Un accidente...

—No lo fui a ver —me enojo de hombros sin interés.

Otilia tuerce sus labios y siento que me analiza, no entiendo como ellas quieren que esté con mi hermano cuando hace lo incorrecto.

—Por favor Douglas, para mí hija sería un alivio saber que está bien, aunque él le haga daño, ella no le desea ningún mal —insiste ella.

Doy un suspiro y me lo pienso, bien, haré esto por Isabel. Aunque quería estar para el nacimiento de mi sobrino, alguien debe estarlo, ¿Y si llamo a César? No, probablemente Alejandro le siga lavando el cerebro.

—De acuerdo, pero me mantiene informado sobre el parto, ¿Vale? Llamaré a mi familia para que reciban al nuevo miembro —digo con una sonrisa y Otilia me hace una mueca.

—Hazlo si quieres, pero sabes que tú familia no tratará bien a Isabel si Alejandro no está —me recuerda.

Yo asiento con delicadeza y me despido, también asegurando que volvería pronto, luego de ver qué Alejandro esté bien. Otilia tiene razón, mi familia odia Isabel, pero es por el imbécil de Alejandro, se ha victimizado.

Sin embargo, llamaré a César para que esté en el nacimiento de su sobrino, sé que piensa que no es de nuestra sangre, pero aún así estaría para Isabel por Alejandro.

En lo que camino hacia la salida de la clínica, saco mi móvil y le marco a mi hermano César, después de unos cuantos beeps me responde.

—¡Hermano! —me saluda muy alegre.

—¡Hey César! ¡¿Qué tal todo?!

—Bien, estoy organizándole una sorpresa a Hannah, le pediré matrimonio —me anuncia y ya entiendo su emoción.

—¡Oh qué bueno! Me avisas como te fue todo.

—Vale. ¿Y tú? ¿Por qué me has llamado?

No es normal que lo llame para saludar.

—Es que Isabel ha tenido un parto adelantado y su mamá está allá, pero quisiera que alguien de nuestra familia la acompañe. —le explico por encima.

—¿Y Alejandro qué? Él es el supuesto padre —su voz cambia por completo, como si hablarle de Isabel amargara su día.

—Lo voy a buscar, porque Isabel llegó sola.

No quisiera contarle por teléfono a mi hermano y además que está en plan de hacer algo importante para su vida, si mencionar a Isabel ya le arruina el día, no me quiero imaginar lo que pasará si le cuento lo que realmente pasó, aparte no se si me creería.

—Que raro, él estaba esperando este momento, y sobre todo sacar las pruebas de ADN al niño —me comenta y yo bufo por eso. Me enoja—. Bueno, en cuanto termine con Hannah, iré a ver al pequeño, ¿Vale?

—De acuerdo.

Lo acepto, nos despedimos y corta la llamada, camino hacia mi auto y me subo en él para ponerlo en marcha a casa de Alejandro.

César es alguien que siempre se pone de primero cuando no se trata de las personas que quiere, claro que sigue poniéndose a él siempre, pero todo depende de la gravedad de la situación.

Llego al apartamento de Alejandro y subo a su piso, me aproximo a la puerta, toco el timbre en caso de haber despertado, pero nadie abre la puerta, vuelvo a tocar el timbre y si no abre, optaré por la llave de repuesto. Antes de que pudiera decir otra cosa, la puerta se abre y veo a mi hermano con la camisa descubierta como si sr la quitara.

—Ah, pensé que eras Nicolle —hace una mueca y se voltea.

¿Significa que puedo pasar? Bueno, eso hago y veo el apartamento, está ordenado como si nada hubiera pasado y esto me parece extraño, bueno, seguramente ordenó rápido antes de que alguien viniera, algo que he aprendido de él es que siempre le gusta hacer ver qué nada ha pasado.

—¿Y por qué Nicolle te visitaría? —le pregunto.

No soy un tonto, sé que mi familia quiere que ellos dos estén juntos y si Alejandro quiere a Isabel no debería seguir siendo amigo de Nicolle, ¿Por qué? Porque eso solo destruiría la autoestima de Isabel.

—Voy a salir con ella —me dice sin más.

—¿Y no irás a ver a Isabel? El parto se le ha adelantado Alejandro —le digo.

—¿Y? Que la vaya a ver el otro con quien se escapó, al fin y al cabo ese bebé no es mío. Nicolle si está esperando un hijo mío y prefiero estar con ella.

Él sigue caminando y yo me quedo en la sala, pues entra a su habitación a cambiarse tal vez, pero quedo impactado, ¿Engañaba a Isabel? ¡Ese infeliz! Siento que por nada lo deje estar con ella, m****a.

Alejandro regresa con una nueva camisa para abotonarse.

—¿Cómo supiste lo de Isabel? —me mira raro.

Por dentro me alarmó y por fuera trato de mostrarme tranquilo, no quiero que la lastime porque piense que ella es una chismosa o algo.

—Otilia me escribió preguntando por ti.

Miento, pero siento que es lo más seguro, él asiente con la cabeza y luego mira al suelo para bufar “m*****a perra”, contengo mi impotencia y me hago el sordo.

—¿Entonces te divorciaras de Isabel? —pregunto y clava su mirada en mí, enojado.

—¿Por qué putas haría eso? —me mira como si he hecho una loca pregunta.

—Pues estás con Nicolle, ¿No? Y no crees que el hijo de Isabel sea tuyo también —le explico.

Alejandro detiene en ponerse la camisa y sigue asintiendo, como todo un psicópata cuando siente que no puede confiar en alguien.

—Tú eres el padre, ¿No es así? —me pregunta con un gesto maniático.

—No. —respondo seguro—. Ese bebé es tuyo, Isabel no es así.

—Y encima la defiendes, ¡Claro que tú debes ser el otro! Dices eso porque me crees un tonto.

Él se enoja conmigo y yo también me enojo.

—No soy el otro, pero estoy de acuerdo en que eres un tonto, porque Isabel es una excelente mujer y jamás te engañaría.

—Ah, ¿Entonces es coincidencia que Isabel me pida el divorcio y que tú me preguntes si me voy a divorciar? —pregunta irónico.

Me quedó callado, ¿La demanda llegó tan rápido? Pero si Rodríguez y Rivers dijeron que me avisarían, ¿Cómo los conozco? Pues Teobaldo me escribió y también recibir sus quejas, de que no podía ver a su prima y dijo que si me hermano seguía privando de su libertad, que se contactaría con unos abogados, él creyó que eso me amenazaría y más bien me ofrecí a ser testigo.

—Pues no la mereces Alejandro, eres un mal esposo y lo más probable es que seas un mal padre también, ahora sí me disculpas, mientras tú prefieres estar con tu amante, yo iré a presenciar el nacimiento de mi sobrino, un sobrino no bastardo —le digo con amargura y me volteo.

Camino hacia la salida y de pronto siento que me toman por los hombros y jalan hacia atrás cayendo al suelo.

—¡Lo sabía! ¡Eras tú, siempre fuiste tú!

Alejandro se monta encima de mí y comienza a pegarme como nunca, yo me cubro, pero es difícil defenderse. Aun así busco la manera de quitarlo de encima, ambos empezamos a golpearnos, no le tengo miedo, solo me da miedo que lastime a Isabel y que yo no pueda hacer nada, pero eso hoy se acabó.

No importa si estoy cerca o lejos, él siempre pensará que me acosté con Isabel, así que mejor estoy cerca, para protegerla.

Durante la pelea nuestros se van batuqueando con algunas cosas hasta que le di un buen golpe en la quijada que lo hizo caer al suelo de pompas.

—Mierda, eres bueno… —se queja sosteniendo su quijada.

—Estuve practicando defensa personal —le ofrezco mi mano, pero él me ignora.

—¿Por si este día llegara?

—No, para saber defenderme, muy tarde comprendí que solo me tengo a mí.

Recojo mi mano puesto que ha negado mi ayuda. En la escuela me molestaban mucho, al principio me defendían mis hermanos, pero cuando se fueron graduando, quede solo y les hice creer que todo había acabado, pero desde ese momento aprendí a cuidarme solo. No es que mis hermanos no me quisieran para seguir ayudándome, pero ellos estaban en su mundo más adulto y yo no quise molestarlos.

—Lo siento… siempre supe que aún seguían abusando de ti, pero no hice nada porque que de alguna forma tenías que aprender —me confiesa él como si hubiese leído mis pensamientos.

—Lo entiendo, al menos aprendí y gané.

Trato de suavizar las cosas. Él se levanta y me da la espalda para dirigirse a la cocina.

—Ven, brindemos por eso —su cambio de actitud me da escalofríos, sin embargo, no lo rechazo.

Camino hasta él, pero veo que busca algo en las gavetas, ahí no guarda el sacacorchos si es lo que está buscando. Bueno, ¿Qué iba a saber él en dónde guardan las cosas en esta casa? Si tiene a la pobre Isabel como la sirvienta.

Él cierra la gaveta y se voltea dejando una mano atrás y camina hacia a mí con una sonrisa.

—Pero te falta aprender a defenderte de quién menos te lo esperas —saca un cuchillo de su espalda—, mi hermano menor no serás más fuerte que yo y mucho menos me ganarás.

Yo ni siquiera retrocedo, solo analizo la situación para poder quitarle el cuchillo, podemos hacernos daño, entiendo lo que Isabel quiere decir, aunque esté mal de la cabeza, en vez de hacer algo malo contra él, da es lástima.

—Baja el cuchillo —le pido, pero no hace caso.

—Veamos como sales de esta —me responde y es como si los celos lo han cegado.

—¿De verdad estás dispuesto a matarme por Isabel? —pregunto sin creerlo aún.

—Solo quiero advertirte que tan mía es ella. Nunca la tendrás, nunca me divorciaré.

Baja el cuchillo para apuñalarme y yo le sostengo la mano para evitarlo, intento quitárselo y en un movimiento siento un golpe en mi estómago y parece que con eso él se detiene.

Retrocedo y me examinó el estómago, pero no tengo alguna herida, solo fue un golpe, sin embargo, tengo sangre en mis manos y veo a Alejandro, ha sido sin querer, lo hice para quitarle el cuchillo creí que estaba apuntando hacia fuera de nuestros cuerpos.

—Lo siento, déjame curarte —trato de acercarme y se aleja.

—¡Déjame solo! —me grita.

—No, estás mal herido —insisto.

—¡Largo o te mataré! Soy un peligro para ustedes.

Parece tenerse miedo y se va alejando, tal vez ha tocado fondo, trato de entenderlo, así que me alejo de él, pero buscaré ayuda. Alejandro se tira al suelo de la cocina y es como si quisiera esperar desangrarse. Me doy la vuelta y salgo corriendo para buscar al vigilante, tal vez con él pueda ayudar a cargar a Alejandro y subirlo a mi auto.

Llego a recepción por el ascensor y hablo con el vigilante, aunque estaba hablando con una vecina, no pude resistirme a interrumpir.

—Disculpe, mi hermano está mal herido y necesito su ayuda para poder cargar… —El sonido de la alarma del edificio me interrumpe.

—¿Eso es la alarma de incendios? —pregunta la señora confundida.

Todos empiezan a salir del edificio y el vigilante llama a los bomberos, yo insisto en que hay que buscar a mi hermano y el vigilante me acompaña, cuando llegamos al piso, vemos este lleno de humo haciéndonos toser.

—El incendio ha ocurrido aquí —dice el vigilante y tose—. Debemos irnos.

—Mi hermano está ahí adentro, no voy a dejarlo —insisto.

Camino hacia el apartamento tapándome y siento que el vigilante me sigue, pero cuando abro la puerta del apartamento de mi hermano, vemos este encendido en llamas, con razón la manilla estaba ardiente.

—¡Alejandro! —grito.

—¡Largo! —me dice de vuelta.

El vigilante toma mi brazo y me habla para irnos mientras sigo tosiendo y veo como se sigue incendiando el lugar. Me sacan obligado del edificio y la impotencia me da por volver a entrar a buscarlo, pero me sostienen.

No creí que me importará tanto hasta ahora, lo odio por las cosas que ha hecho, pero nunca lo imaginé fuera de nuestras vidas.

A lo lejos escucho las sirenas de los bomberos y ambulancia acercarse y cuando llegan, les aviso que mi hermano ha quedado atrapado y qué está mal herido, les pido ayuda para que lo saquen.

Por suerte en el equipo de bomberos veo a uno de los amigos de Alejandro, así que volverlo su prioridad será sencillo. Espero pacientemente como todos que hagan su trabajo y minutos después han apagado el incendio, a su vez, sacando el cuerpo de mi hermano en una camilla, me acerco para estar con él, pero uno de los paramédicos me detiene.

—¿Mi hermano está bien? —al menos le pregunto.

—Está inconsciente, pero lo llevaremos a urgencias.

—Entiendo, ¿Puedo ir con él? —pregunto preocupado y me deja pasar.

Tal vez pensó que no era su familiar, me subo a la ambulancia junto a mi hermano y se veía muy mal, está sucio de humo y unas cuantas quemaduras en su cuerpo.

Al llegar a la clínica, se lo llevan a urgencias y a me dejan en la sala de espera, encontrándome con Otilia, estaba tan preocupado por Alejandro que no me había fijado que estamos en la misma clínica.

Llamo a mi familia y seguramente para esto si van a venir de inmediato, pues se trata de Alejandro.

Nota: Agradezco mucho a los que están leyendo la historia, muchísimas gracias de verdad. No olviden que si un libro les gusta, dejen comentarios al escritor sobre el libro, los comentarios ayudan al escritor como motivación de continuar la historia.

Un comentario sobre la historia hará sentir al escritor que está siendo leído o que sus lectores interactúan con él, eso es muy importante. Por eso algunos libros quedan a la mitad, por la desmotivación y bueno, si le dejas un buen comentario al libro para el escritor, se sentirá con ganas de seguir con la historia.

 Gracias y espero que sigan disfrutando de la historia.

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