—¡¿Otra vez?! —preguntó Carter alterado.Carter, Madison, Steve y Chris iban en el auto de Carter. Chris iba de copiloto y Madison iba detrás con Steve, que iba llorando. Carter miraba molesto a Madison por el espejo.—Lo siento, pero si quieres que deje de llorar, tenemos que darle de comer —dijo Madison con el ceño fruncido—. Además, fuiste tú el que no se quiso entretener antes en comprar papilla para Steve —finalizó, mirándolo acusadoramente.—Vamos, Carter. A mí también me está empezando a poner de los nervios —comentó Chris, con la esperanza de ganar más tiempo.—Hmp —aceptó Carter molesto.Parecía que no iban a llegar al orfanato en todo el día… ¡Y eso que sólo estaba a 3 manzanas de su casa!Primero: al salir de casa y meterse en el auto, empezó a oler mal: Steve se había hecho popó. Genial. Tuvieron que parar en el supermercado más cercano y comprar pañales. Luego, Madison se metió con él en el baño y salieron después de unos largos 10 minutos.Segundo: volvieron a meterse
Madison los miraba a los dos sin saber qué hacer. Pensaba que era el momento de proponerle a Carter que se quedaran con Steve, pero aquel tono de voz que había puesto en la última frase hizo que se le quitaran las ganas de interrumpirle.—Llamaré a los orfanatos de las ciudades más cercanas a Londres y seguro que encontramos alguno —dijo Carter decidido.—Pero Carter, hay demasiados… —comentó Madison, con una intención oculta de que Carter se resignara y decidiera que se quedaban con el bebé.—Me da igual. No pierdo nada por intentarlo —dijo irritado caminando hacia el auto.“Pues claro que pierdes algo… ¡Idiota!”, pensó Madison decepcionada.Volvieron al apartamento de Carter y mientras que Chris y él se encargaban de encontrar un orfanato, Madison fue con Steve al supermercado para comprar comida y pañales.A medida que pasaban las horas, ninguno de los dos pudieron encontrar ningún orfanato disponible porque, o no les contestaban el teléfono o todos parecían estar en la misma orga
A la mañana siguiente, ningún despertador sonó. Era domingo y todo el mundo tenía aquel día de descanso.En el apartamento del famoso empresario Carter Rogers no se escuchaba nada, excepto las profundas y acompasadas respiraciones dormidas de tres personas.Los rayos del sol entraban en la habitación, inundándola de una luz cálida.Un pequeño bebé se removía inquieto, desperezándose y estirando su pequeño cuerpecito, entre otras dos personas que seguían durmiendo ajenas a la actividad que había a su lado.El pequeño se llevó sus manitas regordetas a sus ojos avellana, refregándolas contras ellos en un intento de despejarse. Cuando consiguió abrirlos, bostezó y se quedó tumbado hasta que se despejó del todo. Entonces, estiró los pequeños brazos hacia adelante impulsándose para quedar sentado en el colchón. Se puso a gatas encima de la cama y le permitió ver las piernas de sus acompañantes. Las miró con cara curiosa hasta que escuchó un suspiro detrás de él. Se dio la vuelta gateando
Carter se quedó callado ante aquella afirmación, así como Madison, su cara se tornó aún más roja. Miraba a aquellos ojos esmeralda fijamente esperando a que se le viniera algo qué decir a la cabeza. “Me tendrás a tu lado siempre”, aquellas palabras era en lo único que podía pensar y anulaban cualquier pensamiento que pudiera tener.“¡Mierda!”, pensó molesto consigo mismo por haber dejado caer su orgullo frente a la mujer que le había ocasionado tantos dolores de cabeza. Aunque… también se refería al olor que estaba empezando a llenar la habitación.Madison arrugó la nariz con gesto de asco para después tapársela con una mano. Miró a Steve, quien estaba muy callado y estaba inmóvil. Tenía las mejillas rojas y sus manos estaban convertidas en pequeños puños, parecía como si estuviera haciendo fuerza.Entonces, Madison comenzó a reírse por la escena que tenía ante sí: Carter con cara de asco mientras tenía a Steve entre las piernas haciendo fuerza para hacer caca. Carter miró hacia a
Los días siguientes a la decisión de Carter de quedarse con Steve, fueron muy ajetreados.El primer día, después de haberle cambiado el pañal a Steve y de haberle dado de comer, llegaron de visita Chris y Amelia.Amelia quedó encantada con Steve, y junto con Madison, le hacían mimos todo el tiempo. —¿Quién es el niño más lindo del mundo? —dijo Amelia con voz melosa.—¡Es el pequeño Steve, sí! —aplaudió Madison, haciendo reír al pequeño a carcajadas.Carter y Chris les decían que le iban a convertir en un niño mimado, siendo la respuesta de las chicas un bufido molesto que quería decir: “Alguien tendrá que mimarle un poco, ¿o van a ser ustedes acaso?”Durante la visita, Andrew llamó preguntando por lo que había ocurrido como si no supiese nada. También se puso Keyla, aconsejándoles y dándoles instrucciones para poder cuidar al bebé lo mejor posible, ya que ella como era madre experimentada, tenía el deber de ayudar a los nuevos padres. Madison fue apuntando diligentemente todo en un
El pedido llegó bastante pronto, cosa que les iba a venir muy bien. Madison ya había montado el parque en el salón y había metido todos los juguetes allí. Colocó dentro a Steve e inmediatamente se puso a jugar muy contento con sus nuevos juguetes.Madison decidió echarle una mano a Carter con los otros muebles. La habitación de Steve se encontraba en frente de la de Madison y al lado de la de Carter. Tenía una gran ventana que daba a una de las muchas ajetreadas calles de y era de un color inmaculado que hacía que le diera un aspecto limpio y puro. A Madison le encantó.Carter se encontraba cerca de la ventana montando la cuna. Parecía muy concentrado pero algo molesto, por algo que Madison pensó que no estaba haciendo bien.—¿Puedes dejar de mirarme y ayudarme un poco? —preguntó, mirándola de reojo.Madison pegó un respingo de la sorpresa. No había hecho ningún ruido y aún así, sabía que estaba allí. Carter suspiró con molestia.—Oye… —comenzó diciendo Madison, frunciendo el ceño
—¡Por Dios, hijo! ¡¿Pero qué nos estás contando?! —preguntaba sorprendida Sophie.—Lo siento, mamá, pero esa es la verdad… —respondió la voz profunda de Andrew al otro lado del teléfono.Sophie miró expectante a su marido, como queriendo que le dijera algo a su hijo. Brandon estaba sentado en uno de los sillones del salón de la gran mansión en donde habían vivido desde siempre. Escuchó con gesto serio todo lo que les había contado Andrew.Su hijo había llamado antes de la hora de la cena para contarles la verdad sobre la aparición de Steve en la vida de Carter y Madison, para, según él, no desilusionarlos cuando todo aquello acabase. Ahora se encontraban en medio de la discusión, hablando todos sobre el asunto gracias al “manos libres” del teléfono.Brandon frunció el ceño y suspiró mientras entrecruzaba los dedos de ambas manos entre sí y las colocaba delante de su boca, meditando sobre lo que le iba a decir a su hijo mayor.—Hijo, no me ha parecido buena idea, pero sí que es intel
Madison no se podía creer que Carter la hubiera defendido de aquella manera, y Susan no se podía creer que Carter prefiriera a Madison antes que a ella. Después de aquello, Susan se fue sin decir nada. Nadie dijo nada, excepto Madison.—Carter… Gracias —habló, todavía sorprendida.—No hace falta que me las des, Madison; todo lo que he dicho es verdad y no pienso dejar que Susan ni nadie piense lo contrario —dijo con voz tranquila pero controlada.Se sentó a su lado y cargó a Steve, que estaba muy compungido por la escena de antes. Todavía resoplaba y sollozaba por el llanto, pero ya estaba más calmado que antes.—Además, ha hecho llorar al peque… Es una energúmena —sentenció susurrando. Acercó su cabeza a la de Steve y apoyó su frente contra la pequeña frente de él. El bebé abrió lentamente sus ojos llorosos y miró hacia los profundos ojos de Carter—. No llores más, no me gusta verte llorar, peque —dijo bajito. Steve sonrió y levantó un bracito hacia la cara de Carter, y con una man