Tengan un poco de juicio! –decía Chris, desesperado para intentar frenarles.—¡Pues si tantas ganas tienes de que se quede, quédatelo tú! —gritó Carter, empezando a perder los nervios de nuevo.Los dos se miraron a los ojos seriamente, hasta que escucharon los leves sollozos de Steve y a Madison susurrándole para que se calmara. Los dos comprendieron que estaban asustando al pequeño y se tranquilizaron.—Chris, no queda otra… ¿Vienes con nosotros? —preguntó comprensible.Entendía las palabras de su amigo, pero él sabía que, aunque Madison dijera que no sabía si podía cuidar de él, si podía y lo estaba demostrando en aquellos momentos, pero el problema era él.No tenía el carácter ni la personalidad adecuados para poder cuidarlo. Y eso, aunque intentara no pensar en ello, le enfurecía aún más que pensar en los malditos padres que habían abandonado a Steve.—De acuerdo —suspiró Chris cansado—. Los espero en la entrada —acto seguido salió por la puerta y se metió rápidamente en el ascensor.Le dio como un paranoico al botón que señalaba la planta baja y mientras, iba marcando el número de Andrew. Éste no descolgó hasta que Chris salió del edificio:—¿Sí? —preguntó la voz amable de Andrew.—Houston, tenemos un problema —contestó la voz preocupada de Chris.—¡Lo sabía! ¡Ese maldito Carter! —gritaba una enfurecida Isabel.—Isabel, cariño… —contestó Patrick suspirando. Los dos estaban en el auto, camino al orfanato del distrito de Kensington, orfanato al cual Andrew les había dicho que iban a dejar al crío.—¡Ni cariño, ni nada! ¡Ya le importa un carajo a Andrew! ¡”Por favor, dale una oportunidad a mi hermano”! —exclamó, remedando a Andrew—. ¡Míralo! ¡La primera oportunidad que le damos y lo primero que hace es meter a NUESTRO HIJO en un orfanato! ¡Y encima de que todo esto es culpa de Andrew y él ni siquiera está aquí! ¡Podría venir de los malditos EEUU y ayudar un poco, ¿no crees?! ¡Es lo menos que puede hacer encima de que…! —y siguió retrucando y repitiendo sus mismos argumentos durante todo el camino.A la vez de que esta situación era un pelín preocupante, a Patrick no le dejaba de hacer gracia. Desde luego, Andrew les iba a deber una muy gorda, sobre todo a Isabel. No se perdería la cara que pondría su amigo cuando la fiera de Isa
—¡¿Otra vez?! —preguntó Carter alterado.Carter, Madison, Steve y Chris iban en el auto de Carter. Chris iba de copiloto y Madison iba detrás con Steve, que iba llorando. Carter miraba molesto a Madison por el espejo.—Lo siento, pero si quieres que deje de llorar, tenemos que darle de comer —dijo Madison con el ceño fruncido—. Además, fuiste tú el que no se quiso entretener antes en comprar papilla para Steve —finalizó, mirándolo acusadoramente.—Vamos, Carter. A mí también me está empezando a poner de los nervios —comentó Chris, con la esperanza de ganar más tiempo.—Hmp —aceptó Carter molesto.Parecía que no iban a llegar al orfanato en todo el día… ¡Y eso que sólo estaba a 3 manzanas de su casa!Primero: al salir de casa y meterse en el auto, empezó a oler mal: Steve se había hecho popó. Genial. Tuvieron que parar en el supermercado más cercano y comprar pañales. Luego, Madison se metió con él en el baño y salieron después de unos largos 10 minutos.Segundo: volvieron a meterse
Madison los miraba a los dos sin saber qué hacer. Pensaba que era el momento de proponerle a Carter que se quedaran con Steve, pero aquel tono de voz que había puesto en la última frase hizo que se le quitaran las ganas de interrumpirle.—Llamaré a los orfanatos de las ciudades más cercanas a Londres y seguro que encontramos alguno —dijo Carter decidido.—Pero Carter, hay demasiados… —comentó Madison, con una intención oculta de que Carter se resignara y decidiera que se quedaban con el bebé.—Me da igual. No pierdo nada por intentarlo —dijo irritado caminando hacia el auto.“Pues claro que pierdes algo… ¡Idiota!”, pensó Madison decepcionada.Volvieron al apartamento de Carter y mientras que Chris y él se encargaban de encontrar un orfanato, Madison fue con Steve al supermercado para comprar comida y pañales.A medida que pasaban las horas, ninguno de los dos pudieron encontrar ningún orfanato disponible porque, o no les contestaban el teléfono o todos parecían estar en la misma orga
A la mañana siguiente, ningún despertador sonó. Era domingo y todo el mundo tenía aquel día de descanso.En el apartamento del famoso empresario Carter Rogers no se escuchaba nada, excepto las profundas y acompasadas respiraciones dormidas de tres personas.Los rayos del sol entraban en la habitación, inundándola de una luz cálida.Un pequeño bebé se removía inquieto, desperezándose y estirando su pequeño cuerpecito, entre otras dos personas que seguían durmiendo ajenas a la actividad que había a su lado.El pequeño se llevó sus manitas regordetas a sus ojos avellana, refregándolas contras ellos en un intento de despejarse. Cuando consiguió abrirlos, bostezó y se quedó tumbado hasta que se despejó del todo. Entonces, estiró los pequeños brazos hacia adelante impulsándose para quedar sentado en el colchón. Se puso a gatas encima de la cama y le permitió ver las piernas de sus acompañantes. Las miró con cara curiosa hasta que escuchó un suspiro detrás de él. Se dio la vuelta gateando
Carter se quedó callado ante aquella afirmación, así como Madison, su cara se tornó aún más roja. Miraba a aquellos ojos esmeralda fijamente esperando a que se le viniera algo qué decir a la cabeza. “Me tendrás a tu lado siempre”, aquellas palabras era en lo único que podía pensar y anulaban cualquier pensamiento que pudiera tener.“¡Mierda!”, pensó molesto consigo mismo por haber dejado caer su orgullo frente a la mujer que le había ocasionado tantos dolores de cabeza. Aunque… también se refería al olor que estaba empezando a llenar la habitación.Madison arrugó la nariz con gesto de asco para después tapársela con una mano. Miró a Steve, quien estaba muy callado y estaba inmóvil. Tenía las mejillas rojas y sus manos estaban convertidas en pequeños puños, parecía como si estuviera haciendo fuerza.Entonces, Madison comenzó a reírse por la escena que tenía ante sí: Carter con cara de asco mientras tenía a Steve entre las piernas haciendo fuerza para hacer caca. Carter miró hacia a
Los días siguientes a la decisión de Carter de quedarse con Steve, fueron muy ajetreados.El primer día, después de haberle cambiado el pañal a Steve y de haberle dado de comer, llegaron de visita Chris y Amelia.Amelia quedó encantada con Steve, y junto con Madison, le hacían mimos todo el tiempo. —¿Quién es el niño más lindo del mundo? —dijo Amelia con voz melosa.—¡Es el pequeño Steve, sí! —aplaudió Madison, haciendo reír al pequeño a carcajadas.Carter y Chris les decían que le iban a convertir en un niño mimado, siendo la respuesta de las chicas un bufido molesto que quería decir: “Alguien tendrá que mimarle un poco, ¿o van a ser ustedes acaso?”Durante la visita, Andrew llamó preguntando por lo que había ocurrido como si no supiese nada. También se puso Keyla, aconsejándoles y dándoles instrucciones para poder cuidar al bebé lo mejor posible, ya que ella como era madre experimentada, tenía el deber de ayudar a los nuevos padres. Madison fue apuntando diligentemente todo en un
El pedido llegó bastante pronto, cosa que les iba a venir muy bien. Madison ya había montado el parque en el salón y había metido todos los juguetes allí. Colocó dentro a Steve e inmediatamente se puso a jugar muy contento con sus nuevos juguetes.Madison decidió echarle una mano a Carter con los otros muebles. La habitación de Steve se encontraba en frente de la de Madison y al lado de la de Carter. Tenía una gran ventana que daba a una de las muchas ajetreadas calles de y era de un color inmaculado que hacía que le diera un aspecto limpio y puro. A Madison le encantó.Carter se encontraba cerca de la ventana montando la cuna. Parecía muy concentrado pero algo molesto, por algo que Madison pensó que no estaba haciendo bien.—¿Puedes dejar de mirarme y ayudarme un poco? —preguntó, mirándola de reojo.Madison pegó un respingo de la sorpresa. No había hecho ningún ruido y aún así, sabía que estaba allí. Carter suspiró con molestia.—Oye… —comenzó diciendo Madison, frunciendo el ceño
—¡Por Dios, hijo! ¡¿Pero qué nos estás contando?! —preguntaba sorprendida Sophie.—Lo siento, mamá, pero esa es la verdad… —respondió la voz profunda de Andrew al otro lado del teléfono.Sophie miró expectante a su marido, como queriendo que le dijera algo a su hijo. Brandon estaba sentado en uno de los sillones del salón de la gran mansión en donde habían vivido desde siempre. Escuchó con gesto serio todo lo que les había contado Andrew.Su hijo había llamado antes de la hora de la cena para contarles la verdad sobre la aparición de Steve en la vida de Carter y Madison, para, según él, no desilusionarlos cuando todo aquello acabase. Ahora se encontraban en medio de la discusión, hablando todos sobre el asunto gracias al “manos libres” del teléfono.Brandon frunció el ceño y suspiró mientras entrecruzaba los dedos de ambas manos entre sí y las colocaba delante de su boca, meditando sobre lo que le iba a decir a su hijo mayor.—Hijo, no me ha parecido buena idea, pero sí que es intel