— Lisa... ¿Qué vas a hacer?— me pregunta Mara, colocando su mano en la mía. ¿Qué voy a hacer? Excelente pregunta.
—No quiero presionarte, y Dios sabe que prefiero cualquier cosa a que vuelvas con él pero… no es algo a tomarlo a la ligera, además está el tema de... —
— Lo sé... la adopción. Se vendría todo abajo, ¿verdad? Años de trámites, justo ahora que estamos por entregar los últimos papeles— digo y se me forma un nudo en el estómago.
— No soy abogada experta en este tema, pero si… que estuvieras casada ayudaría muchísimo. Sin contar que tengo fecha para llevar esos papeles. Los podemos llevar sin acta de matrimonio… no es buena opción no presentarnos. El tribunal puede interpretar que no estás interesada, y comenzar de nuevo va a ser más complicado. Sin contar que se perdería años de trámites— dice ella y yo suspiro.
—Podría postularme como soltera—
—Lo sé pero… sabemos que en pareja hay más probabilidades…— dice ella viéndome triste.
—¡Pero yo soy una mujer independiente, nunca he necesitado de nadie!—
—Lo sé… pero así es el sistema… buscan la pareja “ideal”— me dice. Es irónico, ninguna pareja es ideal. Yo suspiro, parece que todos los problemas se me vienen encima, deberían venir de a uno por lo menos.
—Además, hay otra cosa…— indica ella yo la veo perdida ¿Puede ser peor la situación?— Están tus registros médicos, tu enfermedad… no te ayuda— me dice ella tomando mi mano. Lo que me dice es muy duro pero… es verdad. No van a querer dar un niño a una mujer sola que estuvo muy enferma.
—No quiero hacerte sentir mal mi alma… todos sabemos que tú estás sana como cualquiera, pero…— completa ella con remordimiento.
—Lo sé mi Mara linda…— le digo tomando sus manos, sigo cabizbaja —Es tu deber darme los pros y contras. No solo eres mi amiga, sino que haces tu trabajo, uno muy bueno, por cierto— le digo. Ella quiere solo lo mejor para mí, como amiga y abogada. Jamás le gustó James, debí haberla escuchado.
—¡Bueno, pero tengamos algo de fe! Tienes un buen trabajo y eso cuenta muchísimo— dice ella tratando de darme ánimos y yo cierro los ojos. Dios mio… que semana de porquería.
—Ayyy Mara… el nuevo doctor me odia, y eso puede afectar mi empleo. Soltera y desempleada, ¡qué maravillosa candidata para una adopción! Tengo que buscar la forma de ganármelo— digo soplándome la nariz.
—Tontita... es imposible que alguien te odie. Él solo necesita conocerte un poco más, y ya verás que en poco tiempo estará encantado con la Gerente Jones— dice. Me dice que me puedo quedar con ella cuanto quiera.
De vuelta en el Hospital, por casi un par de horas me había olvidado de mis desgracias, y de repente recibí un mensaje de James.
Me preguntaba dónde estaba, sí estaba bien, me comentaba que necesitamos hablar. Y otra vez se me cayó el cielo. A estas alturas la boda no se iba a hacer. Tenía que hacer tantas cosas, devolver regalos, avisar que no se iba a dar.
¿Para qué se iba a casar conmigo? Ya tenía a otra… y embarazada. Es verdad que éramos novios de hace años, pero la razón principal de casarnos era por el tema de la adopción. Qué tonta he sido.
Por supuesto que todo lo que puede salir mal, va a salir mal y me encontré con el Doctor Wagner, en ese preciso y fatal momento mientras me subo al ascensor, luego de llorar de nuevo y tener la cara hinchada. Fantástico, Lisa, realmente fantástico Hoy, él parecía inclusive mucho más atractivo, mientras yo me sentía como una cucaracha aplastada en medio de la acera.
Sus cabellos parecían hebras de oro, y a través de sus ojos de azul de mar paradisíaco, me miraba con extrañeza. Ahora lucia su bata y abajo ese uniforme azul oscuro. ¿Saben lo que dicen de hombres con uniforme? ¿Qué se ven realmente bien? Bueno, este hombre se veía mejor. Pero su expresión era lo opuesto a atractivo.
— Doctor Wagner... — le pregunto, lamentando encontrármelo justo cuando estoy en este estado… por segunda vez. Mirándome con desdén.
—Señorita Jones…—
— Lisa — digo yo y él asiente.
— Lisa... ¿Supongo que sigue con sus problemas personales?— pregunta viéndome con los ojos hinchados de nuevo, y cuando voy a contestarle… el ascensor se detiene ¡Juro que estos son los peores días de mi vida!.
Nos quedamos en esos minutos en donde estamos simplemente en negación, esperando que el aparato se mueva. Pero en cuanto se prenden las luces de emergencia, entendemos que ha habido una falla sustancial y que sin duda alguna no va a arrancar a moverse de nuevo.
Estamos solo él y yo. Él hace todo lo que se debe hacer, toca todos los botones, pero es en vano. Yo de un momento a otro me veo sentada en el suelo, mis piernas estiradas suspirando, sintiendo que el corazón me late muy fuerte, inspirando y aspirando rápidamente.
El Doctor se sienta a mi lado y los dos simplemente nos quedamos callados obviando la situación. Mi respiración empieza a ser cada vez más irregular, siento que me falta el oxígeno y él parece darse cuenta.
—Pareciera que estoy preguntando todo el tiempo lo mismo pero... ¿Realmente se encuentra bien Lisa?— me dice y se acerca a mí, su tono es ahora realmente preocupado. No me había dado cuenta, pero de repente mis manos tiemblan.
—No sé qué sucede... Siento que me falta el aire y me siento nerviosa— digo con vos frágil.
— ¿Tiene miedo de estar en lugares encerrados?— dice él y ahora se inclina junto a mí, veo su rostro con duda.
—Realmente no... es solo que han estado pasando muchas cosas y simplemente creo que...— digo negando.
—Respira conmigo Lisa... poco a poco— me dice, yo asiento. Respiro con él en movimientos sonoros y pausados. Uno, dos, tres. No puedo evitar sentirme nerviosa.
—Yo... no quiero que piense que yo soy una persona que no puede con este trabajo. Realmente me estoy esforzando y sé apartar mis problemas personales de lo profesional... doctor— le digo hablándole, honestamente tragando saliva.
Estoy segura de que eso es lo que piensa de mí, que soy una mujer frágil y llorona, que es incapaz de poder llevar una gerencia importante en un hospital. Pero él no sabe quién soy realmente.
—Me puedes llamar Oliver— dice y me mira con curiosidad.
—Yo… solo quiero demostrar cuan dispuesta estoy a hacer lo que sea necesario… que nos llevemos bien y que esté feliz aquí— confieso y él parece no tener ni un gesto en su cara. Qué difícil es leer a este hombre.
—Lo sé, pero no es el momento— dice él, pero yo… me mantengo firme.
—Tal como me dijo ayer… solo le pido que me dé una oportunidad. Creo que la merezco— digo de forma un poco altanera y él se ve sorprendido.
—Está bien— accede él no de muy buen agrado.
Empiezo de forma intranquila a explicar los planes que tengo de expansión, de becas, de alianzas con otros institutos, el enfoque en el instituto de investigación. No es una charla formal, sino más bien una exposición de mis ideas con todo el análisis que he hecho desde todo punto de vista.
Al poco tiempo me relajo, Oliver me da algunas ideas y me hace muy buenas preguntas y cuando menos me doy cuenta ya ha pasado un buen rato y ambos estamos aquí sentados en el suelo del ascensor hablando. Me doy cuenta de que al hablar de mi plan, me he concentrado en eso y he olvidado todos los demás problemas.
—Debo decir que en términos generales... parecen un plan decente— dice. Al menos no dijo que era malo. De repente, no me había dado cuenta de que estábamos tan cerca. Su brazo rosa el mío, y sus piernas kilométricas está muy cerca de las mías.
—Gracias... por escucharme, hablar de esto me ha ayudado mucho— le confieso.
Nos quedamos así, yo observo sus ojos y él mi boca. Jamás imaginaré estar así con él, se ve menos amargado y me vuelvo a percatar de lo atractivo que es.
Él levanta su mano, y va a colocar un mechón detrás de mi cabello, vuelvo a respirar de forma agitada, pero por otra razón.
Pero justo en ese momento el ascensor vuelve a estar en movimiento, y las puertas se abren en el siguiente piso. Ambos damos un salto y nos separamos y vemos al equipo de seguridad y a otros trabajadores que nos observan aliviadas.
—¡Oh que bueno que están bien! ¡Estábamos preocupados! Fue una falla general y solo ustedes estaban encerrados— dice el vigilante, mientras Oliver me ayuda a levantarme. Salgo temblando y me encuentro a Mara que me da un abrazo.
—¡Venía a buscarte y no te encontraba! ¿Estás bien? Te ves sonrojada— me dice con los ojos entrecerrados. Cuando ve que me había quedado encerrada con él, coloca una sonrisita maliciosa.
— La espero mañana para la reunión— me indica Oliver y yo doy una sonrisa nerviosa y estúpida.
—Vaya vaya como dicen por ahí: cuando se cierra una puerta, otra se abre— me susurra mi amiga y yo me voy con ella, apurada a mi oficina.
El Hospital Brown era relativamente importante. Tenían un buen departamento de cirugía y yo había venido aquí por interés. Era un cirujano importante, pero yo Oliver Wagner quería más. Quería tener mi propio centro de investigación, no solo ser un cirujano famoso. Quería mi nombre en el centro de todo, mi familia estaba plagada de buenos médicos, todo un linaje de doctores importantes y yo quería destacarme por nombre propio. El gran problema es que parte de ese posible éxito residía en las manos de una chica que se ve completamente inexperta. El doctor Hernández había hablado maravillas de ella, pero la realidad es que la notaba insegura, con dudas y ya en dos ocasiones la había encontrado llorando en las esquinas. Yo confiaba en las primeras impresiones y esto no parecía ser un buen presagio. Sin embargo, las cosas cambiaron un poco... al poco tiempo ya notaba que era una mujer bastante inteligente. Su plan de hecho era bastante bueno, aunque no se lo confesé. Era una mujer menud
— ¿Estás completamente desquiciado, verdad? ¿No me digas que otra vez te golpeaste la cabeza andando en ese estúpido barco que tienes? Para ser un médico realmente te gusta hacer actividades que no son nada seguras— me dice Eliot, mi abogado y también mejor amigo. Nuestros padres son amigos de toda la vida y casi nos criamos juntos. Siempre habla de forma atolondrada y generalmente yo soy el hombre serio y confiable, pero ahora mi amigo me ve como si yo hubiese perdido completamente la cabeza. Está caminando en la sala de mi departamento como si tuviera un ataque. — Te hablo muy seriamente y no lo entenderías Eliot. Tengo que casarme si quiero obtener lo que quiero. No es una opción. Literalmente escuché a las personas de las cuales necesito tener desesperadamente su apoyo, decir que soy un hombre frío, insufrible y prácticamente una causa perdida... Y que sin duda su percepción de mí cambiaría si yo estuviera casado con una buena dama— le explico. Eliot tiene un cabello ligerame
— ¡Demonios Mara! ¡Préstame atención!— le decía a mi amiga quién estaba enfurruñada de brazos cruzados frente a mi escritorio. — Aún no puedo creer que te hayas casado— dice ella y créame que lo he escuchado ya unas 50 veces, solo este día. — Di la verdad: odias que no hayas tenido la oportunidad de utilizar el fastuoso vestido que tenías para mi boda— indico ya aburrida. — ¡Era un vestido de diseñador que había comprado hace años específicamente para la ocasión! ¡Y terminé yendo con un vestido prácticamente de cóctel! — insiste ella. No sé para qué se queja, seguramente el ese vestido era mucho más caro que el mío. Honestamente, no fue el evento más memorable del mundo. Una simple firma, fotos, poses, un beso de mentira. — Dale gracias a Dios que te invité...— — ¡No te atreverías! — dice muy ofendida, pero continúa con el regaño— El punto es qué has cometido una locura y solo roguemos que todo salga bien. Ahora cuéntame ¿cómo han ido las cosas aquí en el hospital? ¿Qué
Lisa parecía extremadamente molesta por mis pedidos. No es que ella se viera mal de ningún modo, era una mujer correcta, normal y común, pero yo sabía que era lo que se necesitaba para tener éxito con los Pascals. Así como ella seguramente sabía que había que hacer para lograr la adopción. Ellos era una pareja correcta que se enfocan mucho en la familia, y yo les llevaba a una mujer que era inteligente y que tenía una carrera en el hospital. Lisa Jones no era excesivamente glamorosa ni una modelo, lo cual particularmente encajaba muy bien para ganarme la aprobación de ellos. Cuando me divorciara seguramente ellos tendrían esta lástima de mí y me acogerían aún más. Pues sí, no se sorprendan, todos mis pasos estaban fríamente calculados. Tenía que mejorar mi imagen y ahora esta estaría ligada a ella. Y para mí un contrato, es un contrato, ella lo había firmado y tenía que cumplir, se molestara o no. Tenía que reconocer, al menos para mí mismo, que ella se veía mejor aún en los vest
Me sentía completamente fuera de lugar, vivir con Oliver era como estar con un compañero de cuarto muy dictatorial. Era evidente que me hacía sentir a cada momento que esta era su casa, y que yo de alguna manera estaba importunando, como si hubiese recogido un perrito de la calle que le molesta. No era que yo esperara alguna especie de amabilidad de su parte, pero creía que si vamos a vivir juntos, por sabrá Dios cuánto tiempo, deberíamos al menos intentar llevarnos bien. Pero a él solo le importaba su objetivo y me lo repetía a cada momento. Definitivamente, el dinero no era un problema para él. En la administración del hospital no teníamos los sueldos altos de los médicos, y después de perder a mi abuela y mi enfermedad, pues el dinero no me sobraba montones, tampoco creía necesitarlo. Siempre intentaba ahorrar para darle a mi futuro hijo o hija una vida digna, y tener para vivir yo de forma cómoda, pero sin lujos. Pero al ver el derroche de las cosas que había comprado él... Me
Frente a mí está parado un hombre de cabello oscuro que luce cansado, con un jean y una camiseta, que da la impresión de que vino corriendo como si de repente se hubiese enterado de algo. Jamás lo he visto, no creo que viva aquí y mi sorpresa sin duda es aún mayor cuando él se dirige a Lisa, en un tono bastante irrespetuoso y despectivo. Está bien, no es que yo sea el señor simpatía... pero pararse en un edificio respetable, a gritarle a una mujer, que está en brazos de otro hombre... me parece el colmo de la falta de respeto. Lisa se pone inmediatamente nerviosa y yo la bajo de mis brazos, pero igual la sujeto por la cintura para que no apoye completamente el pie que tiene herido, aún no puedo creer que ella se haya maltratado así, simplemente por un estúpido zapato, que yo le compré ni más ni menos. Las cosas de mujeres son ridículas. —James... ¿Qué haces aquí?— pregunta a ella y puedo su notar que su voz tiembla. ¿James? ¿El exnovio? Mejor dicho ex prometido. El hombre que s
— Si lo sé Mara... sé que me habías dicho que tenía que solucionar las cosas con él antes de todo esto, pero... si te soy sincera, lo estaba evitando— le decía mientras íbamos en auto a mi casa ¡A mi casa! Donde él no debería estar, ¡se supone que habíamos terminado! Él había seguido con su vida y bastante rápido, ¿con qué derecho venía a criticarme y a juzgarme? —Pues sea, lo que sea, James no tenía ningún derecho de ir al departamento de Oliver a decir todas esas cosas. No es que me caiga superbién tampoco al doctor... si si reconozco que tu esposo falso es superatractivo y su amigo escocés no está nada mal. Pero no, no me convence. Aunque por lo que me dices te defendió bastante bien— —Porque a ninguno nos conviene que aparezca un hombre clamando que yo tengo una relación con él, porque James... sigue diciendo eso, que de alguna manera lo que nosotros tenemos simplemente "cambió"... ¿Puedes creerlo?— pregunto indignada. Esa noche prácticamente no pude dormir, parecía que desde
— Jamás pensé encontrarte por aquí. Cuando me dijeron que estabas en este hospital pequeño, realmente no lo podía creer... pero mucho menos cuando me enteré de que al parecer te habías casado— escucho decir a una voz que conozco muy bien. Acabo de salir de una cirugía e iba a tener una reunión con el director del hospital cuando él me aborda. — ¿Qué haces aquí, papá?— le pregunto casi sin voltearme. — ¿Así es como saludas a tu padre después de tanto tiempo?— pregunta él y yo suspiro girándome y enfrentándome a mi realidad ¿Ven por qué no quería decirle nada a mi familia, especialmente a él? Los mantengo alejados de mis decisiones, pero mucho más con todo lo que ha pasado últimamente. — Por lo que veo, tenía razón en el primero de los rumores, si estás trabajando aquí, desperdiciando tus talentos. Ahora, espero que me digas que es falso el segundo— señala viendo mis manos. No hay anillo por el momento, un pequeño detalle que nos ha faltado. Me estoy volviendo cada vez más flo