Una pelinegra corría, saltaba y brincaba de la emoción, mientras llegaba a la dirección que le había dado Andew momentos anteriores. Se había parado un instante para llamar a sus padres y contarles que ya había encontrado apartamento, que cuando lo tuviera todo listo, cuando pudieran; podrían hacerle una visita.Cuando llegó, se encontró a Andrew delante de unos enormes pisos modernos del centro de Londres. Se abrazó a él y le volvió a dar las gracias por todo lo que la había ayudado, aunque no se conocieran de mucho.—Vamos, ¿tendrás ganas de verlo, no? —dijo abriendo el enorme portal de entrada.—¡Claro! —dijo siguiéndole.Cuando entraron, las luces se encendieron solas, dejando atónita a Madison: la entrada parecía la recepción de un hotel de cinco estrellas. Andrew la esperaba sonriente dentro del ascensor, en el que por lo menos cabían quince o veinte personas. Se metió, fijándose en que Andrew le daba al botón que señalaba al último piso."¡Veinticinco plantas! ¡Por Dios! ¡Est
Leer más