Cuando Katherine Deveraux accede por rebeldía a casarse con Daniel Gossec, un mujeriego que va por la vida dejando corazones rotos, cree que ha matado toda posibilidad de conocer el amor que, por derecho universal, todos poseen. Al casarse deberá ir a vivir a una hacienda que Daniel heredará de su abuelo materno, una de las condiciones para que la herencia fuera suya en su totalidad, era casarse y vivir por un año allí, de lo contrario, esta pasaría a su nefasto y traicionero primo. La convivencia los hará lidiar con sus caracteres, miedos, conflictos personales y enemigos que formarán alianzas peligrosas. Cualquier paso en falso podría ser un «error de cálculo» que conlleve a perder más que un bien material.
Leer másKatherine subió a su habitación mucho más atribulada que antes, en determinado momento sopesó que habría sido mejor el no enterarse de nada, pero pensándolo mejor, no lo perdonaría si la mantenía en la ignorancia. Ahora se sentía presa de ese cazador.Lo que más la alarmó, y a su esposo igual, fue todo el tiempo que llevaban conviviendo con el enemigo bajo su propio techo No pudo evitar sentirse torturada todo ese tiempo, los nervios la invadieron como ola dantesca, amenazando con toda su estabilidad emocional. Llevaba encerrada en su cuarto toda la tarde, luego de despedir a Anna, ya que Daniel pensaba más conveniente que ella se fuera como lo habían previsto. Katherine accedió, no quería que Anna supiera y le dijese a su padre. No soportaría tanto estrés y la vida de su amada nana estaría a salvo. Además, si su papá intervenía, ella no le haría caso, su preocupación, su mente, su alma y su corazón estaban con su esposo, a él pertenecía por completo. ¿Cómo podría irse después de sabe
aniel no habló con Katherine, dedujo que por la tensión que hubo en la sala con la llegada de Luis. Sabía que su esposa no era la fan número uno y ni siquiera la dos de su amigo, pero era el único en quien confiaba el plan que iba a llevar a cabo. Ya se lo había dicho, que, si a alguien le confiaba su vida, ese era Luis.Pasó más de una hora desde que Daniel volviera con su amigo de supervisar los alrededores e impartir órdenes solo a los hombres de confianza. Ambos acordaron que resultaría mejor que Luis conociera al personal que se quedaba en la hacienda, él era experto en estudiar perfiles, con lo que le sería de mucha ayuda.Lo único que tenían en desventaja eran a aquellos empleados eventuales dentro de la hacienda que se retiraban después de cada jornada.Algunos empleados, incluido Pedro, que por un extraño motivo permanecía en la hacienda, quisieron saber acerca de lo ocurrido con Alicia, en su momento sintió deseos de matarlo a golpes. Ha de haber pensado que la muchacha esta
Dante no soportó más el ver a Ileana tan callada y dispersa. En los últimos días se había convertido en otro planeta que orbitaba alrededor del Sol en completo mutismo, solo que el sol era Ivette. Estaba atenta a todo lo que se refería a su hermana y hasta dormir se le dificultaba.—¿Me dirás qué demonios te sucede, mujer? —La voz áspera de Dante arrancó a su esposa de los pensamientos perdidos.—No me pasa nada —ella negó como tantas veces antes, cuando él le preguntaba.—¿Es por Ivette, no es así? —insistió—. Hace días que tu carro está en el taller y no sales de casa si tu hermana no lo hace. No me subestimes, Ileana.—Con respecto al carro, he pensado en venderlo.—¿Cómo? No estamos necesitados de dinero, ¿por qué carajos quieres venderlo? —Dante estaba a nada de perder la paciencia.—Es que… a decir verdad, son muy pocas veces las que lo uso.—No vas a vender nada, Ileana. Es un modelo nuevo, no tienes ni seis meses con él —Dante le advirtió con su mirada dura. Ella tragó con dif
Daniel hizo otra llamada y tras cinco minutos de hablar colgó.—Lamento haberte molestado con esto. No sabía a quién más acudir —Daniel le aseguró a su amigo.—Hiciste bien, debiste hacerlo tiempo antes. Al menos, esperemos que se pueda evitar un mal mayor. —Luis lo miró sereno. Como si para él eso fuera pan comido.—Pasaron muchas cosas, incidentes, situaciones que sí, creí poder controlar, no he tenido cabeza para pensar para concentrarme en las situaciones extrañas que se daban en la hacienda —admitió mientras conducía a la hacienda en compañía de su amigo—. Menos mal, te encontrabas todavía en Valle de la Pascua.—Debía atender unos asuntos —murmuró con pocas ganas de contar más—. Entonces, cuéntame, ¿qué otras cosas pasaron? —Luis pidió con su mirada criptica—. Al parecer, los problemas nos buscan.—Por mi parte, creo que solo debo despertarme, sin importar que madrugue o no, tendré un problema… —Hizo una pausa—. Creo que retirarnos no nos dio la paz anhelada, cada día nos recuer
Cuando llegaron a la casa, continuó sin hablar con Katherine, en todo momento se dirigió a Anna Collins, pidió vigilancia extrema en la casa, y que ninguna de ellas saliera de allí, no sabían quién había sido o cómo fue que la muchacha quedó inconsciente. No quería más accidentes. Subieron a Alicia a la camioneta, y en compañía de una más que angustiada Marina, partieron a la ciudad. Al llegar al hospital, la muchacha comenzó a despertarse, en verdad aquel bruto la había dejado fuera del mundo con ese golpe bestial.Luego de que la revisaran y autorizaran que podía recibir visitas, los primeros en pasar fueron Marina y Daniel, su tía estaba angustiada, no paró de llorar en todo momento, y por más que él la consolara, sabía que no se tranquilizaría hasta ver con sus propios ojos a su sobrina.—Muchacha, ¡qué susto me has dado! —Marina dijo acariciando su rostro. Evitó rozar el lugar del golpe.Alicia estuvo sin decir nada por unos minutos, solo lloraba en silencio evitando mirarlos a l
Siguió caminando con sigilo y la piel se le erizo. Cerró los ojos y negó con la cabeza, su instinto la apremiaba a salir de allí, pero algo más la impulsaba a continuar, no era curiosidad, tampoco el instinto de supervivencia, claro estaba.«No puedes irte, ya estás aquí, no puedes irte», se aupó.—Señora, ¿en qué puedo servirla? —Camilo la sobresaltó cuando venía trayendo a Huracán a su lugar.—¡Oh!, Camilo —exclamó con el corazón en la boca y llevándose una mano al pecho—. ¡Qué susto me has dado!—Lo siento. —Ella negó con una sonrisa nerviosa.—¿No has visto a Alicia? —le preguntó. Respiró profundo para calmarse, aunque prevalecía aquella necesidad subrepticia de ver que todo estaba bien.—Vengo llegando de darle un paseo a Huracán, que estuvo inquieto mientras que usted no pudo montarlo.—Gracias por atenderlo —Katherine se acercó a su caballo arena y acarició su hocico y su pelaje—. Yo también te he extrañado, bonito. Ya voy a poder montarte de nuevo —acotó con emoción. La cercan
Alicia dio vueltas a todas las suposiciones en su cabeza, a tal límite que más era lo que se encontraba dispersa, que lo que lograba mantener la concentración en sus deberes.Hacía días que estaba actuando extraña. La tarde luego de que Katherine regresara con Daniel del médico y le quitasen el inmovilizador de hombro, miró a la joven caminar con paso apurado hacia las caballerizas, con la excusa de ir a caminar por el lugar y visitar a Huracán —su autoproclamado caballo— la siguió a lo lejos. Lo cierto era, que la actitud de Alicia le había comenzado a hincar en la piel y a llenarla de suposiciones e interrogantes.—Quiero que lo hagan bien esta vez. —La voz de Pedro le indicó a Alicia que debía detenerse—. No quiero fallas de nuevo.—Sabes que haremos lo que quieras, siempre que el pago sea el acordado —replicó otro hombre que no identificó.—No pueden dejarse atrapar, al final de todo se supone que saldremos ilesos de esto —Pedro enfatizó—. Ahora, márchense. Alguien puede venir y v
Alicia se tomó algo de su tiempo libre para visitar al hombre que, al parecer, podía arrancarle de la mente a su patrón. Debía admitir que Pedro la hacía sentir muy bien y la trataba con delicadeza, siendo un hombre tan curtido en el trabajo de campo, le resultaba dulce, tosco pero romántico a su medida. Cuando Katherine la descubrió saliendo de las caballerías aquel día, había sido el primer encuentro entre él y ella, desde entonces, debió actuar con cautela, eso no quería decir que no encontraran un sitio dentro o fuera de su lugar de trabajo para encontrarse. En los últimos días, verse resultó más complicado debido a los acontecimientos sucedidos. No obstante, hacía unas semanas atrás cuando descubrió a Pedro entregando dinero a otros empleados de la hacienda como si hubiera estado cancelando una deuda, la duda se instauró en ella como plomo sobre su cabeza.—¡Vaya, vaya! Pero si la reinita se atrevió a bajar de la torre —Pedro bufó con aquella voz ronca, tomando a Alicia de la cint
La tormenta parecía haber pasado en el cielo de Katherine y Daniel, pero para Ileana comenzaba a sentirse un frente frío que decretaba tormenta y caos a su paso. La amenaza latente de un huracán. Esa noche luego de la discusión con su hermana y el hallazgo encontrado, Dante Gossec le traía con una noticia la contemplación de su presagio vuelto realidad.—Debo estar purgando una maldición —fue lo primero que dijo al entrar a la casa y encontrársela en la sala fingiendo mirar el televisor.—¿A qué te refieres? —inquirió preocupada. Se había encargado de mandar a recoger el auto y que lo llevaran al taller para que reparasen el daño, no había modo de que él se diera cuenta de algo.—No te enteras de nada, Ileana —respondió con sarcasmo—. Mi nuera sufrió un accidente. —Le entregó el diario donde salía la noticia.A Ileana la invadió el temor y con horror observó el titular, rauda con la mirada buscó el nombre y fue así que supo que no solo la esposa de su hijastro había resultado herida,