Él me engañaba...

Cambio mi humor y lo abrazo por el hombro para acercarlo más a mí y alborotar un poco su cabello.

Mi gesto le hace sacar una sonrisa a mi hermano y así me gusta, el ascensor llega a planta baja y caminamos despidiéndonos del vigilante, subimos en nuestros autos, ya que llegamos por separados, pero acordamos llegar juntos.

—Te quiero mucho —me dice Douglas.

—Ah, eso lo dices porque el alcohol te hace soltar la lengua —bromeo.

Douglas me sujeta el rostro con ambas manos y besa mi frente.

—Es en serio, te amo hermano, no sé que haría sin ti, siempre has estado para mí.

—Bueno, eres mi hermano, realmente estoy para ambos, los quiero.

Me hace un mueca de disgusto.

—Ese Alejandro no parece mi hermano —dice con odio.

Yo ruedo mis ojos, sé que dice eso porque aún sigue enamorado de ella. Así que ignoro su comentario y beso su frente también, lo acompaño a su auto y dejo que suba.

En cuanto se va, yo también me subo a mi auto, veo la hora en mi reloj y es tarde, le compraré unas flores a mi novia por llegar tarde. No es que tuviéramos algo preparado hoy, pero es que cada vez que salgo, le llevo algo, para hacerle saber que siempre la tengo presente.

Llego a casa con las flores favoritas de mi novia, vivimos en una casa grande porque pensamos pronto en traer niños a la familia Bennette.

Yo no solo cumplo el papel del hermano del medio en los varones, también con mi hermano Alejandro me encargo de la empresa familiar, una empresa que lleva alrededor de 60 años fundada sobre la industria textil (fibra, telas, hilos y ropa) son productos que son consumidos masivamente en el mundo. Así que digamos que somos un peso importante en la economía.

Subo las escaleras hacia el segundo piso y me dirijo a mi habitación donde duerme mi novia, pronto también prometida. Al verla dormida como el ángel que es, me quito los zapatos y la ropa para unirme a su cielo.

Dejo las flores en su mesa de noche y me hundo en la cama a su lado para abrazarla con mucho aferró a su cuerpo.

—Hueles a alcohol —la escucho quejarse y es raro, no es que merezca que llegue así, pero jamás se había quejado.

—Estuve bebiendo con Alejandro, ya sabes. —le explico y beso su mejilla.

Ella suspira y se voltea en la cama para poder quedarnos cara a cara.

—De acuerdo, pero al menos dúchate, ¿Si? Ese olor no me hace sentir bien —hace una mueca y yo asiento, luego beso su frente y me salgo de la cama, lo que pida mi novia.

Isabel.

Termino de prepararle el desayuno a mi esposo y justo cuando se lo sirvo, él va saliendo de la habitación mientras se acomoda la corbata.

—Cariño, ¿Me ayudas? No sé porque esto me resulta complicado —me pide acercándose.

—Voy cariño.

Me limpio las manos y luego me las seco para no ensuciarle la camisa, en el proceso, Alejandro suena su zapato con impaciencia por no atenderlo enseguida, así que me apuro.

Al terminar le acomodo la corbata como siempre lo hago y acabo con rapidez.

—Gracias cariño, no sé que haría sin ti —se inclina y besa mis labios.

—De nada —le sonrío—, tu desayuno estay listo.

Le aviso y él se separa de mi para dirigirse al desayunador y sentarse al frente de su plato y empieza a comer.

—¿Has comido ya? —me pregunta mientras mastica.

—Me estoy sirviendo cariño, ya me siento a tu lado.

Él asiente, pero su cata está en modo avión, es como que si lo ha preguntado por preguntar, pero si no le hubiese respondido, iba a recibir un regaño.

Al terminar de servirme mi plato, me siento a su lado y empiezo a comer, admiro la cocina limpia, me he levantado temprano pata cocinar y a la vez limpiar, a Alejandro no le gusta que me siente a comer y que la cocina esté sucia.

Según porque es incómodo limpiar después de comer…

—Mi madre quiere pasar unos días en lo que de a luz y ayudarme —le comento.

Y parece que su modo avión se ha apagado nada más por escuchar que alguien quiere verme.

—¿Tu madre una ayuda? Eso debe ser una broma —se ríe y yo mantengo mi seriedad—. Cariño, tu madre es una carga y lo sabes.

Tal vez tenga razón, mi madre me considera una esclava mas en su vida.

—No quiero rechazar su visita, además será por unos días, podemos probar.

—Olvídate de esa idea Isabel, me tiene a mí —rueda sus ojos expresando molestia.

—Te la pasas todo el día trabajando, por favor Alejandro, necesito ayuda, hay cosas que ni siquiera puedo recoger porque la panza no… —me interrumpe con un golpe en la mesa.

—¡Ya te dije que no, joder! —me grita y agacho mi rostro.

Su teléfono suena y su pantalla se enciende gracias a una notificación, lo veo de reojo y el mensaje dice “Bebé, tengo algo muy importante que decirte”.

Su mano toma el teléfono y apaga la pantalla, yo solo ruedo mis ojos y continúo comiendo, no sé lo que realmente oculta, pero que llegue algunos días a perfume de mujer no es coincidencia, claro que cuando se lo reclame, él lo negó y por un tiempo le creí, pues se excuso de que tal vez se le ha pegado el perfume por abrazar a su madre o a su hermana.

Pero ahora con esto sé que me ha estado mintiendo, de igual forma, no reclamo, no me siento con ánimos de reclamar, creo que se lo dejaré pasar, además esto me sirve para agilizar el divorcio, cada día estoy mas decidida.

Alejandro termina de comer y deja el plato en la mesa, ni se molesta en llevarlo al friegaplatos porque claramente espera que yo lo haga, sin embargo, usa el friegaplatos para lavarse las manos, se las seca, camina hacia a mí y besa mi cabeza como despedida para poder irse, doy un suspiro y sigo con mi día hasta recibir alguna notificación del abogado.

Alejandro.

Llego a mi oficina cabreado con Isabel, ¿Cómo se le ocurre decirme que su madre quiere entrar a la casa? Ella la corrió de la suya y no merece ver a mi esposa.

Mi enojo es tan notorio que hasta azoté mi puerta, tumbó unas cuantas cosas al suelo, si no fuera porque está embarazada, le doy sus cuantos castigos para que reflexione que con su familia ella no está protegida.

—Uy pero ¿Por qué tan molesto? —La silla de mi escritorio se gira y me deja ver a Nicolle.

—Isabel… —le respondo entre dientes.

Nicolle hace un sonido con su lengua y niega su cabeza en desaprobación. Se levanta de mi asiento y se acerca a mi, posa su manos sobre mi pecho y los soba para relajarme, respiro profundamente y uno mi frente con la suya, respiro con fuerza y sus tocas me generan deseo hacia ella.

—Creo que tengo la solución perfecta —dice ella con una voz seductora. Esbozo una sonrisa, me encanta.

—¿Ah sí? ¿Cuál?

Me hago el tonto, pero cuando ella me toca así es porque acabaremos teniendo sexo.

Le atino al recibir unos besos ricos y lentos de ella, mmm que delicia.

—Deja a Isabel y casémonos —me responde entre besos.

Quedo atónito y me separó de ella, ¿Otra vez con eso?

—Nicolle, ya te dije que… —me interrumpe colocando un dedo en mis labios.

Me molesta, pero jamás le haría daño, así que me contengo.

—Estoy esperando un bebé Alejandro, un hijo tuyo… seremos padres —Ella tiene una sonrisa.

Algo dentro de mí sintió emoción como si fuera la primera vez, no pude evitar sonreír y cargarla para dar giros en forma de celebración.

—¡Voy a ser papá! —digo muy contento.

El hijo que tengo con Isabel no cuenta, porque creo que no es mío, ella me ha sido infiel, lo sé. Pero no voy a separarme de ella, tiene que pagar por haberse burlado de mí.

En cambio Nicolle, siempre me ha sido leal y fiel, jamás la he visto hablar con otro hombre que no sea yo y eso que no es mi esposa.

—Decidido, me divorciaré de Isabel, se lo diré está noche —miento y me detengo para dejarla tocar el suelo. Sujeto sus mejillas y le lleno la cara de besos.

Me tomo la mañana libre para dedicárselo a Nicole, ir al médico y presenciar la ecografía, aunque en esta solo se veía una hermosa y pequeña semilla.

Luego acordamos vernos en la noche, para una celebración mas íntima…

Isabel.

Me siento en el sofá para descansar de mi limpieza del día, aunque precisamente el timbre ha sonado y eso me extraña, ¿Quién podrá ser? Se supone que nadie me visitaría para poder llevar lo del divorcio en silencio.

Aun así me levanto para ver quién, tal vez alguien esté buscando a Alejandro o podría ser mi suegra o mis cuñados. Llegó a la puerta y la abro, encontrándome con Nicolle.

Nicolle es una vieja amiga de la familia Bennette, alguien más que me ha tratado como basura solo porque Alejandro y yo estamos juntos, todos la querían a ella como esposa de Alejandro y me odian porque yo les arruine esa ilusión.

—Hola Nicolle, ¿Qué se te ofrece?

No importa como te traten los demás, tus valores no deben perderse y que si obviamente le salgo con alguna grosería, esta podría decirle a Alejandro.

Nicolle me sonríe y saca algo de su cartera costosa, al abrir está me pegó el olor a perfume del que tanto huele Alejandro cuando llega demasiado tarde.

Me extiende un papel brilloso y al girarlo me muestra un eco.

—Estoy embarazada y Alejandro es el padre —me anuncia con una sonrisa—. Te aviso porque sé cómo eres y no quieres dejarlo ir, pero te advierto que lucharé por él y por nuestro bebé, ya lo hablamos y se irá conmigo porque ya no te soporta golfa, no puedo creer que le hayas sido infiel al hombre más perfecto de este mundo.

—Yo no le he sido infiel a nadie —es lo que más me enoja, que me den una reputación que no tengo.

—Ay querida, ambas sabemos que la única que le va a dar un hijo a Alejandro soy yo, porque ese bebé que llevas ahí, no es de Alejandro —se burla—. Adiós, espero que puedas conseguir al verdadero padre de tantos con quién te has acostado.

Nicolle se da la vuelta y se va, yo cierro la puerta enojada, el imbécil si me estaba siendo infiel y de paso me acusaba a mi de serlo.

Claro porque cada quien juzga por su condición. La impotencia que tengo me da por llorar, sobo mi panza en círculos para calmar mis contracciones y emociones.

—No escuches a esa mujer hijo, Alejandro si es tu padre —le digo para tranquilizarlo.

Lamentablemente es su padre y no puedo negárselo, podría herirlo. Me siento muy mal con todo esto y es porque aún lo quiero, ¿Cómo puedo dejar de quererlo? ¡Mierda!

Camino hacia el sofá y doy respiraciones profundas para calmarme, ¿Acaso Alejandro reconocería a ese bebé cuando conmigo piensa que el bebé que llevo dentro no es suyo? ¡Yo soy su esposa!

Busco mi móvil que lo he dejado en la mesa del comedor y con mis ojos borrosos llamo a mi madre, las contracciones son cada ve más fuertes y siento como si ya fuera a parir. Mi mamá me responde en minutos.

—Aló, hija —me saluda preocupada.

—Mamá, ven ya por favor, habla con Hernán no sé, pero por favor, necesito tu apoyo, me voy a separar de Alejandro, tengo contracciones fuertes y creo que voy a parir —le digo como puedo.

—De acuerdo, Hernán no está en casa, hablaré más tarde con él, pero ya voy para allá hija, pero ¿Y Alejandro? Pensé que no quería que fuera.

—Qué se vaya al carajo.

—Esa es mi hija —me felicita.

Niego mi cabeza y corto la llamada, al menos mi madre ha decidido apoyarme, claro, ella lo hace cuando está esta bajo las influencias de Hernán.

“Abogado Rivers, ¿Hay alguna forma de agilizar la demanda y el divorcio? Por favor, ya no quiero estar más con Alejandro y quiero que pague por las cosas que me ha hecho”, le envío el mensaje.

Minutos más tarde, mamá ya llamaba a mi puerta y entra para abrazarme, lloro en sus brazos aunque me reproche por seguir con Alejandro, no sé porqué hace que me sienta peor, yo no la reprocho por apoyar a Hernán por no querer ayudarme.

Pero como desde hace mucho he aprendido a callar. Nos separamos del abrazo y me examina el rostro, inmediatamente toca cerca de mi ojo y nieva con la cabeza.

—Ya deja de juzgarme y ayúdame a irme de este infierno —le pido y nos dirigimos a la habitación.

Mi madre, Otilia, alza su manos en modo de defensa y no dice nada, me doy la vuelta y camino con lentitud hacia la habitación, ella me sigue y con su ayuda, tomamos una maleta y empezamos a recoger las cosas.

Tengo emociones mezcladas, no me quiero ir, pero tengo que hacerlo, estoy llorando a mares mientras guardo mi ropa y por suerte mi madre está en silencio, aunque desearía que tuviera palabras de aliento, como las ha tenido Teobaldo cuando éramos pequeños.

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