Temores

No podía negar lo nerviosa que me encontraba por la presentación en la casa gubernamental de la ciudad. No es que tuviera miedo al público, pero me resultaba un poco diferente e incómodo cantar junto a Yulek, aún sabiendo que para él yo no era absolutamente nadie. Ni siquiera porque soy su empleada o compañera se ha dignado a hablarme. No entiendo por qué vive de mal humor, ignorando al resto del mundo como si el fuese un ser superior y el resto solo un polvo sobre su hombro.

Llegamos desde muy temprano a la casa de gobierno para prepararlo todo con anterioridad. Los niños llegaban tiempo después en compañía de sus padres, por lo que aproveché que solo estábamos Yulek y yo en el salón afinando los instrumentos para cortar con ese silencio tan mordaz que ha tenido conmigo desde que empecé a trabajar en la academia.

—¿Inicias tú o tu padre? — pregunté un tanto cohibida. 

—Se me olvidó decirte que ibas a hacer la presentación con mi padre. Yo debo irme.

—¿Por qué?

—Eso son asuntos míos.

Apreté los labios y asentí como si el pudiese verme. Esa carga tan densa que se siente a nuestro alrededor no la puedo soportar. Me irrita y me duele que sea tan cortante conmigo. Me hace sentir como si hubiera hecho algo mal.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Ya estás haciendo una.

—¿Por qué eres así de cortante y grosero? Si te está molestando mi trabajo, dímelo y dejemos esto por las buenas. Pero no me gusta tener que caminar por la cuerda floja.

—No me molesta tu trabajo, sabes bien que cantas muy hermoso.

—¿Entonces? — susurré—. ¿El problema soy yo acaso?

Se quedó en silencio mientras acariciaba las teclas del piano.

—¿Por qué piensas eso?

—Apenas si me brindas el saludo.

—Me cuesta entablar conversaciones o amistades con las personas. Siempre he sido muy solitario.

—Eso no parecía el otro día en el que muy abiertamente mencionaste tus hazañas sexuales frente a una completa desconocida.

—A veces me gusta bromear, pero no creí que volveríamos a encontrarnos.

—Entonces, ¿qué es? Estoy por creer que te incómoda mi presencia; que no soy de tu agrado...

No es bueno que esas inseguridades que siempre he tratado de mantener en el fondo de mí salgan a flote con el hombre menos indicado. ¿Por qué en mi voz suena esa desesperación por saber una respuesta de su parte?

—Si ese fuera el caso, no trabajarías en la academia — no dijo nada más y se fue, dejándome con la palabra en la boca.

Así como lo mencionó, no estuvo en toda la presentación. Ni su padre ni Anabella sabían a dónde se había ido, pues se les hizo extraño que fuera la primera vez en no estar abriendo la presentación con su violín.

Todo salió bien, los niños se lucieron con la presentación. Los fondos que recaudamos serían destinados al orfanato, por lo que el padre de Yulek se encargó de todo ese proceso por su cuenta.

La cena estuvo muy deliciosa, pero a decir verdad, no me apetecía comer nada. Sentí que la comida bajó por mi garganta como piedras. Ahora es cuando me siento más fuera de tono que cualquier otro día. Los niños se encontraban con sus respectivas familias y los gobernantes se encargaban de hablar de política cada que tenían oportunidad. Entre tantas personas, me seguí sintiendo sola y sin alguien con quien contar.

Esa depresión que solo me inunda por las noches me llegó de golpe en el lugar menos indicado. Tenía el presentimiento que en cualquier momento estallaría en llanto. Extraño a mis abuelos, pues ellos nunca me dejaron sola, pero a cientos de kilómetros no me queda de otra que hacer de tripas corazón y seguir adelante con mis sueños.

Salí a un pequeño balcón y a observar las montañas mientras el aire fresco me golpeaba el rostro. Los años que pasé yendo a terapia se están viendo gravemente arruinados con estos episodios de ansiedad y depresión que he venido presentando los últimos meses, pero que se han ido agudizando las últimas noches a causa de un rechazo que se ha sembrado en mi cabeza.

No sé cuánto tiempo pueda soportar esta situación. Muero de ancias por estar bajo los brazos de mi abuela y nunca más salir de ese lugar tan cálido. Esos malos momentos que pasé en la escuela y todas esas burlas que recibí por mi peso y mis marcas son demonios que no se acallan nunca. Escucho sus voces juzgando mi aspecto y escucho sus risas a mi alrededor mientras la suciedad cubre todo mi cuerpo.

—No pienses en eso, Esmeralda. Ya tu superaste todos esos daños. Ahora eres una mujer segura de cada una de las marcas que adornan tu piel. Eres una mujer hermosa a pesar de no tener una figura perfecta. Eres... 

Ese nudo que se formó en mi garganta se hacía más grande que ese bullicio a mi alrededor. Risas, palabras hirientes, burlas y más burlas se agudizaron en mis pensamientos hasta que el aire empezó a escasear en mis pulmones. Tener la imagen de mis padres muriendo fue la fina hoja que cortó el remiendo de mis más profundas heridas.

Nada en esta vida tiene sentido. Siempre seré para los demás, sin importar en el lugar en el que me encuentre, un blanco de burlas. Quisiera dejar de ser tan tonta y no sentir empatía por los demás, pero no me ensañaron a ser mala persona desde niña. Pero ¿por qué no puedo hacer nada para defenderme y no salir más herida de lo que me encuentro?

Lo que comenzó con una gran ilusión aquella tarde en el parque cuando esa sonrisa tan bella me miró solo a mí, se convirtió en el puñal que abrió las capas de mi carne para dejar escapar a la Esmeralda que hace muchos años se había resguardado del mundo en lo más profundo de mí.

—Esme... ¿sucede algo? ¿Por qué lloras? — inquirió Ana a mi espalda.

—No me pasa nada — limpié esas lágrimas que brotaron de mis ojos sin ningún permiso y la enfrenté—. Espero no haya ningún problema en irme ahora mismo.

—No hay problema, pero si tienes algún problema dímelo con total confianza. Puedes contar conmigo para lo que necesites.

—Gracias, de verdad. Estoy un poco enferma — mentí.

—Ve a descansar, pero si te sientes mal, prométeme que irás al médico.

—Lo prometo — sonreí agradecida por su preocupación—. Cuídate mucho.

—Igual tú...

De vuelta en mi pequeño apartamento, dejé que todo lo que me estaba quemando por dentro explotara por horas. Fueron horas en las que lloré hasta quedarme profundamente dormida luego de tomar mis medicamentos para la ansiedad y la depresión.

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