*Jane*
Eli se encontraba en la cocina del piso.
El espacio contaba con todo lo necesario para preparar comida si fuera necesario.
Ella estaba con los auriculares y tarareaba una canción.
Moleste su visual para que me prestara atención, ya que ni siquiera se dio cuenta que había entrado.
La sonrisa que apareció en su rostro no me gustó.
—No.
Ella no dejó de sonreír.
—Jane, él es increíble.
Esa sonrisa eran falsas esperanzas.
Marcus y yo no tendríamos ese ni ningún tipo de relación que no sea la laboral.
—No se que fue eso, pero no es lo que crees.
Ella sonrió aún más.
Mejor me quedo callada la próxima vez.
—Llegaron juntos y al quedar solos el fuego surgió, vamos Jane me puse los auriculares porque ambos lanzaban gritos a diestra y siniestra.
Ok eso no era lo que esperaba escuchar.
Me di la vuelta y salí de allí.
Marcus ya no estaba en la recepción.
Entré en mi oficina y todo estaba vacío también.
Interesante.
Eli me siguió sin dejar de sonreír.
No iba a volver a tocar el tema.
—Quiero que revises unos documentos, los imprimí para ti.
Saqué del bolso un sobre y se lo di.
Ella le dio una primera ojeada y su sonrisa desapareció.
—Si, yo también me sorprendí al leerlos.
Su teléfono sonó y ella corrió a responder.
La seguí esperando poder hablar más del tema.
—Si claro, iremos de inmediato.
Al cortar me dijo que Bernard, el jefe de seguridad de Marcus nos pidió ir a su oficina.
Tomé mi bolso y metí el sobre en él.
La información de esos documentos era muy ruidosa para dejarla en cualquier lado.
Bajamos y volvimos a subir por el edificio principal del complejo.
El espacio recibidor era enorme, las ventanas de piso a techo mostraban una vista de la ciudad perfecta.
Por la falta de recepcionista seguimos caminando hasta la oficina de Arthur, mejor dicho la oficina de Marcus.
Entramos sin esperar al espacio intermedio, donde había lugar para reunirse y hablar con mayor comodidad.
Seguimos hasta el fondo donde estaba la oficina principal.
Marcus estaba acompañado de otro hombre, aún más grande que él.
Eli se paralizó y se pegó a mi.
—Arquitecta Jane Kilvann.
Estire mi mano hacia el gigantón.
Pero Marcus no dejo que me tome la mano.
Ok, eso si fue interesante.
—Jane, él es Bernard, mi mano derecha y jefe de seguridad general desde hoy.
—Elizabeth, mi asistente.
Señale a la mujer que se intentaba ocultar detrás de mí.
Eli estaba colorada, bueno decir colorada era poco, estaba roja y sudando como si estuviera frente a un juez por hablar en contra de un mafioso.
Bernard se acercó a ella y estiró su mano, esta vez Marcus no interfirio.
Eli parecía un cachorro.
—¿Por qué nos llamaron?
Hice que los tres me prestaran atención.
—Por favor tomen asiento.
Al sentarnos Eli sacó una libreta y una lapicera.
Ecológicamente hablando ella destruiría el planeta en cualquier momento, la tecnología no le gustaba y aunque era una nerd en eso ella prefería el lápiz y papel siempre.
—Me gustaría remodelar todo este espacio.
Ahora fui yo la que saque uno de mis cuadernos del bolso.
Le pedí que me explicara qué quería y empecé a dibujar mientras lo escuchaba.
Marcus no era ostentoso, aunque sí tenía buen gusto, no quería algo tan diferente a lo que había ahora, pero entendía su necesidad de cambiar todo.
Eli no miraba a los ojos a ninguno de los dos y el tal Bernard no le quitaba los ojos de encima.
—Entonces me imagino algo así.
Le entregue el boceto a Marcus y esa sonrisa de lado volvió a aparecer.
—Perfecto, ¿te puedes encargar de todo?
Miré a Eli y ella volvió a la realidad, empezó a anotar en su agenda.
—Si, mañana tendremos todo remodelado.
Los plazos eran cortos, pero vamos, era el jefe y con presupuesto ilimitado todo era posible.
—Con respecto a los documentos que te entregué, pudiste leer alguno.
Miré a Eli y ella asintió.
No necesitábamos decir palabras.
—Creemos que hay un flujo de dinero en distintas cuentas bancarias en el exterior que no corresponden a gastos o sueldos de la empresa, son cifras grandes, pero al parecer nadie les prestó atención.
—Mi padre sí, por eso me pidió que me hiciera cargo de la empresa.
Interesante.
—Creo que él mayor problema está en el área de contabilidad, ya que son ellos quienes se deben hacer cargo de los flujos de dinero tan grandes.
Eli sacó los documentos impresos de mi bolso.
Busco unos segundos en ellos y luego se paró y se los enseño a Marcus.
—Aquí se ven algunos casos absurdos e inexplicables y no debí buscar mucho, están a simple vista.
Eli era una nerd de los negocios, se había graduado de administración de empresas en tiempo record y con un excelente promedio.
—Entonces podemos empezar por aquí.
Eli volvió a su lugar, no sin dejar de ser mirada por Bernard que en ningún momento le quitó los ojos de encima.
Ese nerviosismo era bien conocido, cuando un hombre le gustaba, ella se convertía en una conejita adorable.
Casi empiezo a reírme sola cuando me di cuenta.
Eli conoce a Bernard de otro lado.
Interesante.
—¿Estás bien?
Eli me tocaba el brazo con suavidad.
—Si, estoy bien.
—Te estaba hablando y no respondiste.
Marcus me miraba fijamente y no supe qué responder.
Me había tildado.
Eso era un efecto secundario de dormir mal, pero no me pasaba en la oficina nunca.
—Lo siento Marcus, solo pensaba en el diseño de la oficina.
Él asintió y retomó la conversación.
Quería saber cuales eran mis experiencias con los demás departamentos y si tenía problemas con alguno.
Respondí con sinceridad.
—Todos hacen su trabajo, cada líder tiene su metodología de trabajo, la verdad no me meto en medio de esos asuntos a menos que afecten mi trabajo o los de mi área.
—Entiendo, ¿alguien más en quien pueda apoyarme?
¡No!
—Creo que sería mejor mantener esto en un reducido número, hasta que sepamos más del tema y tengamos algún nombre específico.
Aunque era verdad no quería compartir el trabajo con nadie más.
Cuanto más trabajo para mi, mejor.
*Marcus* La reunión con Jane y Eli terminó bastante bien. Avanzamos con algunos puntos. Cuando estuvimos a solas pregunté a Bernard que era esa mirada hacia la hobbit y él solo me dijo que era privado. —¿Privado significa látigos y cadenas? Él se rió y me golpeó la espalda. La pequeña Eli no se veía como ese tipo de mujer, pero Bernard tenía un tercer ojo para identificarlas. Espero que no haya puesto ese ojo sobre mí Jane. ¡Carajo! Descarte ese sentimiento de propiedad sobre ella de inmediato.
*Marcus* Jane comenzó a llorar de forma descontrolada. Ian entró en la habitación y me corrió de su lado. La abrazó pegandola a él. Eso no fue lo peor. El dolor de los gritos me partió el alma. Jamás había tenido esta sensación. No se que me pasó, pero en ese mismo instante en que la vi así me lo prometí. Borraría ese dolor de ella. No importa cuanto me cueste. Empecé a acariciarla y en algún momento Ian me dejó más lugar. Al tomarl
*Jane* Eli entró a la habitación con un pote de helado en una mano y varias carpetas en la otra. Su bolso también tenía más carpetas. —¿Cómo te sientes? Realmente no quería contestar eso. —Perdón. Ella dejó todo en la punta de la cama y me abrazó. Quería que sea la última vez. Quería que el dolor se fuera. —Todo va a estar bien. Esa sonrisa no perdía el brillo. ¿Cómo era posible que ella siga sonriendo?
*Marcus* Unos minutos más tarde el doctor Brown salió de la habitación sin decir una palabra, se fue por el pasillo ignorando todo lo que tenía a su alrededor. Volví a entrar. Jane estaba en la cama y me miró fijamente apenas crucé el umbral de la puerta. —No haré esto, no te voy a obligar a que me sostengas. ¡Carajo! ¿Él se negó? Me acerqué a la cama y me puse a un lado. Hice que ella se apoyara en mi pecho. —No se que sucederá con nosotros Jane, pero estoy aquí y no me iré, por ahora solo eso es lo que te puedo asegurar. <
*Jane* No sabía si decir que estaba enamorada o simplemente estaba encandilada por un hombre como Marcus. Su sonrisa era de esas que te hacen sonreír y no sabría si correspondo a esa sonrisa. Debo ser un desastre. Vamos Jane. ¿De verdad crees que él gusta de ti? Eres un desastre. Utilice el celular como espejo y me di cuenta que estaba pálida y ojerosa. Pálida y ojerosa. Un desastre en todas sus letras. Estaba leyendo unos documentos cuando Eli me llamó.
*Marcus* Jane no paró en todo el día de enviarme notas y documentos resumidos, envíe un almuerzo para ella y también Bernard se aseguro de ponerle seguridad. Todo este asunto de una posible madre biológica no estaba seguro de que fuera algo bueno así que pediría asesoramiento. Entró en la recepción y una asistente me pidió mis datos. —Quiero hablar con Ian Martin, es un asunto personal. Ignore su pedido y la mire fijamente. —Claro, pero el doctor Martin ahora está con un paciente y su agenda está completa, puedo tomar sus datos y agendar una cita o también puedo hacer una consulta de emergencia si ese fuera el caso. Miro el nomb