Yulek
Todo lo que gira en torno a Esmeralda me resulta llamativo y demasiado miedoso, y no precisamente porque tema a ella, sino a esa fuerte atracción que me genera con solo escuchar los tonos altos y bajos de su voz. Su perfume se ha grabado en mis pensamientos y lo puedo distinguir a la perfección entre varios aromas mezclados. Incluso percibo su olor en el aire cuando ella no está cerca de mí. A eso y muchos más sentires es a lo que verdaderamente temo. Y por más que trato de mantenerme a una distancia prudente, algo en mí no me permite hacerlo. Me conformo con escuchar su voz y sentir el olor de su perfume envolviéndome en esa red que hechiza mis sentidos, aunque no voy a mentir, lo daría todo por su rostro y verme en el brillo de sus ojos, pero sé que eso sería mucho pedir en esta vida oscura.
—¿Estás segura? — la escuché decir con la voz entrecortada, alertando mis sentidos en un instante.—¿Cuándo he dicho mentiras? Esmeralda, créeme cuando te digo que eres preciosa — hubo un corto silencio, por lo que me quedé expectante a lo siguiente que Anabella diría—. Todas estas marcas son trazos; los trazos de tu piel cuentan una historia, ya sea llena de tristeza o felicidad, pero lo hacen. Viviste para contarlos, así que luce esos trazos con orgullo y la cabeza en lo más alto, porque hacen de ti una mujer única y radiante. Tus padres están situados en tu corazón, déjalos ahí para siempre. Sé que no es fácil olvidar y seguir como si nada hubiera pasado, pero recuerda que la mejor forma de recordar su amor y traer su esencia a la tierra, es vivir de los momentos más felices que compartieron juntos.E
Dimos pasos lentos y torpes hasta donde se supone se encuentra la cinta. Al devolvernos, caminamos un poco más rápido, pero el roce constante de nuestros cuerpos me tenía en grandes aprietos. Esmeralda debe estar pensando que soy un completo degenerado, y no es para menos, he vuelto a dar una pésima impresión de mi persona. ¿Por qué siempre debo vivir momentos tan incómodos con ella?—No ganamos, pero lo importante fue que llegamos juntos — soltó ella en medio de risitas.Llegamos juntos, ¿eh? ¿Tiene alguna idea de lo perverso que acaba de sonar aquello?—Esmeralda, te puedo pedir un favor — me incliné hacia ella sin saber dónde quedaba con exactitud su oreja.—D-Dime, ¿en qué te puedo ayudar? — tartamudeó.—Me podrías guiar al baño, por favor... —
EsmeNunca cruzó por mi mente que ese día tan bochornoso en el que, sin duda alguna y sin mentir confirmé lo mucho que Yulek me gusta, cambiaría nuestra relación. Podría decirse que ya no existe un distante y frío saludo entre los dos, que ya no siento ese enorme abismo que cada día se me estaba haciendo mucho más grande. Es decir, vivimos momentos incomodos mientras nos dirigimos la palabra, pero ya no es un hombre distante, y ese hecho, embota mis sentidos.Crucé por su aula y me quedé viéndolo tocar el violín. Se ve tan atractivo estando perdido en sus notas; acariciando violenta y suavemente las cuerdas en movimientos rápidos y concisos que desprenden melodías muy hermosas. Que esté sin sus gafas oscuras me hace ilusión de ver una vez más el cielo de sus ojos. Es tan precioso, pero sé que eso es mucho pedir; él no m
Nerviosa era poco a como me sentía realmente. El corazón pretende salir por mi boca en cualquier momento y las manos no me han dejado de sudar. Desde que salimos juntos de la academia, mi estómago parece ser el nido de muchas mariposas, pues entre cada tanto las siento revoletear sin control en mi interior.Nos encontramos en la cafetería que queda muy cerca de la academia, pero ninguno de los dos se ha atrevido a romper el silencio que se formó entre nosotros según entramos en el establecimiento. Tan pronto la camarera nos trajo lo que pedimos, empezamos a comer envueltos en el mismo silencio, pero en lugar de sentirse incomodo o desagradable, se siente bien estar en su compañía. No importa si no nos dirigimos palara alguna, así me siento plena y a gusto; es como olvidar por pocos segundos lo sola que me encuentro en este lugar.—¿Cómo es Colombia? — cortó el si
Del incidente en la cafetería Yulek no mencionó nada, pero ese día me demostró una faceta que jamás me hubiese imaginado de él. La empatía y la amabilidad con la que me ayudó a superar una crisis de ansiedad, me sorprendió mucho. Me brindó compañía durante una parte de la noche, o por lo menos es lo que recuerdo luego de haberme llevado a mi casa y atenderme como si me tratara de alguien muy especial para sí. Si sentía que lo que quería con el simple hecho de hablarme o tenerlo cerca, que me haya dedicado tiempo para cuidar de mí cuando no era necesario, terminó por robarme el corazón. Ya no puedo ocultar lo mucho que estoy enamorada de él. Todos se han dado cuenta de ese sentimiento en mí, pues tampoco soy persona de disimular algo.Y mientras él no se entere de todo lo que me hace sentir, creo que podríamos llevar es
La casa de los Sres. Graham queda muy cerca de la playa, pues desde la ventana de mi habitación se alcanzaba a contemplar parte de esta. Espero poder ir dentro de un rato, ya que nunca he estado en el mar. Verlo tan de cerca me tenía muy emocionada. Me terminé de poner mi vestido y mi chaqueta y, cuando estaba a punto de salir, me estrellé con Ana frente a mi habitación.—¿Vas a salir así?—Sí — respondí tímida.—No te ves mal y lo sabes, pero allá afuera está haciendo un calor del infierno.—Sabes que no me gusta salir sin mi chaqueta — fue todo lo que dije, desviando la mirada a otro punto.—Bueno, si así estás más cómoda — me extendió una pequeña bolsa en mi dirección y sonrió—. No digas nada, solo póntelo y ya. Te esp
—¿No sientes calor con esa chaqueta? — me preguntó, luego de que ese suspiro abandonara mi boca sin poder contenerlo.—Así me siento bien — mentí, la verdad me sentía muy sudorosa.—No te lo creo. Estamos a punto quemarnos — bromeó.—No seas exagerado.—Mírate, estás hirviendo — soltó una risita que logró avergonzarme más de lo que ya me encontraba—. Claro, en el sentido figurado.—Estás de buen humor, ¿eh? — sonreí.—La verdad sí — tiró de las mangas de mi chaqueta, pero lo detuve.—No, espera. De verdad así estoy bien.—No seas terca, Esme — siguió tirando de mí sin darse por vencido—. ¿Te pusiste traje de baño?&md
YulekSabía que me estaba arriesgando demasiado al pedirle tal cosa, pero debía hacer el intento, aunque sea una sola vez. Hace días muero de ganas de palpar su rostro y conocerla, pero no quiero que piense mal de mí. Lo último que quiero es aprovecharme de ella, y tampoco puedo explicarle con exactitud todo lo que causa en mí cada que escucho su voz o siento en el aire el olor dulce de su perfume.Me he dado cuenta de esas ruidosas palpitaciones que mi corazón está experimentando desde hace muchos días atrás; no es un secreto para nadie lo mucho que me está gustando. Tenerla cada día trabajando a mi lado ha sido ese dulce fresco que mi alma necesitaba desde hace mucho tiempo. Creí que la música era lo único capaz de brindarme luz en la oscuridad con cada una de sus notas, pero Esmeralda ha hecho que esos deseos de tener una vida como cualquier otra pers