—No sientas pesar por una persona que no cuenta con las mismas capacidades que tú sí posees — me respondió estoico y con un dejo de rabia en su voz—. Que no tengamos la posibilidad de ver la basura que habita en el mundo, no nos hace menos persona.
—No quise ofender... — me quedé pensativa, ¿acaso me llamó basura?—. En ningún momento te ofendí. No hay necesidad de llamar a una persona "basura".
—¿Supones entonces que no fue así? — sonrió, en su hermoso y bello rostro se formó una sonrisa llena de burla—. No especifiqué que una persona sea basura...
—¡Por las pulgas del perro! — vociferé—. No te vi, no me di cuenta que me estrellé con una persona, menos con un...
—Ciego, di la palabra como es. No se te va a pegar ninguna infección por decirla.
¡¿Y a este hombre qué bicho le picó en la vida?! No puedo creer que en serio esté discutiendo con alguien tan arrogante y despectivo, y a la vez tan hermoso y atractivo. Me quedo con su divino rostro, pero sin dudar le coso la boca para que no hable como lo hace.
—Iba a decir tan engreído y pervertido como usted — me acerqué un poco más a ese hombre, sin importar que en la biblioteca lo menos que se puede hacer es ruido—. ¡No le dije nada cuando me tocó descaradamente mis meloncitos!
Su rostro mutó, y me sentí ganadora, poderosa y jodidamente bien. Me reí en su cara, pero solo para hacerle saber lo ridículo que está siendo solo por no haberme fijado bien que era un hombre invidente. Si lo hubiera visto a tiempo, nada de este ridículo show estuviese pasando.
—¿Meloncitos? — frunció el ceño, esbozando una sonrisa ladeada—. Diría que son bastante grandes para llamar tus senos con ese diminutivo.
Mi cabeza, mi cara y mi corazón explotaron de rabia y vergüenza. Ahí sí quise golpear su bello rostro y hacerme respetar, pero no podía dar una mala impresión a mi probable jefa. Es más, ¡no tenía por qué seguirle el juego a ese hombre tan arrogante y desvergonzado!
—Sabe que, ¡váyase al mismísimo demonio! — apreté los puños a los costados de mi vestido y, antes de salir de la biblioteca, me giré para ver a la señora mayor viéndonos del uno al otro sin comprender lo que sucedía entre los dos—. Le ofrezco una disculpa...
—No te preocupes, Esmeralda — mencionó ella dulcemente, luego le dio una mirada asesina al hombre, como si este la pudiera ver a través de su oscuridad—. ¿Algo que decir, Yulek?
—Que son los pechos más grandes que he tocado en mi vida — susurró, pero ella lo alcanzó a escuchar a la perfección.
—¡Y son los únicos que has tocado! — vovifero ella, terminándome de hundir en el pozo de la vergüenza.
—¿Y tú qué sabes, mamá?
—¿En qué momento lo has hecho? Porque que yo recuerde, ¡jamás te he visto con una mujer!
—Dios mío, esto es lo más raro que he tenido que apreciar en mi vida — musité, tratando de encontrar una salida.
—Es obvio que no lo sepas, mamá. Es raro que una madre se quede a apreciar lo que su hijo ciego haga con una dama en la intimidad.
—¿Cómo me estás hablando? ¿Por qué siempre las cosas deben ser así contigo?
Gracias al santísimo que en la biblioteca no había nadie más que nosotros tres, así que la vergüenza era menos. Entre ellos hubo una discusión que no entendí, pero me seguía haciendo ruido que ese hombre fuera de esa manera tan despreocupada y arrogante, incluso hablaba como si nada le importara a su alrededor y todos tuvieran que enterarse de sus noches apasionadas con mujeres X. Es una lastima que sea tan atractivo y tan caradura.
—Te ofrezco una disculpa, Esmeralda. Mi hijo suele ser bastante...
—No hay problema, de verdad, no pasa nada — le sonreí incómoda—. Les deseo una bonita tarde y una hermosa noche. Mi intención no fue ofender a nadie y mucho menos generar un caos sin sentido... ¡hasta luego! —me puse los audífonos, subiéndole todo el volumen a mi reproductor musical y saliendo disparada como un rayo a la calle, huyendo de las rarezas del mundo.
Si me quedaba un segundo más en ese lugar, terminaría más traumada de lo que de por sí ya me encuentro. Hay personas extrañas en la vida y luego está la bibliotecaria y su hijo. Ahora que lo pienso bien, espero que esa señora nunca me llame o no sabría si aceptar o no el empleo. ¿Hice mal en dejarle mi hoja de vida? Me cuestioné, tratando de encontrar la letra de la canción que sonaba de fondo.
Habiendo pasado un momento tan raro, dejé de buscar trabajo y me fui a mi pequeño apartamento. Más no pude sacar de mi mente eso ojos tan lindos que poseía ese hombre tan arrogante y bello. Si de algo sí tengo consuelo, es que un bombón me tocó, aunque hubiera sido por pocos eternos segundos, mis meloncitos.
—Yulek... — pronuncié, saboreando tan bonito nombre en mi boca.
Los días y las semanas se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Me encontré sin saber qué hacer, desesperada y sin ninguna llamada que me diera alguna esperanza de trabajo. El dinero se me estaba agotando poco a poco. Empecé a reducir las porciones de mis comidas para que de esa manera me durara más lo poco que me quedaba en la alacena. La renta estaba a un par de días y me hacía falta dinero para pagarla. No podía darme mayores lujos. Estaba al borde de tirar la toalla y regresar a Colombia, pero una parte de mí no quería perder esta única oportunidad que se me había presentado en el medio del camino. No me enseñaron a rendirme a la primera difícultad.Algunas veces cantaba en la pequeña plaza de mi pueblo natal. Estoy consciente que no soy una ángel cantando, pero no lo
YulekLos designios de Dios me han dado un doloroso recuerdo de por vida que nunca podré desprender de mí, pero también me han hecho ver la vida de una forma diferente. Mi ceguera tiene algún propósito en este mundo, tal vez no sea bueno para mí, pero quizás sí es una enseñanza para las pocas personas que siempre me han rodeado.Desde pequeño nací completamente ciego a causa de una infección, por lo que desde que tengo uso de razón aprendí a desarrollar el resto de mis sentidos con naturalidad. Aunque fue muy duro saber que no tenía posibilidad de poder observar la luz del día y la de la noche, acepté mi realidad, pues sabía desde muy niño que no podía conocer ni siquiera el rostro de mis
—Espero que no te estés refiriendo a mí de esa manera por mi ceguera — bromeé en un tono más serio que de chiste.—¡No, por supuesto que no! O sea, me refiero a que... — como quisiera ver sus expresiones ahora mismo—. No tiene sentido. Lo que menos quiero es volver a tener una discusión innecesaria contigo. Ahora si me lo permites, tengo que seguir trabajando.—Me gustaría hacerte una propuesta.—¿Sobre qué? — respondió en automático.—De trabajo.—¿En serio? ¿Por qué? — se escuchaba sorprendida.<
EsmeMe había rendido luego de varias semanas en las que me vi en la obligación de seguir cantando en el parque para comer y ahorrar un poco de dinero. No quería regresar a mi país, pero tampoco tenía opción de quedarme en un lugar donde la estaba pasando realmente mal.Siempre hay un ángel dándonos abrigo sin que lo notemos a nuestro alrededor. Agradezco mucho que ese ángel me haya escuchado y me haya enviado a uno de los suyos para darme, aunque sea una oportunidad para no seguir en esa desesperación que me tenía al borde de la locura. Yulek no es un amor de persona conmigo, pero es un tierno bomboncito que le da mucho cariño a los niños cada día con su música. Da igual si me habla con sarcasmo, por obligación o n
No podía negar lo nerviosa que me encontraba por la presentación en la casa gubernamental de la ciudad. No es que tuviera miedo al público, pero me resultaba un poco diferente e incómodo cantar junto a Yulek, aún sabiendo que para él yo no era absolutamente nadie. Ni siquiera porque soy su empleada o compañera se ha dignado a hablarme. No entiendo por qué vive de mal humor, ignorando al resto del mundo como si el fuese un ser superior y el resto solo un polvo sobre su hombro.Llegamos desde muy temprano a la casa de gobierno para prepararlo todo con anterioridad. Los niños llegaban tiempo después en compañía de sus padres, por lo que aproveché que solo estábamos Yulek y yo en el salón afinando los instrumentos para cortar con ese silencio tan mordaz que ha tenido conmigo desde
Desperté por los insistentes golpes en mi puerta. La noche fue horrible como todas las anteriores. Llevo días sin poder dormir y descansar como es debido, pues estando sola y en silencio la ansiedad es mucho mayor. Se supone que debía descansar, pero al no venir tomando mis medicamentos con frecuencia, más por el hecho de no tener el dinero suficiente para comprarlos, hace que acostumbrarme nuevamente a sus efectos sea una completa agonía.Salí de la cama con las cobijas enredadas a mi cuerpo y abrí la puerta con cara de pocos amigos. Ver a Yulek muy bien arreglado y perfumado frente a mí era algo que no había esperado ni en bromas.—Dios mío, ¿cómo es que llegaste aquí? — musité tras verme en mis horribles fachas mie
Nos guié fuera de la casa y emprendimos camino por las soleadas calles en completo silencio. Estoy como viviendo en un sueño, pues nunca me imaginé estar tomada del brazo de un hombre tan guapo mientras caminamos sin ningún rumbo en específico. Sus brazos se sienten anchos y muy reconfortantes a través de la tela de su gabán. Su perfume es delicioso, no he dejado de aspirar con disimulo su aroma cada que tengo la oportunidad de hacerlo.En un principio lo sentía tenso, más cuando me atreví a prensar su brazo con el mío para poder ayudarlo a guiarse mejor ya que no conoce estas calles, pero a medida que avanzamos los pasos, fue relajando los músculos. Ahora caminamos en un silencio muy agradable uno al lado del otro.Tal vez suene irracional, p
YulekTodo lo que gira en torno a Esmeralda me resulta llamativo y demasiado miedoso, y no precisamente porque tema a ella, sino a esa fuerte atracción que me genera con solo escuchar los tonos altos y bajos de su voz. Su perfume se ha grabado en mis pensamientos y lo puedo distinguir a la perfección entre varios aromas mezclados. Incluso percibo su olor en el aire cuando ella no está cerca de mí. A eso y muchos más sentires es a lo que verdaderamente temo. Y por más que trato de mantenerme a una distancia prudente, algo en mí no me permite hacerlo. Me conformo con escuchar su voz y sentir el olor de su perfume envolviéndome en esa red que hechiza mis sentidos, aunque no voy a mentir, lo daría todo por su rostro y verme en el brillo de sus ojos, pero sé que eso sería mucho pedir en esta vida oscura.